Daniel Fernández pelea por un balón durante un partido en su etapa como cadete | Diego Tomé Camoira
Daniel Fernández pelea por un balón durante un partido en su etapa como cadete | Diego Tomé Camoira
DIEGO TOMÉ CAMOIRA

@FirstClassSDP

Lezama, Mareo, La Masía, Zubieta, La Fábrica o El Requexón son nombres propios del balompie nacional. Canteras de las cuales han salido innumerables futbolistas y fieles representantes del fútbol base en España, pero ¿de todo el fútbol base?

Realidades Diversas

La realidad del fútbol base en nuestro país es muy diversa según la comunidad autónoma y la estructura de los clubes. Para abordar el caso en profundidad y dar un contexto necesario, lo primero es saber que, en el territorio español, el número de clubes por comunidad autónoma varía mucho, no sólo en las categorías absolutas, sino también en lo que a estructuras de fútbol formativo se refiere.

Por ejemplo, comunidades autónomas que en número de población superan ampliamente a muchas de la España Vaciada, como Madrid o Cataluña, están por debajo de Castilla La-Mancha o Aragón en número de clubes. Esto no tiene que repercutir necesariamente en el nivel que muestran los clubes más potentes de cada región.

De hecho, mientras la Comunidad de Madrid tiene hasta 4 equipos en la Primera División del fútbol nacional -Leganés, Getafe, Real Madrid y Atlético de Madrid- en Aragón, los dos representantes del fútbol profesional -Real Zaragoza y la SD Huesca- están en Segunda.

En el caso castellano manchego es aún más notoria la diferencia, ya que tan sólo el Albacete Balompié forma parte del selecto grupo de clubes que consiguen hacerse hueco en el fútbol profesional, y únicamente cuenta con tres conjuntos -Villarrobledo, Villarrubia y Talavera- en Segunda División B.

En este sentido, apunta Daniel Fernández -jugador en categoría juvenil del berciano CD Flores del Sil- que nacer en un sitio u otro acaba por determinar el futuro de un futbolista, no solo la estructura formativa existente. «Una ciudad más grande como Madrid, Valladolid incluso… Son ciudades en las que hay equipos representativos, donde, quieras que no, siempre va a haber alguien viéndote o que te pueda recomendar para jugar en otro club y tener mayores oportunidades»

De esta manera, se explica que haya regiones muy prolíficas en cuanto a jugadores y clubes en el fútbol profesional se refiere y otras que, pese a contar con numerosos clubes amateurs, quedan relegadas a competir en las divisiones regionales y provinciales.

El camino hasta llegar a categorías nacionales -aquellas a partir de Tercera División- es tan complicado que la mayoría acaban dejando el fútbol en el momento en el que completan su formación en las categorías inferiores a los 19 años.

Esta idea la remarca Marcos Gómez, futbolista que, después de más de diez años en el fútbol base regional, ha decidido dejar a un lado el balompié tras terminar su etapa formativa por la dificultad que tiene, incluso, jugar en la cuarta o quinta división de nuestro fútbol. Desde Mundo Esférico hablamos largo y tendido sobre la realidad que él mismo ha vivido a lo largo de la última década, desde que dio sus primeras patadas al esférico.

«Muchos entrenadores priman la victoria por encima de la formación»

Uno de los debates candentes en torno al fútbol base en España es la importancia que tiene la victoria para los entrenadores. Justificar un sueldo sin resultados parece ser igual de complicado en alevines que entre los Lopetegui, Valverde o Zidane de turno.

Para muchos entrenadores, incluso de ligas locales, es necesario ganar y lograr un buen puesto en la tabla clasificatoria para que el presidente y la junta directiva del club sigan apostando por él para formar a los ‘cracks’ del futuro. Lo cierto es que, en ese proceso, hay quien se queda fuera a edades muy cortas.

El debate entre victoria y formación está más candente que nunca en el fútbol base | Diego Tomé Camoira
El debate entre victoria y formación está más candente que nunca en el fútbol base | Diego Tomé Camoira

«En las categorías inferiores, desde benjamín hasta juvenil, hay partidos en los que pierdes y aprendes muchísimo más como futbolista que en partidos en los que ganas por goleada», comenta Daniel. Este deseo de victoria, no siempre es compartido por muchos de los futbolistas que forman parte de la plantilla.

Por un lado, tenemos a muchos entrenadores que se ven obligados a primar el resultado, dejando por el camino buena parte del aprendizaje y la formación de los nuevos futbolistas. Los datos así lo reflejan, y es que, en la mayor parte de comunidades autónomas, el principal descenso respecto al número de licencias expedidas se produce en el salto de categoría infantil a cadete.

