DIEGO TOMÉ CAMOIRA
Bwin, Luckia, Sportium, William Hill y un largo etcétera. La mimetización entre estos nombres y el fútbol es tal que en el momento en el que vemos un cartel publicitario, un anuncio en la televisión o una cuña de radio, es imposible disociarlos del deporte rey.
Esta mimetización a la cual aludimos se ha acrecentado en los últimos años. Luckia patrocinando a unos cuantos clubes de la Liga Española –Celta y Deportivo entre ellos-, Sportium apareciendo en todo tipo de programas de actualidad deportiva…
No obstante, el debate sobre si el progresivo crecimiento del patrocinio de las casas de apuestas en lo que respecta al primer escalón futbolístico internacional puede causar ventajas competitivas, a la par que dependencia económica de las mismas para fichajes etc, es un tema del cual hablaremos largo y tendido en otra ocasión.
Las apuestas de los modestos
Hoy bajamos al barro, a los clubes donde los futbolistas que saltan al terreno de juego cada domingo, tienen otro tipo de tareas que atender entre semana. El chico que te encuentras en el despacho de pan cada día, el reponedor que trae las bebidas al bar donde tomas el café o tu frutero de confianza. Los mismos que te hacen vibrar en el estadio de tu pueblo cada vez que cae una pelota bajo sus tacos.
Y es que no estamos aquí para glorificar el fútbol de barro; en este caso ni mucho menos, ya que muchos de estos clubes de bota de vino y alevines correteando por el campo en los descansos adolecen de un mal endémico –el bien para unos pocos- debido a, efectivamente, las apuestas.
Pongamos un ejemplo determinado. Hablemos del Grupo III de la Tercera División Española. Concretamente si nos acercamos hasta Cabezón de la Sal (Cantabria), tendremos la posibilidad de disfrutar de un siempre interesante –o al menos para aquellos que nos emocionan los clubes con nombres peculiares- S.D Textil Escudo-Sámano para abrir la liga. Lo habitual, sería seguir este partido sobre el campo, con apenas un periodista de alguna radio local que transmitiese el resultado en directo para algún carrusel, y los aficionados abarrotando los graderíos de cemento del Municipal de Cabezón medio expectantes por el resultado, medio pendientes de la rifa del jamón en el descanso.
Precarización del esférico
Sin embargo, entre esta oda al fútbol como religión y vínculo social que une al pueblo de Cabezón aparece Philip Bowcock. Philip, en su condición de británico, no conoce lo que es un Sobao Pasiego, probablemente no sepa situar Cantabria en un mapa geográfico de España y en ocasiones contadas haya oído hablar de Santander.
Pese a ello, la entidad en la que ejerce como director ejecutivo, William Hill, permite que aficionados de todo el mundo rellenen sus combinadas con este peculiar partido, lo que moverá una cantidad de dinero muy jugosa para una categoría amateur como la Tercera División.
Y es que, aquí cabe destacar lo señalado unos párrafos arriba. Habrá jugadores, que apenas cobren 200 euros al mes por dar patadas al balón cada fin de semana bien sea como locales o visitantes. En ese momento aparece –llamémosle X por el pueblo- y le dice al portero titular (inserte nombre de cualquier equipo de la Tercera División) que, si su equipo pierde, lo que supondría que X ganara una enorme suma de dinero, le pagará el doble de su salario mensual en ese club.
Muchos optarán por mantenerse firmes en sus valores y no doblegarse ante poderoso caballero, pero hay veces que los impagos no permiten tener la barriga llena. El 90% de los futbolistas en España, son pluriempleados y «obreros del esférico», una metáfora muy apropiada del precariado futbolístico rebelándose como la fábrica de FIAT en masa contra el fichaje de Cristiano.
Por tanto, quien se repliegue ante estos amaños que cada día son más habituales en nuestro fútbol –recordemos el caso del Eldense– estará, por supuesto, faltando a su ética futbolística y metiéndose en un embrollo que rara vez tiene un final feliz.
No obstante, y sin olvidarnos de repartir responsabilidades entre todos los culpables, lo que pretendemos desde aquí es poner en su debido contexto la presión, ejerciendo en muchas ocasiones indirectamente como un lobby, de las casas de apuestas en las categorías amateurs del fútbol español.
Tan sólo en el año 2017, se superaron los 5.000 millones de euros en facturación únicamente en lo relativo a las apuestas deportivas online, pero el problema no queda ahí. Los amaños y las apuestas ilegales, que han ido creciendo a un ritmo vertiginoso desde que se aprobase la nueva ley que regula este tipo de apuestas en el año 2012, son las que realmente configuran la trama que afecta sobremanera a todos los estratos del fútbol modesto.
Gran parte de estas tramas nace con los clanes asiáticos, tal y como cuenta el Diario ABC en este reportaje. Los apostantes chinos buscan inversores en nuestro país. Los jugadores en activo, tras tratar con estos clanes, apuestan en los encuentros que ellos mismos disputan, para, una vez finalizado el choque, descubrir que las mafias que dirigen estas redes los han engañado apostando al contrario que los propios jugadores.
Ay, fútbol modesto, quien te ha visto y quién te ve. Antes los fajos se llevaban en la faltriquera y se sacaban para pagar el Carajillo en el descanso. Ahora el dinero se mueve online, por medio de mafias y jugadores con “sobresueldos”.