
DIEGO TOMÉ CAMOIRA
Al norte del actual Perú, y bañada por el océano Pacífico, se encuentra la región de Lambayeque, una de las más densamente pobladas del país y que tiene en la industria azucarera y agroalimentaria su principal motor económico.
Los grandes latifundistas de la zona quisieron proyectar a través de la práctica futbolística la idea que tenían de Perú como nación. Esto entronca directamente con la mentalidad que muchas industrias y grandes empresas tenían en la Europa Occidental con el fin de crear un arraigo entre los trabajadores mediante el esférico.
De esta forma nacieron en Perú clubes como Ricardo y Enrique de la Piedra o José Pardo de Tumán. Algo así como si el Real Madrid hubiera sido fundado bajo la denominación de ‘Hermanos Padrós’ o el Fútbol Club Barcelona se llamase ‘FC Joan Gamper’.
El sentido de pertenencia de estos clubes con su entorno se reducía únicamente a los designios de los grandes latifundistas y no tanto con su población o lugar de origen. No se trataba de un intento de adhesión popular, sino que lo que primaba a la hora de fundar un nuevo club era la causa racial.
“Los clubes de fútbol nacen en Perú promovidos por un sector de la oligarquía que encontraba en el deporte la posibilidad de avanzar un proyecto modernizador y de higiene racial basado en disciplinar al pueblo y extirpar los vicios que, según ellos, impedían su desarrollo”, reflexionan al respecto Gisselle Vila Benites y Aldo Panfichi en su obra ‘La profesionalización del fútbol durante el Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas en Perú’.
Chiclayo y el ‘clásico azucarero’
Bajo esta premisa nació en el año 1919 el Club Federado José Pardo de Tumán, equipo de la ciudad homónima. Si bien a día de hoy este club lleva el nombre de su ciudad, en aquel momento pocos eran los lazos que lo uniesen a su territorio, o al menos si concebimos como su territorio la ciudad de Tumán.
La razón de ser de este club no iba más allá del divertimento de los trabajadores de la Hacienda Tumán, de la cual José Pardo, presidente de la República del Perú por aquel entonces, era copropietario. Es decir, tras la creación de un equipo de fútbol representado por trabajadores se escondía un intento de legitimación popular a través del esférico hacia un gobierno marcado, en aquella época, por la violencia política y social imperante.
“Tras algunas deliberaciones, acordaron dar el nombre de José Pardo al naciente club, como homenaje al estadista peruano y copropietario de la hacienda. La presidencia recayó en Pedro Horna y la directiva quedó conformada por Ricardo Rubio, Manuel Ruesta, Ismael Córdova, Francisco Navarro, Nicolás Córdova; David Chirinos, José Ramos, Anacleto Lazo y Rafael Becerra. Uno de los principales objetivos de la institución fue la práctica del fútbol y de inmediato, salieron partidos amistosos con equipos de las otras haciendas azucareras”, se menciona al respecto de la fundación en el medio de comunicación peruano ‘La Industria’.
Precisamente estos amistosos entre instituciones azucareras a los que se hace alusión dieron lugar a la creación, en el año 1949, del Club Deportivo Ricardo y Enrique de La Piedra, el mayor rival hasta nuestros días del José Pardo con el que disputa el ‘Clásico Azucarero’ de Chiclayo. En una situación muy similar, y con otro latifundista como Ricardo y Enrique de La Piedra, se fundó en la localidad de Pomalca este club deportivo con el fútbol como eje central de su actividad.
Así, entre balones y cañas de azúcar, se fraguaba una de las rivalidades más reconocibles del fútbol peruano al norte del país entre clubes con una idiosincrasia muy parecida. Identidad que cambiaría de forma radical en el año 1969.
Reforma agraria y éxitos en Copa Perú
Apenas un año antes, un golpe de Estado en el país llevó a los militares al gobierno de la nación. El denominado Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas llegó al poder con una premisa muy clara: “La tierra para el que la trabaja”.

