LUCAS MÉNDEZ VEIGA
Fotografías de Carlos Riande
Su pasión, su vocación y su trabajo le han llevado hasta donde está. Tras dejar su Galicia del alma, Fernando González González, más conocido como Gonzo (Vigo, 1976) se ha ido labrando un dilatado recorrido en medios nacionales hasta que le ha llegado la oportunidad de su vida.
Hoy es una de las caras más reconocibles de la parrilla televisiva —a pesar de que estudió para ser hombre de radio— y un reconocido periodista ‘incómodo’ para la clase política. Al igual que cuando tuvo que trasladarse a Madrid, vivía bien, había conseguido su objetivo y en El Intermedio había encontrado su ‘familia’ durante nueve años. La guinda a una trabajada carrera periodística se la comunicó Jordi Évole: Gonzo presentará Salvados el próximo curso tras once años con el catalán al frente.
Galicia, rock y rap, periodismo y su Celtiña ‘con xente da casa‘. Encendemos la grabadora apremiados por el propio protagonista. Al igual que ha hecho durante toda su vida, quiere contarnos una historia. Esta vez es la suya propia.
Pregunta: Periodista, gallego y del Celta, reza tu biografía de Twitter. ¿En qué orden?
Respuesta: No hay ningún orden. Soy del Celta porque nací en Vigo, básicamente, ser gallego, no sé. No, no tiene ningún orden. No tiene criterio. Cuando abrí Twitter sí que dije ‘venga, yo voy a hablar aquí de muy pocas cosas’, que es de mi trabajo y de mi equipo… y por eso puse xornalista y celtista. Y galego pues porque sí, lo soy.
P: Buceando también en tu perfil de Twitter, en uno de tus últimos microvlogs dices que ‘cuanto mejor va un país, más necesario es el periodismo’. ¿Cómo de necesario es hoy en nuestro país?
R: Esa conclusión la saqué haciendo mi primer curro en la tele que era la sección del ‘¡Proteste Ya!’ y era la época en la que en España pensábamos que todo iba de puta madre. Y en los pueblos me decían ‘a ver qué vas a decir del pueblo, joder, que luego no viene la gente’ o hacíamos sobre todo mucha historia relacionada con el medio ambiente, que estaba sufriendo por la construcción de urbanizaciones en zonas que no deberían. Ahí nos dimos cuenta, cuando un país va bien siguen pasando cosas que sobre todo las pagaremos en el futuro. Parece que en el periodismo es como que somos los aguafiestas. Ahora mismo, España nos hacen creer, creo, que va mejor de lo que realmente va, porque cuando te vas a las estadísticas de cómo vive la gente… hostia, no hemos recuperado niveles que me parezcan a mí dignos de un país de la Unión Europea. Entonces, ¿qué necesidad hay de seguir contando que la ciudadanía en España no está a la altura de la calidad de vida que debería ser?
Luego, hostia, la clase política que hay tenerla atada en corto, desde el periodismo me refiero. A mí me parece un escándalo la clase política de hoy en día porque básicamente está utilizando los medios de comunicación, que no el periodismo, para situar sus mensajes. Hacemos esta entrevista dos días después de las agresiones violentas a Ciudadanos en el Orgullo. Si quieren saber lo que es una agresión violenta que hubiesen sido maricones o lesbianas hace treinta o cuarenta años en este país. Y un día antes hemos conocido en una exclusiva de El Diario como ese mismo partido tiene informes internos en los que lo único que destacan es la repercusión de los mítines en los medios de comunicación. Y se jactan de ‘lo que hicimos en el pueblo de Josu Ternera tuvo una repercusión brutal y grandes titulares’. Ejemplo: Podemos hace lo mismo, todos hacen lo mismo. Es la utilización de los medios de comunicación. En la situación en la que está el país: más periodismo que nunca. Pero del de verdad, no del que hacemos en televisión muchas veces o del que se puede hacer en medios escritos. Periodismo de echarle horas, de tener recursos y de encontrar la forma de despertar el interés de los lectores.
La futbolización de la política se convierte en el momento en el que todo se hace para la prensa. Las intervenciones no están pensadas para soltar argumentos y convencer a la gente sino para sacar el titular.
P: Y ese afán por querer contar historias, ¿te viene de siempre?
R: Me viene de siempre. Siempre me ha gustado hablar, ser charlatán, de pequeño en la familia me llamaban José María García pequeno, imagínate el coñazo de niño que podía haber sido (risas). Siempre me ha gustado y es lo único que se me da realmente bien o que yo crea que se me da bien. Y sobre todo es lo único que hago que no me cuesta trabajo porque soy un vago redomado y he dicho ‘hostia, tiremos por aquí’.
En la situación en la que está el país: más periodismo que nunca. Periodismo de echarle horas, de tener recursos y de encontrar la forma de despertar el interés de los lectores.
