Un rápido ascenso desde las ligas regionales permitió que el Évian viviese la élite del fútbol francés | Fuente: Olivier G. (psgmag.net) para Wikimedia
Un rápido ascenso desde las ligas regionales permitió que el Évian viviese la élite del fútbol francés | Fuente: Olivier G. (psgmag.net) para Wikimedia
LUCAS MÉNDEZ VEIGA

@LMendez8

En la orilla francesa del lago de Ginebra, el más grande del Viejo Continente, se fraguó un sueño futbolístico. Vestido de color rosa y al abrigo de los Alpes, el Évian Thonon-Gallard protagonizó el ascenso más fulgurante hasta coronar su particular puerto de montaña: la Ligue 1. Un sexto puesto, una final de la Coupe de France y la entrada del grupo alimenticio Danone ahogaron en deudas la ilusión de una región.

Thonon-les-Bains, ciudad de vacaciones

Las tranquilas aguas que bañan la localidad francesa de Thonon-les-Bains no pierden su quietud ni siquiera cuando su pantalán se llena de turistas en verano. En el corazón de la región Rhône-Alpes, una región próspera al este de Francia, creció el sueño fulgurante del Évian. El fútbol profesional y de alto nivel siempre había sido una rara avis en una zona montañosa más acostumbrada a los deportes de invierno que a la pelota.

A pocos pasos del centro histórico de la localidad, caminando por el bulevar de la tranquila Avenue General de Gaulle, uno puede encontrarse las torretas del Stade Joseph-Moynant. El multidisciplinar recinto, con pista de atletismo, y hoy hogar de un equipo de fútbol americano, deja entrever la frialdad que se mimetiza con el terreno. Gradas sin techo, alejadas del césped, con poca capacidad y sin apenas distintivos que diferencien la mole de hierros de una nave industrial.

En ese nació el club rosado con la cruz de los Savoya en el pecho, aunque antes pasaron por otras localidades. Fruto de tres fusiones, el Évian protagonizó uno de los ascensos más fulgurantes desde los bajos fondos de la pirámide de ligas del fútbol galo. Primero unieron fuerzas dos clubes modestos pero acérrimos rivales, el FC Gaillard —club de la ciudad donde se afincaron— y el FC Ville-le-Grand, que dieron lugar al Football Croix-de-Savoie 74. Buscando crecer desde la regional, el club sufría una alegría inmediatamente acompañada de un revés. Era 2003 y ya llegaban los primeros apuros económicos.

A orillas del lago de Ginebra, en una zona montañosa frontera con Suiza, su club de fútbol soñó con la élite. A la derecha, el modesto estadio del Évian, el Stade Joseph-Moynant | Fuente: Joachim Kohler para Wikimedia y Pinterest

Vagando sin rumbo, en 2007 el nuevo equipo buscó otra fusión apuntando sus miras a un cambio radical. Iban a mudarse de ciudad, ya sí a Thonon y al estadio Joseph-Moynant. Esa campaña 07/08 trajo los primeros éxitos. Con una inusual puntuación de 4 puntos por victoria, 2 por empate y 1 por derrota, el todavía Croix-de-Savoie 74 cosechó 108 puntos y regresó por la puerta grande a su techo histórico. No era la Ligue 1, todavía era la cuarta división.

El imperio Danone y la consolidación del fútbol en los Alpes

A más de 180 kilómetros, la ciudad de Lyon alberga uno de los gigantes del fútbol francés. Casi 300 km. al oeste de Thonon, Saint-Étienne. Hablamos de dos clubes con muchísima tradición y arraigo, pero demasiado lejos de una zona montañosa, retirada y mucho más pendiente de Suiza que de Francia. Sin embargo, en 2009 el fútbol les colocó en el mapa.

La multinacional francesa del sector de la alimentación, Danone, propietaria del agua Évian, compró el club. Con dinero de holdings suizos e iranís, con la participación de la empresa Condé Nast y con una ampliación de capital en la que incluso llegó a poner dinero Zinedine Zidane o el nadador olímpico Alain Bernard, el equipo adopta el definitivo color rosa y el nombre de la empresa de aguas de la zona. Así nacía el Évian Thonon Gaillard FC.

Un ascenso fácil al tercer escalafón del fútbol galo y solo un año allí. El club rosado acabaría coronándose campeón de esa tercera división con varios partidos de margen y por delante de históricos como el Stade de Reims, en horas bajas. Con el ansiado ascenso —una obligación con esa inversión—, al Évian se le planteó otro problema. Su vetusto, incómodo y gélido estadio no cumplía los requisitos para albergar partidos de fútbol profesional en Francia.

Sin un estadio a la altura en toda la región, la solución que más gustaba a la plana mayor del club con el magnate de Danone Frank Riboud a la cabeza, era la de irse a jugar a Suiza. La FIFA tumbó la propuesta de irse a Ginebra y obligó al club a buscar emplazamiento en un lugar francés, aunque más lejano, a 50 km de Évian, en el Parc des Sports de Annecy.

El Évian, club itinerante

La obligación a vivir en la carretera no afectó a los jugadores y a un club que soñaba con plantarse en la élite del fútbol francés. Aquella campaña 2010-2011, el Évian lo consiguió con cierta holgura. La región más oriental de Francia, dependiente de Suiza, y más pendiente de sus pistas de esquí que del esférico, acababa de llegar a Ligue 1.

En primera división con la zamarra rosa jugaron futbolistas de la talla de los internacionales daneses Daniel Wass (hoy en el Valencia tras triunfar en el Celta) y Christian Poulsen (exfutbolista, entre otros, de Sevilla, Liverpool o Juventus), el delantero francés Govou que hizo delantera con Fred en el OL, Marco Ruben (argentino que pasó por Villarreal) o el ídolo local, Kévin Bérigaud, un futbolista de la zona que llegó a marcar 61 goles antes de emigrar a ligas menores.

Aquel sueño duró cuatro campañas. Entre medias, un noveno puesto en su campaña de debut en la élite. Al año siguiente, una final de la Coupe de France perdida amargamente por 3:2 frente al Girondins de Burdeos post Gourcuff y Laurent Blanc. Viajando entre Annecy, Évian-les-Bais y Thonon, el club nómada se hizo un hueco entre la burguesía del fútbol galo. Todavía conseguirían un sexto lugar, a las puertas de Europa. Todo parecía indicar que un nuevo club se asentaría en esa terna… pero el dinero dejó de fluir.

En los fallidos intentos de Riboud por amasar más poder, se torció la relación con el resto de compromisarios que aportaban capital. En un tira y afloja de acusaciones alegando por parte de unos que todo respondía a una estrategia de desarraigo, otros se desprendieron de su parte y ‘a otra cosa’. El Évian, en 2014, se quedó solo. En dos años, sin masa social fiel y sin empresarios locales dispuestos a mantener ese nivel, el club descendió dos categorías, se refundó y dejó la élite para siempre.

Hoy, de vuelta en Thonon-les-Bais, existe fútbol formativo y femenino. Una vuelta a los orígenes, una diversión para la escasa población del lugar durante el invierno. El sueño para una región que no sabía lo que era ver de cerca al Olympique de Lyon, al Olympique de Marsella o al PSG duró poco. Aquel Évian fue, simplemente, un mal de altura en medio de los Alpes. 

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