El gol que eliminaba a Italia le acabaría costando muy caro | Fuente: These Football Times
El gol que eliminaba a Italia le acabaría costando muy caro | Fuente: These Football Times
DIEGO GÓMEZ GARCÍA

@Diegogomezgar

Era 2002. Corea del Sur y Japón organizaban su primer Mundial y la selección del primero de esos dos países se convirtió en la revelación del torneo. Tanto, que se plantó en las semifinales después de eliminar a dos históricas como España e Italia. Para el lector español, la eliminación del combinado de José Antonio Camacho estará todavía bien grabada en su memoria. Pero para el aficionado a la Azurra todavía más. Porque el artífice de su caída tenía un nombre y unos apellidos más que conocidos en el país transalpino: Ahn Jung-hwan.

Italia llegó a octavos como segunda de grupo. Y gracias, porque ganó su primer partido, contra Ecuador; perdió el segundo, contra Croacia; y empató el último, contra México. Pasó muy justa, con cuatro puntos y solo gracias a que, contra todo pronóstico, el conjunto ecuatoriano derrotó al croata en el último choque. Fue una clasificación demasiado apurada para una selección que, como siempre, aspiraba a llegar hasta el final.

Paralelamente, Corea del Sur completó su pase a octavos de la manera más solvente: dos victorias, un empate. Acabó tres puntos por encima de Estados Unidos, la segunda clasificada. Estaba claro que el combinado asiático jugaba en casa y, delante de su gente, quería hacerlo lo mejor posible.

El fatídico gol de oro de Ahn Jung-hwan

De este modo, Italia y Corea del Sur acabaron emparejadas en los octavos de final de la competición. La realidad es que ambos dispusieron de ocasiones para noquear al contrario, pero fue Christian Vieri quien, tras un córner botado por Totti, alojó el balón en el fondo de la red de un cabezazo. Un tanto que parecía encaminar las cosas para el pase a cuartos de final de la azurra. Antes, Buffon había detenido un penalti ejecutado por el propio Ahn Jung-hwan.

Pero el desenlace no fue feliz para los italianos, porque Corea todavía tenía algo que decir. Lo cierto es que se hizo de rogar, como si quisiese cocer a fuego lento la gesta que estaba a punto de completar. En el minuto 88, Seung-hui Cho aprovechó un error en el despeje de un zaguero italiano para batir por bajo a Gigi Buffon y mandar el partido a la prórroga. Aunque por aquel entonces, y aunque ahora pueda parecer que ha quedado totalmente desfasada, la medida del gol de oro todavía existía: el que marcase, ganaba.

Fue así. Italia desaprovechó sus oportunidades y eso, al final, la acabo condenando. Porque el mediapunta Ahn Jung-hwan aprovechó un centro de Lee Young-pyo para, en el 119, marcar de cabeza el gol de oro que mandaba a Corea directa a los cuartos de final y dejaba a la por entonces tricampeona del mundo fuera de la competición.

La peor resaca

El encuentro, sin embargo, tuvo una de las peores resacas. Y no solo para los perdedores. El autor del gol de oro, Ahn Jung-hwan, jugaba entonces en el italiano Perugia y su presidente, Luciano Gaucci, se tomó de la peor forma la eliminación del combinado italiano. El deber de Ahn era darlo todo por su selección, pero al mandatario italiano pareció darle igual. Tanto, que cargó contra él en sus declaraciones para el periódico italiano Il Messaggero: “No volverá a poner un pie en el Perugia. Ha ofendido al país que le acogió. Que se vaya a Corea a cobrar cien liras al mes”.

Sus palabras no cayeron en saco roto. El contrato del futbolista coreano fue rescindido. Y aunque después el club rectificó, ya era demasiado tarde: Ahn no estaba despuesto a continuar y se marchó trapasado al Shimizu S-Pulse japonés. Así, un gol histórico para Corea del Sur le acabó costando al jugador la continuidad en su club. Ahn Jung-hwan vio torcido su sueño europeo por culpa -injustificada- de la fidelidad que demostró hacia su país.

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