Esta entrevista puede contener alguna incorrección temporal ya que fue publicada en 2019

LUCAS MÉNDEZ VEIGA
El fútbol consigue unificar culturas. Pronto lo descubrió Gonzalo García García (Montevideo, 1983), de apodo ‘Recoba’, quien consiguió dedicarse a lo que más le gustaba a pesar de los impedimentos. Hijo de la emigración gallega, volvió a su tierra para ser uno de los grandes talentos compostelanos de los 90. Pronto hizo las maletas, igual que su familia, para trotar por el mundo demostrando esa clase de mediapunta. Las lesiones lastraron un talento natural pero él se muestra orgulloso de lo logrado.
Hoy el uruguayo de origen gallego entrena al Twente 1965. Un grande de Holanda que sin embargo es un recién ascendido aspirando a la permanencia. Tras dejar los terrenos de juego aquejado de más dolores, decidió que su sitio estaba al frente de un banquillo.
Gonzalo García atiende la llamada de Mundo Esférico para charlar sobre su larga carrera en una liga exigente como la holandesa y la actualidad en su puesto de míster. También de devenires de la vida que hicieron que acabase a desgana en Madrid, aún teniendo a uno de esos ídolos que veía por la televisión en su casa de Compostela para convencerle de firmar por el club que tanto le ilusionaba.
Pregunta: ¿Cómo te estás sintiendo al frente del Twente, un banquillo de primer nivel?
Respuesta: La verdad es que bien. Vas aprendiendo cada día, te encuentras con situaciones diferentes, algunas que esperabas y algunas que no. Es un continuo aprendizaje que a veces cansa pero disfruto con lo que hago y me encanta. Con altibajos porque quizá, para ser el primer equipo que entreno, el Twente es un grande. Aunque nuestro objetivo sea mantenernos, por afición, medios y alrededores es un club de lo más difícil en Holanda.
P: En tu carrera futbolística has sido un trotamundos, jugando en alguna liga más exótica. A la vez eres un técnico joven. ¿Qué estilo intenta implementar Gonzalo García en sus equipos?
R: Sí, es verdad que estuve en muchos lados: Uruguay, España, Holanda, Israel, Chipre… Sí que tengo un poco de todo pero mi forma de jugar la tengo clara desde siempre. Cómo recuerdo el juego desde siempre. Mi estilo tiene que ver con querer tener la pelota, defender bien -porque el equipo se organiza a partir de que se sientan seguros y protegidos-, me gusta que sea un juego vistoso. Jugar bien es una cosa un poco abstracta. ¿Por qué jugar bien? Defender mucho y jugar a la contra es jugar bien, tener la pelota e intentar hacer juego combinativo también puede ser jugar bien… Dependiendo del estilo, si lo haces bien, podrás jugar bien. Pero a mí lo que me gusta es un equipo que quiera tener la pelota, que juegue por abajo, rápido, que intente crear ocasiones.
P: La mayor parte de tu carrera la desarrollas en los Países Bajos. Al colgar las botas -previo paso por Dinamarca- vuelves a aceptar una oferta del país para entrenar. Es una liga conocida pero no sabemos mucho más allá de los grandes conjuntos. ¿Cómo es la cultura de fútbol ahí?
R: La Eredivisie es una liga donde se juega un fútbol ofensivo. Menos de lo que la gente se cree porque hay muchos equipos que juegan a un estilo más resultadista. Se hace un juego menos vistoso de lo que fue en otros momentos. Es una liga con buen fútbol, buenas condiciones, buenos campos, buenos clubes. Es una liga atractiva para ver mucha gente joven, mucho talento. Son jóvenes que luego van a equipos más grandes. Esto es como en todos lados, hay dos o tres equipos más grandes. Acá son Ajax, PSV y Feyenoord. El Twente, que por afición, es otro equipo grande, no lo es en cuanto a organización actual. Se está intentando recuperar pero hay otros buenos equipos: ahora el AZ, Heerenveen, Groningen… Es una liga física, es atractiva de ver, creo.
