De izquierda a derecha, Miguel, Alvite y Cacharrón | Silvia López
De izquierda a derecha, Miguel, Alvite y Cacharrón | Silvia López
DAVID FERREIRO PÉREZ Y ALEJANDRO VÁZQUEZ CORRAL

@ferrekt  @Kovaz5

Fotografías: Silvia López López

No es habitual encontrarse un sol espléndido a mediados de abril a orillas del Miño. Los pájaros que sobrevolaban nuestras cabezas parecían conformes con la tregua concedida por las lluvias. Alguien más asiduo al Anxo Carro que el astro rey es José Antonio Alvite (Negreira, 1962), que aguardaba puntualmente junto a Miguel García (Oviedo, 1964) en la puerta de las instalaciones. Estaba a punto de llegar Óscar Cacharrón (Ourense, 1965), quien completaba un trío de zagueros que llevaría al Lugo a Segunda División por primera vez en su historia.

Mientras que Miguel se interesaba por nuestro estado y trataba de hacernos sentir cómodos, Alvite nos hacía de guía por los entresijos del Anfield Carro. El ex capitán de aquel Lugo de los 90 conoce tan bien el campo como su casa. Su voz tornaba afectuosa al hablar de la sede de su equipo, al que ha vuelto en el 2015 como delegado de campo tras colgar las botas en el 99.

“La segunda etapa en el club de ‘Alvi’ es algo que a todos nos gustaría tener la oportunidad de vivir”, nos decía Miguel, ahora alejado de los terrenos de juego pero en su día entrenador en las categorías inferiores del club. El túnel de vestuarios conecta con el césped no sin antes dar una última advertencia a quien vaya a pisar el verde: Isto é Lugo e aquí hai que sachar. La consigna, fácilmente interpretable para cualquiera —sea o no gallego—, avisa de lo que está por venir.

Ante nosotros, uno de los terrenos de juego más grandes del fútbol español (105 por 68 metros). Más de ocho mil asientos vacíos permitían observar una estampa del Anxo Carro diferente a la habitual. Con los pies en el césped, reparamos en la loma que recorre el campo desde una portería a otra. «El planeta es redondo, ¿no?», bromea Alvite. Tomamos asiento.

Pregunta: ¿Qué significó para ustedes conseguir el ascenso a Segunda División?

Miguel GarcíaFue una cosa tan extraordinaria, tan sorpresiva… Cuando iniciamos la fase de ascenso no contábamos con ello, no éramos los favoritos para ascender. Fue una sensación de sorpresa y al mismo tiempo de gran alegría. Creo que todo el mundo tiene derecho a vivir una situación de esas. Para nosotros era la Champions que puede ganar cualquier jugador de un equipo puntero. Fue nuestro momento de gloria.

José Alvite: Fue la culminación de dos años de trabajo con el mismo equipo. Una alegría y sorpresa en su momento, ya que nadie daba un duro por nosotros. Sin duda, el resultado del trabajo bien hecho, el resultado de creer en lo que estábamos haciendo y también de la calidad que teníamos como grupo. Fue un cúmulo de cosas bien hechas que al final se tradujo en el ascenso.

Óscar CacharrónConcuerdo con mis compañeros. Aunque quizás la mayor sorpresa fue la primera fase de promoción –el año anterior–. La segunda éramos un poco más conscientes de lo que íbamos a jugar, de la capacidad que teníamos y de que teníamos posibilidades. El ir avanzando en la competición nos fue dando un plus de seguridad. Al final llegamos al último partido con un todo o nada, y la cosa salió bien.

 

Lo cierto es que el Lugo no partía como favorito para el ascenso en la temporada 1991/92. Llegar a clasificarse para el playoff de ascenso por segundo año consecutivo ya era todo un logro.

«Nuestro objetivo era quedar entre los cuatro primeros», recordaba Cacharrón. «Una vez conseguido ese objetivo, tienes opciones como todo el mundo. Siempre hay sorpresas cuando juegas una competición», continuaba el defensa ourensano, para quien el equipo de aquella época era «un grupo muy unido al que se le alinearon las estrellas en determinado momento».

Para Alvite, nada fue una casualidad: «Hay una regularidad durante la temporada y luego en la fase de ascenso entran muchos factores», afirmaba el ex capitán albivermello. «Teníamos un buen equipo, un buen grupo y un buen trabajo detrás. Al final todo eso se vio reflejado en el ascenso«, concluyó.

