LUCAS MÉNDEZ VEIGA
En una de las ciudades más representativas de la región de la Toscana, el calcio ya no es lo que era. Aunque no siempre fue así. En la ciudad del Palio, del majestuoso Duomo o la Piazza del Campo, el equipo de la ciudad fue sentenciado a muerte hace años. Después de haber saboreado la élite futbolística, la Robur Siena es hoy una moribunda squadra que todavía busca identidad después de muchísimos problemas.
La gloria de un humilde
A pesar de tratarse de una ciudad de tal importancia histórica, la humildad del club siempre ha acompañado a las diferentes etapas por las que ha ido pasando. A día de hoy asistimos a ejemplos como el del Sassuolo, un club pequeño que incluso debe disputar sus encuentros fuera de su ciudad natal. Equipos como el Siena de principios de siglo hicieron que muchos, como hoy con los neroverdi en Serie A, se frotasen los ojos. No obstante, hablamos de un club que no pisó la máxima categoría del fútbol italiano hasta la temporada 2002/2003. Pero la ciudad toscana es algo distinto: una ciudad cuya cantidad de turistas anuales multiplica por veinte una población de tan solo 54.000 habitantes.
Preguntando en la ciudad del Palio, hay dos nombres que vienen a la mente de todos los tifosi bianconeri: el presidente Paolo de Luca y el entrenador Giuseppe Papadopulo. Ambos gestaron un equipo que aunaba nombres todavía desconocidos —como el brasileño Rodrigo Taddei que después haría carrera en Roma— y baluartes del fútbol patrio como Enrico Chiesa, uno de los integrantes del gran Parma de los 90, internacional y hoy orgulloso padre de la joven perla fiorentina que brilla unos kilómetros al norte de Siena. La temporada 2003/2004 supuso la llegada del equipo a la élite para, pensaron muchos, establecerse de una manera casi definitiva. Lograron arrancar siete temporadas consecutivas en la A pero comenzaron los problemas.
En la ciudad del Palio, el calcio ha dejado de ser importante. La caída del Robur Siena ha dejado prácticamente solo al equipo | Fuente: Janus Kinase, CC BY-SA 2.0 , via Wikimedia Commons & ciocci, CC BY 2.0 <https://creativecommons.org/licenses/by/2.0>, via Wikimedia Commons
Un enclave magnífico que se olvidó del fútbol
En la ciudad nació la banca más antigua del mundo, la Monte dei Paschi, todavía hoy en funcionamiento y que se convirtió en símbolo a la altura de su Duomo de mármol blanco y verde. Además, el equipo de baloncesto, la Mens Sana Basket 1871, colecciona un palmarés envidiable de ocho ligas nacionales —la última en 2013—, cinco Copas y siete Supercopas. Y el famoso Palio en su icónica Piazza del Campo. Una carrera de caballos de origen medieval que cada verano desde el siglo XV enfrenta a los barrios —o contradas— y reúne multitud de adeptos alrededor de su plaza principal.
El club incluso se vio inmerso en la famosa investigación del Calciopoli: las históricas victorias del conjunto sienés ante el AC Milan y el Livorno estuvieron bajo sospecha y la investigación salpicó a la ciudad toscana.
En medio de todo esto, su equipo de fútbol fue durante un tiempo un orgullo. Volvemos a hablar de los héroes locales y principalmente de Paolo de Luca. El legendario presidente sienés murió el pasado 30 de marzo de 2007, solo un día después de haber vendido su accionariado a Giovanni Lombardi Stronati y ahí comenzó la caída. Aguantaron dos años más en la élite, no sin heroicidades.
Por el banquillo del Artemio Franchi —no confundir con el homónimo estadio de la Fiorentina— pasaron técnicos como Marco Giampaolo, hoy en el Torino, quien consiguió el récord de puntos (44) en la historia del club en Serie A. Sin embargo la época se caracterizaba por los giros de timón inesperados y tras una pequeña racha negativa, el joven técnico fue cesado. Con tantos vaivenes, falta de liquidez, idas y venidas de técnicos y dueños, el equipo dio con sus huesos en la Serie D. Los problemas financieros ahogaron a los bianconeri que acabaron refundándose con el nombre de Robur Siena Società Sportiva Dilettantistica en 2014.
Reconstruir Siena
Para llegar a esa refundación, hay que hablar de un romano. Después de que la familia Lombardi Stronati vendiese su parte del club, en enero de 2010 este pasó a manos de un empresario de la capital italiana, Massimo Mezzaroma. En mayo de ese año, el equipo volvía a la Serie B. Un auténtico ‘equipo ascensor’ que no conseguía la regularidad de antaño. Y se apuesta por un técnico joven, de apellido Conte. De nombre Antonio y hoy copando portadas de medios deportivos.
Con el preparador leccesse el equipo hace una sensacional campaña, coronada con un nuevo ascenso a la Serie A. Pero la fama del técnico, metódico y estudioso del calcio, llama la atención del otro equipo bianconero de Italia, la Juve. Y tal y como vino sembrando ilusión y devolviendo al equipo a la élite, se fue. Como un espejismo, un oasis en medio del desierto de la Robur en la última década.
Después del enésimo verano de decepción, una nueva cara llegó a Siena. Anna Durio aterrizó un agosto de 2016 para volver a cimentar un futuro esperanzador. Con un objetivo realista: volver poco a poco, volver a su sitio, llegar a la Serie B. Y después de algún que otro traspiés más, decidieron darle las llaves de la squadra a dos leyendas, Michele Mignani como entrenador y Simone Vergassola como segundo. El primero, defensa agerrido entre el 1997 y 2006; el segundo con once temporadas a sus espaldas con la zamarra de la Loba.
Hoy es un conjunto alejado de los focos. Siena siempre ha sido una plaza difícil. Es difícil convivir con tanta historia. Se trata de un conjunto humilde que sigue buscando su sitio.