La selección de fútbol de Cuba en un encuentro de la Copa Oro frente a Estados Unidos en 2015 | Fuente: fuseboxradio - CONCACAF Quarter-Finals (USA vs Cuba) - Baltimore, MD (July 2015), CC BY-SA 2.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=41829168
La selección de fútbol de Cuba en un encuentro de la Copa Oro frente a Estados Unidos en 2015 | Fuente: fuseboxradio – CONCACAF Quarter-Finals (USA vs Cuba) – Baltimore, MD (July 2015), CC BY-SA 2.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=41829168
LUCAS MÉNDEZ VEIGA

@LMendez8

La paulatina apertura de uno de los últimos bastiones comunistas de Occidente ha traído la globalización esférica a Cuba. El fútbol es hoy el deporte más admirado por sus habitantes, desplazando así al béisbol, símbolo del castrismo y deporte nacional durante décadas.

Con Internet, en Cuba nace la pasión

En 2014 el Gobierno de Raúl Castro comenzó a abrir el país al libre acceso a Internet. Varios vecindarios comenzaron a contar con su propio wifi, se desbloqueó el acceso a navegar con datos en los terminales particulares, se crearon puntos de libre navegación en las calles… y todo eso favoreció a un crecimiento exponencial del deporte rey en Cuba.

Hasta ese entonces, solo algunos privilegiados podían acceder a televisión por satélite para disfrutar del mejor fútbol del planeta. Con la llegada del menor de los Castro al poder se permitió el acceso de los cubanos a los hoteles de la isla y los lugareños comenzaron a frecuentar sus bares para disfrutar de grandes eventos deportivos, entre los que, cómo no, llamaron la atención los futbolísticos. También ayudó el continuo bajón del nivel de la liga cubana de béisbol. El deporte del bate vio como sus mejores peloteros abandonaban la isla en busca de grandes contratos en la mejor liga del mundo, no muy lejos de allí, en Estados Unidos.

El deporte de origen americano perdió peso —en datos relativos, ya que sigue estando muy extendida su práctica— y con la apertura a Internet los cubanos comenzaron a consumir fútbol de todos los continentes por televisión, en portales web, en revistas y periódicos especializados y generando su propio contenido. De este modo surgieron publicaciones específicas sobre actualidad e historias del balompié mundial, además de nuevas plataformas como Youtube en las que empezaron a proliferar perfiles que hablaban única y exclusivamente de fútbol. El interés era mayor y la demanda no paró de crecer en Cuba.

El esférico que fue creciendo

El fútbol jugado en Cuba es todo un misterio fuera de sus fronteras. Se trata de una liga amateur y humilde, mientras que el combinado nacional solo consigue rescatar un par de empates en cada proceso clasificatorio para los campeonatos mundiales y regionales, antes de caer eliminada.

El hermetismo sobre su fútbol reinaba desde que en 1959 llegó Fidel Castro al poder. Tan solo algunos clubes de nuestro país como Real Madrid o RCD Espanyol consiguieron pisar suelo de la isla para partidos y eventos de exhibición mientras que conjuntos sudamericanos como el Colo Colo chileno o Velez Sarsfield argentino también llegaron a participar en amistosos en Cuba. Sin embargo cambiaron cosas y se crearon instituciones como el Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación, además de prohibirse el profesionalismo en la disciplina.

A partir de los años 60 y con eventos como los Juegos Panamericanos y Olímpicos fue creciendo la popularidad del deporte y el deportista cubano, y se empezó a ver con otros ojos la realidad y competitividad que podía tener la isla en materia deportiva. Hacia finales de los 90, y con la creciente popularidad del balompié en el mundo, se cambió la perspectiva. El organismo rector del fútbol cubano se miró en el espejo exitoso de su vecina Jamaica y se trata de imitar un modelo que les permita competir en el primer nivel.

Los amos del fútbol sala

Que durante varias décadas se usasen los grandes terrenos para prácticas de béisbol o de otras disciplinas deportivas, favoreció que los cubanos apasionados por la pelota encontrasen acomodo en espacios más reducidos. Solo así se explica el dominio que hay en la isla del balón de fútbol sala. El deporte balompédico de pista es el más practicado en la geografía caribeña y esto se sustenta con datos: cinco participaciones en campeonatos del mundo de fútbol sala y el actual título que ostentan como campeones caribeños en la disciplina.

