LUCAS MÉNDEZ VEIGA – DIEGO TOMÉ CAMOIRA
Fotografía: David Pérez – Fran Rodríguez
Hay clubes que permanecen en el imaginario futbolístico por sus grandes gestas. Otros, sin embargo, permanecen en nuestra memoria por acompañarnos y estar presentes en algunas fases de nuestra vida. Hay equipos de leyenda que jamás olvidarás. Este es su espacio.
En los 90, la SD Compostela fue un grande de nuestro fútbol. Años en los que San Lázaro vibró con su Esedé. Con Castro Santos, con Vázquez, con Penev, con Passi, con Nacho, con Bellido, con Fabiano. Su historia, se remonta mucho más allá. A través de un recorrido por su legado queremos homenajear a esos ‘peregrinos del fútbol’, un club singular que ha marcado a muchas generaciones de futboleros.
Del cielo al infierno sin punto medio
Actualmente, la Sociedad Deportiva Compostela milita en la 3ª División del fútbol español. Hablamos de un club que ha vivido en sus carnes todos y cada uno de los estados de ánimo que es posible experimentar con el fútbol. Su fundación oficial se remonta a los años 60 cuando en una localización icónica en Compostela como es el Hostal de los Reyes Católicos, en plena plaza del Obradoiro, se fundó la SD.
Acudimos al encuentro de Ramón Castro, encargado de las relaciones institucionales del club, en las oficinas del mismo en el vetusto San Lázaro. El ovalado estadio ubicado en el norte de la capital gallega ha vivido mil y una hazañas, mil y una conquistas pero también ha visto a los franjiazules sumidos en el barro de las divisiones más bajas del balompié nacional. Y ahí siguen peleando.
Para acercarnos a la realidad del club, toca comenzar con la primera caída. En la campaña 2003-2004 la situación se vuelve insostenible en 2ªB. El club es un caos deportivo e institucional y finaliza el curso certificando un doble descenso. La pesadilla. En los terrenos de juego -con fuga de jugadores incluída- se cae a Tercera División pero un juez ordena el descenso del club una categoría más. La Regional Preferente se convertía en el pozo del Compos. Por el medio, una nueva denominación S.D. Campus Stellae, años de sufrimiento en Regional y varias directivas.
Son muchas las voces que se alzan en la actualidad contra el problema que supuso para muchos clubes en España la conversión forzosa en sociedades anónimas deportivas allá por los años 90. La Ley del deporte, promulgada en 1990, dispuso que todos los clubes que formasen parte de las categorías profesionales del fútbol español, adquiriesen la forma jurídica de Sociedades Anónimas Deportivas. Desde que se implantase dicha medida, la deuda acumulada por parte del fútbol en España, pasó de los 172 millones de euros en el año 1991, a los más de 5.000 millones de la actualidad. Sin embargo, según Ramón Castro, este no fue el motivo crucial que llevó a la desaparición de la SD Compostela y pone el foco en el propio concello santiagués: “El ayuntamiento prometió una serie de compra de acciones que finalmente no llegó, y el club se encontró en una situación muy comprometida” apunta el director de relaciones institucionales del conjunto Compostelano.
José María Caneda, nombre propio en la historia del Compos
El presidente del Compostela por aquel entonces no era otro que José María Caneda, uno de los mandatarios más pintorescos que ha dado el fútbol español. Recordado por muchos aficionados a raíz del encontronazo que protagonizó junto a otro directivo, José González Fidalgo, con Jesús Gil en el año 1996, Caneda fue capaz de lo mejor y lo peor en su tiempo al mando del club. En tan solo 5 años, entre 1989 y 1994, el Compos pasó de ser un equipo de Tercera División, a jugar en la élite del fútbol español, logrando por primera vez en su historia el ascenso a la máxima categoría de nuestro fútbol donde se mantuvo a lo largo de cuatro temporadas. “Hizo cosas bien y otras muchas muy mal, pero sin Caneda, Santiago nunca hubiera tenido un club en Primera”, señala Castro.
Entre esas cosas que según Castro “hizo mal”, está el llevar al club a su completa liquidación en la temporada 2003/04, cuando no pudo hacer frente al pago de las deudas contraídas.
Tras un impasse fuera de los focos, y al tiempo que el Compostela vivía un período de refundación en el año 2006, Caneda se convertía nuevamente en presidente del conjunto ‘picheleiro’. Tras un comienzo de nuevo esperanzador en el cargo, con ascenso incluido a Segunda B en la temporada 2009/10, los problemas no tardan en volver a aparecer. Las deudas, así como los impagos a jugadores, que se llegaron a poner en huelga, hicieron que la entidad volviese a sufrir económica y deportivamente. Con el club en Preferente, Caneda ponía el punto y final a su etapa al mando del club. Y vuelta a empezar.
Empezar de cero, crecer y creer
En 2011 todo cambia. La actualidad del Compos pega un giro el verano de ese mismo año en el que una nueva junta directiva encabezada por Antonio Quinteiro toma el mando. Se recogen los pocos vestigios del club -salas de trofeos, recuerdos y oficinas en San Lázaro- y se decide recomprar la denominación de toda la vida. Volvía a existir como tal la S.D. Compostela. El objetivo era devolver al equipo a una categoría merecedora de ese nombre.
En dos temporadas se vuelve a 2ªB y el año de vuelta a la categoría de bronce se consigue la permanencia con Fredi. Pero la masa social ya no acompañaba. «Santiago no es merecedora de un club en Segunda División», añade Ramón Castro. San Lázaro ya no se llenaba y el equipo no mantiene la categoría. El club peca de errores pasados y vuelve a caer a Tercera, donde hoy se afronta de otra manera. Con jugadores de casa, en su mayoría gallegos, conocedores de la importancia de la sociedad se busca ir subiendo «y ya se verá». Esos errores no se volverán a cometer. Se decide dejar de lado las prisas. Ya no existe la impaciencia para un club que lo ha vivido todo y de forma muy frenética. En muy poco años la SD pasó de ver campar por San Lázaro a Ronaldo Nazario, Figo o Romario a acoger partidos de Regional.
Las cosas han cambiado por el norte gallego. Ya se sabe lo que es tocar fondo y se pelea por no volver a los infiernos en un fútbol completamente distinto a aquel que vió brillar a la SD Compostela. Puede que esos años nunca vuelvan pero jamás den por muerto a un equipo que fue de leyenda.