DIEGO TOMÉ CAMOIRA
Pico y martillo. La idiosincrasia del Club Deportivo Fabero queda patente desde el primer vistazo que echamos a su escudo. El conjunto berciano, orgulloso de sus raíces mineras, hace alarde de ellas siempre que puede. Porque Fabero y carbón, hasta hace bien poco, eran prácticamente sinónimos.
Para conocer los inicios del Fabero debemos retrotraernos hasta mediados del siglo pasado, cuando los diversos testimonios ofrecen distintas fechas de fundación para el equipo de la localidad faberense.
Si bien los testimonios orales dan 1953 como fecha de fundación de la sociedad deportiva, no fue hasta el año 1958 cuando el Fabero participó en su primera competición de forma federada. El debut del Club Deportivo Fabero en sociedad se produjo en la denominada Regional ordinaria, la por entonces cuarta categoría del fútbol nacional tras Primera, Segunda y Tercera.
Para entonces, ya habían pasado más de 100 años desde que la primera explotación carbonífera de Fabero viera la luz. Fue en 1843, cuando Vicente Terrón fundó “La Estigia”, la primera mina de carbón de la localidad, la más prolífica en lo que a producción minera se refiere en la comarca del Bierzo y por lo que llegó a ser conocida como la estufa de España.
Fabero tras la guerra
Desde el final de la guerra civil, Fabero y todas las localidades asociadas a la cuenca minera comenzaron a vivir un crecimiento exponencial en apenas una década. Ya en 1950, con Antracitas de Fabero y Minas de Fabero en su máximo apogeo, el crecimiento demográfico del municipio era imparable. En apenas 10 años, la población de Fabero había crecido hasta los 9.000 habitantes.
Al tiempo que se convertía en uno de los motores económicos del Bierzo, Fabero necesitaba una excusa para aglutinar a aquella población venida de todos los rincones de España y que no paraba de crecer exponencialmente. Y en eso llegó el fútbol.
A veces el fútbol no es más que un fiel reflejo de la sociedad. Los tiempos de bonanza económica que se vivían en aquel pequeño rincón del noroeste peninsular tuvieron en el balón un catalizador identitario como pocos.
En el campo de La Cortina, la primera casa del Club Deportivo Fabero, se forjaba en aquellos primeros años la leyenda de Marianín, ‘El jabalí del Bierzo’, mito de la Cultural y el Real Oviedo y uno de los grandes goleadores del fútbol español durante la década de los 70.
Aquel joven delantero dejaría más temprano que tarde su Fabero natal para hacerse un nombre destacado en el imaginario colectivo del fútbol español. En 1973, tan sólo un año después de recalar en las filas del Oviedo, Marianín se convertiría en Pichichi de la Primera División, un hito que le llevaría a debutar con la selección española pocos meses después, en octubre de ese mismo año.
‘El jabalí del Bierzo’ dejaba Fabero, pero jamás olvidaría sus raíces. Durante aquella década el Fabero se convirtió en una fábrica de producir talentos. La cantera del conjunto minero era una de las más fecundas de toda la comarca.
No obstante, y pese a su buen hacer en el fútbol formativo, el Fabero no conseguía salir del pozo de la Regional y conseguir el tan ansiado ascenso al fútbol nacional.
La vuelta del mito y el ascenso a Tercera
Como decíamos, pese a no haber jugado apenas con el primer equipo, Fabero y su club vertebraron la trayectoria de Marianín con el esférico. Tanto fue así que, tras probar las mieles del éxito, Marianín volvió al barro para acabar su carrera deportiva en el equipo de su pueblo.
De la Cultural al Fabero. Sin pasos intermedios. Volver a Regional tras haber sido internacional con España sería una involución para cualquier futbolista. No así para Marianín.
El goleador quería ser parte activa del sueño que aquella localidad llevaba persiguiendo durante más de una década, y de sus botas emanaría el primer ascenso del Fabero al fútbol nacional, en la temporada 79/80.
Para entonces, tras la creación de la Segunda B en 1977, Tercera pasaba a ser el cuarto escalón del balompié nacional. No obstante, aquella categoría marcaba el techo del fútbol comarcal por aquel entonces.