En parques, pistas, jardines o calles. Cualquier sitio es bueno para practicar el fútbol sala en Cuba y con este crecimiento se han conseguido grandes medidas para el crecimiento y la expansión de la práctica deportiva. Hace tres años el Gobierno Cubano aprobó una ley que permitía a sus profesionales firmar un acuerdo con clubes extranjeros. Entendieron que era una de las maneras idóneas de expandir la ‘marca Cuba’. La falta de infraestructuras sigue siendo un problema en la isla y de ahí que se haya abierto el abanico de posibilidades para grandes talentos como los que integran el combinado nacional de futsal. Además, Cuba cuenta con dos de las tres árbitras FIFA en la zona caribeña.

Partido de fútbol sala en Marinao, Ciudad de la Habana, Cuba | Fuente: Pedro Gustavo Suárez Marty, CC BY 3.0 <https://creativecommons.org/licenses/by/3.0>, via Wikimedia Commons
Partido de fútbol sala en Marinao, Ciudad de la Habana, Cuba | Fuente: Pedro Gustavo Suárez Marty, CC BY 3.0 <https://creativecommons.org/licenses/by/3.0>, via Wikimedia Commons

Cuando toda Cuba jugó en la 4ª División alemana

En la ciudad de Bonn, otrora capital de la República Federal Alemana y lugar que vio nacer al genio musical Ludwig Van Beethoven, existe un club particular. El Bonner Sport-Club siempre ha frecuentado las divisiones más amateurs del balompié teutón. Entre la tercera y la cuarta división han vivido siempre en los más de 105 años de historia. También vivieron altibajos, tanto positivos como negativos. Frecuentaron un par de años la II. Bundesliga y también dieron con sus huesos en la quinta división alemana. Hacía 1977 eran más conocidos por sus chanchullos económicos y su nula gestión en esta materia, hasta el punto de que fueron el primer club profesional alemán en perder su licencia en dicho año.

A finales del 98, un dirigente del equipo vio un encuentro entre Brasil, mejor selección del mundo ese año, y el combinado cubano. El encuentro ‘solo’ finalizó 2:0 para la canarinha y el dirigente de nombre Hans-Robert Viol se quedó prendado del coraje de los cubanos. Se decidió a levantar el teléfono y llamar a la isla. Quería traerse para Bonn a alguno de esos guerreros. Al principio, la federación cubana rechazó el ofrecimiento alegando que expatriar a alguno de los suyos dañaría la unidad del país, pero finalmente fue el propio Fidel quien, dicen, accedió a dejar libres a los jugadores para que participasen en la cuarta división alemana.

El único requisito a cambio que pedían era una manutención y un hogar para que los jugadores cubanos encontrasen acomodo. El Bonner envió material deportivo a la isla y financió varias campañas de clubes locales con balones y equipajes. Dicen que, por aquel entonces, la Federación Cubana de Fútbol solo contaba con 11 esféricos por lo que el ofrecimiento fue bienvenido.

Un total de quince futbolistas y algunos cubanos más para integrar el staff —entre ellos cocineros y masajistas— partieron hacia el oeste de Alemania para participar en este intercambio. A principios del 99 todo estaba en marcha y ya pudieron competir en algunos encuentros. Todo formaba parte de una estrategia para que los jugadores cubanos cogiesen ritmo competitivo profesional, en una liga con táctica más avanzada y así poder optar a jugar la Copa del Mundo del 2002. Ni la FIFA ni el resto de organismos competentes encontraron atisbos de adulteración de la competición a falta de normativa oficial por aquel entonces.

Así nació la leyenda del club alemán que los medios de comunicación del país apodaron como “FC Fidel”. Es uno de tantos ejemplos de la relación que ha unido a Cuba con el esférico a lo largo de los años. 

Las gradas del estadio del Bonner SC siguen luciendo los colores de aquel hermanamiento futbolístico | Fuente: The Bundesliga Fanatic
Las gradas del estadio del Bonner SC siguen luciendo los colores de aquel hermanamiento futbolístico | Fuente: The Bundesliga Fanatic

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