Alvite marcó el gol que le dio el ascenso al Lugo en el partido de vuelta contra el Sant Andreu. El equipo catalán, de la mano de Joan Gaspart, había invertido mucho dinero para alcanzar la Segunda División. Calderé era la mayor estrella del club e iba a ser uno de los protagonistas del encuentro en Lugo. Aunque de eso, hablaremos más adelante.

Los tres zagueros sentados en las gradas del Anxo Carro | Silvia López
Los tres zagueros sentados en las gradas del Anxo Carro | Silvia López

Cuentan los tres que había pocos profesionales en el club. La mayoría compatibilizaba el fútbol con otras labores, pero eso no les impidió, como dice Miguel, «competir en cualquier campo y en cualquier situación sin complejos». «Creo que nunca fuimos inferiores a ningún equipo. Pasamos más apuros contra el Sant Andreu, que sí que –lo reconozco– eran ligeramente mejores que nosotros, pero tuvieron mala fortuna. El resto de partidos de la liguilla fueron equilibrados. Sólo perdimos un partido y ganamos o empatamos el resto», añadió Cacharrón.

Cuando son cuestionados por el vestuario de la época los tres muestran una rotunda unanimidad al señalar que eran un grupo muy unido, donde poco importaban las labores profesionales de cada uno. «Al final cuando juegas te olvidas de si el de al lado es médico o profesor, todos dábamos lo mejor de nosotros en el campo, pese a no ser profesionales en el fútbol sí que lo éramos como equipo», afirma Miguel, para después añadir «todos sabíamos cual era nuestra función en el campo y nos respetábamos mucho«.

«Conocernos todos tan bien nos permitía comunicarnos en el campo con gestos, miradas… nos entendíamos sin hablar«, decía Alvite. El buen ambiente en el vestuario se reflejaba en el terreno de juego según Cacharrón, quien defiende que «viendo los entrenamientos de un equipo ya se sabe el ambiente que hay en el vestuario, éramos un equipo alegre y luchador«, convencido de la importancia de que en el grupo hubiera un ambiente casi familiar.

Al hablar de la llegada de cada uno al equipo, resulta casi inevitable que a los protagonistas no les salga una sonrisa con tintes nostálgicos. «Yo fui el primero en llegar», comentaba Alvite. «El Lugo se puso en contacto conmigo y una vez me dieron el traslado de plaza en mi trabajo me vine para aquí». A Miguel, sin embargo, lo trajo el entrenador —Julio Díaz— a su llegada al equipo. «Yo estaba cedido en el Bergantiños por el Sporting, y ahí conocí a Julio que me llamó cuando llegó al club para que me viniera», explicaba. El caso de Cacharrón, el último en llegar de los tres, fue más parecido al de Alvite: «estaba en un equipo que ahora no pasa por su mejor momento —el CJ Cambados— y me llamaron porque necesitaban un jugador con mis características, así que cuando me trasladaron la plaza en mi trabajo me vine al Lugo», comentaba.

Hablando de los mejores momentos en el equipo, Miguel comenta la gran cantidad de ellos. «Fueron años muy buenos, los desplazamientos, entrenamientos…». Para Alvite, el jugador con más temporadas de los tres, «hubo muchos años buenos, el primero cuando llegué, la primera temporada con Julio Díaz en la que nos lo pasamos muy bien, cuando vino el Oporto campeón de Europa de Paolo Futre a inaugurar las luces del Anxo Carro…». Fueron buenos años: «Mantenemos todos el contacto, muchos viven aquí, en definitiva, el mantener esa relación forjada en el césped tantos años después es muy bonito».

Cacharrón, por su parte, resalta «la importancia de hacer lo que te gusta y poder hacerlo a estos niveles», recordando también que «hubo momentos buenos y malos, incluso un año que casi bajamos y tardaban en pagarnos… pero al final te quedas con lo bueno, fueron años muy bonitos y cuando te retiras todo el mundo te guarda un gran cariño, tienes amigos en todas partes«.

Coinciden con él Miguel y Alvite: «ves a ex jugadores, árbitros, delegados… todos te guardan un gran cariño y admiración y eso enorgullece», afirman.Rememorando aquello que más les impresionó con el cambio de categoría, los tres afirman que fue la profesionalidad. Para Cacharrón, jugar en Segunda era más sencillo: «Había mas espacios, mayor calidad, mejores campos… Pese a lo negativo que fue descender ese año, en lo personal fue una temporada positiva, jugamos bien y me divertí mucho. Luego viajar a sitios como Sevilla, Mallorca, Las Palmas… jugar en campos con 20.000 espectadores«.

