DIEGO TOMÉ CAMOIRA
Cuando se habla de clubes creados y gestionados por sus socios rara vez se piensa en el mayor gigante de la industria farmacéutica a nivel global. El Bayer Leverkusen nació en el año 1904 de la mano de los empleados de la empresa homónima en un intento por parte de la corporación de lograr el divertimento y la distracción de sus trabajadores. No obstante, la relación entre la compañía y el fútbol va mucho más allá.
Pensar en el Bayer Leverkusen es hacerlo en uno de los clubes con más solera en la historia del fútbol alemán, y, todo ello, pese a contar tan sólo en su palmarés con un trofeo copero a comienzos de la década de los 90 y la Copa de la UEFA en su edición de 1988.
Aquella volea de Zidane en Glasgow propició que toda una generación creciese con el recuerdo y la nostalgia de un Leverkusen cuyas hazañas, históricamente, poco tenían que ver con aquel conjunto comandado por un imberbe Michael Ballack desde el centro del campo.
Bayer contra su pasado
La toma de Berlín por parte de las tropas soviéticas en mayo de 1945 ponía el fin definitivo al Tercer Reich y cambiaría, durante muchos años, la realidad alemana muro mediante. Muchas de las grandes empresas que habían dado apoyo explícito al régimen hitleriano vieron en la Alemania Occidental y su liberalismo una posibilidad de redención.
Entre estas empresas se encontraba Bayer, quien, al tiempo que daba el control del fútbol y la práctica deportiva a sus trabajadores, hacía llegar el Zyklon B a los campos de concentración de Mauthasen o Auschwitz-Birkenau con el fin de gasear a los allí presos.
El producto, creado en el año 1920 a base de cianuro y con el fin de ser utilizado como pesticida ha pasado a la historia como parte de uno de sus capítulos más negros por el uso que hacían de él los jerarcas nazis.
Al tiempo que aquellos campos de trabajo se llenaban de prisioneros, Bayer seguía viendo la práctica futbolística y deportiva como parte esencial de la vida alemana, algo que se había hecho aún más notable desde que la política y el deporte se diesen la mano en los Juegos Olímpicos de Berlín en 1936. No obstante, muchos de los que habían apoyado explícitamente al Tercer Reich -también en los terrenos de juego- querían que la historia les absolviera de sus pecados, y para ello, tenían el esférico.
Si la reunificación alemana estaba más lejos que nunca en el plano político y social, en el fútbol jamás la había habido. Aquel deporte, ya no tan en ciernes, se practicaba con sus federaciones regionales propias en una especie de Alemania confederal donde el sur y el norte no tenían nada que ver.
En aquel contexto de posguerra, Bayer se erigió en el gigante farmacéutico que es hoy en día, y si bien se expandió a lo largo y ancho de toda Alemania Occidental, su núcleo y sede central seguía estando en la región de Renania del Norte-Westfalia.
Peleando por la hegemonía Bayer
La ciudad de Krefeld y Leverkusen están separadas por apenas 70 kilómetros de distancia con Düsseldorf como epicentro de la región en el medio de ambas urbes. Si la separación entre ciudades era mínima en un territorio como Alemania, futbolísticamente hablando, desde 1953, fue aún menor.
En aquel año, se produjo la fusión entre el Werkssportgruppe Uerdingen y el FC Uerdingen 05 con la entrada de Bayer como principal sponsor y propietario del club, cambiando su denominación a la de Bayer 05 Uerdingen.
Pero, volvamos atrás. Hemos hablado de Krefeld, y no de Uerdingen. Si bien en la actualidad está apartado completamente de los focos, Uerdingen fue, durante varios años, el equivalente en Krefeld a lo que St.Pauli en Hamburgo o, en cierta medida, a lo que significa el Rayo en Vallecas. Uerdingen es un pequeño barrio en la ciudad industrial de Krefeld, con la salvedad de que una de las industrias sobresalientes en aquel barrio era la propietaria de aquel club; Bayer.
En aquellos años previos a la creación de la Bundesliga, en el año 1962, Leverkusen y Uerdingen, al tiempo que compartían propiedad, pugnaban por ser uno de los clubes más dominantes de la región.
Los caminos de Leverkusen y Uerdingen siguieron prácticamente paralelos. Los 80 fueron años de esplendor para la farmacéutica, que se incorporó al índice de acciones DAX en el que se encuentran las 30 compañías más grandes de Alemania de entre todas las que cotizan en la Bolsa de Fráncfort.
En aquel preciso instante, coincidiendo con los años de bonanza de Bayer, tanto Uerdingen como Leverkusen se asentaron en la primera división del fútbol alemán, al tiempo que conseguían los primeros y únicos triunfos que aparecen en sus vitrinas.
El Uerdingen por Europa
Pese a vagar hoy día entre la tercera división y las ligas regionales del fútbol alemán, fue precisamente el Bayer Uerdingen quien tomó la delantera consiguiendo el primer título para la farmacéutica. Con una plantilla en la que destacaban jugadores como los hermanos Funkel o Matthias Herget entre otros, el Bayer Uerdingen se plantó en la final de Copa frente al Bayern de Múnich, a quien derrotó por un ajustado 2-1.
El triunfo en la DFB-Pokal dio acceso al equipo a la extinta Recopa, y puso al distrito de Uerdingen en el mapa futbolístico europeo. Con un jovencísimo Brian Laudrup y el grueso de la plantilla que se había proclamado campeón de Alemania, el Bayer Uerdingen llegó a las semifinales de aquella Recopa, de la que fue apeado por el Atlético de Madrid.
Su tercera posición en Bundesliga esa misma temporada le dio acceso a la Copa de la UEFA de la siguiente campaña, en la cual, tras superar dos rondas, volvería a tener como verdugo a un club español; en este caso, el FC Barcelona. A partir de ese momento, la debacle. Bayer cesó su relación con el Uerdingen en 1993, coincidiendo con el regreso del club a la Bundesliga, donde aguantó dos temporadas antes de comenzar a vagar, de forma definitiva, entre la tercera y la quinta división del fútbol alemán.
Además de los problemas deportivos, la entidad ha tenido que afrontar, desde la marcha de Bayer de la dirección deportiva, graves problemas en el plano económico. Esta vez, sería la música, y no la industria farmacéutica, quien saldría al rescate del renombrado KFC Uerdingen. El carismático cantante de la banda británica de Garage Rock The Libertines, Pete Doherty, pasó buena parte de su infancia en Krefeld, donde se hizo fan del, por entonces, Bayer Uerdingen.
Al saber de los problemas económicos que afrontaba el club en el año 2008, el frontman se decidió a publicitar una iniciativa del club a través de la cual, diferentes personalidades de todo el mundo, tendrían la oportunidad de dirigir al club por un día. El dinero recaudado sirvió para paliar buena parte de las deudas que el club había contraído hasta la fecha, y acabó con la entrega de un carnet de socio al propio Pete en el año 2015.
De una industria a otra, lo cierto es que el Uerdingen lucha, en la actualidad, por recuperar el lugar que logró en el fútbol alemán durante la década de los 80. Eso sí, parece que, esta vez, Bayer se quedará en Leverkusen.