Cesare Maldini | Wikimedia
Cesare Maldini | Wikimedia
CARLOS RODRÍGUEZ LÓPEZ

@Carlosrlop

Este lunes fue el Día del Padre. Una de esas fechas que, como tantas otras marcadas a fuego en el calendario, no son más que un invento de la sociedad de consumo en la que vivimos. El fútbol, como parte activa que es de esa sociedad, no se queda al margen. Los departamentos de marketing de los clubes, conscientes de este hecho y del aliciente añadido que supone que este deporte siga siendo consumido mayoritariamente por hombres, buscan sacar tajada de la ocasión. Descuentos en abonos, entradas, packs de productos de merchandising… cualquier opción es buena para agasajar a tu padre en su día regalando una porción del sentimiento que le acompañe el resto de días del año.

Sin embargo, los comerciantes no se dan cuenta de que el regalo que hace verdadera ilusión a un padre es ver su imagen reflejada en sus vástagos. No se trata de un reflejo físico, sino de la imitación de unos valores, pues como dijo Schiller «No es la carne y la sangre, sino el corazón, lo que nos hace padres e hijos”. Los corazones, como el consumismo, también tienen que ver con el fútbol, y los de una de las familias más importantes de la historia de este deporte son rossoneros.

La estirpe Maldini

Mencionar el apellido Maldini no es solo invocar a los mitos del fútbol, sino también pensar en padres e hijos. El primero de la dinastía, Cesare,  disputó 12 de los 15 años que estuvo en activo en las filas del AC Milán. Seguramente durante los 84 años que vivió no celebró ningún Día del Padre tanto como el del 20 de enero de 1985. Sí, 20 de enero, no 19 de marzo. Ese fue el día que vio a su hijo Paolo debutar con la camiseta del Milán, su particular Día del Padre, pues fue ahí cuando recibió el mejor regalo de todos: su hijo estaba siguiendo sus pasos.

Paolo, que dejó el fútbol en el 2009 después de 25 años defendiendo la misma camiseta que su progenitor, ansía poder disfrutar de un Día del Padre como el que él mismo brindó a Cesare.  En su caso, los que podrían producirle semejante satisfacción son Christian (que juega en un equipo de la Serie C, tercera división italiana) y Daniel (que debutó con la zamarra rossonera el pasado 2 de febrero [-artículo actualizado a 2020-]). En este nuevo eslabón, la alegría sería doble: además de defender el club de los amores de su padre, los pequeños de la saga Maldini son los únicos jugadores que podrían llevar en la camiseta el dorsal 3, pues este fue retirado en el mismo momento en el que su padre decidió colgar las botas. Una retirada casi definitiva del número que había lucido durante tantos años, pues solo podrá volver a aparecer en la espalda de una camiseta rossonera en caso de ser la de Christian o Daniel.

De esta forma, pese a haber vivido ya varios años el Día del Padre, Paolo Maldini sigue esperando el mejor regalo que le pueden hacer sus hijos.

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