P: También me consta que te costó dejar Galicia. Estabas cómodo en Santiago, cerca de la familia… había conseguido realizar tu sueño en casa. ¿Cómo fue ese cambio de estar en casa a irte a Madrid?
R: Surgió. Fue una casualidad de la hostia. Yo no… por miedo. Basicamente por miedo. Cuando estaba en la carrera dije que iba a hacer radio, centrarme en irme a Galicia, no me atrevo a intentarlo en Madrid. Me apetecía pero era como ‘bah, paso’. Miedo, realmente era miedo. Estando en Galicia veo que el trabajo que va saliendo, que mis jefes confían en mí, que se me acaba un contrato y me ofrecen otro, que me presento a unas oposiciones y no me sale nada mal cuando yo era muy mal estudiante… Veo que van surgiendo cosas.
Y un día surge la posibilidad, casualmente, de hacer un casting para Caiga Quien Caiga. Y ahí ya piensas que es algo gordo, no me voy a hacer España Directo, con todos mis respetos, pero yo no me iría a Madrid a hacer España Directo. Ahora hacer Caiga Quien Caiga… sí. Y fue una casualidad: una amiga mía tenía un hermano que lo habían contratado como directo de contenidos y un día la llama, le dice que tienen un problema de la hostia porque no dan encontrado un periodista. Mi amiga le dice que tiene un colega que es periodista y que podría hacerlo guay y hago las pruebas y me pillan ahí. Es decir, no fue una decisión de ‘venga, vamos a dar un paso’, yo era muy feliz. Estaba empezando a dirigir un programa en Televisión Española en Galicia, que no veía nadie pero que a mí me hacía muy feliz y que me daba la libertad de experimentar con la narrativa audiovisual cuando yo venía de la radio, el equipo que trabajábamos que era de 3-4 personas nos llevábamos de maravilla y tenía trabajo, en la tele pública, con un sueldo que para vivir en Santiago estaba bien. Pero claro, de repente te ofrecen la posibilidad de hacer CQC y no podía decir que no.
Y eso que cuando a mi madre le había dicho, en la carrera, ‘voy a pillar radio’ ella me dijo ‘filliño, haz televisión oh, que da máis cartos’. Mira, mamá, ni me apetece vivir en Madrid, ni me apetece perder el anonimato, ni me apetece tener que ponerme camisas para trabajar y me acuerdo cuando me llamaron que me dijo ‘carallo, sota, caballo, rey’. La vida. Me llegó la oportunidad y hasta hoy, 14 años engañando al personal.
P: Caiga Quien Caiga se convierte en algo generacional. ¿Cómo vas digiriendo todo lo que se gesta en ese programa?
R: No lo pensaba, tío. No había tiempo y cuando lo había no quería pensarlo porque si no me entraba el vértigo. Es eso, un lunes me presento a un casting en Madrid, acabo de hacerlo, me dicen que me pillan y el martes estaba trabajando en Televisión Española. A parte, miércoles y jueves de esa semana tuve que dejar listo el trabajo de esa semana y de la siguiente. Y el viernes a las doce menos cuarto de la madrugada estaba en Madrid, sentándome en un avión con una persona que yo no conocía de nada y yéndome a Argentina a hacer un reportaje con Zapatero, cuando el día anterior había dejado hecho un reportaje sobre Quesada. Y ahí, en ese avión, dije ‘hostia, dónde me estoy metiendo’. Estuve media hora dándole vueltas y dije que no podía pensar en eso. ‘Azafata un whisky doble, por favor’. Me tomé el pelotazo y me quedé dormido porque me di cuenta que no podía pararme a pensarlo.
Durante unos dos, tres años, el ritmo de trabajo también nos lo permitía, no me paraba. Sobre todo hice muy buenos amigos, nos ayudábamos mucho a protegernos en ese rollo. Éramos los del Caiga, y además los que veníamos a sustituir a Wyoming, a Carbonell y Serxio Pazos… yo era el otro gallego del Caiga, tenía que superar a Pazos. Siempre fue tirar, tirar, tirar y si salía mal nos volvíamos a Galicia, que tampoco pasaba nada, siempre lo tuve claro. A los dos meses me di cuenta que era un cambio brutal y me quise volver, no me gustaba mucho lo que me mandaban hacer de vez en cuando hasta que llegó el ‘¡Proteste Ya!’ y ahí si encontré mi lugar.
Nadie en televisión tiene un presentador como Wyoming, que es el primero que te baja los humos demostrándote que es la persona más normal del mundo. En El Intermedio aprendí a darle forma a la excelencia. Preguntas pensadas, actitud pensada, preparárselo muy bien antes.
P: Te vas labrando casi desde el principio un papel de azote de la clase política, un crítico incómodo. Escuchando alguna de tus recientes declaraciones hablas de ‘futbolización de la política’. ¿Cómo has notado este cambio?
