Mark Clattenburg y Sir Alex Ferguson antes de una final de FA CUP | Fuente: Aodanbiswashughes bajo una licenciaCreative Commons Attribution-Share Alike 4.0 International
Mark Clattenburg y Sir Alex Ferguson antes de una final de FA CUP | Fuente: Aodanbiswashughes CC Attribution-Share Alike 4.0 International via Wikimedia Commons
CARLOS RODRÍGUEZ LÓPEZ

@Carlosrlop

Probablemente el uso de refranes sea la única cosa en la que coincidan todos los castellanohablantes. Grandes, pequeños, medianos, todos hemos utilizado en más de una ocasión este recurso tan propio de la lengua de Cervantes. Sir Alex Ferguson, de haber nacido en Albacete en vez de en Escocia, podría haber hecho suyo uno de estos refranes mientras entrenaba al Manchester United: no vendas la piel del oso antes de cazarlo.

El truco de Ferguson

En el fútbol faltan refranes, pero sobran tópicos. Y en este mundo topiquero, el equivalente balompédico de “no vendas la piel del oso antes de cazarlo” podría ser  aquello de “hasta que el árbitro no pita el final, todo puede pasar”. Con total seguridad, el bueno de ‘Fergie’ habrá reflexionado sobre estas palabras que, en su caso, perdían parte de su condición de tópico al tiempo que se convertían en una verdadera amenaza para el equipo rival.

El otrora entrenador del Manchester United, contó con un as bajo la manga que contribuyó notablemente a aumentar su colección de trofeos, el “Fergie Time” (período que comprendía los minutos finales del encuentro, tiempo en  el que su equipo lograba remontar un resultado en los partidos más reñidos). Lo que comenzó pareciendo una coincidencia, acabó por convertirse en un hábito más que provechoso para los red devils.

Con un resultado adverso en el marcador, el Man U se transformaba al llegar los últimos minutos y conseguía darle la vuelta al partido. Los jugadores lo sabían y lo daban todo en el tramo final, consiguiendo que los rivales mordiesen el anzuelo. Una vez más, cuando el partido parecía acabado, el United conseguía marcar.

Ferguson lograba que sus chicos jugasen dos partidos distintos dentro del mismo, el conformado por la mayor parte de éste, y el de los minutos finales. Al llegar a este segundo periodo, en lugar de mostrarse exhaustos, sus jugadores se volvían mucho más intensos e incisivos y comenzaban la ofensiva hacia el triunfo.

Muchos de sus rivales mostraban su enfado por entender que cuando el United iba perdiendo, se añadía más tiempo del necesario al final de los 90 minutos para que los de Sir Alex pudieran marcar. Estas teorías estaban alimentadas por la imagen recurrente del propio Ferguson señalando su reloj delante del cuarto árbitro. Polémicas arbitrales al margen, este ‘truco’ del técnico escocés alcanzó el súmmum en la final de Champions de 1999 disputada en el Camp Nou. El estadio culé fue testigo de una de las finales más apasionantes de la historia, en la que los goles de Sheringam (en el 91) y Solskjaer (en el 93), dieron la vuelta al 1-0 obtenido por el Bayern en el minuto seis, conquistando la segunda “orejona” para la parroquia de Old Trafford.

Lo cierto es que desde que Ferguson abandonó el banquillo mancuniano, los red devils no han vuelto a ser el gigante europeo que el escocés construyó. ¿Muerto el perro se acabó la rabia?

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