LUCAS MÉNDEZ VEIGA
‘Los de la lejía’ era el mote de los hermanos García García por A Coruña. Toda la familia acabó en el barrio de Monte Alto tras dejar su Ribadeo natal, en la provincia de Lugo, por su militancia socialista. El reconocido sobrenombre se debía a la fábrica de lejía a la que dedicaron sus días en el seno familiar. Los ocho hijos del matrimonio ayudaban a repartir los cacharros del producto por la ciudad herculina. En sus ratos libres, Bebel García se divertía pateando un esférico.
Revulsivo en Riazor
Bebel García militó con la zamarra blanquiazul durante cuatro campañas. Con el equipo coruñés en Segunda División acostumbraba a salir en las segundas mitades, para revolucionar los encuentros, siempre pegado a la línea de cal. Los técnicos le preferían como extremo diestro —escurridizo debido a su baja estatura y su habilidad para regatear— pero era zurdo. En total, no se prodigó demasiado en el césped del coliseo norteño ya solo disputó veintiocho partidos entre 1932 y 1936. 11 goles adornaron su casillero anotador sin mayores alardes.
Su historia se conoce por su fuerte militancia contra el franquismo. Lejos del césped herculino, también era zurdo. Según narró el diario El Progreso, en 1935 fue detenido en el barrio coruñés de As Durmideiras por ‘actos contra el orden público’. Junto a varias decenas de personas, vestía de rojo y realizaban ejercicios de entrenamiento paramilitar. «¡Cómo no me voy a acordar de Bebel! Vivía en la calle San Roque. Su padre era un líder del partido socialista. Era muy buen chico, muy gracioso, aunque algo infantil. Y muy valiente, hacía frente a la policía y a todo lo que hiciese falta. Cuando vino el movimiento se paseaba con un collar y una cruz por la calle Real. Los tenía bien puestos», recordaba para La Voz de Galicia en 2008 el ex portero deportivista Rodrigo García Vizoso, quien coincidió con el futbolista de los García.
La sublevación del 18 de julio del 36, iniciada en África, se extendió por el territorio español aunque no llegó a Galicia hasta el 20. Ese mismo día, el bando sublevado proclamó el estado de guerra en la plaza de María Pita. Comenzaron los disparos contra la sede del Gobierno Civil mientras una serie de obreros y militantes se decidían a ayudar a la defensa del edificio. Se produjeron una treintena de fallecidos en dos días.
Días más tarde, Bebel y su hermano France fueron capturados en Guitiriz (Lugo) mientras intentaban escapar en dirección a Asturias, bastión republicano. Fueron trasladados de vuelta a A Coruña y encerrados en la cárcel provincial enfrente de la Torre de Hércules. Allí pasaron una noche hasta que el 26 de julio fueron llevados a juicio.
Todo obedeció a un montaje en el que incluso el que fuera su presidente en el Deportivo, José María Salvador y Merino, testificaron en su contra alegando quema indiscriminada de iglesias, matanza de hombres de derechas y vínculos con varios atentados, entre ellos el del general Bosch.
Los juicios militares fueron la forma legalizada de represión empleando leyes del siglo XIX. Al hacerse efectiva la declaración del estado de guerra, la condena de civiles y militares era más sencilla. De este modo, ese mismo 26, Bebel y France García García fueron condenados a muerte por unanimidad.
Según Galeano
En 2002, el pleno del Concello de la urbe gallega acordó dedicarles una calle a los hermanos ‘de la lejía’. Encontrarán la placa conmemorativa en el mismo barrio de Monte Alto, hoy un paraje de vistas envidiables frente a la Torre de Hércules, también muy cerca de donde, en su día, fueron fusilados: ‘O Campo da Rata’.
Se dice que primero fusilaron al hermano mayor, France. Después preguntaron al menor si tenía una última voluntad. En un principio rehusó hablar hasta que lo pensó mejor. Con sus ideas hasta la bala final. «Un momento», gritó mientras se bajaba la bragueta de sus pantalones. Delante del pelotón echó una larga meada antes de sentenciar: «Ahora sí».
El escritor uruguayo Eduardo Galeano le dedicó en 2008 la pieza que arriba ilustramos en su libro ‘Espejos. Una historia casi universal‘. Las raíces de los García acabaron extendiéndose en Argentina ya uno de los hermanos, Pepín, consiguió cruzar el Atlántico a bordo del Winnipeg para acabar en Chile, después trasladarse a Paraguay y por último a tierras argentinas. En el país guaraní nació su hija Selva García, quien conoció al pluma uruguayo y le contó la triste historia familiar. Un monumento a los defensores de la libertad preside el cementerio de San Amaro donde yacen los restos de Pepín, fallecido en 1996 en tierras herculinas, y cerca de la fosa común donde están los restos de sus hermanos.
En la ciudad donde, dicen, nadie es forastero, cuentan la historia de los hermanos ‘da lexía’ y de Bebel, el ‘zurdo’ deportivista.