LUCAS MÉNDEZ VEIGA
La universalización del fútbol ha permitido que hasta en las gradas de los estadios más remotos se encuentre algún sujeto ajeno al ecosistema local. El afán por conocer todo lo que rodea este deporte ha permitido ampliar la experiencia del apasionado, instándolo a viajar, conocer y descubrir rincones plagados de historias sea donde sea que ruede el esférico. Algo tan sencillo como visitar un estadio aprovechando ese viaje que hiciste con los colegas, con la pareja o con la familia tiene un nombre en inglés que cada vez le suena a más gente en el mundillo futbolero. Hablamos del groundhopping. Literalmente, los saltadores de estadios.
Coleccionar estadios como modo de vida
Ignasi Torné comenzó allá por 2010 a ir de estadio en estadio. De grada en grada para seguir una pasión que mantenía viva desde la universidad. «Tardé igual un par de años en saber lo que era, que lo que yo hacía tenía un nombre. Pensaba que sería de las pocas personas que lo hacían de una manera consciente y que, digamos, creaba contenido, me lo clasificaba, me lo tomaba bien en serio». Se trataba de una iniciativa que, con nombre anglosajón, posee un origen poco claro. «En España no se conocía nada aunque considero que Inglaterra no es el origen del groundhopping. Se acuña el término inglés pero creo que son más los holandeses«, dice.
Sin embargo, para románticos ningunos como los pioneros del balompié. En las islas el sentimiento de conocer estadios lo llevan a la máxima expresión e incluso han formado, liguillas, «challenges como le llaman ahora», dice Natxo, para recorrerse el país de punta a punta a punta. De campo a campo. «En Inglaterra está el ‘The 92 club’ que visitan todos los estadios de las ligas profesionales, de la Premier hasta la League Two. Cuatro divisiones y visitan un partido en cada uno de los estadios. No es que digamos que sean los pioneros pero tienen una clasificación y un reto o challenge de visitar estadios. Yo jamás he querido ni optar a eso porque se me escapa de las manos, tiempo y dinero, pero es romántico«.
Torné se quedó enamorado de Marsella por el calor y el ambiente de la hinchada local, algo que también pudo vivir en la cancha de los ‘leprosos’ de Newell’s | Fuente: @groundhopperbcn
La afición y el conocimiento de más y más estadios fue creciendo. El contenido que Ignasi sacaba de sus viajes también y le empezó a picar el gusanillo de publicarlo. En base a buscar la experiencia más real daba con historias apasionantes alejadas del foco para medios de cobertura nacional. Una cosa llevó a la otra y el ofrecimiento lo abrazaron medios de cultura futbolística o de otras temáticas. «Básicamente me encontré en un momento en el que tenía muchas cosas que contar y tengo esa necesidad. Yo jamás me he ido, por ejemplo, a Milán y me he juntado con un grupo de españoles o de ingleses a hablar. Busco juntarme con un tío de Milán que su padre sea del Inter y él del Milan y me cuenten qué onda hay en la familia. La experiencia auténtica. Esto me lleva a viajar por muchos sitios y conocer mucha gente e historias. A tener un material que siento la necesidad de contar y publicar y es ahí cuando yo empiezo a contactar con medios, revistas y blogs para que me den un espacio, para presentarme y a ver si les interesa. Empiezo en Panenka y hasta día de hoy que estoy como freelance, un content creator que se llama ahora para bastantes medios y blogs», dice Torné.
Uno de sus viajes futboleros le llevó a Argentina, uno de esos paraísos para los amantes del balón. Como graduado en marketing, tuvo claro ese afán de querer dedicarse profesionalmente a viajar contando historias futboleras por todo el mundo. Así llamó la atención de un club. Un mítico aunque «allí todo este tema no es todo lo profesional que consideramos que deberían ser aquí», apunta. Newell’s Old Boys, la cuna de ilustres como Leo Messi, Batistuta o Maradona, le pegó una llamada a Barcelona para incorporarse a su staff de marketing y comunicación.
