DIEGO TOMÉ CAMOIRA
Llega el verano. Las playas se llenan a rebosar, regresas a tu pueblo, ese al que vuelves cada mes de julio para sentir un poco menos el peso -sí, el peso- del tiempo y te vas con tus colegas de festival. Incluso, si te abstraes de las summerianas de la prensa, puedes aparcar el fútbol por unos días… ¿O no?
La realidad es que de esto último tengo mis serias dudas. Ya no por el hecho de darme un respiro y apartarme por unos días -de manera consciente- de los dimes y diretes propios de cada mercado estival de fichajes con los que los diarios deportivos llenan sus páginas -algo que ya entraña bastante complicación-, sino porque aislarse cinco días de todo lo que rodea al esférico, aun sin mediación alguna de redes sociales, se convierte en una ardua tarea.
Para muestra un botón. Cuando allá por el mes de marzo del pasado año, mi compañera de batallas y servidor decidimos que 2018 era un buen año para visitar Aranda de Duero con motivo del Sonorama Ribera, nos prometimos que nos daríamos un respiro futbolístico, aunque al menos fuese -como digo- por cinco días en el mes de agosto.
Llegamos a la ribera del Duero con una tienda de campaña adquirida el día anterior en la que entrábamos a duras penas -y no lo sabíamos-, sin esperar los 5 grados que el termómetro anunciaba tras el concierto de Enrique Bunbury la segunda noche de festival y sopesando que con 100 euros nos llegaría para sobrevivir a lo largo de aquella semana… Pobres ilusos.
Taburete y la dosis de realidad
Aun así, nos habíamos propuesto que el balón quedase apartado por las corcheas, y nos sentíamos orgullosos de que así hubiera sido, o eso creíamos. Pasaban escasos minutos de las 10 de la noche del domingo, en la fiesta de clausura de la XXI edición del Sonorama cuando la gente comenzó a recoger sus bártulos apresuradamente. Al preguntar a nuestros vecinos del Parque del General Gutiérrez por aquella desbandada generalizada nos encontramos una respuesta que, en cuestión de minutos, se hizo viral por todo Aranda: “Esperábamos a Los Planetas y nos traen al hijo de Bárcenas”.
Con una mezcla de sorpresa y curiosidad nos dirigíamos al escenario Desperados, más expectantes por agotar nuestros sonotuents en las últimas horas que por presenciar a un grupo que, si bien ha roto moldes en la escena musical nacional a lo largo de los últimos años, no era nuestra prioridad presenciar un concierto suyo cuando aterrizamos en Aranda.
“Buenas noches Aranda, buenas noches Sonorama, somos Taburete y viva la Arandina”. En realidad, la dosis etílica de aquel 12 de agosto no me permite saber a ciencia cierta si aquellas palabras fueron reproducidas por Willy Bárcenas en ese orden, de lo que estoy convencido es que aquella alusión a la Arandina Club de Fútbol se produjo y, automáticamente, desde la casa de dron, mi chip futbolero se activó, haciéndonos ver, tanto a mi compañera de viaje como a mí, que aquel festival había estado plagado de fútbol, por mucho que no quisiéramos verlo anteriormente.
De hecho, todo empezó aun sin habernos bajado de aquel magnífico autobús que nos desplazó a lo largo de toda una mañana y una tarde desde nuestro lugar de origen hasta Aranda de Duero -desde luego, la localidad burgalesa no destaca por ser un enclave principal en lo que a red de transportes se refiere-. Pasando por delante del recinto habilitado para los escenarios de los que consta el festival, vislumbramos que, a pocos metros de aquel oasis -nunca mejor dicho- para la música independiente nacional, se alzaba El Montecillo, el estadio de fútbol donde cada dos fines de semana, la Arandina disputa sus encuentros.
Jueves de la ‘Ponfe’
Según iban saliendo los nombres de aquel festival, referencia del indie patrio, en el que servidor llevaba un mes contando las horas para ver al pequeño de los Gallagher, vimos como en aquel cartel, en pequeño, aparecía un nombre que nos resultaba familiar, The Morgans.
Pese a no ser del todo cierto, me gustaba darme ínfulas de que yo estaba en Aranda para ver un grupo del cual, la mayor parte de los allí presentes, no habrían oído hablar previamente. De hecho, ver el triunfo de aquella gente, los mismos que me dieron la primera entrevista cuando aquello tan sólo significaría una puntuación u otra según los criterios de mi profesor en primero de carrera, me hacía adquirir un sentido de pertenencia en aquel momento que acabó eclosionando a través de, cómo no, el balón.
Todo aquello había pasado desapercibido para mí. Estaba mucho más pendiente de que los acordes de ‘Wake Up’ sonasen tal y como mis compatriotas me tenían acostumbrado que del “Viva la Ponferradina” que su vocalista dedicó al ver mi camiseta en las primeras filas del Escenario Heineken, en la siempre concurrida Plaza de la Sal, entre lechazo y cachis de croquetas.
La elástica blanquiazul se convirtió en motivo de discusión -de nuevo etílica, o al menos lo parecía- entre dos amigos que querían saber a qué club pertenecía aquella zamarra. Si quieres apartar el fútbol de tu vida, no lleves la camiseta de tu equipo. Error por mi parte.
Fútbol se escribe con ‘Foot’
El viernes era el día más british del Sonorama y, a la vez, el más esperado por quien, con suma pedantería, está escribiendo estas líneas. Estoy seguro de que mi pareja a lo largo de aquellos días desconectaba cada vez que pronunciaba Liam.
Pegatinas y banderas de clubes ingleses se veían por allí, ante lo que con total pasividad, el imaginario colectivo me hacía pensar directamente que aquella gente que había allí llevaba aquellos atuendos por Liam, obviando el componente futbolístico existente tras todos ellos. Y del cual ya habíamos hablado en una pieza para esta misma web.
