LUCAS MÉNDEZ VEIGA
1934. España llevaba tres años bajo el sistema democrático conocido como la Segunda República Española. Ese mismo verano, la selección de fútbol constituyó el primer hito de su balompié: la primera participación del combinado nacional en un Mundial.
Ocurrió en Italia, en un ambiente dominado en Europa por el fascismo de dictaduras como la de Benito Mussolini. Solo un año después ocurriría un hecho insólito: la victoria de la ‘Roja’ republicana ante la selección de la Alemania nazi en Colonia ante más de 60.000 espectadores.
En el primer Mundial de su historia, los jugadores de la Selección Española decidieron dejar de lado sus diferencias ideológicas debido a la convulsa situación política que se vivía en toda Europa. Un evento como ese merecía que también se inculcase entre la población esos valores de unión y fraternidad inquebrantable.
Lo paradógico de la historia que sirve de pretexto para la que vendrá a continuación es que dicho combinado cayó derrotado en su primer Mundial veraniego a manos de la Azzurra, la anfitriona, con Benito Mussolini en las gradas y en unos cuartos de final con polémica. Esa ronda que durante años se convertiría en ‘maldita’ y contra un combinado como el transalpino que se volvería desde entonces en bestia negra y rival por antonomasia de ‘La Roja’.
El partido: III Reich 1-2 República de España
Tras el primer mazazo de la selección nacional, en 1935 se le presentó otro reto mayúsculo para un combinado que, como quien dice, acababa de ‘nacer’. Se enfrentaban la selección del III Reich alemán contra la Selección de la República Española.
Se trataba de un amistoso, sí, pero el ambiente era de auténtica final. Era también el primer enfrentamiento entre ambos conjuntos y desde el país teutón la expectación era máxima. Según recogió la prensa española de la época, en el seno de la selección se contentaban con un derrota honrosa, algo así como morir con orgullo en el feudo alemán.
Se presuponía la superioridad aplastante de la selección nazi ante el público que abarrotaba las gradas del estadio de Colonia —las crónicas locales hablan de entre 64.000 y 82.000 personas—. Ningún periódico recordaba la última derrota alemana y se decía que aquella selección era imbatible. Todavía no existía Google.
El estadio se vislumbraba lleno y ataviado por todos lados de banderas con esvásticas nazis. En el palco presenció el encuentro el ministro de Educación del III Reich Bernhard Rust, responsable de las purgas a judíos en las universidades de todo el país. Junto a él, el alcade de Colonia Günter Riesen y también presencia española con la figura del embajador español en Berlín, Francisco Agramonte y Cortijo.
Fue un partido vibrante según las diversas crónicas. Alemania poseía un sistema de juego ‘moderno’ combinando tácticas del fútbol inglés. Así lo relata el libro 60 partidos de la selección española. 1920-1940 : «El fuerte alemán era el ataque. Adoptaban la táctica de la M y la W combinadas. Sistema inglés puro. El medio centro de tercer defensa ligeramente adelantado, abiertos los zagueros para marcar a los extremos. Los medios alas apoyando al ataque, muy cerrados. Y en la delantera, el eje ligeramente atrás, sin retrasar los interiores. Todo su fútbol era perfecto y bien ensayado. Nada de improvisaciones ni de individualismo».
Algunas de las anécdotas más destacadas del partido fue la lesión a los pocos minutos del comienzo de dos jugadores españoles entre ellos. Quincoces y Lecue chocaron al intentar despejar un esférico y acabaron maltrechos. También destacaban los diarios que cuando mejor plantada estaba la selección española recibió el primer gol del partido.
Un clásico que se ha repetido muchas veces a lo largo de la historia del combinado nacional. Los goles españoles y la posterior remontada llegaron con la firma del goleador de aquel conjunto, Lángara. La selección teutona no encajó muy bien la remontada ante su público y convirtió el partido en un sinfín de patadas y faltas poco deportivas.
Un año después estalló la Guerra Civil Española y muchos de los integrantes de aquella selección tuvieron que combatir o exiliarse. El propio Lángara fue combatiente del bando republicano y posteriormente se exilió a México y Argentina. También Cilaurren se exilió en Sudamérica y llegó a jugar en el River Plate. Otros como Muguerza, Luís Regueiro y Martín Vantolrá se instalaron en México.
Los dos últimos llegaron a presenciar a sus hijos disputar encuentros con la zamarra azteca en los 70. La suerte para los alemanes fue mejor. Cuando comenzó la II Guerra Mundial en 1939 la práctica totalidad de aquella plantilla pudo dedicarse al fútbol.
Esta es la historia de un amistoso diferente, en un marco completamente opuesto al actual. Hablamos del comienzo de la Selección de la República que se impuso al fascismo alemán en una cancha que se presuponía inexpugnable.