Este artículo puede contener alguna incorrección temporal ya que fue publicado en 2019
TONI FERRERA
Hace unas semanas escuché a un joven en televisión comentar: “No queremos ver casas de apuestas en las calles pero luego nuestros referentes en el fútbol aparecen protagonizando anuncios para promocionarlas” y elucubré sobre ciertas cosas. Quizá deberíamos apagar la televisión y no encenderla nunca más. Y que lo de tener ídolos en el mundo del balompié puede ser muy peligroso.
Imagino que sentir apego acérrimo por algún deportista en especial puede equipararse a lo que experimentó Nick Hornby cuando entró por primera vez a un campo de fútbol. Lo hizo con menos de diez años, en la década de los 60, en Highbury, para presenciar al burlonamente denominado ‘Boring Boring Arsenal‘. Cuando vio aquel pequeño estadio, lleno de aficionados utilizando todo el lenguaje que se prohíbe en el horario televisivo para niños, se preguntó por qué aquella gente había pagado “para entretenerse” y sin embargo la realidad se había tornado en otra cosa.
Lo curioso es que no se marchó conmocionado, sino enamorado de todo aquello. La jerga dentro del recinto no minó su moral sino que lo auspició al fandom. A partir de ahí se convirtió en hincha del Arsenal jornada sí jornada también. En el hooliganismo actual ocurre lo mismo con los mismos jugadores de fútbol, incluso cuando han defraudado a Hacienda. Se publica un tuit que ponga #TodosSomosQuienSea y listo. A seguir con el cántico.
El crecimiento del joven Raheem
Sin embargo, no es tan difícil encontrar a una estrella capaz de utilizar su altavoz para el bien común. Inglaterra no es tierra de condescendientes ni generosos ni eminencias de la bondad por antonomasia pero sí que es la región donde nació el que, probablemente, sea el mayor ídolo para una gran parte de su próxima generación de futbolistas y —sobre todo— personas: Raheem Sterling.
En 2014, semanas antes de la celebración del Mundial de Brasil, su ex seleccionador Roy Hodgson se refirió a él como un chaval que “tiene cojones”. Se enfrentaba a su primer torneo internacional con 19 años y a un par de temporadas posteriores manchadas debido al acoso sufrido por parte de los medios de comunicación británicos. Aquel inglés de origen jamaicano, que llegó a ser “invitado” a abandonar la selección por tener tatuada una pistola en su pierna derecha, ha refrendado lo que decía el entrenador que lo llevó a su primer Campeonato del Mundo.
“No tenía la intención de ser un líder. No creo que lo sea. Es solo algo que he estado pensando para mí y que he visto por un tiempo, por lo que pensé que era triste y quise mostrar algo de conciencia”, afirmó Sterling.
El crecimiento del extremo de origen caribeño y su popularidad se cuela entre las redacciones de los tabloides británicos y retumba en los oídos de sus reporteros. Es algo que nunca quisieron levantar. Que siempre trataron de taponar ridiculizándolo. “No soy solo yo. Siempre que ves un artículo sobre un futbolista negro termina tratando sobre dinero, coches, o algo relumbrante de ese estilo. Si es una pieza acerca de un jugador blanco, es todo lo contrario”, asevera el “7” del Manchester City.
Siendo un adolescente ya estaba causando estragos en la Premier League. Brendan Rodgers lo mimó y Luis Suárez y Sturridge le brindaron un escenario para brillar. Ese Liverpool no logró el campeonato liguero, pero sí fue el contexto idóneo para que el mundo del balompié conociera la historia de Sterling. Así como el momento clave que el Manchester City aprovechó (un año después, eso sí) para convertirlo en el futbolista inglés más caro del momento (49 millones de libras). Cuatro cursos más tardes, ya no cabe la menor duda de que la relación que ambos mantienen está siendo más que prolífica.
Sterling se presentó como un extremo habilidoso, eléctrico, rápido y muy peculiar. No creo que existan muchos futbolistas con una forma de correr tan característica al más alto nivel. En el Liverpool que estuvo a punto de coronarse, tuvo sus clases iniciáticas sobre cómo jugar por dentro y girar la espalda de los mediocentros. Durante esos meses, su rol de mediapunta parecía ser el idóneo para su fútbol. Un jugador capaz de escabullirse en espacios reducidos y con capacidad de último pase y gol. Pero todo eso cambió en el Etihad.