Fue así como la dictadura militar, de tendencia socialista y nacionalista, trató de dar el poder a campesinos e indigenistas y revelarse contra los grandes latifundistas que poblaban las grandes haciendas del Perú. Lo hicieron a través de la Ley de Reforma Agraria de 1969, promulgada por Velasco Alvarado —líder de la junta militar—, y que dio la titularidad de las tierras a los trabajadores, que se agrupaban mediante cooperativas.
Esta reforma agraria afectó sobremanera a los clubes anteriormente citados, que se vieron obligados a cambiar su denominación y estatutos. El José Pardo pasó a llamarse Unión Tumán Deportes, mientras que el Ricardo y Enrique de La Piedra adoptó el nombre de Deportivo Pomalca, denominación que llega hasta nuestros días. Como vemos, la Reforma Agraria se extrapoló al mundo del fútbol y no únicamente despojando al balompié de los símbolos del anterior régimen, sino buscando una utopía hasta entonces en Perú, como era la profesionalización del deporte.
“La Ley Orgánica del Deporte Nacional se promulgó apenas tres meses después de la Ley de Reforma Agraria, una de las medidas que dejaría una huella profunda en la organización del territorio y de la riqueza en Perú. Este hecho coincide con los partidos clasificatorios al Mundial de Fútbol en México 1970, periodo en el que se construyó la interfaz para acercar al pueblo y al Gobierno desde los valores promovidos por el GRFA”, se explica en el artículo de Vila Benites y Panfichi.
La profesionalización y el éxito de la práctica futbolística fueron de la mano con la llegada de la junta militar. Tanto fue así que, en el año 1970, apenas unos meses después de la llegada al poder de la dictadura, la selección de Perú y el pueblo peruano disfrutaron de su primera participación en la Copa Mundial de Fútbol en 40 años.
Unido a este crecimiento del esférico en Perú, llegó la explosión definitiva de un torneo tan particular como la Copa Perú. A diferencia de otros países, el Torneo del KO en el territorio andino da acceso al club vencedor a la Primera División del fútbol nacional.
La competición puso en los años 70 a Chiclayo en el mapa gracias los éxitos del Unión Tumán. Gracias a los cambios reglamentarios en la competición en base a la Ley Orgánica del Deporte Nacional, los tres primeros equipos del hexagonal final subían directamente a la Primera División peruana, independientemente de la categoría en la que militasen.
Uno de estos clubes fue Unión Tumán que, en el año 1971, y sin haber competido hasta la fecha tan siquiera en divisiones nacionales, alcanzó la máxima categoría gracias a su buen hacer en la Copa Perú.
UNION TUMAN – JOSE GALVEZ. si tienes una foto del recuerdo enviala a futbolperuano10@hotmail.com
Publicado por Futbol Profesional Copa Peru y Segunda Division en Miércoles, 6 de abril de 2011
Ruptura con el pasado
De aquellos años de gloria del fútbol peruano de la mano de la dictadura militar queda poco más que el recuerdo. Aunque hechos como la clasificación de la selección para el Mundial de Rusia 2018 volvieran a poner a Perú en el mapa balompédico.
En los años 90, el Unión Tumán quiso romper con todos los símbolos de la dictadura y retornar a sus raíces latifundistas tras aprobar en asamblea de socios que el conjunto azucarero recuperase su denominación inicial de José Pardo.
El Deportivo Pomalca, que no tuvo un pasado tan halagüeño como sus vecinos de Tumán durante las décadas de los 70 y 80, arrebató la hegemonía al nuevamente refundado José Pardo durante finales de los 90 y hasta la actualidad, dejando atrás -a la inversa que José Pardo- su etapa latifundista.
Todos los significantes de la dictadura militar se han ido borrando con el paso del tiempo. Todos salvo la Copa Perú, cuyo formato perdura en el tiempo y se observa desde la distancia como uno de los torneos más democráticos y populares que sobreviven a la mercantilización del fútbol; curiosa contradicción la de una dictadura democratizando el balompié.