DIEGO TOMÉ CAMOIRA
Si hay algo que ha caracterizado al balompié nacional, en contraposición a otras prácticas deportivas como el baloncesto o, en mayor medida, el ciclismo, es que, pese a que el conglomerado de patrocinios de un club cambie por completo, la denominación del mismo no se ve afectada. Hay para quienes, tras años sin ver una etapa del Tour, resulta difícil de entender que una estructura denominada hoy Movistar Team, sea la misma que en los años 90 dominó en las carreteras franceses a través de la figura de Miguel Induráin y el amparo de Banesto. En el caso del fútbol, al menos en España, es algo que parece difícil.
Fuera de nuestras fronteras nos encontramos con el mediático caso de la empresa austríaca de bebidas energéticas Red Bull, la cual, a falta de estampar su sello mediante un único club de fútbol, lo hace a través de cinco escuadras a lo largo y ancho de todo el globo que funcionan como una suerte de franquicias -Salzburgo, Brasil, Ghana, Leipzig y New York-.
No obstante, y pese a que en la actualidad todos los equipos que vamos a señalar en esta pieza hayan desaparecido, también ha habido clubes asociados a empresas y sus trabajadores en la península, muchos de ellos relacionados con la minería, como veíamos hace unos meses a través de un hilo en nuestra cuenta de twitter.
Hunosa de Ablaña
El auge y la caída de la minería en España se representó, mejor que en cualquier otra faceta, a través del balón. El Hunosa de Ablaña fue un claro ejemplo de ello. El equipo, fundado por la propia empresa de titularidad pública Hulleras del Norte S.A, buscó el sentido de pertenencia a través del esférico, y, al tiempo que la industria minera se convertía en un pilar fundamental de la economía nacional, el fútbol en Ablaña alcanzaba su punto álgido, con un conjunto que, a lo largo de la década de 1980, paseó el nombre de Hunosa por los campos de la Tercera División española.
La reconversión industrial llevada a cabo por el gobierno socialista de Felipe González a lo largo de aquella década dejó huérfanos de fútbol, al tiempo que lo hacía de carbón, a los trabajadores de aquella empresa. O al menos en lo que se refiere a las categorías nacionales de nuestro fútbol, no así en el fútbol de empresa, donde el conjunto mierense se convirtió en referencia.
Hulleras del Norte Club de Fútbol
Pese a que a primera vista pueda parecer el mismo club que el anteriormente citado al llevar el nombre de la misma empresa, lo cierto es que el Hulleras del Norte, con sede social en Oviedo, no tenía nada que ver con el Hunosa de Ablaña.
De hecho, en numerosas ocasiones, y pese a ser clubes hermanos bajo el amparo de la misma empresa, ambas escuadras se vieron las caras en las categorías regionales del balompié asturiano, conformando un derbi entre trabajadores de la misma empresa. Una especie de Red Bull Leipzig-Red Bull Salzburgo sin el fútbol moderno de por medio y con el orgullo de intentar que el equipo de su pozo fuese mejor que el de sus compañeros de profesión.
Sociedad Deportiva Hullera Vasco Leonesa
Sin dejar aún el carbón, pero sí Asturias, encontramos a la Sociedad Deportiva Hullera Vasco Leonesa. Asociada a la empresa minera con la que comparte nombre, el club se formó en el año 1950, más que centrada únicamente en la práctica futbolística senior, en la formación de jóvenes deportistas de la cuenca minera de Gordón, en la montaña central leonesa. De hecho, destacó más en deportes como el balonmano, deporte en auge por aquella época en la región.
El club se consolidó como referente de la Tercera División, llegando a disputar hasta 32 campañas en esta división, la última de ellas en la temporada 2007-2008. Incluso, a mediados de la década de los 90, el conjunto gordonés jugó en Segunda B, descendiendo tan sólo una temporada después de haber logrado el ascenso de categoría.
Agrupación Deportiva Ferroviaria
Si bien no se trata -o se trataba-, de un equipo asociado directamente a una empresa, la Agrupación Deportiva Ferroviaria, que llegó a disputar tres temporadas en la segunda categoría del fútbol español allá por la lejana década de los 40, estaba intrínsecamente relacionada con la corporación estatal -por aquel entonces- dedicada al transporte ferroviario y sus trabajadores.
El club madrileño, fundado en 1918, nació en el seno del Colegio de Huérfanos de Ferroviarios, una asociación de diferentes escuelas creadas al albor de aquellos huérfanos de trabajadores de RENFE, los cuales habían perdido a sus padres a causa de accidentes ferroviarios. Al igual que en el caso de la Hullera Vasco Leonesa, la Agrupación Deportiva no nació únicamente con el fútbol como única disciplina deportiva, no obstante, sí se convirtió en la que mayor relevancia alcanzó a lo largo de los años, hasta que en el año 2007 vio cómo desaparecía su sección balompédica.
Club Deportivo Ensidesa
Pero sin duda, el club nacido al amparo de una empresa que mayor alcance obtuvo a lo largo del SXX fue el Club Deportivo Ensidesa. La Empresa Nacional Siderúrgica S.A decidió sitiar en los años 50, en la villa de Avilés, una de sus fábricas más importantes.
En apenas una década la población de Avilés se cuadruplicó, y con ella, la importancia de un club de fútbol que alcanzaría la división de plata en el año 1975, con la transición y la modernidad llamando a las puertas de una ciudad que no sólo creció de la mano del régimen, sino que se convirtió en una de las señas de identidad del tejido industrial español a lo largo del franquismo.
Lo más curioso es que no sólo fue el Ensidesa quien nació, creció y murió a lo largo de la dictadura. Fue su barrio, Llaranes, quien lo hizo al mismo tiempo. La barriada fue construida para aquellos trabajadores que, desde distintos puntos de la geografía española aterrizaban en la ría de Avilés para trabajar en la industria siderúrgica. Tal era el orgullo de los empleados de Ensidesa que decidieron engalanar a aquel club, creado por ellos mismos -y para ellos mismos- con los colores del combinado nacional.
Como decimos, se trataba de un histórico del fútbol asturiano y nacional que, al igual que la reconversión industrial apagaba poco a poco aquella barriada, se apagaba su fútbol, llegando a un punto de no retorno en el año 1983, cuando, siendo difícil de justificar los gastos de una empresa pública en un ámbito como el deportivo, el club se acaba por fusionar con el Real Avilés, dando lugar al Real Avilés Industrial.
Curiosidades de la vida, tras esta fusión entre ambos clubes, el Real Avilés Industrial consiguió regresar a la división de plata en el año 1990, lo que supuso que el club decano del fútbol asturiano recibiese un soplo de aire fresco que lo devolvió, después de prácticamente tres décadas al segundo escalón del balompié español.
Como decimos, no sólo tuvo influencia aquel Club Deportivo Ensidesa como para no desaparecer sin hacer demasiado ruido, sino que se convirtió en el germen de la reconversión -en este caso de un club y no de la empresa- del Real Avilés, el club que actualmente perdura como decano del fútbol regional.