Un nuevo escenario con la zamarra citizen
Pep Guardiola y su incesante idea de colocar a los jugadores de banda lo más abiertos posible. “El balón nunca puede ir del lateral al extremo” decía Dani Alves en una entrevista refiriéndose al modelo del técnico catalán. La pelota siempre del mediocentro al extremo. Como una diagonal. Así se supera una línea y el futbolista en cuestión (Sterling, Sané, Mahrez o Bernardo Silva) tiene la posibilidad de realizar un 1 vs 1 ante el lateral rival.
Guardiola siempre quiere brindarle a sus futbolistas un espacio en el que puedan sentirse cómodos. Que “esperen en su posición” porque el cuero les va a llegar. El Sterling que veíamos en Anfield se desesperaba. Buscaba la pelota por todas partes. La pedía en cualquier zona. Con los años, se ha dado cuenta de que su zona de influencia es una, porque el campo lo comparte con diez futbolistas más.
Siempre que ves un artículo sobre un futbolista negro termina tratando sobre dinero, coches, o algo relumbrante de ese estilo. Si es una pieza acerca de un jugador blanco, es todo lo contrario – Raheem Sterling
Ese espectro del verde se reduce al costado izquierdo del ataque y al segundo palo en los centros laterales. Si hay algún gesto técnico definitivo en la Premier League es el centro de Kevin de Bruyne desde la derecha. Lo ha hecho cientos de veces. Puede ejecutarlo hasta dormido. Balón tenso al espacio libre entre la defensa y el portero y a esperar quién mete el pie ahí. Si lo hace un defensa, puede ser autogol fácilmente. Si lo hacen Sterling o Agüero, otro tanto para los citizens. En dos acciones, Sterling ya es más determinante que nunca.
Manchester City y extremo se han retroalimentado. Uno le ha dado títulos. El otro un lugar donde seguir madurando. El punto álgido la pasada campaña llegó en la visita del actual campeón de la Premier a Stamford Bridge. La pelota había salido por la línea de fondo y Sterling levantó la cabeza sorprendido. Los gritos racistas se repetían por parte de un grupo de descerebrados situado a unos metros de su posición. La normalización de quien recibe el insulto cesó. Y Sterling decidió hablar. “La manera en la que me estaban mirando… Tenía que ver de dónde estaba saliendo toda esa rabia. Escuchando lo que me estaban diciendo, me dije a mí mismo ‘nah, no puede ser verdad’”, asegura Raheem.
Un par de días más tarde publicó este texto en sus redes sociales tras un titular en el Daily Mail que decía: “Un joven jugador del Manchester City, cobrando 25.000 libras a la semana, se compra una casa de 2.25 millones de libras a pesar de no haber empezado ningún partido en la Premier League”.
Buenos días. No soy normalmente una persona que habla mucho, pero cuando pienso que mi punto de vista puede ser escuchado, lo hago. En relación con lo que se dijo en el partido ante el Chelsea, pudisteis ver que me tuve que reír ya que no espero nada mejor. Por ejemplo, tienes a dos jugadores jóvenes que están empezando ahí su carrera y los dos juegan por el mismo equipo y han hecho las cosas bien, que es comprarle una nueva casa a sus madres que han puesto mucho esfuerzo y tiempo en ayudarles a estar donde están ahora. Pero mira cómo los periódicos abordan el mensaje del futbolista negro y del jugador blanco. El primero es observado de mala forma, lo que ayuda a alimentar el racismo y el comportamiento agresivo.
Hace unos meses, Sterling visitó a sus amigos cerca de Wembley, el noreste de Londres donde creció. Sigue conectado a ese lugar y por ello quiere hacerlo aún más especial. Su intención es encontrar un sitio apropiado para un instituto educacional y deportivo. Un espacio que pueda ofrecer oportunidades a los niños (y sus padres) con historias similares a las de él: “No solo para ser futbolista, sino para cualquier cosa”.
Raheem tiene la madurez y la sensatez de quien ha sufrido una vida adulta de vaivenes. Quería enfrentarse a los medios. Retarlos. Acabar con aquellos que perpetúan los estereotipos. Su mensaje es el mayor ejemplo para un deporte que sigue luchando contra el racismo en los estadios.