Alvite destaca también la exigencia de la categoría, «un fallo podía significar un gol, ya no era como en Segunda B, aunque también te exigías más». Miguel, por su parte, destacó todo lo que rodeaba a la profesionalidad de la división: «El control antidoping, que te escoltara la policía del hotel al estadio, viajar uniformado, coger aviones, en definitiva, todo era mucho más profesional», para después recordar, con cierta nostalgia, «enfrentarnos a jugadores como Gordillo, Caminero o Quique Setién —ex entrenador del Lugo— e incluso ganarles, como fue el caso del Rácing de Quique al que le ganamos 3-0 aquí».

En una temporada en la que el club no contaba con el ascenso, Alvite reconoce que «pillamos a todo el mundo con el pie cambiado, faltaba preparación para dar el salto», aunque para Cacharrón «a nivel de plantilla sólo necesitábamos cinco o seis fichajes del nivel, al fin y al cabo nadie nos goleó y no se consumó el descenso hasta la penúltima jornada, éramos un equipo competitivo».

Miguel, por su parte, destacó la falta de experiencia: «en aquella época no teníamos director deportivo ni secretario técnico que gestionase un poco al equipo. Pasamos de estar en Segunda B a Segunda en media hora, y la cantidad de cambios entre las divisiones hace que si no estás preparado a nivel institucional el ascenso te sobrepase«, para después añadir, con cierta pena que «de haber aguantado otro año más en Segunda hubiéramos ganado mucha más experiencia en ese ámbito».

Hablando un poco del fútbol actual, coinciden en que ahora es más sencillo. «Ahora todos los jugadores tienen publicidad y les regalan las botas, en nuestro tiempo desgraciadamente todo lo teníamos que hacer nosotros«. Cacharrón concuerda con el que fuera su capitán, «ahora se dedican a jugar y ya está, les dan todo hecho», a lo que Miguel añade entre risas «muchos de los jugadores de hoy en día no han sacado nunca ni la tarjeta de embarque«, para después destacar que a nivel de estructura ha cambiado todo: «Autobús rotulado, vestuarios personalizados, sala de prensa, todo es más bonito, ahora tienen muchos atractivos que nosotros no teníamos, aquello era más familiar».

Alvite sigue siendo miembro del Club Deportivo Lugo, ahora como delegado de campo | Fuente: Silvia López
Alvite sigue siendo miembro del Club Deportivo Lugo, ahora como delegado de campo | Fuente: Silvia López

P: Al pensar por el partido de vuelta contra el Sant Andreu aquí en Lugo, ¿qué es lo primero que se os pasa por la cabeza?

C: El primer recuerdo, evidentemente, es cuando pita el árbitro. Después hay una serie de circunstancias añadidas, de condicionantes que realmente desvirtúan un poco lo que fue esa fiesta. Es decir, el tema de Calderé, el revuelo final, el árbitro… 

A: A mí me llamó mucho la atención la gente antes de empezar el partido. El aficionado sí que se le veía un poco emocionado. En cierto modo, creía en el fondo que se podía ascender.

M: Yo creo que son situaciones de todo o nada. Vino gente al fútbol que no sabía siquiera dónde estaba el Anxo Carro. Pienso que si nos hubiéramos jugado el descenso o algo de importancia, pues también habrían venido. Siempre que veo el vídeo del partido lo miro con nerviosismo porque tengo miedo de que la meta Azcona en el último minuto (risas).

A raíz de esta pregunta, hablamos con ellos sobre la presión de partidos así o, más bien, la ausencia de ella cuando un equipo no tiene como objetivo el ascenso. Alvite comenta que «el no tener la presión sobre nosotros no sé si nos ayudó, pero seguro que no nos perjudicó«, a lo que posteriormente añade «nosotros ya teníamos nuestro trabajo hecho, llegamos al último partido con opciones y fuimos a por todas«.

Miguel, por su parte, apunta que «el aspecto psicológico, que es vital tanto en el fútbol como en todas las situaciones de la vida, es cierto que estaba a nuestro favor. Realmente ese equipo estaba diseñado para ascender, habían invertido muchísimo dinero y ya estaban con la previsión del año siguiente. Ellos vinieron aquí con esa previsión de que tenían que ascender sí o sí. Nosotros fuimos capaces de traer el todo o nada a Lugo, que no era fácil después de empatar en San Andrés. En ese sentido, teníamos tranquilidad».