A partir de los 14 años y, sobre todo, con la adaptación necesaria de los campos de Fútbol 7 a Fútbol 11, muchos de los jóvenes futbolistas deciden dar un paso atrás viendo cómo las posibilidades de llegar a triunfar en el fútbol profesional son ínfimas.

A esto se le añaden las pocas opciones de jugar que muchos futbolistas tienen  a lo largo de una campaña. «Conozco el caso de algún jugador que con 13, 14 años tuvo que dejar el fútbol porque veía que en el equipo en el que estaba no jugaba» añade Daniel al respecto.

¿Y el fútbol femenino?

En el caso del fútbol femenino, pese a toda la repercusión que está alcanzando en los últimos tiempos, queda mucho camino por recorrer en numerosos aspectos. Más allá del debate público en torno a la profesionalización y regulación de la práctica futbolística en la Primera División de nuestro fútbol, hay una diferencia tangible si comparamos las cifras del fútbol base masculino con las del femenino. Porque, pese a crecer de manera notable el número de licencias desde hace aproximadamente una década, los datos muestran que equiparar la importancia del fútbol femenino a la del masculino costará, como poco, varias décadas.

Sorprende ver cómo casi en ninguna comunidad autónoma existe la categoría de Pre-Benjamín para el fútbol femenino, y aquellas que disponen de clubes con escuelas de fútbol también para el balompie femenino apenas logran cierta repercusión -tan sólo en Andalucía se superan las 200 licencias en toda la región-. Al contrario de lo que veíamos en sus homólogos masculinos, la iniciación en la práctica del fútbol femenino suele ser tardía. De hecho, en casi todas las comunidades autónomas la división en la que hay un mayor número de licencias es Juvenil, siendo a partir de los 16 años cuando más jugadoras empiezan a dar patadas al esférico.

La distribución de licencias por comunidades autónomas también es un fiel reflejo de las diferencias y tradición que el fútbol femenino tiene en nuestro país. En lo más alto del ránking encontramos al País Vasco, donde hay expedidas en torno a 7.000 licencias en lo que a fútbol de formación se refiere.

En el lado opuesto de la balanza nos encontramos con Ceuta y Melilla. Las dos regiones autónomas, pese a contar con alguna que otra licencia en categorías senior, no disponen de ningún club de fútbol base femenino en la región, o al menos, así consta en el informe de la RFEF (Real Federación Española de Fútbol) actualizado a fecha de 2017.

«Yo creo que si hubiera clubes femeninos desde categorías más bajas, el fútbol femenino podría avanzar mucho más de lo que lo hace», opina Daniel al respecto de los equipos mixtos, una realidad que tanto él como sus compañeros de equipo han vivido.

Según Daniel, compartir vestuario con chicas en un primer momento le ha ayudado a comprender el mundo de una manera mucho más igualitaria. No obstante, considera que para que el fútbol femenino logre más visibilidad, debería hacerse un mayor esfuerzo para que tengan ligas propias desde Benjamín.

La formación en insultos y violencia

Más allá de la importancia de la formación como futbolistas, los clubes suponen un elemento clave de socialización entre los más jóvenes. En una edad fundamental para que los niños se formen una identidad y adquieran valores que les acompañen a lo largo de su vida, el fútbol puede convertirse en un arma de doble filo.

Cada día son más habituales las imágenes de padres de uno y otro equipo peleándose entre ellos, profiriendo insultos a menores o amenazando al cuerpo arbitral. Esta serie de comportamientos, en muchas ocasiones, suelen ser replicados por los propios futbolistas.

«Todos hemos vivido en algún momento algún conflicto entre padres, o entre padres y los propios jugadores del equipo contrario. Aun más cuando estás en categorías provinciales o regionales, pues a fin de cuentas, dentro de la misma localidad nos conocemos todos, pero cuando sales de tu ciudad la situación es más difícil», cuenta Daniel al respecto.

El fútbol base en España es, ante todo, diverso y plural, pero también cuenta con sumas dificultades a la hora de que los más jóvenes puedan progresar. Como decimos, hay realidades muy diferentes a lo largo y ancho de todo el territorio, y, al tiempo que puede servir como elemento de cohesión, también puede acabar con la ilusión de muchos jugadores que se quedan sin oportunidades de jugar por el hecho de primar la victoria sobre la formación.

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