R: Esto ya viene de antes. Antes de que yo llegase a la tele, es todo rentabilidad e intereses. La futbolización de la política viene después de la futbolización del periodismo, incluso en el periodismo deportivo. Creo que fue a José Félix Díaz a quien le recuerdo leer hace muchos años una anécdota de que los periodistas que seguían al Real Madrid flipaban cuando venían los periodistas italianos que seguían la actualidad del Milan o del Inter y jugaban aquella vieja Copa de Europa. Recuerdo el detalle: visten unos zapatos Martinelli que yo no me los podría pagar con mi sueldo y empezaron a preguntarse ‘oye, ¿cómo podéis vivir tan bien y nosotros, que seguimos al club más grande del mundo, no nos lo podemos permitir?’.
En el periodismo deportivo ya no puedes ser, ya no digo objetivo, no. Digo no puedes ser neutral. Tienes que ser de un equipo. Si eres el Marca, el Marca tiene que ser del Madrid, ser portavocía del Real Madrid. A partir de ahí se ha convertido en lo que se ha convertido. Eso ya me pilló en la facultad, cuando El Mundo se convierte en un azote de la corrupción pero acaba derivándose en un azote de Felipe González y del Gobierno socialista. Y El País se convierte en la defensa de eso, que ya venía siendo un instrumento del Partido Socialista.
La futbolización de la política se convierte en el momento en el que todo se hace para la prensa. Las intervenciones no están pensadas para soltar argumentos y convencer a la gente sino para sacar el titular. Y cuando los medios consiguen que la ciudadanía no se fije tanto en el cuerpo de la noticia sino solo en el titular. Hostia, te empiezas a hacer ideas en base a frases cortas, que no están analizadas, no profundizas, y eso lleva a razonamientos cortos. Y el fútbol es razonamiento corto: yo soy de mi equipo, me la trae floja lo que haga, bien o mal. Lloraría un día un descenso del Celta, ese día me voy a la cama y digo ‘no vuelvo a ver un partido más, no tengo por qué irme así de triste’ y al día siguiente te levantas y piensas ‘bueno, igual en Segunda no vivimos tan mal…’.
Eso ha pasado con la política, nos han convencido de eso y vivimos con las redes sociales, que son la máxima expresión. Parece que yo no pueda llevarme bien con alguien que sea del PP. Muchas veces me lo han dicho, qué cojones tendrá que ver. Mis padres son de derechas, hostia, mi familia es católica, yo no soy ateo. Nunca renunciaré al amor por mi familia y a todo lo que he aprendido pero parece que en este país han conseguido, y esto es un reconocimiento al poder y no solo al político, que volvamos a aquella España que tanto rendimiento dio a aquellos que la querían: dos Españas y una no quiere ver a la otra. Y no hay una, hay dos, tres, cuatro. La culpa al final es de los ciudadanos que lo hemos comprado y aceptado.
P: El Intermedio. Cuéntanos cómo es tu llegada a ese programa que acaba de relanzar tu carrera y que acabas por definir como tu casa.
R: Joe, claro. Me pilla haciendo las maletas a casa, me volvía. A ver, momento justo, no me volvía con el rabo entre las piernas. Había firmado un contrato con Antena 3, año 2008-2009, se acabó, hice aquí A Caixa Negra en la TVG y desde septiembre de 2009 hasta mayo de 2010 crisis brutal en los medios y no me sale casi nada. Veo que hay una falta de oportunidades de trabajo, con mi pareja decidimos que eso no va a ser hoy para que nos quedemos embarazados e intentar tener a nuestra primera hija. Nos quedamos embarazados y hay un momento en que uno es práctico: mira la cuenta corriente, tengo tanto ahorrado, una familia, estar un mes en Madrid sin trabajar me supone esto; irme a Galicia me supone esto, pues nos vamos a casa.
Y haciendo prácticamente las maletas, con la última oportunidad que era un piloto que me había ofrecido Mediapro, me llama ‘Michael’ (apodo de Miguel Sánchez Romero, director de El Intermedio). El tío es un visionario, siempre lo ha sido. Me dice: “Gonzo, viene una época en la que yo creo que necesitamos más política en El Intermedio, quiero ejercer periodismo político en la calle, tienes que ser tú”. Le digo, hostia, tal. Y me dice “bueno, iba a ser Juanra (Bonet) pero me dijo que no porque solo hay una persona que lo puede hacer bien y eres tú”. Vamos para allá, tienes mi sí. “Pero si no hemos hablado de pasta…”. No, es que yo esto no voy a hacerlo por pasta, sobre todo el primer año. Quiero demostrarte que soy el tío que estás buscando. Entras en El Intermedio con lo que la gente ya ve pero lo que la gente no ve es brutal. La máquina que es El Intermedio es brutal.