Mientras, Cacharrón añade un detalle interesante: «Hubo un factor que nos benefició bastante. Ellos nos vieron jugar en San Andrés y tenían la impresión de que al llegar aquí, todo iba a ser como un paseo militar«, algo que finalmente no pasó.

Inevitablemente, en la conversación sale la polémica arbitral del encuentro, marcada por un penalti no señalado a favor del Sant Andreu y la posterior expulsión de Calderé, algo a lo que restan importancia nuestros protagonistas:

A: Eso no deja de ser una anécdota del partido. Fue una circunstancia que se dio como pasa en muchos partidos, que el árbitro se equivoca. Y nada más. El árbitro, evidentemente, se equivocó, pero expulsó a Calderé porque lo insultó. Independientemente de que fuera o no penalti, el jugador lo que no puede hacer es llamarle de todo al colegiado. Te va a echar, quieras o no. Fue algo que en cierto modo decantó el partido hacia nuestro lado, pero tampoco fue algo determinante. Es lo que decía antes Miguel, que fallaron una oportunidad a puerta vacía en el último minuto. Si lo meten, nadie se acordaría de Japón Sevilla, ni del penalti…

C: Ni de nosotros (risas). No estaríamos hablando ahora mismo con vosotros.

M: Yo creo que el tema de Japón Sevilla se alimentó más desde Lugo que desde San Andrés, ya que quien pierde siempre tiende a tomar una “excusa” que explique el fracaso.

A: El propio Japón Sevilla dijo que había quedado marcado por ese partido, por toda la repercusión que hubo. El peso que tenía en los medios de comunicación Joan Gaspart, era muy importante.

C: Digamos que los días después del partido, en la prensa hubo mucho bombardeo de noticias descalificando al árbitro. Pero bueno, son circunstancias que ahora no van a desvirtuar lo que pasó en aquella época.

A: De hecho, sucedieron cosas como la patada en los testículos que un jugador le propinó a Japón Sevilla. Si eso ocurriera hoy en día, ese hombre no vuelve a pisar un campo de fútbol en su vida. Por aquel entonces no pasó nada. Acusar al árbitro fue un gesto de impotencia y frustración, como si les diera por destrozar el campo.

M: El otro día lo comentaba con ‘Cacha’: si el Real Madrid llega a ganar su decimotercera Copa de Europa, nadie se va a acordar del partido contra la Juventus. Durante una liga, una trayectoria de 38 partidos, siempre va a haber un campeón, que será el mejor. Lo que no te dan en un partido, te lo van a dar en otro.

C: En la cena del aniversario del Ascenso, Japón Sevilla también lo dejó muy claro. Si ellos hubieran hecho el trabajo antes, si hubieran ganado en su campo, no tendrían problema.

M: Ahí nos quitó a todos esa espinita de encima. Ganamos porque nos lo merecimos, nos dijo. Éramos un equipo muy modesto y ascendimos porque realmente nos lo habíamos ganado. Para mí fue todo un alivio que después de 25 años viniera Japón Sevilla y nos dijera todas esas cosas.

El abrazo de los tres defensores del Lugo al final de la entrevista | Silvia López
El abrazo de los tres defensores del Lugo al final de la entrevista | Silvia López

La afición del Lugo estos últimos años ha acudido de manera irregular al Anxo Carro. Los partidos importantes son los únicos que parecen tener un interés especial para los lucenses.

Así ha sido históricamente, como cuentan los tres zagueros del Lugo del ascenso: «por aquel tiempo, la gente no era consciente de la magnitud de la categoría en la que jugábamos«, afirma Alvite. «Había buena entrada, pero no se sentía todo el calor de los que estaban allí», continuaba el ex capitán.

«No es lo mismo jugar en un estadio lleno a tu favor que en uno vacío. En los momentos difíciles, la gente tira del equipo aunque no esté en su mejor momento», afirmó por su parte Miguel. Cacharrón, entre risas, advirtió de que eso también tenía su parte negativa, sobre todo si «tienes a seis mil personas pitándote«.

MHay que vivir con ello. Es muy difícil llegar a cuatro mil personas en el Anxo Carro. Es una ciudad de noventa y pico mil personas y vienen cuatro mil. Bueno, si haces una comparativa lo ideal sería que vinieran más. Pero las circunstancias son estas. Hay fútbol a todas horas, en todos los canales… Falla un poco esa relación de corazón con la gente. También cabe decir que estos son campañas de corto y largo plazo.

