DIEGO TOMÉ CAMOIRA
La crisis del coronavirus ha truncado el que, probablemente, sea el mes más especial para todos los aficionados de clubes que se baten el cobre en las categorías amateur y semi-profesionales del fútbol español.
Los Playoff tienen un aroma diferente. Saborear la victoria de tu conjunto en el último minuto o tratar de digerir una derrota impensable tras una campaña prácticamente inmaculada en liga regular.
Mayo sería el mes de finalización del campeonato liguero en Primera División, el período en el que se coronaría al campeón de Europa en Estambul y el momento de empezar a fijar la vista en una Eurocopa atípica, que tendría representación en forma de sedes a lo largo y ancho de todo el continente durante los meses de junio y julio.
Pero más allá de la esfera profesional, mayo es el mes en el que los aficionados ponen el foco en el fútbol de provincias español; en esos clubes que o bien luchan por recuperar tiempos de gloria en las divisiones superiores del balompié nacional, o bien sueñan con un primer ascenso a la división de plata.
En los últimos años, estos han sido algunos de los momentos claves que nos han dejado las promociones de ascenso a Segunda A.
El último regreso a orillas del Lérez
Hablar de Segunda División B es hacerlo del Pontevedra. El club gallego cuenta -junto a Barakaldo y Cultural Leonesa- con el privilegio de ser el equipo con más participaciones en la categoría, con un total de 35.
El que fuera uno de los clubes punteros en Galicia durante la década de los 60 vio cómo, desde la creación de esta categoría como división de bronce del fútbol español, el Pontevedra se convirtió en un fijo de la misma. De hecho, desde 1977 hasta 2004, los momentos en los que el club granate no pisó la Segunda B fue para jugar en Tercera, y no en categorías profesionales.
Y en eso llegó Javi Rodríguez. El Pontevedra llegaba a la extinta liguilla de ascenso como campeón de grupo. Sus rivales en ella serían Mirandés, Badajoz y Lorca, en un modelo de promoción que, esa misma campaña, vería su final.
Una liguilla de todos contra todos a partido de ida y vuelta -idéntico formato al que vemos en Champions- darían al campeón del grupo un premio en forma de ascenso a la división de plata.
El Pontevedra recibía en Pasarón a un Lorca Club de Fútbol que se encontraba en la segunda posición del grupo empatado con el Badajoz y que conservaba intactas todas las posibilidades de ascenso en caso de lograr la victoria. Enfrente, un Pontevedra que llegaba como líder al último encuentro y con el “factor cancha” a su favor.
El resto es historia. Un gol de Xaco pocos minutos después de comenzar la segunda parte y dos tantos de un Javi Rodríguez que se convertiría en héroe del ascenso para el Pontevedra. Desde aquel momento, lo que parecía una trayectoria ascendente se convirtió en un camino de piedras. El Pontevedra retornó a Segunda B una campaña más tarde y pasó el primer lustro de la década de 2010 penando por los campos del grupo gallego de Tercera. Ahora, ha vuelto para quedarse en el que, parece, se ha vuelto su lugar natural; el bronce.
La maldición del Cartagena
Minuto 96 en el Cerro del Espino, tiempo prácticamente vencido y la afición cartaginense desplazada hasta Madrid celebra junto a la expedición albinegra. En ese mismo instante, el Rayo Majadahonda bota un saque de banda lateral a la desesperada, con todos sus jugadores metidos en el área del Cartagena
El balón, que llega a las inmediaciones del área, es prolongado por un jugador del Rayo. En un intento de sacar la pelota del campo, el defensa cartagenero Michel Zabaco acaba por desviar la trayectoria del balón introduciéndolo en su propia portería y el Rayo Majadahonda subía a Segunda División por primera vez en su historia.
Tras perder en la ronda de campeones, y vencer al Celta B en la segunda de las eliminatorias de playoff, el Cartagena se mediría al Extremadura en la ronda final por el ascenso. Tras una derrota por 1-0 en el Francisco de la Hera, el Efesé sería incapaz de darle la vuelta al resultado en su casa, con un empate sin goles que dio el ascenso a un refundado Extremadura después de 15 años.
La pasada campaña, fue la SD Ponferradina quien apearía al conjunto cartaginés de la lucha por el ascenso y, en esta, de momento, ha sido la Covid-19 quien ha continuado con la maldición cuando el equipo marchaba como líder en el Grupo IV de la Segunda B.
De rozar el ascenso a la desaparición
Aquel gol de Íñigo López será recordado en la localidad valenciana de Onteniente como el principio del fin de su club, el Ontinyent CF. El estadio de Santo Domingo, en Alcorcón, se engalanaba para recibir a un Ontinyent que trataba de impedir que el club alfarero lograse el primer ascenso de su historia a Segunda División.