En la Eredivisie se juega un fútbol ofensivo pero no tanto como se cree. Muchos equipos juegan a un estilo más resultadista – Gonzalo García
P: Retrocediendo en el tiempo, eres uno de esos hijos de la emigración gallega. Naces en Uruguay, un país de pequeñas dimensiones pero de gran tradición futbolística. Allí te empieza a tirar esto del esférico, ¿cuáles son tus recuerdos en tu país de nacimiento?
R: Lo normal en Uruguay. Recuerdo el baby fútbol, que es como se le llama al fútbol de equipos de barrio. Hay muchas ligas de equipos de calle y se juega en ellas hasta los 12 o 13 años, si no recuerdo mal. Todo el día jugando. En Uruguay el fútbol se juega muchísimo, es quizá exagerado porque ya en edades muy tempranas hay muchos chicos que tienen que tomar una decisión sobre su futuro y es o el fútbol o la nada. Es una pasión, una forma de ver el juego diferente a como se vive en Europa.
P: Y llega el momento de cruzar el charco. Llegas a Santiago de Compostela, tierra de tus abuelos, para jugar en el Compos en una época histórica. ¿Cómo viviste desde dentro ese equipo de leyenda?
R: Yo acababa de llegar, tenía 14 o 15 años. Hombre, los días que llegué estaban clubes como el Barcelona jugando allí y para mí era otra cosa. Llegar a Europa, a Santiago… Venía de Montevideo, que es una ciudad muy grande, con dos millones de habitantes y te encuentras en Santiago que es lo contrario. Es un poco un choque, un cambio grande. Sí que el empezar a jugar me ayudó a adaptarme, a sentirme parte. El fútbol ayuda siempre para estas cosas. Y la verdad que el club una pasada. Poder ir al campo, grandes equipos jugando allí, equipos de competiciones europeas que solo veía en la tele. La verdad es que era una pasada. Esperemos que vuelva a pasar y que el Compos vuelva a estar lo más arriba posible.
P: En Mundo Esférico realizamos un reportaje sobre la historia de aquel conjunto compostelano de los 90. ¿Qué crees que falló en el club, en la ciudad, para no poder sostener un proyecto cercano a la élite en un lugar de la importancia de Compostela?
R: Hombre, es complicado. El fútbol ahora mismo es un negocio y tienes que tener mucho dinero. Piensa que en aquel momento se infló un poco más de lo que realmente podía dar. El club dio más de lo que realmente podía, y eso hizo que estuviese en Primera. Pero esas cosas explotan, como quien dice. Ese fue el problema. Es verdad que en Santiago hay afición pero en ciudades que no son tan grandes, si no tienes un inversor o alguien que mantenga eso, es complicado ser competitivo. Hay muy buenos equipos, muchas ciudades buenas, gente de fuera que va e invierte. Aunque esto te haga perder identidad… En el fútbol todo es poco a poco más y más negocio y en ciudades pequeñas es complicado mantenerlo. Quizá la cosa sea disfrutar cuando estás ahí arriba y después cuando bajas intentar hacer las cosas bien sin volverse loco e intentar estar lo más arriba que se pueda estar.

P: Después de Santiago, haces la maletas para jugar en todos estos lugares que mencionaste. Va un poco en el gen familiar, ¿no?
R: Primero, desde Santiago me fui a Madrid, donde estuve tres años jugando en el Real Madrid y en el Alcorcón. Después sí que fui a Holanda, por tema de lesiones. Estaba en una situación complicada en Madrid, me dijeron que no podía seguir jugando y bueno, vine para Holanda por medio de Juan Viedma, un jugador del Compos de aquella época. Aunque ya lo había decidido, me ayudó. Viedma jugaba en Compostela cuando yo estaba en juveniles, alguna vez fui con el primer equipo, debuté en una pretemporada e hice relación con él. Era un chico espectacular, se hizo amigo mío, de mi familia y cuando se enteró, me ayudó. También en su momento cuando fui a Madrid, hablábamos mucho. Cuando se enteró que no me iba bien por las lesiones en Madrid, me llamó, me dijo que podía ir a ver un médico a Holanda, probar en un equipo de Segunda para ver si podía volver a jugar. Por eso me vine a Holanda, porque Juan me ayudó a intentar recuperarme. Se encontraron los problemas que arrastraba y pude volver a jugar otra vez. Vine a Holanda porque Juan es holandés (risas). Igual si fuese turco me hubiese ido a Turquía, no lo sé. En su momento había decidido seguir estudiando, estaba en la universidad, pero el fútbol era lo que más me apasiona. Al ver esa oportunidad quise cogerla y por suerte salió bien e hice una carrera, vamos.