Esa noche, cuenta, apenas pudo pegar ojo. «Viajando, escribiendo, conociendo, fotografiando y haciendo contactos me llamaron de Rosario, de Newell’s. Me dijeron si quería irme al departamento de Marketing. Allí que me fui, me costó poco». Allí se pasó un año «disfrutando» aunque pudo conocer de primera mano las diferencias sociales, culturales y la importancia que le dan a la comunicación al otro lado del charco.
«Hay clubes que no se lo toman aún muy en serio, primero por recursos económicos y segundo porque hay clubes que, por muy grandes que puedan parecer, siguen siendo muy de barrio. Eso se nota en sus estructuras, en cómo se manejan sus directivos. Supongo que fue una apuesta bastante fuerte de Newell’s y me fui, estuve un año y nada, la aventura más grande de mi vida«.
Una pasión para compartir
Al igual que Ignasi, cada vez son más los que entienden el fútbol como parte de sus viajes. Más allá de la gente que se dedica profesionalmente a contar historias de viajes y fútbol, son muchísimos los ejemplos de gente que comparte esta pasión y le hace hueco donde puede y cuando puede. Pero no deja de pensar en ello. Contactamos con Álvaro Salgado, cacereño también conocido como @groundhopperspain en Instagram, el escaparate donde dan a conocer sus nuevos cromos: el último estadio visitado.
Para él, siempre que viaja, hay una oportunidad para conocer el fútbol local, sea donde sea. «Yo no suelo organizar viajes exclusivamente para visitar estadios. Primero porque soy estudiante, y la escasez de tiempo y dinero —es un hobby caro— no me lo permite. Y segundo porque, de mi círculo cercano, no hay gente tan ‘enferma’ como yo». Por eso, decide buscar estadios siempre que planifica un viaje. Esto le ha llevado a hacer más groundspotting que no groundhopping.
El nuevo término hace referencia a la visita a un estadio sin fútbol en directo. Se trata, entonces, de sacarse la foto en el estadio vacío. «A la hora de viajar, tanto con familia como con amigos, organizamos un viaje normal, guiándonos por las ciudades que queramos visitar, y a raíz de eso, ya investigo si en esas fechas hay partido, si el estadio está cerca del apartamento u hotel en el que voy a alojarme o cerca de algún sitio que vayamos a visitar».
Para ello, Álvaro ha tenido que ir convenciendo gente para que entiendan esta pasión y le acompañen en sus aventuras por nuevos campos. «Desde que mis padres entienden que me gusta tanto esto, hemos hecho varios viajes en los que el motivo principal era ver un partido, más que la ciudad en sí. Son los casos de todos los partidos a los que he asistido en Portugal, la mayoría en ciudades que ya había visitado, como Lisboa en varias ocasiones», dice.
Las limitaciones hacen que, algunas veces, no importe la entidad del equipo, la categoría del partido o si el estadio es más de barro en los zapatos que de tour por los spas del vestuario local. De ahí, Álvaro ha ido haciendo un álbum con vivencias en campos modestos, de los que también se lleva gratas impresiones, historias que contar. «A los que nos gusta realmente esto queremos ver cualquier partido, en cualquier estadio de cualquier categoría. Por poner un ejemplo, el día que fui a ver a la Académica de Coimbra, a pesar de estar en mitad de tabla de la segunda división en Portugal. Lo hice porque era un equipo con mucha historia, concretamente el más antiguo de la Península Ibérica. Al igual que cuando fui a Rotterdam el verano pasado. Iba muy ilusionado al partido del Sparta porque es el club más antiguo de los Países Bajos, a pesar de que no sea de los grandes equipos del país».
Además de Álvaro, hay gente que decide vivir la pasión en pareja. Volvemos a Argentina para hablar con unos auténticos hinchas de Independiente de Avellaneda, Fernando Monke y Marina Celillo. En su caso, la pareja se define como groundspotter y es que, se dedican «básicamente a coleccionar visitas a estadios, más allá si hay partidos o no, sea por los tours, por fuera o por conocer los alrededores», dice Fernando.
