
DAVID FERREIRO PÉREZ
Que el fútbol ha ido evolucionando con el paso de los años es una obviedad. En este cambio lógico, hay muchos aspectos del juego que van mudando al mismo ritmo que lo hace el propio deporte. Además, no solo cambia el balompié, sino también todo lo que le rodea. El aumento exponencial de la fama, los sueldos y las redes sociales ha propiciado una subida de ego en los deportistas que les ‘permite’ exigir antes de demostrar.
En este ámbito, se está perdiendo la figura del suplente estrella. La de aquel jugador que, por calidad, podría ser titular, pero prefiere no dar una palabra más alta que la otra y revolucionar los partidos desde el banquillo. Un jugador que ha tenido muchos representantes, como Ole Gunnar Solskjær, pero ninguno como Henrik Larsson.
Las trenzas más famosas de los 90
Henrik Larsson debutó en el fútbol profesional en 1988, vistiendo la camiseta del Högaborgs BK, en el que jugó cuatro temporadas hasta que dio el salto a un equipo más grande del fútbol sueco, el Helsingborgs IF. Una sola temporada allí le valió para llamar la atención de varios equipos del fútbol europeo, fichando en 1993 por el Feyenoord de Rotterdam, mismo año en el que debutaría con la selección absoluta de Suecia.
Por aquel entonces, el nombre del joven sueco ya estaba sobre la mesa del fútbol europeo. Sus características rastas llamaban la atención del espectador, que sin embargo, se quedaba embobado cuando Larsson cogía la pelota.
Tenía una figura poco habitual para ser delantero centro, con solo 1,75 de altura y un físico que no destacaba por su corpulencia. Tampoco lo necesitaba, porque el sueco era dueño de una técnica y una precisión envidiables, además de una gran velocidad y una mejor visión de juego. Era un delantero de los que ahora llamamos modernos, pero en los 90.
Su talento no dejó indiferente a nadie en sus cuatro campañas en Holanda, con la participación en la Copa del Mundo de 1994 con Suecia de entremedias. Tocaba hacer la maleta, rumbo Celtic Park. Allí, aunque no lo sabía, sería leyenda. Siete temporadas de verdiblanco, más de 300 partidos y de 200 goles como jugador del Celtic…
Lo conquistó casi todo. Cuatro ligas, dos copas, varios trofeos a máximo goleador de la SPFL y a Mejor jugador de la competición y hasta una Bota de Oro, en el año 2001. Solo le faltó triunfar en Europa, donde llegó a disputar la final de la Copa de la Uefa contra el Oporto, pero perdiendo 3-2… con dos goles suyos. El título no viajó a Escocia, pero él fue el mejor jugador del encuentro. Con todo esto a sus espaldas, no es de extrañar que allí se le considere una leyenda, siendo el único extranjero incluido en el once histórico del equipo escocés.
Un jugador extinto
Tras su exitoso paso por Escocia recaló en el FC Barcelona, donde jugó dos temporadas. Fue en el Camp Nou donde se terminó de hacer el nombre con el que ahora se le recuerda, especialmente por su gran profesionalismo. En Barcelona fue un jugador importante, especialmente como revulsivo.
Su sencillez en el juego y su humildad como profesional, lo hicieron el suplente perfecto. Tenía una calidad innegable, se le caían los goles y nunca decía una palabra más alta que la otra. Los blaugranas aún echan de menos a un jugador de su perfil. Además, el sueco fue fundamental en la consecución de la segunda Champions de los catalanes, la de 2006. En aquella final, Larsson salió en el minuto 61 y con dos asistencias suyas, el FC Barcelona remontó el gol inicial del Arsenal para llevarse el máximo trofeo europeo.
Por otro lado, con la selección sueca, además de la Copa del Mundo de 1994, también disputó las de 2002 y 2006, a lo que habría que sumar las Eurocopas de 2000, 2004 y 2008, con 37 goles -actual cuarto máximo anotador- y 106 participaciones a sus espaldas.
Tras su paso por el FC Barcelona volvió a Suecia a su querido Helsingborgs IF, aunque a media temporada se fue a jugar unos meses con el Manchester United -lo que le sirvió para añadir la Premier League a su palmarés-. En el Helsingborgs jugaría hasta 2009, donde siguió demostrando que el gol no es una cuestión de edad.
Antes de retirarse, jugó dos breves periodos con el Råå y el Högaborg, poniendo fin a su carrera diezmado por las lesiones con 38 años. A pesar de retirarse en una edad tan avanzada, Henrik Larsson seguía siendo el mismo tipo de futbolista que en sus inicios; un delantero hábil y técnico que siempre demostró que se le caían los goles.