CARLOS RODRÍGUEZ
Confíen. Todavía queda esperanza en este deporte cada vez más carente de valores que es el fútbol. Donde otros ven una oportunidad de hacer dinero con la casa de apuestas de turno, el Bohemian FC ha visto el mejor altavoz posible para ayudar a la sociedad. El club dublinés ha cedido el espacio central de su segunda equipación a la ONG Amnistía Internacional para llevar con orgullo el mensaje Refugees Welcome.
La iniciativa no es solo un mensaje de comprensión hacia un colectivo desprotegido o una mera manifestación de rechazo al racismo. Va mucho más allá. Es un grito con el que despertar conciencias para acabar con el Direct Provision, el sistema de alojamiento para solicitantes de asilo utilizado en la República de Irlanda. Pero ¿por qué acabar con un mecanismo que ofrece ayuda a las personas que llegan al país huyendo de su tierra?
Atrapados en una jaula
Para poder entenderlo hay que remontarse 25 años atrás. En la segunda mitad de los 90, el número de solicitudes de asilo en Irlanda se multiplicaba año tras año, abriendo un nuevo escenario que reclamaba una actuación por parte del gobierno. El ejecutivo reaccionó implementando en el 2000 el Direct Provision, un sistema que garantizaba techo, comida y cuidados sanitarios a todas esas personas mientras se tramitaban sus peticiones de asilo. Era una solución temporal, ya que se garantizaba al recién llegado que no pasaría más de seis meses allí —plazo máximo para tramitar su solicitud—. Sobre el papel, parecía una buena opción. Sin embargo, pronto se conocieron las condiciones inhumanas con las que muchos de los inmigrantes tenían que vivir en estos centros: hacinamiento, falta de servicios necesarios, aislamiento…
Lo peor es que la solución de emergencia se acabó convirtiendo en una jaula en la que muchos quedaron atrapados. Pasaron los seis meses, pasaron los años, y muchas familias siguen allí. Atrapadas en un limbo, en una especie de sociedad paralela que les restringe toda opción de acceder a un puesto de trabajo o cursar cualquier enseñanza superior mientras formen parte de ese sistema.
Han pasado dos décadas y el 40% de las personas que se encuentran hoy en los Direct Divisions llevan allí más de dos años atrapadas (algunas familias incluso cinco). Sobreviven con pagas semanales de menos de 20 euros, en riesgo de exclusión social y con la soledad -muchos de los centros se encuentran alejados de núcleos poblacionales- como principal e inexorable enemigo. Y el tiempo pasa. Sigue pasando.
The power of football
Mientras en las sedes gubernamentales no se encuentra solución, en Dalymount Park —hogar del Bohemian FC— las conciencias despertaron ya en 2017. Desde entonces el club colabora activamente con el colectivo de los refugiados a través de su relación con MASI (Movimiento de solicitantes de asilo en Irlanda). La implicación de los gypsies —nombre con el que se conoce a jugadores y masa social del Bohemian— con esta organización va más allá de una aportación económica.
Además de donar el 10% de los beneficios por ventas de la segunda equipación de la temporada pasada, organizan desplazamientos a Dalymount Park para que las personas que viven en los Direct Provisions puedan acudir de forma gratuita a los partidos que el primer equipo disputa como local. Esta acción tiene más valor del que pueda aparentar a primera vista, pues tal y como reconoce Brian —un hombre de Zimbawe que forma parte del sistema de las Direct Provision— en un reportaje de Off the Ball, les hace sentir parte de una familia.
El Bohemian ha demostrado una vez más el poder que tiene el fútbol para cambiar —o al menos intentarlo— realidades. No sé cuánto tiempo tendremos que esperar hasta que el sistema Direct Provision pase a la historia, lo que sé es que, cuando suceda, el Bohemian estará ahí. Amando el fútbol y odiando el racismo.