P: ¿Cómo has ido llevando los problemas físicos que han aparecido a lo largo de tu carrera?
R: Bueno, te acostumbras. Tuve un par de años que pude jugar sin molestias, pero sí que después cada temporada tuve muchas lesiones. Te resignas un poco e intentas disfrutar de cuando estás jugando. Por supuesto que para un jugador es una putada, cuando te encuentras bien y estás yendo a partidos, en buenos momentos, que siempre te aparezca una lesión… Ya la última vez que tuve problemas de rodilla sí que fue otro tipo de cosa, me operé. Quizá no tenía la energía para seguir porque me dolía y era el momento de parar. Con dolor es complicado porque ya no disfrutas tanto. Siempre he jugado con dolor. No recuerdo haber jugado sin dolor. Cuando crees que puedes dañarte más, a largo plazo, es mejor tomar decisiones y coger otro rumbo.
P: Después de tantos años por allí, imagino que el neerlandés ya no será un problema.
R: Mira, en una época lo hablaba, cuando jugaba. Después me marché y reconozco que ahora, como muchos de los jugadores son extranjeros, no lo practico casi nada. Hablo casi siempre en inglés.
P: Mucho también en castellano…
R: Sí, pero intentamos hablar en inglés para que me entienda todo el mundo. Sí que entiendo holandés y lo puedo hablar. Debería hablarlo mucho mejor de lo que lo hablo porque ya son muchos años los que llevo aquí (risas).
Siempre he jugado con dolor. No recuerdo haber jugado sin dolor – Gonzalo García
Después de asentarse en Holanda y comenzar a maravillar con su fútbol, volvieron las dichosas lesiones. Gonzalo García ha ido experimentando en diversas ocasiones el no sentirse cómodo dentro de un terreno de juego. En un momento dado, apareció el hijo del gran genio futbolístico holandés para decirle que probase suerte en ligas de menor exigencia. Cargado de ilusión y buscando otros retos, Gonzalo García hizo una vez más el equipaje y se embarcó en dos breves estancias en ligas exóticas que le permitieron disfrutar del fútbol de otra manera.
P: En una época de tu carrera entra en acción Jordi Cruyff y dejas Holanda para irte a Chipre e Israel. ¿Qué nos puedes contar de esas ligas más desconocidas?
R: Estaba en Groningen, y tras un año muy bueno había varios equipos importantes interesados en mí, -incluso el Twente- pero tuve una lesión. En aquel momento el Twente estaba en UEFA, salió campeón los años siguientes. En enero tuve una lesión que me dejó sin jugar todo el año y sinceramente estaba cansado de todo. Lo del frío, me puse negativo, me quería marchar como fuera (risas). Me llamó Jordi Cruyff que estaba en el AEK de Larnaca en Chipre. No era mi intención ir allí pero me mandó unos billetes de avión para que fuera y viera el sitio. El club iba a jugar la UEFA ese año. Fuimos a Chipre con mi novia y nos encantó. Dijimos ‘Vamos a vivir aquí, es un sitio espectacular y a intentar que vuelva a disfrutar otra vez’. Justo llegaron también jugadores españoles e incluso holandeses, internacionales. Con 32 o 33 años pero todavía jugadores de selección: Tim de Cler, (Kevin) Hofland… Buenos jugadores. Y españoles justo llegó alguno que conocía como Ander Murillo, que había estado en el Celta. Habíamos estado juntos en la Selección Española juvenil y coincidió que Jordi nos había dicho lo mismo a los dos. Él se marchó del Celta para allí, estábamos los dos en una situación parecida, cansados de problemas, de lesiones y decidimos quedarnos en Chipre. Jugamos un año, estuvo bien y en Europa no lo hicimos mal. Fue un buen año pero Jordi se marchó para el Maccabi y decidió ficharme. Me llevó a Tel-Aviv. Es un sitio precioso, a pesar de la guerra, pero mi novia se quedó embarazada y al acabar la temporada decidimos irnos. No porque pasase nada sino porque no nos sentíamos cómodos estando en medio. Me marché cedido. Pero muy bien, Tel-Aviv es un sitio precioso, una de las mejores ciudades en las que he vivido. Se vive muy bien pero fue mala suerte, empezó el ambiente tenso.
