
DIEGO TOMÉ CAMOIRA
Desde hace 13 años, Paco Caro no sólo se ha convertido en la voz del balonmano por excelencia en España, sino que a lo largo de toda esta trayectoria profesional se ha convertido en uno de los grandes narradores del periodismo nacional gracias a una forma única de acercarse a un deporte como el balonmano que, tal y como declara, ha conseguido hacer suyo. Tan suyo, que quedará en la memoria como el hombre que puso voz a la década más gloriosa en la historia del balonmano español.
La sombra de Luis Miguel López era muy alargada cuando Paco Caro tomó el relevo del maestro. Sin embargo, tras 13 años, ha hecho de sus transmisiones algo propio y único. Hablamos largo y tendido con él; con el Paco amante del balonmano y ese Paco más desconocido que, por encima de todo, es —y disfruta siendo— narrador. Pero, sobre todo, el Paco que se acerca a través de estas letras no es otro que ese joven pegado al televisor que veía ‘Estadio 2’ y era un futbolero empedernido que, con el paso de los años, fue acercándose al resto de disciplinas deportivas.
Pregunta: La primera es obligada. Acabas de completar tu enésimo Mundial de Balonmano, ya hemos perdido hasta la cuenta. ¿Cómo valoras esta experiencia?
Respuesta: Agotadora y tremendamente satisfactoria. Yo creo que la parte buena de cualquier cobertura de un campeonato de balonmano, sea un Mundial, sea un Europeo, es que cada año hay uno. Y eso te permite ser más consciente de la evolución de lo que estás haciendo, de la evolución del proyecto que empezó hace muchos años, como bien has dicho. Pero insisto, es agotador porque son muchos días. No son solo los días de trabajo, los días de competición, sino los días previos de preparación. Hay una carga de trabajo tremenda. Pero lo valoro de una manera muy, muy positiva. De hecho, yo siempre lo digo, uno de mis grandes problemas a la hora de realizar la cobertura de un campeonato de balonmano es que cuando van restando tres, cuatro días, empiezo a sufrir esa nostalgia del presente que sé que se me va, y creo que es una muestra muy clara de eso que digo, que para mí es seguramente el mes más importante del año y que, profesionalmente, como siempre digo, siempre nos quedan cosas. Creo que vamos evolucionando poco a poco, pero también parte de la satisfacción es la sensación de que otro año más hemos dado un pasito y nos vamos aproximando cada vez más a ese ideal de cobertura de un campeonato de balonmano que siempre espero que esté a la altura de lo que merece un deporte como este, que quizás no tiene el reconocimiento que merecería. Y sobre todo con un equipo nacional que consigue muchísimos resultados y que algún día seremos capaces de hacerles la cobertura que se merecen.
P: Después de todo este período, me atrevería a decir que eres un ‘hispano’ más, incluso más reconocible que alguno de los jugadores que han pasado por la selección en este tiempo. ¿Eres consciente de tener una gran presión detrás o eres capaz de abstraerte?
R: Mira, cuando cuando empecé, mi primer partido de balonmano en Televisión Española lo hago en los Juegos Olímpicos del 2008. No hacía balonmano en los Juegos porque vengo a Televisión Española para para narrar el calcio, la liga italiana. Y cuando estamos acercándonos al verano de 2008 alguien me plantea la posibilidad de empezar a narrar la Asobal a partir del mes de septiembre. Por azares de la vida, hay un día que en esos Juegos Olímpicos la persona que era responsable de hacer el balonmano no puede hacerlo. Y alguien me dice “ya que tú eres el que lo va a hacer dentro de x meses hazte este partido”. De hecho, recuerdo que entré sin ningún papel porque reconozco que fue algo muy precipitado. No pude prepararme demasiado el tema, y descubrí lo que es el deporte del balonmano. Parece una promo, pero es cierto. Van pasando los años y cada vez me resulta más inexplicable el por qué esta disciplina no termina de calar como debería en el aficionado al deporte de nuestro país, porque creo que lo tiene absolutamente todo. Y llega un punto en el que, en mi caso, gustándome tantísimo lo que es ocuparme de este deporte, participar de este deporte… Al final llega un momento en el cual acabas haciéndolo tuyo. Lo he hecho mío y es cierto, no lo niego. Para bien o para mal lo he hecho mío y acabo empatizando tremendamente con todo lo que rodea al balonmano.