Michael es un auténtico visionario, trabajó con los más grandes y los hizo más grandes todavía. A mí me dirigió, me dijo cómo tenía que hacer las cosas para que funcionase y a los dos años me dijo que ya funcionaba. Era el único del programa al que no ponía un guión, porque soy malísimo (risas). Claro que es mi familia, me he recorrido medio mundo con tres-cuarto personas. Hay muy buen rollo, cuando vienen invitados flipan. Nadie en televisión tiene un presentador como Wyoming, que es el primero que te baja los humos demostrándote que es la persona más normal del mundo. Yo entro a trabajar a finales de agosto y a principios de octubre estaba en Vigo con él porque me hizo venir con él, que tocaba allí. El tío quería que le enseñase la ciudad, hablar conmigo, ver si estaba bien… hay mucho más que lo profesional en El Intermedio. Te enseña a vivir haciendo televisión sin toda esa tontería que hay alrededor en nuestro trabajo. Me han dejado aprender yendo a trabajar. En el Caiga me enseñaron a remar, a la calle y a sacarse la historia. La excelencia es el límite, eso me lo enseñó el Caiga. En El Intermedio aprendí a darle forma a la excelencia. Preguntas pensadas, actitud pensada, preparárselo muy bien antes.
P: A nivel periodístico, ¿qué significa compartir plató con El Gran Wyoming?
R: Una exigencia brutal. No es que te riña pero en cada repor te pregunta ‘¿y esto por qué se hace así? ¿y este dato por qué no lo hemos contado?’ Es un tipo hiper informado, no super, hiper. Se levanta por la mañana y se lo lee todo. Y que hostia, no hace falta decir cuál es su forma de entender la vida, de entender la sociedad y la defiende a capa y espada. Es un tipo que me ha exigido mogollón. Para él el rigor es no engañar, siempre me lo ha dicho. No podemos engañar a la gente, confían en nosotros. Si no tienes el dato no lo sueltes. Luego sales y ves que a la gente le gusta. Creo que fue el programa que más consiguió enganchar con las preocupaciones de la gente haya por 2010-2011, cuando esto se iba al garete. Conseguir eso en prime time es la hostia.
¿Vértigo del Salvados? Claro, vértigo de las consecuencias de ser el presentador de Salvados. ¿Hacerlo? No. Voy de la mano, sé que quien me lleva son los mejores lazarillos que hay en la televisión para contar historias en 55 minutos.
P: Y además de redacción compartís pasión por Galicia y el rock
R: Sí, bueno, es que Wyoming y Galicia… Wyoming y los sitios donde se viva bien. Son temas de los que hemos pasado horas hablando, hemos escuchado mucha música juntos, viajando de Madrid a Galicia. Yo le dije que tenía que ir al Náutico de San Vicente, porque es el compendio de lo que le gusta en un fin de semana de música. Estar con amiguetes, que te traten bien, comer de la hostia, beber de puta madre, dormir hasta las tantas y poder vivir del mundo del rock. Este creo que es el séptimo año que viene.
O sea, para mí siempre El Gran Wyoming, cuando lo vi en la tele dije ‘hostia, quién es este que me hace tanta gracia’. Ahora es más bien Chechu, un amigo, mis hijos le llaman ‘El Tito Yayo’, que me trata como uno de su familia, hostia. Hay veces que lo escucho contar anécdotas sobre todo de música y aún pienso ‘hostia, que lujo que este tío te trate así’ y poder conocer una España que yo no conocía de los primeros grupos de rock and roll, cuando empezaba a poderse tocar en las salas de Madrid. Y además es muy aficionado al flamenco, es muy amigo de José Mercé, de Raimundo Amador, de El Cigala… y hostia, el Raimundo vino el otro día a cerrar el programa. Después nos fuimos a la fiesta de fin de temporada y se puso a tocar. Y Wyoming al lado emocionado.
Es el regalo de este trabajo, conseguir que te acepten como parte de su vida. Pero lo hace con todo el mundo, genera familia con todo el mundo. Ahora se viene al Náutico y le come la olla a Dani (Mateo) en plan vente, vente, te va a flipar. Viene a Cans (municipio pontevedrés famoso por su festival de cine independiente) y lo mismo… Es un tipo al que le gusta que la gente viva tan bien como vive él.
P: Paralelamente en tu carrera como parte de El Intermedio haces tus pinitos como productor, elaborando tus primeros cortos, contando tus primeras historias. En estas últimas entrevistas, cuando se te preguntaba por el vértigo de presentar Salvados, hablabas de que es hacer lo de siempre: contar historias.
R: Sí, es que va de esto. No tiene más, en serio. Después de catorce años de curro en la tele, es contar historias. Ahora tienes que adaptarte, ahora las historias serán de 55 minutos e íntegras. Al final el trabajo lo haces con un equipo, los que saben son ellos. Es la suerte que he tenido en los tres programas.