Aún lejos de que llegase su época gloriosa, la Ponferradina era, en aquel momento, un equipo ascensor entre Segunda B y Tercera. Así fue como Fabero, Bembibre y Ponferradina luchaban durante aquellos finales de los 70 y primeros de la década de los 80 por la hegemonía del fútbol en El Bierzo.
La gesta del Fabero tan sólo duraría 5 campañas. En la 1982/83, en plena reconversión industrial que ahogaría definitivamente a la industria minera en España, el Fabero retornaba a Regional Preferente.
Volvería a probar suerte en Tercera a comienzos de los 90, durante la última gran época del club, pero esta vez la aventura tan sólo duraría dos campañas. Desde entonces, el fútbol regional y provincial ha sido la casa del Club Deportivo Fabero hasta nuestros días.
“Veníamos a jugar al Fabero como si fuese el Barça o el Madrid”
La realidad de Fabero y del CD Fabero han seguido caminos paralelos durante las últimas décadas. El trabajo de cantera sigue dando sus frutos en la cuenca minera Fabero-Sil, pero si antes los niños del pueblo veían en Fabero un lugar donde poder desarrollar su vida profesional y futbolística, ahora no parece ser así.
Adan Cerecedo, jugador insignia del club y capitán del primer equipo, nos cuenta para Mundo Esférico lo que ha significado Fabero para él, y cómo en los últimos años, en cierta medida, se ha ido perdiendo la idiosincrasia del club por culpa de la falta de oportunidades económicas que asolan al municipio.
“Yo he nacido aquí, y la verdad que, desde pequeño, por lo menos en la gente de mi generación, todos veníamos al Fabero como si fuese el Barça o el Madrid. Nosotros veníamos a jugar aquí y no veíamos más allá de eso. Nos parecía que venir a jugar con el Fabero era lo máximo”, relata Adan.
Poco queda ya de aquella generación de la que Adan, como one club man, es fiel representante. Ahora, y con la profesionalización del club puntero en la comarca como es la Ponferradina, el Fabero tiene que luchar por sobrevivir incluso en las categorías formativas.
“Nosotros en Fabero tenemos los equipos justos. Un equipo por cada categoría, pero justos de gente. Si te quitan a dos o tres niños pues te quedas sin equipo. Esos dos niños se van a Ponferrada, pero los demás, ¿qué hacen?, ¿no juegan? Aquí nos está pasando recientemente”, menciona al respecto de esta cuestión Sasquia Julio Granda, directiva del club y una de las responsables del fútbol base.
Nos parecía que venir a jugar al Fabero era lo máximo. Veníamos como si fuese el Barcelona o el Real Madrid
De motor económico al abandono absoluto. En la pérdida demográfica provocada por la falta de industrias en la localidad se puede encontrar una de las explicaciones a la situación que el Fabero afronta en la actualidad.
En apenas dos décadas, Fabero ha perdido más de 2.000 habitantes, pasando de los más de 6.500 habitantes que tenía el municipio en los años 90 hasta los poco más de 4.000 que habitan la localidad en 2020.
La falta de oportunidades ha sido una de las claves de este éxodo que ha llevado a Fabero a formar parte de lo que en la actualidad se suele conocer como la España vaciada.
Esto se ha traducido, en cierta manera, en que buena parte de los jugadores de la primera plantilla no provengan de su localidad natal, sino de núcleos de población comarcales como Ponferrada.
“Yo soy el primero que, evidentemente respeto a todos mis compañeros y yo voy a defender al Fabero por encima de todo, pero competir con el Fabero con tus amigos del pueblo de toda la vida es lo más grande que puede haber aquí. Porque aparte de jugar para el equipo de tu pueblo estás jugando con alguien con quien has crecido, y eso mola mucho. Y a día de hoy es una pena que no pueda seguir siendo así”, apunta Adan sobre esta serie de dinámicas.
No obstante, el arraigo generado por la población que aún queda en Fabero y se niega a abandonar su pueblo ha encontrado en su equipo de fútbol una forma de expresión, tal y como nos cuenta Jorge García, directivo del club.