Apuntan que el clima de partido se convierte en algo inigualable pero disfrutan conociendo las entrañas de los estadios, rincones escondidos e inaccesibles en los días que rueda el esférico y de ahí extraen su colección. Aquí, vuelven las limitaciones de no poder ser su modo de vida. «No siempre los tiempos, el calendario, el bolsillo o la posibilidad de conseguir un ticket está de nuestro lado e igualmente queremos aprovechar la posibilidad de estar ahí y conocer los estadios, su arquitectura, sus museos, su historia, la forma en que te la cuentan o exhiben y obviamente sus tiendas (risas)».
El hecho de vivir en Sudamérica, cuentan, dificulta el hecho de conocer muchos de los buenos estadios europeos pero siempre se las ingenian para que gire en torno al fútbol y al estadio. «En un viaje a Europa quizás uno considera una base con destinos que quiere conocer, pero inmediatamente nos ponemos a buscar estadios en las ciudades que queremos visitar, calendarios de partidos, qué estadios disponen de tours o conexiones y distancias con ciudades cercanas con estadios que queremos conocer. Intentamos conectar cada viaje al fútbol de alguna forma», continúa Fernando. Consideran que el fútbol permite un buen modo de «resignificación del turismo». Conciben sus viajes de esta forma, les encanta que sea con la excusa del fútbol, clubes y «sería imposible imaginarlos sin incluir estadios de fútbol».
Al igual que Álvaro, exprimen al máximo sus experiencias de viaje con la intención de disfrutar todo el fútbol posible sin presión. «Para que se den una idea, les puedo dar dos ejemplos. Fuimos desde Madrid a pasar el día a Segovia. En el trayecto de la estación de tren al acueducto, nos bajamos antes del bus, sin tener mucha idea, para llegar hasta el estadio de Gimnastica Segoviana, sin saber siquiera en que categoría participa. En Montevideo, arrancamos la jornada en la zona del Prado donde, por citar alguno, se encuentra el estadio Jose Nasazzi de Bella Vista para 15.000 personas, después visitamos el mítico Centenario y, al salir, cruzamos e intentamos asomarnos por un muro para ver por dentro el Parque Palermo».
El estadio y sus recuerdos
No solo de estadios vive el groundhopper. Parte de la experiencia es el recuerdo físico que uno se puede llevar de su visita y es aquí donde afloran todo tipo de colecciones y gustos por los recuerdos y el merchandising que envuelve a los clubes. Álvaro Salgado, por ejemplo, es un apasionado de las bufandas. «Me gusta conseguirlas de los equipos a los que voy a ver, de sus rivales si es posible, de las ciudades que visito e incluso a veces las recibo como regalo de algún viaje de familiares. Entre las que están colgadas en la pared de mi habitación y las guardadas en el armario debo tener cerca de 60, y eso que esta afición empezó hace relativamente pocos años», dice.
Natxo, desde Barcelona, apunta que para él son un material imprescindible. Pero las busca con mucho mimo. «Bufandas clásicas, únicamente las rayas del equipo y el escudo bordado, sin mensaje ni hostias. Me gustan las clásicas que incluso puedes llegar a utilizar un día que haga frío sin desentonar». En Argentina, apunta la pareja groundspotter Marina y Fernando, no se comparte tanto la pasión de la bufanda, así que es algo que intentan conseguir. «Somos de guardar bastantes cosas, entradas, folletos, tickets de transporte… pero lo de las bufandas es algo que siempre nos llamó la atención dado que no es costumbre en Argentina. Intentamos siempre comprar alguna del partidos, estadio o equipo que visitamos», dicen.
Las modestas gradas del campo Príncipe Felipe de Cáceres a la izquierda. El groundhopping no entiende de categorías, según @groundhopperspain. A la derecha, parte de la colección de camisetas de @groundhopperbcn hace un tiempecito.
Las camisetas no siempre son accesibles y coleccionarlas se convierte «en un vicio», como apunta Natxo, pero caro. Él al principio «iba más a lo loco» pero actualmente hay que contar con más gastos y opta por intercambiarlas con colegas sin renunciar a algún capricho con «alguna camiseta ideal o un viaje que tenga muy claro». Lo que sí coinciden todos nuestros entrevistados, apasionados del viaje futbolero, es el fervor por las entradas. «Con las entradas lo llevo un poco bastante mal y a veces me siento como Sheldon Cooper pero bueno, incluso algún partido que no tengo la entrada la tengo, como dicen en Argentina, bien clavada», dice Torné.