P: Después de esas cesiones en Holanda, vuelves a casa, a Santiago, para colgar las botas en la SD. ¿Tenías claro que darías ese paso o la oportunidad surgió de repente?
R: Yo quería ir en algún momento al Compos pero no tenía pensado que fuese de esa manera. Estaba en el Heracles y tenía opciones de Estados Unidos, quería irme allí. Me rompí la rodilla, me tuve que operar y me fui a Santiago para recuperarme, para ver cómo estaba. En el Compos me ayudaron a recuperarme, a integrarme en entrenamientos. Entrené con ellos y decidí jugar esa temporada. Me sirvió para probar cómo respondía la rodilla esa campaña. Me trataban espectacular y yo quería jugar en el Compos porque lo siento mi casa y mi club. Pero bueno, a final de año, lo mismo, la opción de EEUU. Sinceramente, no me encontraba bien. Los últimos meses jugaba con mucho dolor, se me hinchaba la rodilla, estaba cojo. No estaba bien y decidí tomar otro camino.
P: En ese último año de fútbol te preparas para ser técnico. Surge la opción de Dinamarca como segundo y después te ficha el Twente, también como segundo. Coincide tu llegada un poco con la españolización del plantel, que es por lo que nos están llegando noticias vuestras a España. ¿Cuánta culpa tiene Gonzalo García de esos fichajes?
R: No te creas que tanta. Bueno, cuando te toca fichar jugadores, yo conozco jugadores españoles o la gente que me contacta para ver qué jugadores podemos llevar son españoles también. Además, tiene que ver que al director deportivo le gusta mucho el juego español y ahora con el estilo que yo quiero jugar es verdad que necesito un perfil de jugador que es más fácil de encontrar en España o Sudamérica que en el norte de Europa. Tiene que ver un poco eso pero no por nada. Estamos en Holanda y también tenemos que utilizar jugadores holandeses. Yo no miro en el carnet de donde son. Miro en la calidad que puedan tener. También hay factores calidad/precio que hacen que sea más fácil fichar españoles.
Baresi estuvo en mi casa en Santiago un par de veces. Estaba hecho, había firmado un contrato con el Milan. Pero apareció el Real Madrid. Tuve que ir sí o sí – Gonzalo García
P: Hablando del nivel de la Eredivisie, se está caracterizando por explotar y exportar talentos nacionales: Frenkie de Jong, Van de Beek, etc. La selección también resurge y en las clasificaciones de máximos goleadores y asistentes vemos mucho joven. ¿Qué diferencias percibes entre la liga en la que jugaste y en la que hoy entrenas?
