El musgo se entremezcla con el cemento en el Román Valero, feudo del Moscardó | Diego Tomé Camoira
El musgo se entremezcla con el cemento en el Román Valero, feudo del Moscardó | Diego Tomé Camoira
DIEGO TOMÉ CAMOIRA

@FirstClassSDP

No es el Estadio Azteca ni ha acogido exhibiciones de Diego Armando Maradona en Copas Mundiales, pero huele a fútbol igual o más que el mítico estadio mexicano. Tampoco caben en él 90.000 espectadores, ni juegan allí grandes clubes del fútbol sudamericano.

Sin embargo, ha hecho de sus gradas de cemento y aquellos paravalanchas a los que Calamaro dio su vida un símbolo distintivo del fútbol madrileño. Porque la casa del Moscardó, sigue siendo única.

Son las diez y media de un domingo de mayo y en la Colonia Moscardó, concretamente en el Román Valero, se respira un ambiente festivo, más propio de sesión vermú que de previa de partido de fútbol. Las camisetas rojiblancas, poco a poco comienzan a formar parte del panorama y empiezan a convertirse en la vestimenta predilecta en los aledaños del estadio.

“Ahora estamos de capa caída, pero el Mosca tiene algo especial”, se escucha en el bar entre cafés y cervezas que no paran de salir de detrás de la barra. Desde dos horas antes, el Román Valero se convierte en algo más que un estadio de fútbol.

Pese a la pandemia —o quizá impulsado aún más por los diferentes confinamientos perimetrales—, el estadio del Moscardó se convierte en el alma del barrio; de Usera en general y de la Colonia en particular.

La cantera del fútbol madrileño

Si en la primera parte del reportaje abordábamos la historia del Moscardó y dábamos unas pinceladas del trabajo de cantera del club de Usera, lo cierto es que una vez se acude a las instalaciones de la entidad, uno se da cuenta de que la apuesta por el fútbol formativo va más allá de lo habitual, hasta el punto de convertirse en uno de los aspectos diferenciales del equipo.

Este motivo fue el que llevó a Felipe González y Quique Velasco —Felipe y Quique simplemente dentro de la Colonia— a aceptar la llamada del Moscardó a finales de los años 80. Si bien hacía prácticamente 20 años que el club no pisaba la Segunda División, el trabajo de cantera y, sobre todo, el ambiente de fútbol, hizo a estas dos jóvenes promesas del balompié madrileño acudir a su llamada.

“Aquí se respiraba fútbol. El Moscardó es un equipo con mucha solera en Madrid y sabías que cada fin de semana el Román Valero se llenaba de gente de fútbol”, recalca Felipe González, ex jugador y adjunto a la dirección deportiva del club en la actualidad.

Precisamente la etapa de Felipe y Quique en el club fue la última de grandes éxitos para el Moscardó, compartiendo plantilla con jugadores ilustres como Óscar Tellez, Movilla o Tomás Olías, quienes no sólo llevaron al equipo de Usera a disfrutar de su último periplo por la Segunda B, sino que posteriormente se labraron una trayectoria sobresaliente en el fútbol profesional español.

Más que por los éxitos de su primer equipo, si por algo se ha identificado el Moscardó, incluso en la actualidad, ha sido por servir como club de formación y primer escaparate para futbolistas que luego han desarrollado una exitosa carrera en el fútbol nacional.

Entre los cafés y cervezas antes mencionados, y bajo un sol de justicia, que unido al calor que desprenden sus graderíos de cemento provocan una sensación térmica inusual para cualquier estadio de fútbol en el mes de mayo, los correligionarios del Moscardó van abandonando el bar para poblar las gradas.

El club de Usera se sitúa lider del Grupo 2 de Madrid y peleará por el ascenso a 3ª RFEF | Diego Tomé Camoira
El club de Usera se sitúa lider del Grupo 2 de Madrid y peleará por el ascenso a 3ª RFEF | Diego Tomé Camoira

Un runrún se entremezcla entre los aficionados antes incluso de que los jugadores salten al terreno de juego para disputar su encuentro contra el filial del Fuenlabrada. En las caras del público se puede apreciar una mezcla de alegría y melancolía a partes iguales por el triunfo del equipo alevín, que apenas una semana antes se proclamó campeón de Liga.

El pasillo por parte del primer equipo a las jóvenes promesas del Moscardó muestra una manera de hacer muy determinada que rige dentro de la estructura del club y que pone el trabajo de cantera, al menos, al mismo nivel que los éxitos del primer equipo.