Pero cuando yo empecé, que es donde quería ir a parar, había un problema. Y es que ser el encargado de narrar balonmano en Televisión Española te convierte en el heredero de Luis Miguel López que, seguramente, el mejor narrador que ha tenido, deporte por deporte, la historia del periodismo español. Es un tipo que hizo una cosa que le convierte en alguien casi único: fue capaz de fabricar un idioma para contar un deporte. Si tú escuchas retransmisiones anteriores a Luis Miguel López eran de un estilo que se aproximaba mucho más a lo que era tan recurrente de la Escuela de Narradores de Televisión Española, y Luismi era algo diferente.
Todos los que hemos ido ocupando ese micrófono desde que se marchó somos herederos de Luismi. Y alguien me dijo el primer día “no vas a estar a la altura”. Lo asemejo a cuando, durante muchos años, cada vez que surgía un jugador de cierto nivel siempre era el Maradona de los Cárpatos o el Maradona del desierto. Con esto de llegar a narrar balonmano en Televisión Española me sucedió algo parecido. Yo no puedo ser Luismi. La herencia de Luismi, y más ahora que encima ha vuelto, es inasumible porque Luismi hizo algo que no podemos hacer ninguno, y porque Luismi compite con los mejores periodistas de la historia de este país. Entonces lo que asumí con mucha normalidad es que yo no iba a poder ser Luismi y que tenía que tener otro camino. Cuando me di cuenta de esta situación e intenté hacer un camino propio, fue cuando empecé a ganarme un pequeño sitio. Sobre abstraerme… Yo asumo que tengo una responsabilidad porque no estamos hablando de un deporte mayoritario, pero es un deporte que los seguidores que tiene son incondicionales. Y entiendo que asumo una responsabilidad grande cuando le pongo la voz a un acontecimiento de este tipo con seguidores que aman tantísimo este deporte. Y siempre digo que tengo una virtud, que destaca por encima del resto de virtudes, y es mi capacidad para abstraerme de estas circunstancias. Soy muy capaz de desligarme porque soy muy consciente de mis virtudes, pero también soy todavía más consciente de mis limitaciones.
Empatizo muchísimo con todo lo que tiene que ver con el balonmano. Empatizo extraordinariamente con la selección nacional porque soy amigo de muchos de ellos y de eso sí que me cuesta desligarme en muchos momentos, pero me gusta pensar que cuando he participado de retransmisiones que sé que llegan a mucha gente, aunque a lo mejor no tienen audiencias multimillonarias, me gusta sentirme parte de algo que hace feliz a la gente. Creo que una de las cosas que tenemos que tener presente es que el deporte es un altavoz extraordinariamente potente y, sobre todo en momentos como el actual, el hecho de saberme partícipe de algo que va a hacer felices a un puñado mayor o menor de personas, eso sí me genera una tremenda responsabilidad. A mí me encanta. En Asterix y Obelix había un bardo; pues me gusta creer que soy como el personaje, el bardo de Asterix y Obelix. No aparezco cuando se pegan, pero estoy en la trama.
P: Mucha gente desconoce la relación cercana que tienen el balonmano y el fútbol. Tan sólo queda el Barça como gran exponente, pero Real Madrid, Atlético de Madrid e incluso Racing de Santander han tenido secciones de balonmano. ¿Es positiva esta relación entre fútbol y balonmano para los intereses de la ASOBAL?