Bufandas de lana con los colores de distintos equipos, numerosos bucket hats, propios de las gradas británicas, y un sonoro “campeones, campeones” en castellano con acento de Magaluf en verano retumbaba por los altavoces de un escenario principal para dar la bienvenida a un Liam Gallagher que, como ya es habitual, toma los elementos futboleros como propios, entre tweet y tweet sobre su querido Manchester City, Pep Guardiola y el Kun Agüero, cuando no despotrica de su hermano, que también ocurre con cierta frecuencia. Ya sabéis, ‘As You Were’.
Y al tercer día, Odriozola titular
“No me gusta que me guste el fútbol, pero qué le voy a hacer”. Así me sentía yo esos días, viviendo un ambiente de total fraternidad y con muchas menos frustraciones que las que provoca el fútbol moderno cuando me toca analizarlo pormenorizadamente. Así, y lanzando botellas de sangría para calmar los cerca de 40 grados que había a las 12 del mediodía en la ya mítica Plaza del Trigo, aparecieron Carolina Durante, en aquel momento unos chavales descarados que apuntaban maneras en el circuito independiente.
Con ‘El Himno Titular’, y aporreando más fuerte la batería que Manolo su bombo, el shoegaze malasañero volvía a poner el fútbol en primer plano, y yo seguía creyendo que todo estaba apartado porque no me enteraba de la previa de la Supercopa de España.
Fifa, Granada y Murcia en 2019
Lo cierto es que los ritmos y la ironía propia de las letras de Carolina Durante los han llevado a repetir en la edición que, en tan sólo un mes, pondrá de nuevo a Aranda en el centro del panorama musical español. Nacho Cano, Fangoria, Love Of Lesbian o Crystal Fighters destacan en un cartel que, unido al lechazo y las bodegas, harán las delicias de los asistentes.
Pero aquí nos gusta el underground, o al menos, en Mundo Esférico, no nos fijaremos tanto en los grandes conocidos de esta edición, sino en aquellos que han utilizado al balompié a lo largo de su trayectoria, bien sea como elemento primordial a la hora de componer, bien sea dándose a conocer a través de la memoria futbolística compartida.
En este sentido, y además de los mencionados Carolina Durante, debemos destacar la presencia de bandas, tanto nacionales como internacionales que, de una u otra forma están relacionadas con el esférico como The Vaccines, Second o Apartamentos Acapulco.
La banda inglesa The Vaccines, referente absoluto del Garage Rock a nivel internacional, saltó a la fama, o así fue en nuestro país, tras poner voz a uno de los temas más reconocibles en la banda sonora del videojuego ‘Fifa 12′. A golpe de guitarras y una melodía pegadiza, su Wrecking Bar (ra, ra, ra), los aupó como cabeza de cartel de los mejores festivales, tanto nacionales como internacionales de la última década. El viernes, aún sin horario por confirmar, pero propio de un cabeza de cartel como son, los londinenses pondrán al Sonorama a botar.
Pese a tener un nombre bastante anglófilo y moverse en cadencias propias del britpop, Sean Frutos y Second no son de Brighton, sino de Murcia. De hecho, son exportadores de la marca Murcia desde antes de ser conocidos a lo largo y ancho de la península. En el 2008, cuando ya empezaban a hacer del Sonorama y Aranda su ‘Rincón Exquisíto’, la banda murciana era la encargada de componer el himno del centenario del club pimentonero. Pese a ser murcianistas confesos, no creemos que el himno tenga cabida en el repertorio preparado para el viernes 9 de agosto, en el que presentarán su octavo disco de estudio, ‘Anillos y Raíces’.
Si bien, con Second y The Vaccines estamos hablando de grupos con relevancia internacional, el tercero de ellos, y quizá el más futbolero de todos, viene desde Granada, tierra del indie patrio por excelencia, y como un desconocido que poco a poco se va abriendo hueco. Hablamos de Apartamentos Acapulco. Uno de sus temas más reconocibles, o al menos de los más escuchados por el gran público en Spotify, es ‘Regional Preferente’. Y es que, sin hacer una sola alusión al deporte rey en toda la letra, en su videoclip oficial vemos como aparece, de manera exclusiva, una pieza audiovisual de un antiguo partido de fútbol femenino, aparte del título de la canción, que deja muy a las claras la pasión de la banda por el fútbol modesto.
Lo cierto es que el dúo granadino, al que los críticos de la escena ya comparan con Los Planetas, llevan el fútbol consigo desde sus inicios. Tanto es así que, en la portada de su segundo EP, el cual vio la luz en diciembre de 2015 bajo el título -más que futbolero- de ‘Siete’, aparecían nombres como los de Sócrates, Enzo Francescoli y George Best. Para encontrar a los granadinos en el cartel, habrá que mirar entre los artistas de segunda fila, concretamente el domingo cuando, presumiblemente, llenen la Plaza del Trigo, igual que el año pasado hicieron Carolina Durante. Veremos si les espera un futuro parecido.
Como decimos, intenté apartarme del fútbol durante cinco días. Cinco míseros días y terminé el festival en un bar viendo el Sevilla-Barcelona de la Supercopa de España celebrada en Tánger al tiempo que debatíamos mi vecino de tienda -culé confeso- y yo, de lo difícil que era tener arraigo hacia algún club en los tiempos que corrían.
Fue allí donde descubrí que sí, que el fútbol era mucho más que una Supercopa en Tánger o con formato de Final Four, que era mucho más balompédico un “Viva la Arandina” en un festival que un partido de comienzos de agosto, al tiempo que descubría que la vida, con fútbol o sin él, es, como diría Javier Ajenjo, aquello que pasa entre Sonorama y Sonorama.