DIEGO TOMÉ CAMOIRA
Si por algo es conocida la Curva Nord del Estadio Olímpico de Roma es por ser el hábitat natural de los Irriducibili, el colectivo ultra de la SS Lazio alineado históricamente con posiciones cercanas al fascismo, y que, a lo largo de sus más de 30 años de historia, nunca han escondido dicha ideología. Sin embargo, esta circunstancia no es casual, y es que, la relación entre el fascio y el club biancocelesti, se remonta muchos años atrás.
Hay quien remonta incluso la relación de la Lazio con el fascismo hasta sus propios orígenes, cuando Luigi Bigiarelli fundó el club en el año 1900. Aunque el ideario de este suboficial Bersaglieri, pudiese entroncar con un cierto nacionalismo italiano, no se deben unir los orígenes del club con el fascismo. Debe recordarse que el ideario fascista no surge hasta 1919 con la irrupción de los Fasci Italiani di Combattimento, y no se convierte en fuerza hegemónica hasta la Marcha sobre Roma liderada por Benito Mussolini en 1922.
Bajo el mandato mussoliniano
El triunfo de los camisas negras en la Marcha sobre Roma, que acabó por proclamar a Mussolini jefe de estado italiano, supuso la primera asociación entre el conjunto lacial y el fascismo. El ex diputado socialista, vio en las alusiones al pasado imperial de la Antigua Roma, encarnadas en el águila como seña de identidad del club, un medio para identificar a la sociedad deportiva con el nuevo régimen que se estaba desarrollando en el país transalpino.
Ante los intentos llevados a cabo en el seno del Partido Fascista por crear una escuadra que unificara a todos los clubes romanos bajo unas mismas siglas, la Lazio, presidida por el General Vaccaro, se opondría. De esta forma, y pese a no seguir las directivas del partido, el “equipo de Mussolini” mantuvo su estructura; al tiempo que la fusión del resto de conjuntos capitalinos, llevó a la fundación del AS Roma.
Pistolas, fasces… y el triunfo
En una época en la que Italia contaba con el partido comunista más poderoso de occidente y la cultura antifascista de posguerra vivía su apogeo con los films y ensayos de autores como Pier Paolo Pasolini Pasolini o Bernardo Bertolucci, un reducto de jóvenes futbolistas, aunaban el dar patadas al balón con el pistolerismo. Así lo expone el propio Pasolini en alguno de sus escritos, donde describe a los jugadores laciales como un “grupo de jóvenes fascistas”. No obstante, Guy Chiappaventi, autor del libro pistole e palloni, la obra más reseñable sobre este controvertido conjunto, apunta que tachar a aquel grupo de fascista sería una simplificación, así como que la coyuntura que se vivía en aquel vestuario, era habitual en la Italia de la época, en los conocidos como Anni di piombo (Años de plomo).
Habitual o no, lo cierto es que aquel vestuario tenía la misma facilidad para marcar goles que para empuñar armas. Tanto es así, que los pupilos de Tommasso Maestrelli, acudían con sus revólveres a cada uno de los entrenamientos, unos entrenamientos marcados por una peculiaridad.
Pese a que una buena parte de aquel grupo de jóvenes estaba inclinado hacia posiciones fascistas o, al menos, próximas al Movimiento Social Italiano, existían dos claros bandos en aquel vestuario. El primero, liderado por Giorgio Chinaglia, delantero estrella del equipo y proveniente de una familia obrera que había emigrado hasta Inglaterra para dedicarse a la minería. El segundo, por el lateral Gigi Martini, quien a la postre sería diputado por Alianza Nacional entre los años 1996 y 2001.
Aquel conglomerado de jóvenes patriotas y ultranacionalistas, dejaban las rencillas a un lado cada vez que el esférico echaba a rodar. Así, y con Maestrelli llevando a duras penas las riendas de aquel doble vestuario, la Lazio se alzaba, para sorpresa de todos, con su primer Scudetto en la temporada 1973/74.
Di Canio y los Irriducibili
Aquella escuadra era admirada desde la televisión por un jovencísimo Paolo Di Canio, quien vivió aquellos instantes de gloria como su primer acercamiento al fútbol.
Tan impresionado quedó con dicha hazaña, que no sólo se declararía fanático biancocelesti para el resto de sus días, sino que, actualmente, el polémico ex futbolista y actual entrenador, se declara admirador de Mussolini y fascista sin complejos. Para muestra de ello, sus celebraciones realizando el saludo romano junto al grupo ultra situado en la curva norte del estadio olímpico al cual perteneció, los Irriducibili.
Este grupo, fue fundado en 1987 por coetáneos de Di Canio, quienes, al igual que el ex futbolista, crecieron admirando a aquella ‘Lazio de las pistolas’. El grupo, con un historial delictivo plagado de racismo y xenofobia a sus espaldas, hacen de la politizada curva un punto de encuentro para gran parte de los fascistas romanos cada fin de semana.
Guste más o guste menos, queda claro que la historia de la SS Lazio está irremediablemente ligada al fascismo en Italia.
Società e tifosi. Entrambe le parti andrebbero fatte sparire. pic.twitter.com/steTwehjTZ
— So Lillo (@SoLillo1Scl) October 20, 2021