Cuando empecé en el Caiga era la productora que venía de Argentina, gente que llevaba años haciendo eso. Era un becario, de lujo, pero becario. Llego al Intermedio cuando ya llevaban cuatro años, una máquina engrasada. Ahora entro en Salvados con un equipo que lleva once años haciendo el puñetero programa. En mis primeras reuniones me quedo… me subo a un tren en marcha que va a toda hostia. Y con gente que sabe perfectamente lo que hay que hacer. Las historias, cuando me siento con Salvados de lo que hablamos es de historias. Debates de personas, es maravilloso.
Hago lo mismo que hacía mi abuelo Manolo cuando se sentaba detrás de la cociña de ferro en la aldea y se me ponía a contar la guerra. Yo eso sé hacerlo de puta madre, porque vengo de una aldea, porque vengo de la tradición oral. Es lo que me gustaba a mí, contar los detalles, las frases, los datos que molan. Y tengo la suerte de hacerlo con equipazos. ¿Vértigo del Salvados? Claro, vértigo de las consecuencias de ser el presentador de Salvados. ¿Hacerlo? No. Voy de la mano, sé que quien me lleva son los mejores lazarillos que hay en la televisión para contar historias en 55 minutos.
Trabajar para el Celta es de lo más grande que me puede pasar. Me hubiese gustado que durase más y antes de hacer las cosas a medias prefiero irme. Comunicar en un club es difícil.
P: En todas estas piezas audiovisuales hablas de inmigración, terrorismo y memoria histórica… ¿Cómo se consigue hablar de estos temas en televisión hoy en día que prima el sensacionalismo y la espectacularización?
R: La diferenciación es un valor, lo hemos encontrado ahí. En El Intermedio por un momento fuimos los únicos que lo contábamos así. No los únicos que hablábamos de memoria histórica, o los únicos que hablábamos de inmigración, no. Pero sí los únicos que lo hemos hecho como lo hemos hecho, que es dándole voz a la gente.
Recuerdo un debate en 2015, empieza el tema de los refugiados sirios y Michael quería contarlo. Cómo lo hacemos distinto, es que no voy a mandar a Gonzo para hacer lo mismo que ha hecho el resto de la gente. Y alguien dijo es que si mandamos a nuestro reportero ya es diferente. Tres semanas después había un artículo titulado ‘Viva Gonzo’ y no me halagaban a mí ni hostias. Viva Gonzo porque vende más, pero alababan cómo El Intermedio había contado el conflicto sirio. Yo llegué a pagarme billetes de mi bolsillo para todo el equipo. Nos fuimos tres personas, Marcelo el cámara, Pilu y yo. Sin tener ni puta idea de a donde íbamos. Y contamos la historias de los refugiados sirios durante dos semanas de una forma que no la ha contado nadie. Fue dándole minutos, no al reportero. No eran entradillas aderezadas, es estamos con no se quién, pum, preguntas. Y la gente empezó a escuchar a gente, ya no personajes de una noticia.
Con la memoria histórica igual. Nosotros cuando conocemos a Ascensión Mendieta no sabemos que iba a ser la primera persona en España que iba a poder exhumar a un familiar víctima del franquismo por orden judicial, en el año 2018, es la hostia. La conocimos mucho antes, iba a viajar con ella a Argentina en 2013, no fui porque ese día nació mi hijo pequeño pero cuando la conocimos fue ‘aquí hay una historia humana de puta madre’. Y luego somos hábiles para saber qué tipo de persona va a generar empatía en el público. Muchas veces en otros programas te piden historias humanas desde el morbo. Historias humanas en sucesos es morbo. Aquí es el protagonista.
Luego vienen los hijos de puta, con todo perdón porque no tienen otro nombre, que dicen ‘esto lo hacen por el dinero y las subvenciones’. Tenemos que apartarnos de ahí, esa lucha está perdida. No sabemos estar a la altura de Rafael Hernando, yo no sé. Y Ascensión tampoco. Tiremos por la historia. Quién era mi padre, qué significó para esta mujer que le matasen al padre con siete años. Historia, eso es lo que tenemos en común. Somos personas y tenemos los mismos sentimientos, da igual que te llames Lucas, Gonzo, que estemos en Pontevedra o que te llames Mohamed y vivas en Siria. El amor por un padre, por un hijo, la pretensión de vivir mejor la vamos a tener toda la puta vida. Hemos apostado por eso.
Me gustaría ver una final europea entre el Celta y el Dépor y machacarlos. ¿Os ollos de Europa mirando pra aquí? Un orgullo.
P: En tu presentación en Salvados, Évole y tú escenificáis una rueda de prensa veraniega, como el presidente que presenta su nuevo fichaje. Dices que tu sueño es haber vestido la camiseta celeste… pero tuviste la oportunidad de vestirla. ¿Cómo fue trabajar en el Celta?