R: Sí, creo que son conscientes de que sería deseable. A día de hoy, entidades deportivas con el potencial económico de un equipo de fútbol, no hay ninguna. Cualquier entidad polideportiva que prescinda del fútbol es difícil que tenga la capacidad económica para invertir, en comparación con un equipo que sí que tenga una sección de fútbol. Y sería deseable porque además lo hemos visto en los últimos años. El fútbol femenino, por ejemplo, es un caso muy evidente. Cuando veías equipos de fútbol donde no había sección masculina y femenina el desarrollo era más complicado. Porque la capacidad para invertir es menor, porque el altavoz es menor… Sería una bendición, y de hecho creo que todos los pasos que se pueden estar intentando dar en muchos lugares de la geografía nacional pasan por eso, por intentar encontrar en el equipo de fútbol una posible inversión para poder sacar una sección de balonmano.
Fíjate, creo que en ese sueño que podría ser que volviésemos a tener una liga de altísimo nivel, no sólo con el Barça sino con muchos más equipos capaces de competir por el título, seguramente el único camino posible es que equipos de fútbol se puedan implicar. Y, a priori, lo más fácil es recurrir a aquellos que en su día ya tuvieron un pasado ligado con el balonmano, véase el Atlético de Madrid. Yo creo que por ahí tienen que ir los tiros.

P: Hace apenas unos años volvió a ganar fuerza la posibilidad de que el Real Madrid retomase su sección de balonmano, con voces autorizadas como Joan Cañellas apoyándolo. La última vez que ocurrió esto, con la absorción del BM Ciudad Real por el Atlético de Madrid, empezó el principio del fin de lo que ahora es la ASOBAL…
R: A ver, yo creo que es algo que puede pasar con todas las secciones. Por ejemplo, en el Barcelona pasa con todas las secciones que no son el fútbol. Y es que casi todas las secciones deportivas que no son futbolísticas son deficitarias, eso es evidente. Para el Barça ser una entidad polideportiva va mucho más allá de la cuenta de resultados. Es imagen de marca y el Barcelona luce con mucho orgullo, no sólo la cantidad de títulos que consiguen sus diferentes secciones, sino el simple hecho de ser una entidad tan polideportiva.
Si alguien entiende que llegar al balonmano es una inversión tenemos un problema. Porque a día de hoy es complicado que esa inversión pueda tener un retorno inmediato. Pero hay que entender que el retorno puede venir de muchas maneras. Hay un caladero de aficionados que no son de ningún equipo de fútbol que se van a ligar a tu equipo por el hecho de la vinculación emocional, y ya hemos hablado de que el aficionado al balonmano es tremendamente apasionado por lo suyo. E insisto en que yo creo que sería la única manera.
Si cualquier club de fútbol decide crear una sección de balonmano pensando en que sacará algún rédito económico está abocado al fracaso el tema. Pero hay que mirar mucho más allá no sólo con el balonmano, sino con el resto de las entidades deportivas que puedan surgir e incluso ahora con los eSports. Es igual. Conseguir resultados a corto plazo, económicamente hablando es muy complicado, pero hay que mirar mucho más allá y pensar que a largo plazo sí se pueda obtener un rendimiento económico.
Pero sí, debemos partir de la base de que las secciones de clubes polideportivos que no sean el fútbol, sobreviven gracias a todo lo que éste genera. Luego el riesgo siempre va a estar presente. El caso del Atlético de Madrid no hay que olvidar que estuvo ligado a deudas que arrastraba la entidad de su llegada desde Ciudad Real. Es una carrera de fondo. Y a día de hoy, hay una dinámica que vemos en las ciudades españolas. El balonmano es un deporte que tiene una masa social de seguidores que son muy fieles, y ese es un aspecto que se debe intentar explotar, porque el balonmano suele surgir en ciudades en muchas de las cuales el fútbol no es el deporte principal o no tienen un equipo de fútbol con demasiado peso. Y en esos lugares, el balonmano es capaz de competir. Obviamente el fútbol fagocita todo, pero es un caladero en el que también se puede pescar.

