Miguel Alonso, en su etapa en Valencia | Fuente: Twitter
Miguel Alonso, en su etapa en Valencia | Fuente: Twitter
DIEGO GÓMEZ GARCÍA

En una época en la que muchos se empeñan en encontrar el estilo futbolístico perfecto, hay tipos como Miguel Alonso(Moaña, 1978) que desechan por completo las verdades absolutas. Hace casi diez años su camino se cruzó con el del entrenador y ex capitán del Sevilla Pablo Alfaro y hasta ahora han venido formando una asociación que ha pasado por los banquillos de Pontevedra, Recreativo de Huelva, Leganés o Huesca. Alonso, que siempre ha sido el principal apoyo para Alfaro en el trabajo táctico, habla con Mundo Esférico sobre su carrera, su visión del fútbol y sobre una labor a veces tan desconocida como la del segundo entrenador.

En el momento de la entrevista, Miguel Alonso y Alfaro seguían en paro. Sin embargo, esta misma semana el técnico zaragozano fue contratado por el Ibiza. Y de esa aventura, el protagonista de este texto ha decidido no formar parte. Al menos, por lo que resta de esta temporada. Se vuelvan a unir sus caminos o no, estos son los pensamientos y los sentimientos de un hombre que vive por y para el fútbol.

Pregunta: Este 2019 se cumplen diez años desde que, en 2009, comenzó a trabajar con Pablo Alfaro. ¿Cómo se creó esa alianza?

Respuesta: En noviembre de 2009, Roberto Aguirre -en la actualidad entrenador de Unionistas- fue cesado de su puesto como entrenador del Pontevedra. Durante el verano anterior, Alfaro ya había sonado como uno de los posibles candidatos para ocupar ese banquillo, aunque al final la operación no llegó a hacerse. Así que yo ya estaba de segundo entrenador con Roberto y me quedé cuando llegó él a sustituirlo. Tenía poca experiencia entrenando y se apoyó mucho en mí y en el resto del cuerpo técnico -Borja Ropero, Martin-Ragg y Félix Fernández- y en el conocimiento que teníamos de la plantilla para que le introdujésemos en el día a día del grupo. Invertimos muchísimas horas juntos para sacar aquello adelante. Y de allí surgió aquella relación que sigue aún a día de hoy. Con sus claroscuros, creo que ha sido beneficiosa para ambos.

P: Aquella temporada, ustedes consiguieron que una gran plantilla -con Iván Malón, Pepe Aicart, Iván Carril o Charles Dias, por ejemplo- que estaba completando una temporada irregular acabase metiéndose en el playoff de ascenso. ¿Cuáles fueron las claves de aquel cambio?

R: Ante todo quiero ser justo también con Roberto Aguirre, pero lo cierto es que se dio cuenta tarde de qué cosas le hacían falta a aquel equipo. A él lo cesaron un martes y justo el día anterior le había dicho a la plantilla que iban a cambiar una serie de aspectos que eran necesarias con respecto al planteamiento de los partidos. Por desgracia no le dieron el tiempo suficiente, pero comenzamos a trabajar en ello con Pablo. Cuando un entrenador nuevo llega, la predisposición de los jugadores, sean titulares o no, aumenta. Y lo cierto es que Alfaro dio de lleno en la tecla con respecto a lo anímico y en dotar al equipo una mayor solvencia defensiva. Al principio se nos echó en cara el no jugar como había sido habitual con Aguirre, pero a base de ser más fuertes en lo defensivo acabamos convirtiéndonos en un equipo ganador.

En Huelva, el primer y el segundo entrenador eran el ex capitán del Sevilla y el ex capitán del Betis. Y aun así, me daban voz y voto. Me sentí muy valorado – Miguel Alonso

P: Desde entonces, siguieron juntos casi diez años. ¿Por qué?

R: Fue una decisión, sobre todo, de Pablo. Al final de aquella temporada lo llamó el Recreativo de Huelva -por aquel entonces en Segunda- y él quiso llevarse a la mayoría de los componentes del cuerpo técnico que había tenido en Pontevedra. Por desgracia, el Recreativo le impuso un segundo entrenador. Así que yo pensé que se llevaría a Borja Ropero como preparador físico, pero para mi sorpresa me propuso a mí el asumir ese cargo además de la posibilidad de colaborar, también, en el trabajo táctico. Como también tengo la titulación en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte podía hacerlo. Era una oportunidad muy buena en Segunda División y decidí aceptar. Era una oferta irrechazable, además de lo económico, en lo puramente laboral.