R: Sabía que estaban buscando algo para la tele del Celta y cuando me enteré les pedí que me escucharán. Hostia, trabajar para el Celta es de lo más grande que me puede pasar.
Me emocionaba cuando era portero del Independiente de As Travesas y tenía que ir a jugar a A Madroa contra el Celta y me metían seis o siete goles. Pero para mí era la hostia, jugar contra el Celta. Imagínate el sueño que era jugar en… cuando surgió la oportunidad de trabajar en el Celta, desde mi profesión, les pedí que me escucharan, preparé un proyecto y les gustó. Y se hizo, y creo que gustó a la afición. Funcionó. Cierto es que coincidió con el año de Berizzo llegando a la semifinal de Manchester que siempre genera más atención. Salían los videos en el programa de Pedrerol, Cuatro, llegamos a ser el cuarto equipo con más repercusión en redes sociales. Eso tuvo mucho que ver con la forma en la que lo comunicábamos.
Me hubiese gustado que durase más de un año, no pudo ser y antes de hacer las cosas a medias para el Celta prefiero irme. Que fue lo que pasó: las condiciones en las que podíamos hacer el segundo año no iba a ser para mejorar lo del primero. Pero trabajar dentro, está guay. Aprendí mucho de cómo tiene que ser informar… no tanto informar sino contar algo de una institución a la que le tienes cariño, cómo funciona el fútbol… cómo funcionan los futbolistas. Hay cosas que decepcionan pero en general la experiencia maravillosa. Volvería si tuviese la oportunidad lo que pasa que también necesito poder hacerlo con ciertas garantías. A mi equipo le podía pedir un primer año de esfuerzos, un segundo año ya era explotación. Gonzo Gonzo Gonzo Gonzo
Entendí que el club tenía sus preferencias de gasto y fue eso. ‘¿Queréis que lo hagamos mejor? Cuesta tanto’. Hostia no se puede, pues que lo haga otro. Pero vamos, le sigo deseando lo mejor a quien lo lleve porque me parece una parte fundamental a día de hoy en la comunicación de un club y una afición. Tienes que cuidar a una afición desde la comunicación. Eso lo hicimos. Yo siempre quise contar historias de aficionados, ahí tiene que haber una sección de historias de aficionados.
La afición del Celta es brutal, hay aficionados del Celta en todos los lugares del mundo. Hay hasta gente que no es de Vigo que se viene a ver al Celta. Un irlandés de puta madre… (risas). Eso hay que contarlo y acercar al jugador al aficionado. El potencial del Celta es la cantera, son nuestro chicos. Aspas es nuestro chico, le hemos visto crecer. Para mí es ese niño, a la afición del Celta le pasa eso. Y para alguien de O Morrazo que Aspas y Hugo hayan llegado ahí es un orgullo, qué hostia, como tuvo que ser David Cal. Y para alguien de O Grove que esté Chaves es un orgullo. Y el celtismo que hay en O Grove, O Morrazo, Bueu, A Guardia… no se vive en As Travesas, por ejemplo. Y eso lo pretendimos hacer, acercar el equipo a Galicia, porque en eso sí somos el equipo de Galicia. No podemos renunciar a serlo. Comunicar en un club es difícil. Gonzo Gonzo Gonzo
P: Hablabas de esas semis contra el United… entre celtistas, ¿tenía que haber tirado Beauvue?
R: (Suspira) No sé, esa eliminatoria se perdió en Vigo. Lo del último minuto ha pasado tantas veces en el fútbol. Tenía que haber tirado Beauvue, sí. No teníamos que haber fichado a Guidetti y fichar a otro tío que la hubiese metido. ¿Qué vamos a seguir llorando por eso? Se perdió en Vigo, nos podíamos haber ido con un empate. Pero fua, no me quiero ni acordar. ¿Tú sabes lo que soñamos con contar en el primer año con Celta Media el primer título del Celta, el primer título europeo? Lo teníamos preparado, un programón… había pedido permiso en El Intermedio. Me daban esa semana. Pf, tenía que haber tirado Beauvue. ¡No me jodas! Gonzo Gonzo Gonzo Gonzo
La gente empezó a escuchar a gente, ya no personajes de una noticia. El amor por un padre, por un hijo, la pretensión de vivir mejor la vamos a tener toda la puta vida. Hemos apostado por eso.
P: Hace poco charlábamos con Lucía Taboada que viene de publicar ‘Como siempre, lo de siempre’. ¿Cómo vive Gonzo ese sufrimiento en la diáspora?
R: Tengo un colega, Fran, que no es que le mole mucho el fútbol y el Celta pero es un clarividente de mucho cuidado. Define al Celta en una onomatopeya que es ‘Goooluuuuiiii’. Eso es el Celta. ¿Qué pasará si dejamos de ser algún día eso? Me genera una intriga de la hostia.