P: Si bien Paco Caro es la voz del balonmano por excelencia en España, tu labor como narrador en RTVE va mucho más allá. Habiendo narrado encuentros de Serie A, Champions, FA Cup y, sobre todo, de fútbol femenino, ¿qué fue primero como aficionado, el fútbol o el balonmano?
R: El fútbol. Yo al balonmano me acerco en el colegio porque en clase de Educación Física te ponían a jugar al balonmano y me parece un deporte muy divertido sobre todo porque, cuando eres niño, y ves un deporte en el que empujarte de cierta manera no es falta… Lo veía muy divertido y me gustaba mucho, fue lo primero que me llamó la atención. Como aficionado es verdad que lo primero en lo que me fijaba era el fútbol porque, en primer lugar, hay que tener en cuenta que es un deporte de muy sencillo consumo. Me acuerdo de acompañar a mi padre, a quien le gustaba muy poquito el deporte, y para que le dejara en paz y no le diese la tabarra con mis batallas varias, me compraba el periódico. Soy un lector de periódicos desde muy niño y tengo ese recuerdo de acompañar a mi padre al quiosco y comprar el periódico siendo un enano para poder seguir la actualidad deportiva.
Me acuerdo de quedarme sólo en casa por las tardes los fines de semana cuando mis padres se iban a la compra y me quedaba pegado a la pantalla con Estadio 2, aquel programa mítico de las tardes de La 2 y me lo veía absolutamente todo. Pero si me tengo que decantar, sin muchísima discusión, yo fui un aficionado al fútbol que luego empezó a asomarse al resto de las disciplinas.
P: Hablemos un poco de fútbol femenino. Empiezas a narrar hace ya muchos años, cuando no tenía la visibilidad que tiene a día de hoy en los medios ¿Qué crees que ha cambiado en este último lustro?
R: La sociedad ha cambiado mucho. Es evidente que la atención que ha despertado el fútbol femenino sigue un camino paralelo a lo que ha sido el desarrollo del papel de la mujer en la sociedad. Y volviendo a lo de antes. Como el fútbol es un altavoz del deporte, en ese desarrollo alguien advirtió que ese auge del fútbol femenino iba a aumentar, iba a magnificarse en la sociedad.
Luego es verdad que los responsables de buscar el desarrollo de todas las disciplinas deportivas advirtieron que era un mercado tremendamente poderoso. Un mercado muy potente en el que se empezó a invertir dinero. A eso ayudó que apareciesen entidades deportivas tradicionalmente con sección masculina y que empezasen a buscar una sección femenina. Paradójicamente tuvieron que verse obligados, porque al final el desencadenante fue una imposición de que todos tuviesen que tener un equipo femenino.
Pero, ante todo, es el resultado del papel de la mujer en la sociedad. El papel de la mujer ha crecido y eso se ha notado ya no sólo en el fútbol, sino dentro del deporte. Porque el balonmano femenino ha progresado, el baloncesto femenino ha progresado y luego a mayores ha habido un asunto, y es que se han empezado a conseguir resultados, y cuando se consiguen resultados es mucho más fácil, porque empiezas a llamar la atención, ya no eres la excepcionalidad que quizá hace unos años podíamos advertir, el lograr resultados hace que la gente se vaya aproximando… Y la pregunta es, y es algo que dije hace mucho tiempo: ¿A dónde lleva este camino? ¿El camino llevará a que las niñas quieran ser Cristiano Ronaldo como repite todo el mundo? No, el final del camino no es que las niñas sueñen con ser Cristiano Ronaldo y puedan conseguirlo, sino que el niño pueda tener como referente a Jennifer Hermoso. Ese será el final del camino. Cuando logremos que eso sea así, habremos concluido dificultoso camino y habremos llegado a desarrollar como se merece el fútbol femenino.
