DIEGO TOMÉ CAMOIRA
Si jugar competiciones europeas se trata de un acontecimiento al alcance de muy pocos clubes, hacerlo sin estar en la máxima categoría nacional es un hito casi impensable. La trayectoria del Villarreal en la competición doméstica, en la que es -actualmente- un serio candidato a perder la categoría, contrasta con el papel que el submarino amarillo está realizando en la Europa League, torneo en el cual está clasificado para disputar, en un derbi regional frente al Valencia, los Cuartos de Final.
A estas alturas de la partida, y viendo el nivel del resto de rivales por el cetro europeo, podría resultar quimérico ver a los pupilos de Javi Calleja conseguir su primer triunfo continental -con permiso de la desaparecida Intertoto-, pero, lo cierto, es que los partidos entre semana siempre han sido del agrado del conjunto castellonense. Y si no, que se lo pregunten a aquel conjunto dirigido por Manuel Pellegrini, cuando aún resuenan en el Estadio de la Cerámica los ecos de aquel penalti fallado por Juan Román Riquelme ante el Arsenal en las semifinales de Champions de la 2005/06 que hubiese mandado el encuentro a la prórroga. El Villarreal, como ahora, se hundía.
La eliminatoria de los 10 goles
El Villarreal no sería el primero. En caso de caer a la segunda categoría del fútbol español, ni siquiera sería el primer equipo en jugar competiciones europeas estando en dicha categoría en España. El primero, como bien comentamos en una pieza anterior, fue el Real Madrid Castilla. El filial blanco disputó la extinta Recopa de Europa en la temporada 1980/81 al llegar a la final del torneo del KO -precisamente- contra el Real Madrid, encuentro que perdió, pero al ser el Real Madrid el campeón de Liga, su plaza en la Recopa quedó en manos de su filial.
En primera ronda se vio las caras con el West Ham United. El campeón de la FA Cup frente al subcampeón de la Copa del Rey. A priori, a día de hoy, esto suena a un encuentro entre dos de las mayores potencias futbolísticas y económicas a nivel mundial. Sin embargo, aquel partido de la Recopa de Europa fue disputado por dos conjuntos que, pese a haber hecho un papel sobresaliente en la competición copera, jugaban cada fin de semana en la segunda división de su país.
Pese a la victoria en la ida de los Chendo, Salguero, Ochotorena y compañía por 3 tantos a 1, los del Este de Londres llevaron el encuentro a la prórroga en Upton Park, donde se impusieron por un global de 6-4.
Del Fair Play al “Te pego, leche”
Si bien aquel Rayo Vallecano de comienzos de siglo era un equipo consolidado en Primera División, cabe destacar su caso. El club madrileño no se clasificó a la entonces denominada Copa de la UEFA por su buen hacer en la competición local, sino por su ‘juego limpio’. Por aquel entonces, la UEFA premiaba al club europeo que menos tarjetas había recibido en la anterior campaña con una invitación a la anteriormente mencionada copa. Quizá con el VAR, el fair play estuviese más en cuestión que en la actualidad. Lo que está claro es que los de Juande Ramos jugaban mucho más limpio que el máximo accionista de aquella entidad, el siempre polémico y carismático José María Ruiz-Mateos. El club de Vallecas llegó hasta los Cuartos de Final en aquella edición de la temporada 2000/01, donde fue apeado por un Deportivo Alavés que a la postre se convertiría en finalista.
Algunos casos más recientes
Como vemos, la Copa de la UEFA y la extinta Recopa eran trofeos que daban oportunidades a clubes que, hoy en día, tienen un papel poco menos que testimonial, incluso, en el fútbol profesional -especialmente más allá del muro-. Sin embargo, sería un club inglés que en España es casi más conocido por sus hooligans que por sus andanzas sobre el terreno de juego quien daría la sorpresa en la FA Cup. Unos meses antes a la aparición en la gran pantalla de Green Street Hooligans, el Millwall se convirtió en el club revelación de la FA Cup. En el año 2003, los londinenses dieron la campanada, y se plantaron en el Millenium Stadium para enfrentarse en la final al todopoderoso Manchester United de Álex Ferguson.
Pese a la derrota, la clasificación para Champions de los Red Devils, dejó un hueco vacante en la segunda máxima competición continental que fue a parar a manos del Millwall. Si bien fueron apeados en primera ronda, no está nada mal probar las mieles de un trofeo europeo estando en Championship.
El caso más reciente de un conjunto del viejo continente disputando partidos internacionales sin estar en la máxima categoría doméstica lo encontramos en Suiza. Un clásico del fútbol helvético, como el Zúrich FC, perdió la categoría tras una temporada más que decepcionante en el año 2016. No obstante, se resarció en el campeonato copero, llevándose el gato al agua en dicha competición y accediendo a la Europa League mediante ella. Poco duró su sueño, ya que el conjunto suizo quedó apeado en una fase de grupos en la que estaban encuadrados junto a Osmanlispor, Steaua y, precisamente, el Villarreal.
Lo que aún no se ha contemplado es la posibilidad de ver a un club clasificándose para la Liga de Campeones por medio de otra competición internacional el mismo año de su descenso a 2ª División. Como decimos, esto no es más que una posible hipótesis del panorama que se pueden encontrar los aficionados al fútbol de la “Vila-Real”. Veremos si los de Javi Calleja deciden dejar a un lado el sueño europeo y centrarse en salvar un descenso del que, a día 25 de febrero, apenas le separan 4 puntos; o, por el contrario, apuestan por evocar noches tan gloriosas como las vividas en El Madrigal -ahora Estadio de la Cerámica- ante colosos de la talla de Inter o Arsenal entre otros.