DAVID FERREIRO PÉREZ
La llamada con la selección absoluta de Dani Olmo es una rara avis, un caso cuasi único —e irrepetible, quizás— dentro del fútbol actual, cada vez más concentrado en los equipos más grandes de las distintas ligas. El talentoso futbolista barcelonés ha tirado la puerta abajo de ‘La Roja’ desde el modesto Dinamo de Zagreb, equipo al que decidió emigrar con apenas 16 años.
FC Barcelona, Real Madrid, Manchester City, Juventus, Bayern de Múnich… Los grandes equipos de las principales ligas aglutinan jugadores, estrellas y talentos quitándoles a los equipos más pequeños a cada jugador que brilla mínimamente. Aunque luego no tengan sitio, no jueguen o acaben cedidos temporada tras temporada. Es una dinámica común y cada vez más constante. Pocos son los jugadores que, quizás por cabeza o quizás por inseguridad, deciden quedarse en sus equipos para brillar y crecer futbolísticamente. Sin embargo, es algo normal. Rechazar las ofertas tanto económicas como deportivas de estos equipos es realmente complicado. La ambición es máxima, pero las promesas, en realidad, suelen ser vacías.
A la cima por un camino inexplorado
En este contexto aparece el mediapunta español Dani Olmo. Un jugador atípico. Un caso difícilmente repetible. Criado en la cantera del FC Barcelona, el joven decidió hacer las maletas con tan solo 16 años. Hasta aquí todo normal. No es el primero, ni será el último que decida emigrar fuera de casa para tratar de hacerse un nombre. Otros buenos ejemplos, precisamente en el mismo equipo, son los de Cesc Fàbregas o Héctor Bellerín, que también abandonaron ‘Can Barça‘ para terminar de formarse en el Arsenal.
Pero el caso de Olmo es distinto por su destino. Un destino atípico para un jugador de fútbol en formación, alejado de las grandes ligas: Croacia. ¿Qué le pudo llevar al país balcánico? Un buen plan de futuro, las ideas muy claras y la ambición deportiva, vista desde una perspectiva diferente.
Cuando Olmo todavía estaba en etapa juvenil, recibió una oferta del Dinamo de Zagreb, el equipo más grande de Croacia, en el que se desempeñaron grandes centrocampistas de la actualidad como Mateo Kovacic o Luka Modric. Posiblemente, fue a él al primero al que le llamó la atención la oferta. También posiblemente, al propio equipo le sorprendió la respuesta positiva. Pero pasó.
El Dinamo de Zagreb, con muy buen ojo para el reclutamiento, le ofreció a Olmo la posibilidad de enrolarse en sus filas en 2014, con la promesa de empezar desempeñándose en el segundo equipo y alternarlo un par de años con el primero. Y así fue. Olmo tardó poco en demostrar que estaba preparado para dar el salto y pronto empezó a ser un titular habitual con el primer equipo, jugando cada fin de semana, además de probarse en competencias europeas, una experiencia que difícilmente podría obtener de haberse quedado en el equipo blaugrana.
Gracias a esto, Olmo explotó todo su talento y no tardó en acercar los focos a sus pies, pese a haberlos alejado con un decisión que, en su día, pocos veían con buenos ojos. Pero el habilidoso jugador calló todas las bocas y demostró que no hace falta jugar en un equipo mediático para hacerse un nombre en el mundo futbolístico.
Ligas, Copas, premios individuales (incluido el premio a mejor jugador de la liga la pasada campaña), unido a sus buenas actuaciones con la selección sub21, con la que se coronó en la pasada Eurocopa llevándose el MVP de la final -y, de paso, demostrando que estaba preparado para retos mayores- le han valido su primera llamada con la selección absoluta. Y posiblemente no sea la última. Tiene mucho futuro.
Dani Olmo ha demostrado ser un jugador en mayúsculas, con un talento increíble y un futuro brillante. De hecho, ahora que se le empieza a reconocer, es probable que le quede poco en el Dinamo de Zagreb, aunque esto sería lo normal. Está preparado para dar un salto adelante.
Su caso es un gran ejemplo para los más jóvenes. A veces, tener ambición va más allá del nombre del equipo. Se trata de querer mejorar, quemar etapas. Aprovechar las oportunidades. Sean en casa, si te las dan, o sean fuera. Dani quiso llegar. Quiso hacerse un nombre. Y lo consiguió.