El final del camino no es que las niñas sueñen con ser Cristiano Ronaldo y puedan conseguirlo, sino que el niño pueda tener como referente a Jennifer Hermoso
P: Algo sobre lo que hablamos en el pasado es el peligro que puede conllevar esta visibilización si no viene acompañado de mejoras laborales para las futbolistas. ¿Puede convertirse en un problema que la gente crea que todo ha cambiado y, sobre el papel, todo siga igual?
R: Sí, sí. Eso es muy cierto. Puede convertirse en uno de los grandes problemas y yo creo que esa sospecha la ha tenido muchas veces el fútbol femenino. La sensación de que hay algo de ficticio en muchos de los pasos que se están dando. Sobre todo, en las apuestas de cierta gente por la evolución del fútbol femenino. Cuando veíamos al Atlético de Madrid jugar en el Wanda, al Athletic Club acudir a San Mamés y veíamos presencia muy numerosa de aficionados, obviamente es muy importante, porque ese altavoz del que hablábamos se magnifica todavía más y porque el simbolismo que tiene el hecho de que jueguen allí y ante tantos aficionados es tremendamente poderoso, pero es verdad que los pasos tienen que seguir intentando afianzar con cuidado y cautela la evolución porque se corre ese riesgo. Se corre el riesgo de que, al final, dé la sensación de que es cartón piedra lo que estamos advirtiendo, y no se lo merecen.
Es una evolución que debe ir de la mano de los derechos que ellas tienen. Está muy bien esa apuesta por la profesionalización del fútbol femenino, pero tiene que ser algo más que un eslogan, y esa profesionalización exige de muchos pasos. Uno de ellos, obviamente, que tienen que estar en una situación que legalmente vaya pareja a lo que vive el fútbol masculino. Pero otra de estas cuestiones debe ser que cuando haya una apuesta sea al cien por cien y sea con todas las consecuencias. Y muchas veces, esos estadios llenos que han sido una noticia extraordinaria, han escondido el hecho de que no había una venta de entradas y era una cuestión de invitación. Entendamos la importancia que tiene y el símbolo que resulta de todo ello. Pero las bases deben ser mucho más firmes y más estables.
P: Pasamos a hablar de la relación que mantienen los medios con el fútbol en general. ¿Se ha espectacularizado el periodismo hasta el punto de que el juego pierda el primer plano?
R: Se ha banalizado. Se ha banalizado tremendamente. Yo soy muy crítico con el proceder de los medios de comunicación a ese respecto. Creo que hay un momento en el que empezamos a tener la sensación de que el consumidor demanda fútbol sin importarle si lo que le estás ofreciendo es el juego u el aderezo. El gran problema es que hemos acabado banalizando el tipo de información relacionada con el fútbol que estamos ofreciendo en los medios de comunicación. Al final hay un afán por rellenar minutos y páginas hablando de fútbol, y en muchos momentos no lo hacemos de lo que es el juego en sí, lo hacemos de todo lo que le rodea y es una temeridad muy grande. Es una perversión.
Además, estamos alimentando un monstruo porque es una situación a la que no hemos sabido poner freno e intentar revertir la situación va a ser bastante complicado. Tenemos la tremenda fortuna de que sí que encuentras pequeños nichos y contenidos específicos que sólo hablan de juego y, de hecho, yo siempre celebro que obtengan grandes resultados. Yo veía esta semana que Miguel Quintana había alcanzado los 100.000 suscriptores en su canal de YouTube y me parece una noticia estupenda, y se lo he dicho a él en primera persona. Eso debería ser un modelo, y si ese tipo de modelo da resultado y es rentable los medios de comunicación, los mass media deberán plantearse que en algún momento también pueden ir por ese camino.
