DIEGO TOMÉ CAMOIRA
A finales de los años 40 la Maglia Nera se convirtió en símbolo del Giro de Italia. A día de hoy, casi 70 años después de que un ciclista la portase por última vez, el atuendo se ha convertido en una de las prendas más añoradas del pelotón internacional, y todo ello, gracias a las andanzas de un tal Giuseppe Ticozzelli, de profesión futbolista.
El fútbol y el ciclismo han construido pocos lazos a lo largo de la historia. Pocos son los casos en que ambas disciplinas se encuentren relacionadas de forma intrínseca, pero si hay una historia en la que ambos deportes confluyeron para siempre, es la de la Maglia Nera.
Comienzos y la ‘Gran Guerra’
Ticozzelli nació en los últimos compases del Siglo XIX en el seno de una familia acomodada de Castelnovetto, al pie de los Alpes. Estudiar en aquella época era un lujo que no todos podían permitirse, pero otorgaba un gran prestigio y reputación para todo aquel que podía acceder a unos estudios superiores. El joven Giuseppe se trasladó hasta la ciudad de Alessandria, situada a medio camino entre Milán y Turín para cursar estudios en Topografía. Estudiar era una condición sine qua non para que Ticozzelli -al tiempo que estudiaba planos y medía el terreno- pudiese dedicar parte de su tiempo libre a otra de sus grandes pasiones: el esférico.
Nada más llegar a Alessandria, a los 18 años, descubrió que allí no podría disfrutar del fútbol como lo venía haciendo en su Castelnovetto natal. En aquella región piamontesa lo más cerca que habían estado del balompié eran los duelos que disputaban Juventus y Torino en la capital regional. Ante este vacío futbolístico, el propio Ticozzelli fundó en el año 1912 la Unione Sportiva Alessandria, conjunto para el que jugaría hasta la llegada de la 1ª Guerra Mundial, donde fue enviado al frente de combate.
Con el fin de la Gran Guerra, Giuseppe probaría suerte en la SPAL, antes de recalar en el Casale, el club donde pasó gran parte de su carrera futbolística y donde obtuvo unos mejores resultados.
El Casale y la ‘Maglia Nera’
Quienes vieron jugar a Ticozzelli aseguraban que no era un dechado de virtudes balompédicas. No obstante, lo suplía con un físico poderosísimo para lo que era habitual en la época. Giuseppe sería un rara avis incluso en la actualidad. Era un jugador con gran formación intelectual y sumamente peculiar.
Bajo el fútbol, subyacía una extraña pasión por el mundo de la bicicleta, tan en boga en el país de la bota en aquel momento. Tanto era así, que, en el año 1920, y tras ser seleccionado con la Azzurra para disputar su primer -y único- encuentro internacional, Ticozzelli decidió recorrer los 100 kilómetros que separaban Alessandria de Milán en bicicleta para disputar aquel amistoso contra la selección francesa que finalizó en derrota para los italianos. Quién sabe si Giuseppe acusó la fatiga durante el encuentro.
En una época en la que el calcio aún estaba dividido en ligas interregionales, lejos de la actual organización en categorías nacionales que rige en la actualidad, el Casale era uno de los clubes más potentes de Italia.
Aquel equipo del norte de Italia levantó su único scudetto en la temporada 1913-14, antes de que Ticozzelli llegase al club. No obstante, con Giuseppe como estandarte, tuvo grandes participaciones en el Grupo Piamonte-Liguria de la Prima Categoría durante los años 20. Particular era también la camiseta de aquel club norteño. El Casale solía recibir a sus rivales con una indumentaria de color negro, sumamente característica en la época y que se convirtió en símbolo del club piamontés. De hecho, no sólo se hizo un nombre en el mundo del fútbol, también en el de las dos ruedas; y buena culpa de ello, la tuvo el propio Ticozzelli.
Ataviado con los colores del Casale, y en una época en el que el ciclismo estaba aún lejos de la profesionalización, Giuseppe se plantó en la salida del Giro de Italia de 1926 para participar como ciclista independiente en la corsa rosa.
Ha sido, y probablemente será, el único atleta capaz de jugar con la selección italiana de fútbol y correr el Giro de Italia – Marco Pastonesi, escritor y periodista italiano en el documental Farolillos Rojos de #Vamos
Comentan los lugareños que Ticozzelli solía parar a almorzar y rara vez llegaba con menos de media hora de diferencia respecto a los últimos clasificados. Esto, si llegaba, porque a mitad de la cuarta etapa de aquel Giro de Italia, y viendo la insalvable distancia que le separaba del resto de rivales a falta de más de 200 kilómetros para la línea de meta decidió poner pie a tierra. Pese a esto y a que solo disputó cuatro etapas de la ronda italiana, en una de ellas consiguió estar fugado por delante del pelotón, tal y como cuenta Pastonesi. Una gesta que le valió el reconocimiento del público transalpino a su sacrificio.
Tanto fue así, que la dirección del Giro de Italia en 1946, impresionada por las andanzas de Ticozzelli, decidió honrar su figura con un nuevo premio. El primero del Giro, portaba la Maglia Rosa, mientras que el último de la general, en honor a aquel futbolista del Casale, llevaría cada etapa un distintivo maillot de color negro, además de una cuantiosa suma de dinero para quien llegase a la última etapa en Milán con la Maglia Nera.
Vidas paralelas
Las tretas y los duelos entre Luigi Malabrocca y Sante Carollo por ver quien llegaba en última posición al Velódromo Vigorelli constituyen una página aparte en la historia del ciclismo. Gracias a ello, la Maglia Nera se ha convertido en un elemento de admiración en el deporte de las dos ruedas y, sobre todo, ha puesto en el mapa a un club que, de no ser por este elemento distintivo, apenas sería conocido fuera del país de la bota.
Gran parte del mito de esta maglia se encuentra, precisamente, en su desuso. Su vida -al menos de la clasificación como premio puntuable- fue muy corta. En 1951, tan sólo un lustro después de su nacimiento, la organización del Giro decidió que se trataba de un reconocimiento que iba en contra del espíritu ciclista.
Cuando la distinción se instauró como parte de los premios puntuables de la gran vuelta italiana, el Casale llevaba ya una década vagando por las categorías menores del calcio. Desde la temporada 1933/34, el club piamontés no pisa la Serie A, y desde entonces, tan sólo ha jugado 4 temporadas en la Serie B. El Casale quedó relegado a las divisiones amateurs, mientras que su equipación, aquella que lo hizo grande durante la segunda década del Siglo XX, tuvo un mayor arraigo gracias al ciclismo que al balompié.
El último varapalo que se llevó el club del norte de Italia data del año 2013. Tras una serie de problemas financieros que ahogaron a la sociedad, el Casale se tuvo que refundar con el nombre de Football Club Casale Associazione Sportiva Dilettantistica, comenzando de cero desde la división más baja del fútbol italiano. En la actualidad, el club disputa sus encuentros en Serie D, la cuarta división del fútbol italiano y la más alta dentro del amateurismo.
Tras la refundación al Casale sólo le quedaba un signo de identidad: su Maglia Nera. Hace más de medio siglo que la vestimenta no está presente en las carreteras del pelotón internacional ni en los grandes estadios del fútbol profesional en Italia. No obstante, la gesta de Ticozzelli sigue dando voz a todos aquellos que, tanto en el fútbol como sobre las dos ruedas, se han acostumbrado a perder.