Jugadores del Soweto Stars reciben órdenes de su entrenador | Cedida por Soweto Stars
Jugadores del Soweto Stars reciben órdenes de su entrenador | Cedida por Soweto Stars
CARLOS RODRÍGUEZ LÓPEZ

@Carlosrlop

Donde están las raíces de un mundo más puro, emerge un fútbol alejado de los moldes. No hay nada menos contaminado que un sueño, y no hay equipo como aquel nacido para mostrar orgulloso la identidad de un pueblo a través de algo mucho más importante que un escudo o unos colores: su juego e idiosincrasia. En lo más próximo a la utopía, no hay nada más real que el Soweto Stars FC.

En el año 2009, dos gemelos de 26 años fundaron el Soweto All Stars FC, un club amateur con la misión de “desarrollar y mantener un programa que dé a los jóvenes la oportunidad de aprender y disfrutar del juego”. Desde entonces, tuvieron dos objetivos prioritarios: compromiso social y Kasi Flava.

La primera de estas metas se sustentó en la ayuda a todos los miembros del club en el pago de tasas escolares, ropa, y todo aquello que fuera necesario para una vida digna en uno de los lugares más desfavorecidos de Johannesburgo, Soweto. La segunda, en la reivindicación del propio Kasi Flava, un estilo poco conocido para el gran público y que Zola Manquina (presidente y co-fundador del club) describe así a Mundo Esférico: “Es una forma de marcharse de tu oponente driblándolo de una forma que haga enloquecer al público. Probablemente el juego de los Harlem Globetrotters en baloncesto sea lo más comparable”.

 

Los hermanos Manquina en una entrevista televisiva | Cedida por Soweto Stars
Los hermanos Manquina en una entrevista televisiva | Cedida por Soweto Stars

En el Kasi Flava vale casi todo: amagos imposibles, rodar sobre el balón por el suelo… cuanto más disparatado, mejor. Esta especie de FIFA Street real es un estilo propio del continente africano, pero conforme las categorías se profesionalizan, tiende a desaparecer. Ahí precisamente reside la lucha de los Manquina y el Soweto Stars: mantener este estilo frente a la corriente que lleva a los equipos a jugar un fútbol mucho más táctico, ordenado y previsible.

Su objetivo a largo plazo es alcanzar la primera división, pero no a cualquier precio. Lo intentarán manteniéndose fieles a esa forma de vivir el fútbol y fomentando la evolución del jugador sudafricano en un viaje de vuelta a sus raíces. Zola sueña con ver a los futbolistas de su país convertirse en piezas cotizadas en el mercado mundial, de la misma forma que lo han sido tradicionalmente los brasileños, por el mero hecho de practicar el fútbol de la manera en la que se juega en su tierra.

Imagen de un partido del Soweto Stars | Cedida por Soweto Stars
Imagen de un partido del Soweto Stars | Cedida por Soweto Stars

Suena difícil, pero, con estos hermanos, todo puede pasar. De momento su empuje y determinación los ha llevado a llamar la atención de Le Coq Sportif,  una reconocida marca francesa que se ha convertido en su sponsor técnico -previo cambió de nombre de Soweto All Stars a Soweto Stars para que no hubiera opción de que fueran relacionados con Converse-. Pese al apoyo de una firma como la del gallo, la situación económica del club continúa siendo muy frágil. Los dos equipos existentes a día de hoy, el sénior y el sub-17, afrontan a menudo caminatas de más de dos horas para ir a disputar sus partidos, pues no siempre pueden afrontar el pago de un transporte hasta los campos rivales. Pronto el club recuperará su equipo femenino -que tuvo que deshacerse por la falta de recursos- y, para entonces, quizá ya tengan ese autobús con el que sueñan.

En un futuro algo más lejano, ese en el que quieren a su club en PSL -máxima categoría del fútbol del país-, vislumbran una residencia en la que los niños y niñas de Soweto puedan desarrollarse y crecer en torno al deporte rey. De momento, la ‘sede’ del club seguirá siendo el desván que la abuela Manquina les ha dejado a sus nietos. Ese desde el que continuarán dirigiendo su sueño… y quién sabe si el de todo un país.

Arte vs arte

En el mes de junio, el Soweto Stars FC recibió la visita del AS Velasca, equipo amateur italiano con el que comparte su forma de entender el fútbol, además del hecho de formar parte de la selecta lista de clubes no profesionales a los que viste Le Coq Sportif. No es muy habitual que dos equipos amateur de distintos continentes se enfrenten, pero si fuera habitual que hubiera equipos como éstos, tampoco estarías leyendo sobre ellos.

“Después de nuestro primer partido internacional -en Francia, frente al Diaspora- recibí un extraño mensaje de un tal Zola: ‘Deberíamos jugar un partido un día, sería épico’”, recuerda Wolgang Natlacen, presidente del AS Velasca. Ese tal Zola, era Zola Manquina, al que llamaba la atención que existiera otro club tan especial. Tras ese mensaje de texto, ‘Wolf’ se propuso que su equipo visitase Sudáfrica, por muy complicado y caro que fuese.

“Perdemos el tiempo construyendo barreras. Cuanto más altas son, más ignorantes nos volvemos, y eso es verdaderamente peligroso; así que, con Zola y el Soweto comenzamos a construir un gran puente entre dos culturas y dos continentes. Nosotros jugamos catenaccio, ellos juegan Kasi Flava, pero los dos hablamos el mismo idioma. Tenemos diferentes culturas pero somos lo mismo”, señala Natlacen.

El Soweto venció en el que probablemente sea el único partido de la historia en el que eso de que ‘lo menos importante era el resultado’ fue verdad. Los clubes se hermanaron y convivieron durante varios días gracias a un encuentro en el que sobrepasó la barrera de los 90 minutos. Ambos equipos intercambiaros piezas de arte conmemorativas de la cita antes del comienzo del encuentro. Los italianos diseñaron un balón de madera sobre el que estaban inscritos mensajes de todos los miembros del club. Por su parte, los locales les hicieron entrega de unas botas de colores que representan la idea de ‘nación del arcoíris’ con la que se conoce al país africano.

Intercambio de piezas de arte entre ambos equipos | Cedida por Soweto Stars
Intercambio de piezas de arte entre ambos equipos | Cedida por Soweto Stars

Una aventura que no habría sido posible sin Zola y Wolf, dos soñadores que siguen la filosofía del Sayenza Lento, lema del Soweto que significa “No importa lo que sea, lo haremos”.

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