Ahora que estamos en ese debate tan recurrente de los youtubers, los casters… Me parece un debate del que igual en ocasiones abusamos, pero sí que hay partes de él que me parecen muy interesantes, porque encuentras pequeños espacios donde se vuelve a hablar de fútbol de lo que era simplemente el juego. Si esos espacios consiguen resultados, es posible que consigamos revertir esa banalización de lo que se ha convertido el periodismo futbolístico. Decía un compañero que era la ‘chiringuitización’ de lo que era el periodismo deportivo. Y es que a veces tengo la sensación de que seguir lo verdaderamente informativo del mundo del fútbol no es tan sencillo, empieza a ser complicado y tienes que rebuscar. Pero eso sí, lo anecdótico, lo frívolo, nos resulta muy fácil, porque también en ocasiones tengo la sensación que es una cosa que va pareja a la sociedad que estamos viviendo hoy en día. Hemos malacostumbrado al aficionado al fútbol y creemos que debemos estar alimentándolo hasta provocar una indigestión.
P: En RTVE, sobre todo desde el Telediario, se hace una gran labor por acercar ciertas intrahistorias que van más allá de lo que ocurre sobre el terreno de juego. Pongámonos académicos: ¿cuál es el filtro para que estas historias no caigan en el sensacionalismo?
R: Como profesionales de la información tenemos una responsabilidad. Y esa responsabilidad ha de ser la voz de alarma que te advierta de cuándo estás cayendo en el amarillismo. Yo hace muchos años cuando empecé con las prácticas por todos los medios por donde me podía acercar y cuando empecé a acercarme a medios un poquito más grandes veía que si tú ofreces un producto y ese producto da resultado al final genera un hábito, y la única manera de revertir esos hábitos acaba siendo la responsabilidad de cada uno de nosotros.
Creo que todos los que nos dedicamos al periodismo somos conscientes de qué manera podemos encontrar ese filtro que no sea permeable a eso que tú comentabas, al sensacionalismo. Pero entiendo también que los responsables de los medios de comunicación se mueven por una cuenta de resultados, y si esos resultados son buenos con cierto tipo de contenidos, más allá de que tú sí seas consciente de que no es el contenido más adecuado, supongo que es una invitación a seguir haciéndolo. Es una responsabilidad individual y creo que más o menos todos los que nos dedicamos a esto somos capaces de distinguir entre un contenido sensacionalista y un contenido que escape del sensacionalismo. Creo que hay un montón de historias en el fútbol y en todos los deportes, que están por contar y se alejan de ese sensacionalismo. Luego podríamos entrar en que hay historias de ese tipo que se pueden contar de una manera o de otra, al final es elegir un camino. Y es una responsabilidad que debemos asumir porque va en ello el futuro de la profesión. Ha llegado un momento en el cual tenemos tal deriva que estamos al límite de poder revertir la situación. Si la voz de alarma no le salta a un profesional y es capaz de dar por buenos cierto tipo de contenidos o cierto tipo de tratamiento amarillista de una información, esto va a ser imposible de poder ponerle fin.
P: Junto a Alberto Urdiales y Jota Hombrados, en este pasado Mundial, habéis llevado a cabo una labor por acercar ciertos procedimientos tácticos a la audiencia general del balonmano, quien quizá no esté tan familiarizada con lo que es una permuta o se pierdan al distinguir entre primera y segunda línea. Aplicado tanto al fútbol como al balonmano ¿Cuál es la labor para no caer en un excesivo tecnicismo siendo un medio generalista?
R: Esa es una gran pregunta, y que además nos la hacen todos los años. Yo creo que es más fácil en ciertas disciplinas que no sean el fútbol. El fútbol es un deporte más sencillo de consumir y eso lo hace más complicado. Tenemos que entender que hay ciertos deportes en los que hay que hacer una labor de pedagogía. Y esa pedagogía pasa por comprender que tus contenidos durante la emisión, que sirven a la hora de contextualizar el partido, no van dirigidos al Colegio Nacional de Entrenadores, van dirigidos a aficionados. Y hay que entender que entre esos aficionados habrá alguno que tenga grandes conocimientos, pero otros no. Lo que creo es que hay que escapar de un lenguaje muy técnico, que un espectador que no tenga el curso nacional de entrenadores sea capaz de entenderlo. Es una línea fina. Hay que intentar que el espectador entienda lo que está pasando, hacérselo entender con tus palabras, y luego intentar que esa persona que se aproxima vaya creciendo en conocimientos, pero subiendo el nivel muy poquito. Yo siempre digo que de lo que más orgulloso me siento es de ese afán pedagógico, pero insisto en que creo que es mucho más sencillo en el balonmano que por ejemplo puede ser en el fútbol.