R: Cambió bastante. Es verdad que hace tres años, cuando jugué mi última temporada aquí en el Heracles, era más exagerado. No había extranjeros. Éramos dos. Y yo había jugado en el Heracles durante seis meses en un período anterior, hace trece o quince años, y no había casi holandeses. Hubo unos años que la liga no tuvo potencial económico y por eso ahora está volviendo a aparecer, volviendo a salir buenos jugadores. Hace poco estuvo más caída, en época de crisis, como se vivió en otros países. Siempre hubo jugadores jóvenes pero ahora se prueban más. También tiene que ver que son etapas, buenas y malas generaciones. Cuando estaba yo jugaba Sneijder en el Ajax, Babel, jugadores jóvenes muy buenos empezando, Huntelaar… Después hubo una época que no salía y ahora aparecieron, aunque no todos son de la cantera del Ajax: Frenkie de Jong no es de la cantera del Ajax. Es del Willem II y solo jugó un par de años en Amsterdam. Tienen poder económico y los equipos de arriba están fuertes. La diferencia con mi época quizá sea esa gente joven.
P: ¿Qué objetivos te marcas en tu carrera como míster?
R: Primero terminar este año (risas). No, no sé. Depende de mil cosas y no me marco objetivos. Depende de si lo hago bien, lo primero, y también lo primero si disfruto de lo que estoy haciendo. Si se dan pensaré más a largo plazo. Al final en esto si ganas partidos eres el mejor y si pierdes eres el peor. Intento aprender lo máximo posible, ver en qué puedo mejorar, si es lo que me gusta. También si es lo mejor para mí y para mi familia. Después ya veré. A largo plazo, ninguna. A corto: ver si sirvo, mejorar y ver si me gusta.
P: ¿No descartas una tercera vuelta a Galicia? ¿Cómo verías un retorno al fútbol español?
R: No. Por supuesto, ¿por qué no? No lo tengo pensado porque ahora estoy en un club grande de Holanda que me está dando un curso de entrenador acelerado, avanzado a lo bestia. Es un campo con más de 30.000 personas cada partido, cada día periodistas que te están encima, es empezar un poco a un nivel grande en un club que tiene presión pero no las expectativas de otros años. Ahora nuestro objetivo es salvarnos hasta que se recupere la deuda del club. De aquí a uno o dos años el club debería volver a ser fuerte. Bueno, estoy contento aquí, me sirve mucho para aprender. Dónde acabe, dentro de un año o dos, no lo sé. Y claro, la liga española, Galicia, ¿cómo no me va a gustar? Es mi casa.
P: La última, casi más anecdótica. Leí que siempre quisiste jugar en el AC Milan y que incluso Baresi pujó fuerte por tu fichaje. Ya que no pudo ser con las botas, quizá pueda darse con la pizarra por Milanello, ¿no?
R: Sí, estaría bien (risas). Es verdad, Baresi estuvo en mi casa en Santiago un par de veces. Después nosotros, con mi padres, fuimos otro par de veces a Milán. Sí, estaba hecho, había firmado el contrato. Pero apareció el Real Madrid y movió un par de contactos, de hilos, para prohibir mi salida de España (risas). Tuve que ir sí o sí. El Milan era mi sueño. En Uruguay veíamos cada domingo sus partidos, era la liga más seguida cuando yo era niño. Como técnico, si me siento capacitado y me salen las cosas, ¿cómo no? Lógicamente.
P: Es un poco curioso porque sería la liga más seguida en parte por tener al ‘Chino’ Recoba jugando por Milán, pero del otro lado, del lado del Inter. A Gonzalo García le apodaron Recoba por similitud futbolística pero se hizo rossonero…
R: Sí, es verdad. Después seguía también al Inter por Recoba, que era un jugador en el que me fijaba mucho. Pero sí, mi club favorito cuando era niño era el Milán, el AC. Y lo mirábamos, me acuerdo, los domingos al mediodía. Es curioso que tenga la oportunidad, cuatro años más tarde, de pasar de Montevideo a Santiago y que esté Baresi en tu casa. Es una cosa rara, sobretodo para un niño. Es una historia para contar, a mí me dio mucha pena y lo pasé mal en Madrid. Yo aparte si no quiero estar en un sitio y me obligan, es complicado. Bueno, también tuvo cosas buenas porque conocí a Baresi, estuve en Milanello, camisetas, recuerdos, cosas curiosas… conocí a Redondo y ahora con el curso de entrenador volvimos a coincidir. Cosas que pasan, al final. Cosas raras.