Yo uso mucho al Celta en los viajes, vas por ahí, hostia español, Madrid o Barça. Y claro yo viajo a sitios de mierda, donde la vida es la mayor mierda que os podáis imaginar, donde no hay esperanza. Entonces yo les digo que soy del Celta, donde todo es una mierda, donde no hay esperanza, donde no hemos ganado nada, donde nuestro rival más grande siempre estuvo por debajo y de repente en unos años lo peta y gana seis títulos (risas). La gente empieza a amar el Celta. ‘El Celta es como Siria, el Celta es como Sudán del Sur’, me dicen. Gonzo Gonzo Gonzo Gonzo
Lo vivo con más orgullo que nunca y con la sensación de que somos un club, una afición muy particular, que no sé cómo responderíamos si nos fuese bien. Creo que somos la afición que sabe… joder, yo los momentos que he sentido más orgullo han sido los momentos más jodidos. Este fin de temporada, brutal. Nos gusta sufrir, nos encontramos ahí. Un partido contra el Xerez, once mil personas. Yo estaba haciendo un repor previo a la huelga general. Antes de conectar me dicen que vamos palmando… me cago en diez. Dios, que ya no subimos. Y al acabar me dicen que hemos remontado, que en la radio lo flipan.
En la diáspora, como también sufres, te sientes representado. Recuerdo estar en la diáspora estudiantil, con aquel gran Celta del que no se retransmitían tantos partidos… recuerdo el 4:0 a la Juve que me lo contó Lucio llamándome desde Río Bajo. ‘¡Tío, van veinte minutos y ya llevamos dos!’. No lo viví tanto. El año del ascenso con Paco Herrera fue de lo más bonito de celtismo. Al año siguiente, ese fin de semana en que o bajábamos nosotros o bajaba el Dépor fue de lo más bonito y no porque bajasen ellos. Recuerdo el primer año que flipé, que llegó Gudelj y estábamos en Segunda. Hay algo en el sufrimiento que nos hace vivir más.
Por ahora me sigue gustando este Celta, sueño con un título del Celta. Sueño con una Europa League, una Copa que es lo más ‘accesible’ ahora mismo. Hostia, levantar una Europa League… ser o primeiro equipo galego… iso é moito. A mis colegas turcos se lo digo siempre: tendremos la vitrina vacía, ahora pobres de vosotros el día que ganemos una Europa League. Eso vale por seis (risas). Gonzo Gonzo Gonzo
P: Como defensor acérrimo de la galleguización del plantel, de sacar canteranos, de representar Galicia, ¿cómo interpretas este cambio en la política de fichajes?
R: Es que el año pasado se vio. De siempre hemos sido un equipo humilde, que representa prácticamente al sur de Galicia y a eso se le ha sumado el fútbol actual. El fútbol son chavales de 19 años que saben que si pueden fichar por un equipo pequeño en España vienen porque saben que puede ser una dimensión brutal. Es un escaparate, mira Maxi.
Estos dos últimos años, viendo al Celta, me dolía ver a jugadores que no. Pero también desde el club se contrata gente para que vaya bien en lo económico. Hostia, ¿por qué Radoja con lo bueno que es ha dejado de jugar? ¿qué tendrá que ver con que no quiera renovar? Eso no me gusta, no me parece fútbol, es otra cosa disfrazada de fútbol. Y eso en un equipo como el Celta no funciona. Cuando llenas el equipo de tres tíos que sienten la camiseta y otros que solo quieren que vaya bien para poder salir con mejores condiciones, cuando las cosas no van bien la peña se baja del barco. Y ha tenido tenido que salir Hugo Mallo a mitad de temporada a pegar un grito delante de un micrófono.
Supongo que Miñambres y los que toman decisiones habrán visto… es que este año nos salvamos de puto milagro. Bueno, de puto Iago Aspas. Si no estábamos en Segunda y eso no interesa. ¿Cuándo ha ido mejor esto? Luís Aragonés hablaba de columna vertebral, la nuestra tiene que ser gallega. Pueden ser mejores o peores. Mantenernos en Primera, llevarnos a Segunda, tenernos en Primera de mitad para abajo o para arriba.