“Nuestra intención no sólo es que el primer equipo esté donde se merece, sino el poder reflotar el fútbol base que se ha perdido durante muchos años. Para nosotros es muy importante la cantera y dotar al barrio de esa estructura que se había perdido”, explica Quique Velasco, ex compañero de Felipe sobre el verde a comienzos de los años 90 y gran responsable de cantera del Moscardó en la actualidad.

El triunfo del alevín del Moscardó significa mucho más que codearse con los grandes del fútbol autonómico en la cantera. Refleja una forma de hacer que el club ha recuperado en los últimos años.

La pérdida de masa social que acompañó al conjunto de Usera durante toda su historia hasta los años 90 se perdió con la llegada del nuevo siglo. La llegada de una nueva masa social de trabajadores al barrio y el progresivo crecimiento del sur y la periferia madrileña propició que Moscardó y Usera fueran perdiendo identidad. Y en un club tan ligado a su barrio y a su gente, esta pérdida de identidad y la llegada de una masa social que no tenía ningún tipo de pertenencia con el club, provocó la desaparición y el abandono durante algunos años de la cantera del Moscardó.

Devolver al Moscardó al sitio que le corresponde

Puede parecer una frase un tanto manida y vacía de contenido, pero dándose un paseo por el Román Valero, se puede apreciar que, al menos históricamente, el feudo del ‘Mosca’ no pertenece a la Preferente madrileña, categoría que ocupa en la actualidad y donde lucha por un ascenso a la 3ª RFEF que parece tocar con la punta de los dedos esta campaña.

El Mosca es un equipo diferente. Y pronto llegará a ser campeón”, corean las primeras estrofas del himno del conjunto rojiblanco.

Cierto es que de las particularidades del Moscardó se ha construido una identidad única al sur de Madrid, pero la melancolía de un pasado ya bastante lejano se impone al relato actual entre dirigentes y aficionados.

“Lo de los paravalanchas era necesario, porque aquí nos llegábamos a juntar hasta 8000 espectadores en los días grandes. Te dejabas la bolsa con el bocadillo colgada y de repente veías que otro se lo estaba comiendo”, recuerdan con nostalgia Felipe y Quique.

Soy el socio 28 del Moscardó, nací en la Colonia y desde pequeño he venido a este estadio con mi padre”, nos cuenta uno de los aficionados con más catequesis en el barro de entre todos los que pueblan las gradas del Román Valero. “Yo he estado acompañando al Moscardó en Pontevedra o en Langreo”, insiste para dejar claro una vez más que la travesía por el infierno del club, que se alarga desde comienzos de los 2000, es tan sólo una penitencia para recuperar el sitio que le corresponde al Moscardó.

Lo cierto es que el ambiente y la animación que se vive durante los 90 minutos que dura el encuentro, pese al empate final del Fuenlabrada B, no son habituales en otros estadios de la categoría. Y es que, aunque sea apelando a la nostalgia del tiempo pasado, el Moscardó, en palabras de sus directivos, ha ido recuperando la masa social desde la llegada de la nueva presidencia.

La afición del Mosca ha sido uno de los pilares fundamentales para salvar al club de la desaparición | Diego Tomé Camoira
La afición del Mosca ha sido uno de los pilares fundamentales para salvar al club de la desaparición | Diego Tomé Camoira

“El Moscardó era un club que estaba al borde de la desaparición y nos está costando mucho sacar adelante, pero lo estamos consiguiendo gracias al apoyo de la masa social que, poco a poco se suman al proyecto”, apunta Felipe González.

Quique Velasco va un paso más allá y apunta como  condición esencial para volver a las categorías del fútbol nacional el crecimiento de una masa social que, progresivamente, se ha ido alejando de Usera y el Moscardó.

“Una de las cosas que nosotros nos dimos cuenta a la llegada fue de la poca afluencia de público y el poco compromiso que había del barrio hacia el club. Poco a poco, se va viendo que toda esa masa social que venía a vernos a nosotros sigue estando en el campo, sigue apoyando e irá a más”, señala Quique.

Recuperar lo que un día fue el Moscardó, consolidarse en Tercera y apoyar la cantera. Pero, ante todo, no dar pasos en falso que devuelvan al club a la situación límite que vivió a comienzos de los años 2000. Esos son los pilares básicos de un Moscardó que, con la reciente construcción de una academia para los pupilos de Usera, buscará recuperar el tiempo perdido.

Porque la Colonia y su equipo, para lo bueno y para lo malo, demuestran una vez más que van de la mano.

*Esta pieza es la segunda parte de un reportaje que aborda la historia del Club Deportivo Colonia Moscardó desde sus inicios hasta la actualidad

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