DAVID FERREIRO PÉREZ
Cuando un jugador abandona el equipo de toda su vida lo suele hacer en busca de nuevas oportunidades, de pelear por títulos o de progresar como jugador, buscando siempre el más alto nivel. Sin embargo, a veces los sueños se truncan porque las cosas no salen siempre como uno quiere.
Llegados a este punto, muchos son los que deciden volver a casa para relanzar su carrera en busca del protagonismo y de los minutos de los que no gozaron durante su aventura. Denis Suárez es el último de una larga lista de cracks que volvieron para crecer de la mano del equipo sus amores.
El Celta de los canteranos
El caso de Denis Suárez no es único en el Celta de Vigo, que ya repescó en los últimos años a varios jugadores de su cantera, como fueron los casos de Rafinha -aunque este en forma de cesión por una temporada-, David Costas o, especialmente, Iago Aspas.
Y es que el caso del ‘Zar de las bateas‘ es el mejor espejo en el que puede mirarse Denis. Un jugador que, al igual que él, salió del club de su vida a uno de los grandes de Europa, en su caso el Liverpool, para regresar dos años después -previo paso por el Sevilla FC– y romperla. Tras su regreso, Aspas demostró ser un jugador diferencial, se hizo un nombre a base de goles y de calidad e incluso se asentó en la selección absoluta.
Aunque si hay algo que tener en cuenta es que Denis nunca vistió la celeste con los mayores. Emigró muy joven rumbo al Manchester City, después trató de hacerse un hueco en el FC Barcelona aprovechando sus cesiones en el Villarreal y en el Sevilla, donde demostró un gran nivel, aunque lo cierto es que su última aventura en el Arsenal no fue tan fructífera.
Llegados a este punto y con varias ofertas importantes sobre la mesa, algunas de equipos que incluso juegan competición europea, Denis decidió que ahora, cuando aún puede aportar algo al equipo, era el momento de volver a casa, de intentar crecer junto a su querido Celta de Vigo.
Nunca es tarde si la dicha es buena
Otros optan por volver a casa en los últimos años de su carrera, aunque esto no significa que vuelvan pensando en un retiro dorado. Este año, sin ir más lejos, LaLiga Santander pudo disfrutar, de nuevo, del talento de Santi Cazorla, quién volvió al Villarreal tras varios años en el Arsenal y una aventura en el ‘EuroMálaga‘. Un Santi Cazorla que venía de vivir un auténtico calvario de lesiones que a punto estuvieron de obligarle a dejar de practicar su deporte favorito.
Aunque su vuelta a Villarreal se vivió con especial ilusión, pocos podían imaginar que el menudo centrocampista volvería convertido en héroe, puesto que no solo se convirtió en una pieza fundamental para que el Villarreal salvara la categoría, sino que incluso volvió a la selección española con 34 años. Todo un ejemplo de superación.
Gallina vieja hace buen caldo
En Sevilla ocurrió un caso similar en los dos equipos de la ciudad. Primero fue el caso del Sevilla FC, que recibía de vuelta a un José Antonio Reyes en 2012 tras ocho años fuera de Nervión. Con 28 años y teóricamente venido a menos, Reyes demostró que aún tenía la misma magia que había enamorado en el pasado al Ramón Sánchez Pizjuán. Se fue del equipo tras cuatro temporadas y media y con tres Europa Leagues consecutivas bajo el brazo, que unidas a las dos que ganó con el Atlético de Madrid lo convierten en el jugador que más veces levantó dicho trofeo.
Un poco más tarde, en 2015, le tocó el turno al hijo pródigo de la parroquia verdiblanca: Joaquín Sánchez. Algo más mayor que su homónimo sevillista, Joaquín aterrizó en el Benito Villamarín con 34 años. Muchos catalogaron su regreso como un retiro dorado, pero nada más lejos de la realidad. Cuatro temporadas después y con casi 38 años a sus espaldas, el ágil extremo está viviendo una segunda juventud y se ha vuelto a convertir en el auténtico alma del equipo.
Un caso similar a estos es el de Fernando Torres. El ariete de Fuenlabrada regresó al Atlético de Madrid en enero de 2015, casi ocho años después de su partida. Con problemas con las lesiones, pocos esperaban que el ‘Cholo’ Simeone pudiera sacarle algo de jugo al artillero de 30 años, pero este demostró lo contrario. Y es que aunque el Fernando Torres que regresó estaba muy lejos del que se fue, el jugador demostró que con la camiseta de su ‘Atleti‘ podía mostrar mucho más fútbol aún.
¿Segundas partes nunca fueron buenas?
Pero no siempre volver a casa es sinónimo de volver a brillar, o al menos no del todo. Que se lo digan, por ejemplo, a Cesc Fàbregas. El que fuera canterano culé aterrizó en Can Barça tras convertirse en leyenda del Arsenal y, aunque no jugó mal, tampoco terminó de cuajar.
En un FC Barcelona que por aquel entonces estaba viviendo su época más dorada con Pep Guardiola en el banquillo, al de Arenys de Mar le costó encajar en el equipo. Nadie dudaba de su calidad, pero por aquellos años Xavi Hernández y Andrés Iniesta eran los indiscutibles dueños del medio campo culé. Probó en otras posiciones, como el famoso ‘falso 9’, pero su aventura finalizaría tras tres años de blaugrana. La necesidad de hacer caja para completar el equipo y el hecho de que el jugador no era indiscutible fueron los motivos que le llevaron de vuelta a la Premier League.
Casos distintos
El caso de Lucas Pérez, sin embargo, es más particular. El coruñés, que nunca había vestido la camiseta del primer equipo del Deportivo de la Coruña antes, vivió las dos caras de una misma moneda. Primero entre 2014 y 2016, cuando rindió a un nivel muy alto y se convirtió en el ojito derecho de Riazor. Con el descenso del equipo, probó fortuna en el Arsenal, aunque las cosas por Londres no le fueron del todo bien.
En 2017 regresaría como cedido al Deportivo y ahí, al parecer, la llama se apagó. Lucas no volvió nunca a ser ese jugador determinante que en su momento pareció. Su nivel estaba lejos del mostrado en su primera experiencia en Coruña y con el nuevo descenso del equipo, se volvió a Inglaterra con una sensación agridulce.