“Es triste decirlo, pero el ambiente de Fabero el fin de semana depende del equipo de fútbol. La única cosa que congrega gente en Fabero el fin de semana ahora mismo es su club. Que es algo de lo que estamos orgullosísimos porque de 4 o 5 años para acá, la gente acude y hay buen ambiente de fútbol juegue el equipo que juegue. Ves los partidos de un equipo alevín o benjamín y tiene sus seguidores. Respecto al primer equipo, un domingo que el equipo no juega en Fabero a las 4 de la tarde en Fabero no tenemos ambiente ninguno, hasta la gente de los bares te lo dice”.
El ambiente de Fabero el fin de semana depende de su equipo de fútbol
La cara B de la pandemia en el fútbol
La incertidumbre y la lucha por la supervivencia de los clubes han marcado la tendencia durante este año coronavírico. Si clubes del fútbol profesional tenían problemas para cuadrar sus cuentas, esta situación se agrava según se van descendiendo niveles en el sistema de divisiones del fútbol español.
Tras su ascenso en la campaña 2018/19 a Regional Preferente, el conjunto dirigido por Antonio Álvarez vivió una convulsa campaña finalizada precipitadamente por la pandemia del Covid-19. Lo que en la teoría fue asegurarse una salvación en el mes de marzo, cuando la competición paró de forma definitivo, en la práctica fue un quebradero de cabeza para el club a la hora de cuadrar sus cuentas.
Es en este apartado, en el económico, donde el Fabero más agradece y nota el apoyo de sus aficionados y el crecimiento en la masa social que el conjunto ha vivido en los últimos años, incluso en los momentos previos a su ascenso a Regional.
“Hay mucha gente que coge el carnet preguntando cuándo se empieza, hay otra gente, poca, que quiere esperar a que comience la liga para coger el carnet de socio y otros muchos que lo pagan sin importarle nada, si empieza o si no. Entienden la situación por la que pasa el club y que sin su apoyo sería imposible salir a competir. De hecho, gracias a ellos el Fabero está donde está”, explica Sasquia en torno a la importancia de la masa social.
Jorge García va más allá, y se atreve a dar cifras de lo que supone el apoyo de los aficionados al Fabero en términos económicos.
“La pregunta más frecuente de cara a cuando le ofreces a alguien un carnet es: ¿Va a haber fútbol o no? Y si dejarán entrar al público. Y esto es muy importante porque el club depende al 85% de sus aficionados. El Fabero si subsiste es gracias a los aficionados. Lo demás son subvenciones y son ayudas, pero el 85% del presupuesto viene a través de las cuotas del fútbol base, los carnets de socio y las aportaciones que semana a semana se consiguen a través de rifas y asistencia al campo”.
El Fabero está donde está gracias a sus aficionados. Le debemos todo a la masa social
Pese al apoyo que el Fabero está recibiendo por parte de sus socios y aficionados desde antes de saber si la Liga podría comenzar siquiera, lo cierto es que las cuentas de la entidad se han resentido notablemente.
“En nuestro caso, el sponsor principal nos dijo que seguiría colaborando, que no habría problemas, lleva muchos años detrás del equipo, pero dijo que con cautela porque la cosa está muy mal, que de diez meses que llevamos de año lleva trabajados tres o cuatro”, alude Jorge.
La dependencia de aficionados y bares de moda es esencial en los tiempos que corren. Más aún si, como cuenta Sasquia, las diputaciones provinciales apenas destinan dinero al Fabero en la actualidad.
Si antes Fabero y su equipo vivían relativamente acomodados gracias a la industria minera, desde que esta echó el cierre los habitantes de la localidad y alrededores se ven obligados a hacer malabarismos para mantener una cierta prosperidad en el pueblo.
PROTOCOLO COVID19
ENTRADA AL ESTADIO
– Se tomarán los datos (nombre, apellidos y número de teléfono) a todo el que acuda al campo.
– Para todo el que lo desee, adjuntamos documento que pueden llevar impreso y cubierto, solamente tendrán que entregarlo en la puerta. pic.twitter.com/SDceS5WdLF— C.D.FABERO (@fabero1953) November 28, 2020
Hoy, 29 de noviembre, y tras nueve meses de espera, el balón ha vuelto a rodar sobre el Estadio Municipal Manuel Orallo para recibir al CD Villa de Simancas.
Lo más importante, que a diferencia de en las categorías profesionales, el Fabero ha podido volver a competir al lado de su activo más valioso: su gente.