LUCAS MÉNDEZ VEIGA
Diez años de vida fueron suficientes para que un equipo rossonero de Amsterdam lograse doblegar al último reducto del calificado como La Grande Inter. Años después de que aquel equipo hiciese historia en los sesenta, el conjunto dirigido por el único Balón de Oro español, Luis Suárez, contaba con jugadores de la talla de Sandro Mazzola —hijo de Valentino, leyenda del Grande Torino que murió en Superga— Bonisegna o Fachetti, uno de los mejores laterales de la historia. En el año 1974, los nerazzuri sucumbieron en un enfrentamiento histórico con un equipo holandés que vestía, curiosamente, los colores de su eterno rival.
Rossoneri en la Venecia del norte
La fábula del FC Amsterdam es la de un conjunto con pocos años de vida y alguna que otra historia que merece la pena recordar. Durante una década, en la capital de los Países Bajos, hubo un molesto vecino para el laureado Ajax de Amsterdam. Fundado el 20 de junio de 1972, este club duró justamente diez años en los que sus principales éxitos fueron en la Copa de la UEFA. De este modo y solo un año después de su creación, en la campaña 73/74, lograron un meritorio quinto puesto en la Eredivisie que les permitió enfrentarse a un Inter de Milán que venía de una de sus épocas más gloriosas.
La temporada siguiente, aquella campaña 74/75, Europa vivió un enfrentamiento bastante curioso. Un equipo rossonero —que no era el AC Milan— frente al Inter de Milán de la leyenda española e interista, Luis Suárez. Antes, en su debut europeo, el equipo holandés se había deshecho con facilidad del Paola Hibernians FC, un equipo de la isla de Malta. Y así fue como, en dieciseisavos, al FC Amsterdam le cayó ‘El Gordo’.
Guiados por su futbolista estrella, un defensa llamado Pim Van der Meent, se plantaron en el templo futbolístico de Milán sin mucho que perder. Pocos esperaban la machada. El encuentro de ida de dieciseisavos de aquella Copa de la UEFA se celebró en la capital lombarda. Era un 23 de octubre del 74.
El FC Amsterdam asaltando ‘La Scala del Calcio‘
Un doblete de Nico Jansen ‘Ringo‘, de 21 años en aquel entonces, fue suficiente para que los amsterdamer se alzasen con la victoria en la ‘Catedral del Fútbol’, como se llama en Italia al estadio Giuseppe Meazza. Para los interistas, un solitario penalti convertido por Bonisegna abría las esperanzas en busca de la remontada en la vuelta, ante un conjunto con nula experiencia europea.
Toda la prensa habló del pésimo partido de los de Milán, incluso calificándolo de western por la de batallas que se libraron sobre el verde y el poco juego desplegado por ambos contendientes. Todas las crónicas cuentan que ese 2:1 fue posible gracias a la gran actuación del portero holandés, Jan Jongbloed, quien detuvo todas las llegadas nerazzurri (incluso el penalti del propio Bonisegna que, posteriormente, alojó en las mallas el rechace).
En la vuelta, las esperanzas del Inter cristalizaron con el rocoso muro holandés y un 0:0 que confirmó que los últimos resquicios de aquel gran Inter campeón, ya no daban réditos. Tras aquello, el club cambiaría de rumbo y de proyecto. Luís Suárez, uno de los grandes jugadores de la historia del Inter y artífice de aquel gran conjunto de los sesenta, se iría del conjunto lombardo para dirigir al Cagliari.
Por otro lado, los de Amsterdam consiguieron avanzar una ronda más, eliminando al Fortuna Düsseldorf pero sin embargo cayeron con claridad ante el Colonia en los posteriores cuartos de final. Sin embargo, para un equipo con poco más de tres años de vida, la leyenda ya estaba forjada. La vida siguió para el cuadro rossonero de Holanda pero no por mucho más tiempo.
En el 78, los holandeses descendieron a la segunda división holandesa. Ahí empezaría la cuesta abajo que les obligaría a abandonar el Olympisch Stadion para trasladarse a un pequeño Sportpark Sloten. Los años siguieron transcurriendo hasta que en 1982, el club fue disuelto. Aquella asociación futbolística congregaba todo aquello que había hecho crecer el voetbal —futbol en neerlandés—. La hinchada de aquel equipo histórico albergaba gente de todas las clases sociales: la media burguesía amsterdamer, la clase obrera y los comunistas, entre los que se encontraba un reducto de la resistencia antinazi del país holandés.
Esta es la historia de como un pequeño club rossonero, de solo diez años de vida y de Amsterdam, consiguió asaltar y acabar con los años gloriosos en el Meazza.