🤔¿Cuáles son los procedimientos más reiterativos entre los daneses? #Egypt2021
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— Teledeporte (@teledeporte) January 29, 2021
Porque encima se genera un problema, y es que ya son muchos años haciendo balonmano y es cierto que siempre tienes la sensación de que cada año puedes ir mucho más allá, y no es verdad, porque como tu objetivo es ir captando gente que no se haya aproximado anteriormente tienes que seguir manteniendo el mismo nivel, y ese nivel tiene que ser exigente con el espectador al que concedemos el beneficio de ser alguien capaz de aprender lo que le estamos contando, pero masticándolo lo suficiente para que aquel que se acerca la primera vez pueda ponerse al mismo nivel.
Esta labor consiste en explicar, y en eso Urdiales es un maestro porque ha sido entrenador de la ASOBAL y, sin embargo, es capaz de explicarle a gente que se acerca al balonmano por primera vez ciertas cuestiones de una manera tremendamente básica. La clave de nuestras herramientas para ello, que son el ‘Hispanos Arena’ o la táctil, es que tú lo tienes que enseñar, y cuando a una persona le explicas lo que es una permuta lo acaba entendiendo.
Me acuerdo de quedarme sólo en casa por las tardes los fines de semana y me quedaba pegado a la pantalla con Estadio 2, programa mítico de las tardes de La 2. Si me tengo que decantar, yo fui un aficionado al fútbol que luego empezó a asomarse al resto de disciplinas
P: Puede que haya gente que no ponga cara a Paco Caro, pero estoy prácticamente convencido de que todo el mundo es capaz de reconocer esa voz gritando “dentro” cada vez que los Hispanos marcan un gol…
R: (risas)
P: ¿Eres más narrador o periodista?
R: Narrador, sin dudarlo. Alguien puede decir que una cosa lleva a la otra, pero en realidad yo creo que no. En esencia, el periodismo es una bolsa mucho más amplia y el narrador es simplemente una de las opciones que tú puedes encontrar. Además, lo que yo más he hecho en mi vida profesional es narrar. Y narrar muchísimas disciplinas deportivas y es donde me siento más cómodo. Siempre digo que narrar es una jaula de libertad. Impagable porque te ofrece una libertad absoluta. Mira, parte de la responsabilidad de la que antes hablábamos es esa. Tú tienes el micrófono, pero no unas líneas escritas, no hay un texto que tengas que seguir. Es una libertad absoluta para poder decir lo que te dé la gana. Contando lo que estás viendo, pero para poder decirlo del modo que consideres más oportuno. Para mí narrar es una adicción, pero es un problema porque esa adicción cuando no la llevas a cabo… (risas) te da la sensación de que te falta algo. Pero sí, yo soy más narrador que informador, y más narrador que ese término tan complejo y tan amplio que es ser periodista.
P: En el campo de la narración deportiva hay algo que escapa al común de gente, y es el manejo de los tiempos y registros, cómo cambian de un deporte a otro. ¿Qué trucos tienes para cambiar de registro?
R: Hay una base común, pero no se puede pretender narrar un partido de fútbol al ritmo al que se narra un partido de balonmano, porque el partido de balonmano se desarrolla en un espacio mucho más pequeño y pasan constantemente cosas. Ocurre que hay deportes en los que hay muchos más espacios en blanco que tienes que intentar llenar de otra manera y donde llega un punto en el que no te da. La garganta no aguanta pegando gritos los 90 minutos que dura un partido de fútbol. Al final es una cuestión de documentación.