Creo que la conclusión es que si en diez años peinamos toda Galicia buscando los mejores chavales, siendo la política que permitió a Mouriño sacar al club de la ruina y pegar un cambio brutal, hostia, está claro. Sergio es fundamental aunque sea el tercer portero. Cuando trabajábamos en Celta Media flipábamos, da igual que no juegue. Hugo, lo mismo. Iago, fundamental. Y luego porque enganchas a la afición, un niño quiere ser como ellos. Si ves que hay uno, dos, tres, cinco… El año que subimos a Primera: Túñez, Lago, Sergio, Álex, Oubiña, TalenToni, Iago, Hugo… si tuviese doce años diría ‘hostia, se puede jugar en el Celta’ y la afición si bajas a Segunda con esa política te lo perdona. Si le subes el abono, bah. La gente flipa porque venga Denís y no lo hemos visto nunca. Y flipamos porque es nuestro tesoro. Hay un concepto de propiedad del celtismo con sus jugadores porque es lo que tenemos. No tenemos títulos, el campo no es nuestro, ¿qué tenemos? La mejor cantera de España junto a la del Bilbao. Gonzo Gonzo Gonzo Gonzo
Un colega define al Celta en una onomatopeya que es ‘Goooluuuuiiii’. Eso es el Celta. ¿Qué pasará si dejamos de ser algún día eso?
P: Hablas directamente de la burbuja del fútbol. ¿Vivió también la clase media del fútbol por encima de sus posibilidades?
R: Ahora ya no les dejan. Las crisis que hubo a finales de los 90, es algo que no se permite. Algo que reconocer a La Liga y la UEFA. Ahora como la sociedad, no hay clase media, es clase baja o alta. Los que juegan Europa League, en Europa eres clase baja. Para los equipos de Ucrania, hostia, es un escaparate. En España qué clase media hay. El Leicester fichó ayer a un tío por 40 millones de euros. El Celta no puede. ¿El Leicester es más importante en la Premier que el Celta en La Liga? Hostia, ahora mira los repartos. Lo que es este país: los que lo tienen amarrado viven de puta madre, los que no, ajo y agua. Puedes ganar la Liga o un papelón de la hostia. Atlético, Madrid y Barça, no hay más. Gonzo Gonzo Gonzo
P: Tirando del hilo de Denís Suárez… ¿volverá Gonzo a Galicia a tiempo de hacer periodismo o simplemente a retirarse?
R: Ah, si puedo volvería. Joder, a Jordi se lo dije. Qué puta envidia poder tener un trabajo de repercusión nacional pero poder hacerlo desde Galicia. Me volvería a las primeras de cambio pero he adquirido cierto compromiso con mi trabajo, con mi familia y me siento muy cómodo. Jordi Évole me decía que espera que le queden menos años de los que lleva. Yo quiero currar así hasta los 60 porque vivo como dios. Mi curro me da tiempo libre pero si pudiese hacerlo desde aquí… ¡que acaben el puto AVE y me vengo a vivir a Galicia! Ni lo dudes, lo sigo echando mucho de menos.
La gente flipa porque venga Denís y no lo hemos visto nunca. Es nuestro tesoro. Hay un concepto de propiedad del celtismo con sus jugadores porque es lo que tenemos. No tenemos títulos, el campo no es nuestro, ¿qué tenemos? La mejor cantera de España.
P: Para acabar, un pequeño test futbolístico – periodístico.
Un cinco ideal.
R: Hostia… de portero Maté, mi primer ídolo. Hugo Mallo siempre en mi equipo, Iago evidentemente. Vlado Gudelj y Vicente, el gran capitán. El resto, si quieren, que ofrezcan dinero por jugar en ese equipiño (risas). Gonzo Gonzo Gonzo
P: Un lugar de Galicia al que siempre recurras.
R: A ver, O Grove, Vigo y Riotorto. Riotorto es la aldea de donde viene mi familia, Vigo mi ciudad y O Grove es de donde es mi mujer y donde paso mis vacaciones desde hace años. Muero por esos sitios si hace falta.
P: Y un libro.
R: Malaherba, ya que estamos en Pontevedra, de mi querido Manu (Manuel Jabois). Es un libraco, de puta madre. ‘Años Salvajes’ de William Finnegan que en los 70 se dedicó a buscar la mejor ola por el mundo. El inconformismo, el no tener apego por nada. ¿Qué te gusta? ¿Una ola? Patéate el mundo, tío. Ahora estoy empezando a leer ‘Cómo escuchar jazz’, que me encanta porque es un tío que sabe muchísimo de algo que es muy complicado intentando que un montón de gente pueda acceder a eso.
P: El gran partido de tu vida, podría ser ficción.
R: A ver, a mí del de Manchester había algo que me flipaba y probablemente los celtistas vayan a flipar con esto. Mourinho fue un tipo que impidió que el Dépor llegase a una final de la Champions. Que también te digo, ojalá hubiesen llegado y no la hubiesen ganado. Para nosotros hubiese sido… al final, joder, un equipo de Coruña en la final de la Champions, soy gallego por encima de todas las cosas.
Mourinho nos impidió aquello entonces haberle jodido, haber llegado a una final europea superando a un equipo de Mourinho me la ponía muy dura. Me gustaría ver una final europea entre el Celta y el Dépor y machacarlos. Pero, ¿os ollos de Europa mirando pra aquí? Un orgullo.