Una de las muchas manifestaciones celebradas en memoria de Iñigo Cabacas y reclamando justicia por las calles de Bilbao | Fuente: El Salto
Una de las muchas manifestaciones celebradas en memoria de Iñigo Cabacas y reclamando justicia por las calles de Bilbao | Fuente: El Salto
DIEGO TOMÉ CAMOIRA

@FirstClassSDP

5 de abril de 2012. Pasan pocos minutos de las 23:00 cuando la Ertzaintza es alertada de que se están produciendo una serie de altercados en las inmediaciones de San Mamés. Acto seguido, la policía vasca arremete contra los presentes en el callejón situado entre las calles Licenciado Poza y María Díaz de Haro de la capital bilbaína.

Durante más de tres minutos los agentes de la policía autonómica del País Vasco disparan sus proyectiles de goma contra los allí presentes, y, a las 23:30, llega la noticia. Uno de aquellos aficionados que celebraba el pase a las semifinales de la Europa League de los leones tras el encuentro contra el Schalke 04 en el callejón, había sido alcanzado por un proyectil proveniente de un ertzaina.

Efectivamente estamos hablando de Íñigo Cabacas, el bilbaíno de 28 años que 4 días más tarde fallecía en el Hospital de Basurto a causa de una fractura craneal y hemorragia cerebral provocada por un proyectil esférico de unos 55 milímetros. Casi seis años después de su muerte, analizamos el conocido como ‘caso Cabacas’ para arrojar un poco más de luz en torno a una investigación que aún sigue en marcha.

“Entren al callejón con todo lo que tenemos”

“Le repito las órdenes: entren en el callejón con todo lo que tenemos”. Este fue el dictamen emitido por el mando responsable de la actuación policial aquel 5 de abril. Las órdenes llegaban después de que los agentes allí movilizados declararan que no se estaba produciendo ninguna pelea y la situación estaba controlada.  El mando responsable era —el por aquel entonces comisario de Bilbao— Jorge Aldekoa. El mismo que en noviembre de 2013, apenas año y medio después de la muerte de Cabacas, fue elegido jefe de la Ertzaintza.

A partir de ahí —y como era de esperar— una concatenación de reacciones por parte de diferentes sectores implicados en la investigación por la muerte de Íñigo. Si bien Josu Erkoreka, portavoz del gobierno vasco desde el año 2012, declaró que Aldekoa no tuvo implicación directa en el operativo, EH Bildu por boca de Julen Arzuaga calificó la designación de “despropósito”. A su vez, la plataforma Íñigo Gogoan, creada en el año 2012 para desvelar la verdad en torno al asesinato de Íñigo Cabacas, iba más allá, pidiendo la inmediata revocación del nombramiento.

Mientras tanto, los padres de Íñigo Cabacas, Manu Cabacas y Josefina Lizeranzu daban una rueda de prensa en la que criticaban la decisión del parlamento vasco de no abrir una investigación en la cámara por el fallecimiento de su hijo. Todos los grupos, exceptuando EH Bildu, se opusieron a la comisión.

Las investigaciones avanzaban y Gervasio Gabirondo, director general de la Ertzaintza, admitía en febrero de 2015 que la decisión de realizar la carga no había estado bien tomada. Casi tres años desde la muerte de Íñigo y no sólo se discutía el móvil de la intervención policial, sino que tampoco se sabía qué agente había sido el encargado de disparar la pelota de goma que causó la muerte del joven aficionado rojiblanco. «Si se utiliza una pistola, hay unas marcas, unas estrías, para saber de qué arma ha salido el proyectil y quién realizó el disparo. Pero en el caso de las escopetas de pelotas de goma, las pelotas no tienen marcas y puede ser una pelota que haya salido de cualquier escopeta. Entonces la dificultad es mayor», relataba Gabirondo.

3 mandos imputados 5 años después

El 3 de abril de 2017, 5 años después de aquella fatídica intervención policial, el juzgado de instrucción número 10 de Bilbao imputaba a 3 ertzainas como posibles autores materiales de la muerte. Además de ello, Ana Torres, juez encargada del caso, consideró al gobierno vasco como responsable civil subsidiario. El auto declaraba que concurrían indicios racionales del delito de homicidio por imprudencia profesional a lo que añadía que «generó un riesgo inadmisible que se materializó en un fatal resultado cuando precisamente su función era la de garantizar la seguridad ciudadana».

De esta forma, llegamos hasta la actualidad, cuando el pasado noviembre la Audiencia Provincial de Bizkaia condenó a dos años de cárcel y seis años de inhabilitación a uno de los seis ertzainas juzgados por un delito de homicidio imprudente en el ‘caso Cabacas’. Incluso, a lo largo del juicio, el propio agente reconoció en todo momento que la situación no justificaba la carga policial que se produjo.

Manu y Josefina empezaban a ver cómo –al fin— el pasado 9 de noviembre se arrojaba algo de luz tras la muerte de su hijo, no sin antes denunciar el trato de favor a los agentes acusados en el juicio para los que la acusación particular, ejercida por los propios padres de Íñigo Cabacas, pedían cuatro años de cárcel y seis de inhabilitación. Manu Cabacas acabó por explotar cuando un testigo de la defensa reconoció ante el tribunal haberse reunido con letrados del gobierno vasco para preparar su declaración. Por último, apuntó que hay sentencias del Tribunal Supremo en las cuales se recoge la irrelevancia de determinar quién hizo el disparo, al tratarse de un hecho conjunto cuya responsabilidad es compartida.

Quizá en este punto concreto estuviera el quid de la cuestión, en atribuir culpables, pero siempre buscando reparar —en la medida de lo posible— el daño causado. Un mes después del juicio por la muerte de Íñigo Cabacas se produjo la dimisión de Jorge Aldekoa, jefe de la Ertzaintza. Tuvo que llegar un juicio casi 6 años más tarde para que se empezasen a asumir las primeras responsabilidades públicas de una de las muertes más injustas —por no decir la que más— de todas aquellas que se han producido en el fútbol español. Un juicio que, si bien parece empezar a depurar responsabilidades, no ha hecho más que abrir una herida que, tal vez, nunca termine de cicatrizar del todo.

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