Hace poco era impensable pensar en chavales de Lugo con el chándal o la camiseta del Lugo. Ahora ves a muchos con las equipaciones de aquí, cuando antes sólo se veían camisetas del Madrid, del Barça, del Depor y del Celta. Es un trabajo continuo, no puedes parar. No hay que bajar la guardia, hay que seguir insistiendo. A los que vengan hay que favorecerlos poniéndole las cosas mejor. Este campo es muy atractivo y visualmente cada vez más bonito.

P: Algunos encuentros como el disputado contra el Sant Andreu en el 92 o para el año aquí contra el Deportivo tienen un interés especial. ¿La masa social del Lugo creció mucho en partidos vitales?

C: A la gente que no es habitual la motivas cuando hay algo especial. Yo me puedo imaginar un hipotético ascenso del Lugo y la visita del Éibar al Anxo Carro. No llenas el campo, seguramente. Sin embargo, si viene el Madrid habría peleas para entrar. Eso es inherente a todos los equipos, no sólo a Lugo. El Deportivo este año está en Primera y tiene una masa social importante, pero la temporada siguiente, cuando esté en Segunda, no tendrá la misma cantidad de gente viajando para ver los partidos. Hay ciudades que son mucho más futboleras que otras.

P: ¿Lugo es más una ciudad de baloncesto que de fútbol?

C: Si el Lugo le tiene algo que envidiar al Breogán pienso que es lo fiel que es su masa social. Son constantes y animan un montón. No es que yo sea particularmente muy seguidor del baloncesto, pero sí que tengo ido a algún partido y darme cuenta. Aún así, no es comparable. El Breogán mete cuatro mil personas en algún partido, más o menos como aquí. Quizá aquí son algo más fríos, pero las condiciones no son las mismas. Es un deporte en el que se mantiene en más tensión al espectador.

M: Y vas a un sitio calentito. Sabes que no te vas a mojar, que no vas a coger frío y te puedes llevar a los niños sin problema. Este campo en invierno es muy duro, está al lado del río Miño y claro…

A: Y eso no se puede cambiar.

P: ¿Cómo veis la situación del Lugo en la actualidad?

A: Bien, económicamente es un club solvente. A nivel de infraestructuras está creciendo y deportivamente se está consolidando en Segunda. Año a año está creciendo.

P: ¿Se podría llegar a Primera?

A: Yo creo que ahora mismo esa no tendría que ser la principal meta. Pero si sigue creciendo llegará un momento en el que habrá esa oportunidad, sin ninguna duda.

C: Para subir tienes que tener mucha suerte. Apoyo lo que dice Alvite, el Lugo por la situación económica que tiene, sin deudas y con ingresos considerables, es un equipo envidiable. Deportivamente quizá nos falte esa tensión que nos haga luchar por estar entre los siete primeros, pero esta liga es muy difícil. Si al principio de temporada alguien les propone quedar décimos, se firmaría sin duda.

M: Para mí es un privilegio poder venir a Lugo cada 15 días a ver un partido de Segunda División. Yo lo que le pido al Lugo es que esté preparado tanto para cuando te venga un año malo como para ascender. Nadie te puede asegurar que tras finalizar este año octavo para el siguiente vas a seguir en esta categoría. Hay que estar siempre preparado incluso para un descenso. Si las cosas siguen funcionando así de bien, al final se van a meter seguro entre los seis primeros. Pero siempre hay que estar preparado para ambas situaciones. Si se baja, tiene que haber una estructura suficiente detrás para volver a llevar el equipo arriba lo antes posible. No deja de ser un juego.

P: Teniendo en cuenta los paralelismos que hay entre el ascenso del equipo de Julio Álvarez y el de Quique Setién —ambos lo consiguieron a la segunda, ambos con goles de su capitán—, ¿qué diferencias hay entre una plantilla y la otra?

M: El estilo, fundamentalmente. En el fútbol se puede jugar de varias maneras, siendo todas respetables. Nuestro estilo de juego era distinto al de Quique Setién. Más combinativo, de más posesión… El nuestro, más directo, con más presión, con más esfuerzo. Son dos estrategias distintas, pero igual de alabables. Tanto es así que ambos equipos consiguieron el ascenso.

Agradecemos a Miguel García, Óscar Cacharrón y a José Alvite su predisposición y su tiempo para realizar este reportaje. Especial agradecimiento al último por ofrecernos la posibilidad de tener el encuentro en el Anxo Carro.

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