P: Pero aunque al principio trabajó también como preparador físico, con el tiempo se ha ido especializando como segundo entrenador. 

R: Sí, pero es que muchas veces hay que adaptarse a la infraestructura de cada club. En algunos, he tenido que hacer, además de mi función principal, otras como scouting y montaje de vídeos. En otros, he tenido mucho más apoyo y me he podido centrar en el aspecto táctico y en el ser segundo entrenador, que es lo que a mí más me gusta y en lo que más puedo ayudar al equipo. Además, y aunque no tengo por qué darle jabón a Pablo, ya que tenemos una relación más que fluida, lo cierto es que yo disfruto mucho cualquier función si la desempeño con él, porque siempre me he sentido muy valorado. Incluso cuando yo era preparador físico en Huelva y el segundo entrenador era Juan Merino. Por encima de mí estaban el ex capitán del Sevilla y el ex capitán del Betis. Y aun así, yo tenía voz y voto.

P: Para el público general, la función del segundo entrenador puede resultar un poco desconocida. Habitualmente, suele pensarse que es muchas veces un intermediario al que los futbolistas se dirigen cuando hay algo que no pueden o no quieren decir al técnico principal. ¿Es cierto?

R: Es así. Muchas veces, para lo bueno y para lo malo, el jugador se dirige a ti para comentarte según qué cosas. Y a veces hay que decidir si se le dicen y cómo y cuándo se le dicen al primer entrenador. Una vez, de hecho, cuando estábamos en Leganés, nos hicieron una entrevista y nos hicieron una pregunta como esta. Nos preguntaron que si la labor del segundo entrenador era la de hacer de poli bueno y la del primero de poli malo. Y Pablo Alfaro respondió que para nada, que allí el poli bueno era él y el poli malo era yo (ríe). Y es que yo siempre he tenido fama de tener un carácter bastante agrio. Pero el caso es que los futbolistas suelen tener claro que lo que el primer entrenador dice va a misa también y que lo que dice el segundo también, pero tiene que estar respaldado por tu superior. Sino, estás liquidado. Y yo, en ese sentido, siempre he sentido el respaldo de Pablo.

El empezar y terminar un proyecto es un debe que tenemos en nuestra carrera – Miguel Alonso

P: Durante estos diez años han pasado por muchos banquillos -Pontevedra, Recreativo, Leganés, Marbella, Huesca, Mirandés, etc.- pero nunca permanecieron en ninguno más de dos años. ¿Por qué cree que no acabaron de echar raíces en ninguna parte?

R: En Miranda es donde quizá estuvimos más tiempo. Porque en Pontevedra, Pablo llegó en noviembre de 2009 y al final de esa temporada pudimos, entre comillas, promocionar a un equipo de superior categoría como el Recreativo de Huelva. Dos años después firmamos en Leganés, que era una apuesta casi a ciegas por un club recientemente salvado tanto de un descenso a Tercera División como de la desaparición. Y aquel año, con una plantilla hecha de retales, por así decirlo, realizamos una gran temporada y le disputamos el liderato a un Tenerife que acabó ascendiendo al superar con mucha solvencia el playoff. En su momento no recibimos una oferta de renovación, así que aceptamos la oferta de un Huesca que un mes después acabó descendiendo a Segunda División B. El caso es que cambiamos de aires y la verdad es que no nos salió nada bien por cuestiones al margen de lo deportivo. Luego nos marchamos a Marbella para empezar a trabajar en el mes de diciembre. Hicimos muchos fichajes, pero el equipo no acabó de arrancar y fuimos cesados. Y entonces, apareció la oferta del Mirandés para dirigirlo tras su descenso, también, a Segunda División B -la temporada pasada lograron el campeonato liguero pero no lograron ascender-. Lo cierto es que creo que sí que es un debe en nuestra trayectoria el no haber acabado un proyecto de dos o tres años en ninguna parte.

