Este artículo puede contener incorrecciones temporales ya que fue publicado en 2018
DIEGO TOMÉ CAMOIRA
Corría el año 1963, cuando los equipos de las diferentes Oberligas decidieron crear la primera liga de fútbol profesional en Alemania, la Bundesliga. Las denominadas Oberligas, eran campeonatos locales en los que competían los diversos clubes germanos divididos por regiones. 16 equipos se vieron las caras en aquel primer año de competición, uno de ellos, el Hamburgo SV.
Con el internacional alemán Uwe Seeler como estandarte, el club hamburgués se consolidó como uno de los principales referentes del fútbol germano, haciéndose un asiduo en los primeros puestos de la tabla clasificatoria temporada tras temporada. De esta forma, y tras 55 años de manera consecutiva en la élite del fútbol alemán, el conjunto norteño está viviendo sus horas más bajas, viendo peligrar su condición de ser el único club en la historia del fútbol alemán en no haber descendido nunca a la segunda división.
El que fuera campeón de Europa en el año 1983, vio peligrar por primera vez su status en la temporada 2014-15, cuando tuvo que disputar el encuentro por la permanencia en la Bundesliga frente al Karlsruhe.
Un gol de Marcelo “el Chelo” Díaz en el minuto 90, con el que el Hamburgo forzó la prórroga, unido a un tanto in extremis de Nicolai Müller en el último instante del tiempo reglamentario, permitieron al Hamburgo continuar en la máxima categoría del fútbol alemán.
Tras una década marcada por los malos resultados, el club que preside Jens Meier tiene complicada su permanencia en la Bundesliga. A día de hoy, se sitúa con 17 puntos en penúltima posición de la tabla clasificatoria, a 7 del Mainz 05, equipo que marca la salvación.
La afición del Hamburgo estalla
Los ánimos están muy caldeados por el norte de Alemania y, ante los resultados poco halagüeños por parte de su club, la afición ha acabado de explotar. En el último partido en casa frente al Bayer Leverkusen, un sector de la afición mostraba una pancarta expresando su descontento. La misma rezaba: «Antes de que se apague el reloj los cazaremos por la ciudad».
La pancarta hace referencia al reloj situado en el Volksparkstadion, estadio donde el Hamburgo disputa sus partidos como local, y que marca los años, días, horas, minutos y segundos que el conjunto lleva disputados en la Bundesliga desde que se fundase dicha competición en 1963.
Ser el único club en disputar todas y cada una de las ediciones de la Bundesliga es el mayor símbolo de pertenencia para los hinchas hamburgueses, y pese a que la época dorada del club sea cosa de tiempos pasados (su último título fue la Copa de la Liga en la 2003-04), se siguen aferrando al reloj y su condición de único equipo en no haber bajado nunca a segunda, como orgullo identitario.
Un club muy selecto
Pocos son los clubes en las 5 grandes ligas europeas que no han conocido nunca el descenso. En España, Athletic, FC Barcelona y Real Madrid comparten este galardón, por su parte, el Inter de Milán, es el único club italiano que siempre ha visto a su equipo competir en la Serie A. Todo ello no hace que ensalzar, más si cabe, la proeza de un Hamburgo que sin ser ni mucho menos uno de los clubes más laureados en Alemania, siempre ha visto a los mejores conjuntos del país pasar por su estadio.
Por ello la importancia del reloj, de un minutero que es el mejor representante de toda una afición, y el mayor símbolo de una hinchada que se niega a ver como su equipo, el mismo que se forjó un nombre en el fútbol europeo en los años 80, prueba las hieles de las divisiones inferiores del fútbol germano.