Tras un empate a uno en el encuentro de ida del playoff, el Ontinyent llegaba con esperanzas de devolver al club a la categoría de plata, una división que no pisaban desde los años 70, cuando llegaron a jugar 6 temporadas en Segunda División.
El partido, uno de los más intensos que se recuerdan en la historia reciente de los Playoff llegaba con un empate a 2 a los minutos de descuento. Aquel resultado favorecía a un Ontinyent que resistía las acometidas del Alcorcón hasta que un centro lateral permitió a Íñigo López rozar la bola para cambiar la trayectoria del balón y que acabase en el fondo de las mallas del conjunto valenciano.
De aquellos barros estos lodos. Aquel partido supuso un antes y un después en la historia del Ontinyent. El club comenzó una etapa convulsa en el que las deudas y los impagos a jugadores eran algo frecuente hasta el punto que el pasado verano, y con más de un millón de euros de deuda, el Ontinyent CF ponía fin a casi 90 años de historia.
La desaparición, unida a la necesidad de sus aficionados de no dejar caer a aquel club se tradujo en la creación del Ontinyent 1931 el pasado agosto de 2019. Saliendo a competir en Segunda Regional, los aficionados del extinto club valenciano tratan así de homenajear al club que les ha acompañado a lo largo de toda su vida en El Clariano.
Diego Cervero y los 155
“No sé si podré llevar a este equipo a Primera pero, lo que tengo muy claro es que… hasta que el Oviedo no suba a segunda B, o me muero o yo de aquí no me marcho, por mi madre y por mi padre, eso lo tengo muy claro.”
Estas fueron las palabras de Diego Cervero tras no superar la eliminatoria contra el Atlético Arteixo que hubiese supuesto el ascenso del conjunto carbayón a Segunda B en el playoff del año 2004, tras el descenso administrativo del Real Oviedo a Tercera División.
Entre aquel gol frente al Atlético Arteixo y el cabezazo frente al Cádiz en el Carlos Tartiere pasaron más de 11 años. 11 años en los que el Real Oviedo vagó entre la Segunda B y la Tercera y que tuvo en la figura de Diego Cervero a uno de sus principales estandartes.
Aquella eliminatoria se resolvería en Cádiz, en un partido de vuelta donde el delantero ovetense ni siquiera participaría, pero en una eliminatoria que quedaría marcada por el cabezazo de Doc, la vuelta del Real Oviedo al fútbol profesional 12 años después y los ‘155 de Cádiz’, los 155 aficionados oviedistas que se quedaron a las puertas del Carranza con su entrada previamente adquirida.
Un penalti de Manu
En la pasada década fueron varios los tropiezos sufridos por el Cádiz -además del ya mencionado frente al Oviedo- en los intentos del conjunto gaditano por devolver al conjunto al fútbol profesional. El primero de ellos tuvo al Club Deportivo Lugo como protagonista. Los de Quique Setién se habían clasificado a la promoción de ascenso tras alcanzar el tercer puesto en el Grupo I de Segunda B.
Tras deshacerse de Eibar y Atlético Baleares en las dos primeras rondas del playoff y haciendo del Anxo Carro un fortín inexpugnable, el conjunto lucense se tendría que medir al Cádiz en la eliminatoria por el ascenso.
El conjunto andaluz venía de ser campeón del Grupo IV con bastante solvencia, y tras caer eliminado frente al Real Madrid Castilla en la eliminatoria de campeones y ganar por goleada al Albacete en la segunda eliminatoria tendría una nueva oportunidad de volver a la categoría de plata frente al Lugo.
El partido de ida de aquel playoff en el Anxo Carro parecía acabar con todas las aspiraciones de los gaditanos, al vencer los locales por 3-1. No obstante, y haciendo del Carranza un seguro de vida aquella temporada el Cádiz consiguió empatar la eliminatoria y llevarla a la prórroga y los posteriores penaltis.
En una tanda muy errática por parte de ambos conjuntos fue Manu, el capitán del Lugo, quien marcaría el último penalti, consiguiendo así los de Setién el ascenso a Segunda 19 años después.
Hoy, el Lugo se ha convertido en un fijo en una categoría que hasta aquel momento tan sólo había pisado en sólo una ocasión -temporada 1992/93-. Por su parte, al Cádiz le costaría unos cuantos años más remontar el vuelo, pero a día de hoy, y si todo sigue como en la época pre Covid, los de Álvaro Cervera tienen todas las papeletas para convertirse, el próximo año, en nuevo equipo de Primera División.