Al principio pecaba de eso. Cuando yo hice la narración de mi primer partido me acuerdo que en el minuto 10 de la segunda parte yo ya no podía más. Estaba narrando a calzón quitado desde el primer minuto e iba a muerte, y me decían desde la emisora que frenara. Llegó un punto en el que ya no es que no supiera qué decir, era un “no sé qué decir, pero es que no puedo decir nada más”, y el final del partido fue una agonía.
Al final acabas aprendiendo que la narración pasa por entender el deporte. Es entender el deporte con sus momentos, sus espacios y sus tiempos, porque tan importante acaba siendo el cuándo puedes acelerar, cuándo puedes aumentar la intensidad en función de donde esté, en este caso el balón, o cuánto quede para el final de una etapa. Carlos de Andrés no narra igual el final de una etapa que cuando quedan 90 kilómetros porque no se puede. Hay un algo ahí que es casi inconsciente, y a lo mejor el primer día te cuesta más, pero el segundo te vas dando cuenta y tú mismo vas dosificándote.
Y luego mucha labor de documentación. La gente siempre pregunta por cuánto lleva preparar un Campeonato del Mundo y específicamente me lleva menos porque del balonmano hago un seguimiento durante todo el año, entonces cuando llega lo que tengo que hacer es ponerme al día de detalles y últimas horas. El trabajo está en preparar los previos, contenidos, escaletas y demás, pero lo que es el campeonato es lo que menos tiempo me puede llevar.
Sin embargo, yo siempre me acuerdo, y esto parecen ya batallas de abuelo, pero es que son así (risas). Cuando fui a los Juegos de Pekín y me calló el Triatlón, yo no había hecho un Triatlón en mi vida. Me acuerdo que quedé con la persona que había construido la instalación porque vivía en España y me explicó un montón de detalles, de cosas que podía contar, etcétera. Y cuando llego allí empieza la prueba y nos damos cuenta de que la luz daba directamente al monitor donde yo tenía que ver la prueba para poder narrarla. Yo no veía. Me decían por el pinganillo “5 y dentro”. Empiezo ahí a contextualizar, no sabía exactamente qué se veía en pantalla en ese momento y saltan al agua. Empiezan a nadar, pero yo no veía nada, entonces iba agotando lo que habían sido los días de preparación y documentación hablando de candidatos, favoritos… Llega un punto en el que me doy cuenta de que me quedan 750 metros y en realidad ya había dicho todo lo que podía aportar a la retransmisión. Y en ese instante se me ocurrió, también porque parejo al hecho de que lleves más tiempo haciendo esto hay una pátina de desvergüenza que va aflorando… Me di cuenta de que lo único que se veía siempre era una pagoda, porque hacían la natación en torno a ella. Daba la casualidad que estaba estudiando en ese momento antropología social y cultural y en una de las asignaturas me habían hablado de las pagodas y dediqué 10 o 15 minutos a hablar de la importancia de las pagodas como monumento funerario, y me mandaba mensajes el responsable diciéndome: “¿Qué estás contando, muchacho?”. Lo fui resolviendo como pude y fui saliendo. Al final aprendes a dosificar y saber cuándo. A día de hoy tampoco agotaría toda la documentación en los primeros 10 minutos porque te quedas como te quedas.
Y luego un consejo que le daría a todos los que empiezan a narrar. La pasión no reemplaza a la documentación, pero ayuda mucho a camuflar. Tienes que tener momentos para exhibir tu documentación y tus conocimientos, y luego hay otro momento en el cual lo que tienes es que dar rienda suelta a la pasión para contarlo. Hay que saber elegir cuándo toca cada uno de ellos y, al final, también es parte de la madurez que vas adquiriendo. Entiendes que el primer gol de un partido de balonmano en el que se van a marcar 65 no puedes gritarlo como si se te rompiese la garganta. Es cierto que yo que tengo un tono de voz elevado, pues quizás oscila menos, pero me gusta pensar que la gente cuando escucha el primer gol y el último que resuelve el desenlace del partido, igual algo más de pasión advierte que le pongo.