
DIEGO TOMÉ CAMOIRA
“Si me queréis, venirse”, debió pensar Lola Flores cuando en 1971 recibió la llamada de Pedro Roiz —por aquel entonces presidente del Rayo Vallecano— para participar en un espectáculo más propio de la farándula que del balompié.
En las postrimerías del franquismo, el fútbol femenino parecía dar sus primeros coletazos en España. Después de más de tres décadas en las que el deporte femenino quedó monopolizado por las actividades organizadas por la sección femenina de Falange, comenzaban a surgir iniciativas alejadas —en la medida de lo posible— del régimen, las cuales pretendían impulsar el fútbol femenino en nuestro país.
La dictadura franquista, en un intento frustrado por equipararse a las democracias occidentales consolidadas tras la 2ª Guerra Mundial, accedió, no sin previas reticencias, a que el balompié femenino tuviese el espacio que merecía en el deporte nacional. De esta forma, surge en el año 1970 el Sizam Paloma de Madrid, convirtiéndose así en el primer club de fútbol femenino en España.
Así, el 8 de diciembre de ese mismo año, se disputó en el barrio de Villaverde de la capital española el que se puede considerar como el partido embrión de lo que hoy en día conocemos como Liga Iberdrola. El Sizam de Madrid se impuso por 5-1 al Mercacredit, con la actuación estelar de Conchi Sánchez, autora de los cinco tantos que dieron la victoria a su club.

De esta forma, y en un afán constante por comparar el fútbol femenino con el masculino, Conchi se despojaría para siempre de su apellido —o al menos dentro de nuestras fronteras— en el terreno de juego. A partir de entonces España entera la conocería como “Conchi Amancio”.
La gran precursora del balompié femenino en España, acabaría destilando su magia a lo largo y ancho de toda Europa, donde sí se valoraría su propia identidad y no llevaría para siempre a cuestas el apodo del magnífico 7 del Real Madrid.
El ‘show’ de la farándula
Aunque 1971 fue el año en el que —aún sin el reconocimiento oficial de ningún organismo futbolístico— se creó la selección femenina de fútbol de España, no será recordado por ello en lo que respecta al balompié.
Buena parte de culpa, la tiene Pedro Roiz, máximo dirigente del Rayo Vallecano en aquel momento, quien, fajo y teléfono en mano, se dedicó a contratar a las principales estrellas de la farándula en España.
Previo pago de 20.000 pesetas a cada una de las jugadoras, el Estadio de Vallecas y el Ramón Sánchez-Pizjuán acogerían los encuentros benéficos que enfrentarían a “folclóricas y finolis”.
Entre las folclóricas destacaban nombres como Lola Flores, Marujita Díaz o Rocío Jurado entre otras. Las finolis contarían en sus filas con estrellas de la época como Encarnita Polo, Conchita Bautista o Luciana Wolff. Los encuentros fueron arbitrados por el cantante Junior y el actor Juan Luis Galiardo.
Lo que en un primer momento pudiera ser hasta positivo para el devenir del fútbol femenino en España, se convirtió en un auténtico show. Árbitros que intervenían en el juego, faltas y errores no pitados y jaleados desde las gradas, incluso la aparición estelar del conocido actor de la época Manolo Gómez Bur como masajista improvisado.
Si bien en los partidos oficiales había apenas varios centenares de seguidores en el mejor de los casos, el Estadio de Vallecas y el Ramón Sánchez-Pizjuán se llenaron hasta la bandera para vivir este espectáculo. Un espectáculo que, como no podía ser de otra manera, tuvo su eco en la prensa nacional y fue promocionado por el propio régimen.
Solo hace falta echarle un vistazo a este extracto del NO-DO para ver en qué consistió aquel encuentro. Es decir, al tiempo que la Real Federación Española de Fútbol, dependiente directamente del gobierno franquista decidía no reconocer a la selección femenina, se promocionaba a bombo y platillo estos encuentros benéficos entre las estrellas televisivas de la época.
Pero esto no quedaría ahí, ya que, en este mismo año, y valiéndose del auge que vivía el despegue del fútbol femenino, el cineasta Pedro Masó decidió caricaturizar aún más el fútbol femenino en Las Ibéricas F.C., considerada por numerosos críticos como una de las peores películas en la historia del cine español.
Aún a día de hoy se debate si estos afamados encuentros de la época sirvieron para dar a conocer a la sociedad que había mundo más allá del balompié masculino, o si tan sólo fue una estratagema del aparato franquista para desprestigiar y degradar el deporte femenino.
Sea como fuere, el partido ha llegado hasta nuestros días, así como el legado de “Conchi Amancio”, sin la cual, probablemente, las Vero Boquete, Sonia Bermúdez o Jennifer Hermoso de la actualidad, jamás habrían aparecido.