Alfaro y yo no jugábamos de una forma u otra en función del rival. Pero sí ajustamos cosas para aprovechar sus debilidades – Miguel Alonso

Miguel Alonso, a la derecha, junto a Alfaro | Fuente: CD Mirandés
Miguel Alonso, a la derecha, junto a Alfaro | Fuente: CD Mirandés

P: Ahora que está en paro, ¿cuáles son los deberes que debe hacer para no desactualizarse?

R: Lo más complejo de todo es el seguir conociendo el mercado. Y aunque a veces viene bien desconectar, no se debe perder el control, sobre todo, de la gente. Es bueno verse dos o tres partidos cada fin de semana, ya sea en directo o por televisión. La gente piensa que los entrenadores vamos de buitres a los campos para ver si el equipo local pierde, pero la realidad es que vamos a ver jugadores y sistemas de juego y soluciones que plantean los entrenadores. Al final, todos aprendemos unos de otros.

P: Durante estos años el fútbol ha cambiado muchísimo. Y con él, seguro que también las ideas, los métodos y el estilo propuestos por ustedes. 

R: Hemos evolucionado más en los métodos de entrenamiento que en el propio plan de partido. Tendemos a ajustar cosas en función del rival, pero es algo que hemos venido haciendo desde nuestros inicios. En el primer partido con el Pontevedra, por ejemplo, jugamos en Barreiro contra el Celta B. Y utilizamos por dentro a un jugador de banda como Gerardo Carrera para que rompiese a correr por sorpresa a la espalda de su lateral izquierdo. El caso es que solemos fijarnos mucho en las debilidades del rival para poder potenciar aspectos propios. En lo que más hemos crecido, como digo, es en el método. Y en cuanto a los modelos de juego, por ejemplo, el año pasado fuimos capaces de utilizar de forma eficiente dos o tres distintos incluso dentro del mismo partido. Yo creo que los Mundiales de fútbol marcan mucha tendencia. Y el año pasado vimos a muchos equipos, por ejemplo, jugar con línea de tres o de cinco. Eso marca tendencia y muchos equipos lo han ido adoptando.

P: En su cuenta de Twitter, suele dedicarse a tratar de desmentir mitos acerca, tanto del fútbol como de la salud y el deporte en general. ¿Por qué cree Miguel Alonso que, hoy en día, existen tantas falsas creencias?

R: Básicamente vienen por culpa de los excesos de información. Por ejemplo, con un solo click aparecen un montón de informaciones sobre cómo perder grasa, por ejemplo. Y la gente no filtra todos los datos que recibe, sino que suele dar más credibilidad a aquellos que tienen más seguidores o dicen lo que parece más fácil. Yo, además de entrenador de fútbol, también soy entrenador de personas normales y me da rabia que la gente dé semejante crédito a toda una serie de personajes conocidos, sí, pero que suelen hablar y difundir sin ningún tipo de respaldo científico. También es cierto que a mí no me gusta ser extremista y, aunque había cosas que hace treinta años eran evidencias, eso no significa que ahora lo sigan siendo. Y, claro, del mismo modo no todo lo más moderno es lo correcto. Hay que buscar el término medio y no creer a ciegas en nada.

P: Eso que dice sobre no irse a los extremos viene muy a cuento para hablar, por ejemplo, de si está usted de acuerdo o no con afirmaciones como las que hizo Quique Setién acerca de la manera de jugar del Leganés. 

R: Al final, hemos visto que un modelo de juego le ha ido muy bien tanto al Barcelona como a la Selección Española. Y en los intentos de muchos técnicos por copiarlos, se han ido desacreditando otros modelos, simplemente, por una cuestión de modas, publicidad o malas intenciones por parte de alguna prensa. Hoy en día parece que si juegas directo no juegas a nada, que si te repliegas eres un cobarde, que si juegas a la contra no sabes dar tres pases y que metes muchos de tus goles a balón parado no te importa la posesión. Somos tan reduccionistas que acabamos siendo ridículos y logramos hacer afirmaciones como las de Setién, que se preocupa más de las propuestas de otros entrenadores que de defender la suya.

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