DIEGO TOMÉ CAMOIRA
Cuando en el verano de 2017 Neymar Jr. decidió abandonar la estructura del Fútbol Club Barcelona rumbo a París poco más que aludir a la cláusula de rescisión pudo hacer el conjunto culé con el fin de intentar mantener al astro brasileño en la estructura blaugrana. Como era de esperar, y previo pago de la cláusula, Neymar acabó firmando por el París Saint Germain esa misma temporada.
Más allá de instrumentos jurídicos como la cláusula de rescisión, que puede ser lo más parecido a un derecho de retención que existe en el fútbol de élite en España, lo cierto es que mantener a los jugadores a disgusto en un club es algo prácticamente imposible. Pero no sólo no siempre fue así sino que, fuera de los grandes focos, aún siguen siendo habituales este tipo de prácticas.
La huelga de ‘botas caídas’
En el imaginario colectivo de los aficionados al fútbol en España, la figura del malogrado Juan Gómez ‘Juanito’ ha pasado a la historia por haberse hecho un hueco en la leyenda del Real Madrid en base a su garra y pundonor, cualidades sobre el campo que, en muchas ocasiones, como en el caso del pisotón a Lothar Matthäus, jugaban en su contra.
No obstante, el medio centro del Real Madrid fue también uno de los principales impulsores de la conocida como huelga de botas caídas que, en el año 1979, movería para siempre los cimientos del fútbol español. Junto a Manolo Esteo, portero del Atlético de Madrid por aquel entonces, decidieron aparcar su rivalidad por una causa común como era acabar con el derecho de retención por parte de los clubes profesionales.
Este derecho de retención permitía a los conjuntos de élite del fútbol español mantener en la estructura del club a los jugadores de manera indefinida a cambio de un aumento en el salario de un 10%. Esta práctica fue considerada como esclavista por parte de muchos futbolistas que trataban de encontrar la forma de acabar con este derecho de retención y mejorar sus condiciones laborales. Fue así como en las entrañas del bar Cerebro, uno de los locales de moda de la capital madrileña, entre copa y copa, Esteo y Juanito formarían el germen de la actual Asociación de Futbolistas Españoles (AFE).
“El éxito de Cerebro hizo que nacieran más sucursales de la discoteca en Madrid. También destacó la de la calle Goya, donde se fraguó, entre copas, el nacimiento del llamado Sindicato de los millonarios: una noche de 1977, Juanito, el jugador del Real Madrid, estuvo charlando con Manolo Esteo, antiguo portero del Atlético Madrileño, y surgió la chispa para la formación de la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE), muy recordada entre otras cosas por parar la liga con una huelga en marzo de 1979.”, menciona al respecto de dichas reuniones nocturnas el magazine Somos Malasaña.
A raíz de esta huelga, todo el entramado del fútbol español cambiaría de manera radical. Tal y como comenta Iñaki Otegui, gerente de la Real Sociedad entre 1980 y 2018, para el programa Los Otros de Movistar+, el derecho de retención fue, al mismo tiempo, una práctica abusiva por parte de los clubes y una manera de que conjuntos modestos pudiesen pelear por grandes hitos al lograr mantener el grueso de una plantilla gracias a este derecho.
Fútbol femenino y las listas de compensación
El actual convenio colectivo del fútbol femenino en España, publicado finalmente en agosto de este mismo año tras una serie de litigios y reuniones que se prolongaron durante años, y que abrió una nueva legislación en torno al mismo, dejó una serie de incógnitas y líneas rojas que, aún a día de hoy, están encima de la mesa y han sido llevados a los tribunales.
Una de estas cuestiones, y quizá la principal, es la denominada lista de compensación. Esta cláusula que rige los derechos de formación de las futbolistas debe ser abonada en caso de que, antes de finalizar su contrato, algún club quiera contar con los servicios de una jugadora sub-23 y esta no sea liberada previamente por su club de origen. Estas cláusulas son habituales en todos los clubes del fútbol masculino español. Sin embargo, lo que genera controversia es la cuantía que los equipos de origen exigen por concepto de derechos de formación, formándose así una especie de derecho de retención encubierto para las propias jugadoras.
El principal motivo de discrepancia nace por la enorme diferencia a nivel económico que existe entre el salario de las futbolistas y estas listas de compensación, en cuyas cláusulas se incluyen montantes muy por encima del salario percibido por las jugadoras que en ellas aparecen.
En la actualidad, son 17 las futbolistas que están sujetas a estas cláusulas por parte de los clubes. En algunos casos, como el de las futbolistas del Levante Eva Navarro u Ona Batllé, los clubes que quisieran contar con sus servicios debían desembolsar medio millón de euros. Lo que provocó que en el caso de Batllé, pusiese rumbo a Inglaterra, donde este tipo de cláusulas no existen.
Estas cifras son, a todas luces, desorbitantes si se comparan con las tablas salariales que se establecieron en el I Convenio Colectivo del Fútbol Femenino, en el cual se establece que las futbolistas de la Liga Iberdrola deben percibir como salario mínimo 16.000 euros anuales por su desempeño sobre el terreno de juego.
Derecho de retención en el fútbol base
El fútbol formativo tampoco escapa a estas dinámicas y, con casi total seguridad, sea el ámbito futbolístico donde el derecho de retención está más lejos de desaparecer en el fútbol español. Algo que a primera vista puede parecer tan poco problemático como firmar un contrato y pagar por una ficha en cualquier equipo de barrio en categorías formativas se puede volver en contra siguiendo la legislación actual.
Cambiar de equipo puede convertirse en un auténtico quebradero de cabeza tanto para padres como para hijos en caso de que el club no ponga de su parte. Y es que, según se recoge en el Reglamento General de la Real Federación Española de Fútbol, si el club formativo tiene equipos en las categorías superiores, ese futbolista quedará adscrito al club durante su última temporada en una categoría de no producirse una finalización de contrato de mutuo acuerdo.
Es decir, si un jugador en su último año como cadete decide marcharse a otro equipo, en caso de que la disciplina deportiva en la que está disponga de un conjunto en la categoría juvenil y no acceda a desprenderse de dicho futbolista, automáticamente quedará adscrito al club para la siguiente campaña.
Lo que parecía una huelga de millonarios acabó por constituir en su época uno de los grandes avances en los derechos de los jugadores, que por aquel entonces quedaban completamente apartados, incluso, de cualquier régimen de cotización. No obstante, los avances en la élite parece que, más de 40 años después siguen sin dar sus frutos en las categorías más modestas del fútbol español, donde este derecho de retención, bien sea encubierto a través de derechos de formación, bien sea recogido de forma expresa, sigue estando más vigente que nunca.