El fútbol moderno ha derivado en la compra de entradas desde el ordenador de tu propia casa. La inmesa mayoría de clubes de primer nivel despachan taquilla a golpe de click aunque esto quite colorido para los romanticos de la tiquetería. Para Natxo, se ha convertido casi «en un sinvivir». «Es un recuerdo que me gusta mucho, hay un diseño atrás. Cada entrada tiene una historia, alguna dices ‘hostia, me la quedé porque la encontré en el suelo’. Algunas son de estas de imprimir en casa que son más feas que pegarle a un padre. Algunas me las encuentro en el suelo al acabar el partido o incluso algún aficionado que lo veo con entrada le digo si me la puede dar o le hago una foto porque él también la colecciona y después la escaneo y la imprimo…(risas)».
Mucha grada por recorrer
En todo este mundillo, queda mucho por decir. Y muchos estadios por visitar. Esta pasión solo está naciendo, como quien dice, en España y apenas se conoce entre hispanohablantes. Sin duda, con conocimiento, será algo que más gente practique o, más bien, se anime a compartir y difundir. «Creo que la afición como tal no crecerá, pero el concepto de groundhopping espero que sí acabe extendiéndose ya que hay mucha gente que lo practica pero sin saberlo. También es verdad que al ser una afición bastante cara es normal que España nunca alcance el nivel de otros países con mayor renta per cápita como Alemania u Holanda, pero estoy seguro de que en redes sociales no nos encontramos tantos españoles con cuentas dedicadas a esta afición por el desconocimiento más que por la falta de aficionados», dice Álvaro Salgado.
La iniciativa se ha servido de las redes sociales para crear su particular carta de presentación y globalizar, todavía más, el hecho de conocer más fútbol. «Al crear la cuenta de Instagram (@groundspotters) tomamos, quizás, real dimensión de esta cultura en crecimiento y nos permitió en pocas semanas contactar con gente de Uruguay, México, Francia, Alemania o España, por ejemplo. En nuestro país el turista extranjero se siente atraído principalmente a asistir a encuentros por la pasión con la que se vive el fútbol en Argentina y también porque, aunque no te guste el fútbol y seas del rincón del planeta que sea, tenemos referencias inevitables como Maradona y Messi. Hay gente que incluso sabe y quiere conocer al club del cual es hincha el Papa Francisco», explica Fernando.
El crecimiento y el conocimiento futbolístico ha hecho que el hincha diversifique, busca la experiencia más auténtica y alejarse del cliché. «No sólo se trata de lo más masivos o reconocidos, incluso hoy en día hay clubes más chicos que lo ofrecen. Es cada vez más normal encontrar en las redes turistas extranjeros en estadios argentinos de distintas categorías. Antes quien visitaba Argentina quizás iba a la cancha de Boca Juniors o River Plate y hoy en día los encontrás asistiendo a partidos de Defensa y Justicia o en el estadio de Luján», finaliza.
De experiencias alternativas sabe bien @groundhopperbcn. Ignasi se las ha visto en la grada de un derby de Belgrado y todavía sueña con algún que otro alternativo. «Me encantaría el derby de Sofía. Otro de orangutanes. Ese es auténtico, por eso quiero ir. Me mola ir a un sitio y no entender lo que están diciendo. No entender nada. Me encanta, que sean todos paramilitares, eso me flipa», explica orgulloso. En lo tocante al sentimiento más puro, en algo tan universal como el fútbol es difícil de controlar. El mismo Natxo utiliza un buen símil para hablar de la mejor experiencia posible para el que quiera conocer más fútbol y estadios y a su vez preservar el espíritu auténtico de cada grada. «¿A quién no le gusta ir a una playa paradisíaca y estar solo? A todo el mundo. Pero hay que ir. A ti te gustaría preservar algo auténtico pero también tienes el deseo de ir. Ahí entras en un dilema moral, digamos, complicado».
Así es el fenómeno de conocer más fútbol. Y es que las historias nunca dejarán de crecer. Como futboleros, solo buscan añadir más paradas. Más fotos que añadir a su álbum de estadios.