Este artículo puede contener incorrecciones temporales ya que fue publicado en 2018
La selección de Corea del Norte dio la gran campanada en el Mundial de 1966 derrotando a Italia | Fuente: Stephan, CC BY-SA 3.0 via Wikimedia Commons
La selección de Corea del Norte dio la gran campanada en el Mundial de 1966 derrotando a Italia | Fuente: Stephan, CC BY-SA 3.0 via Wikimedia Commons
DIEGO TOMÉ CAMOIRA

@FirstClassSDP

Si por algo se reconoce a Corea del Norte a nivel mundial, es por ser uno de los países más herméticos del mundo, un lugar de donde apenas procede información y cuya carrera militar frente a los Estados Unidos, con una tensión nuclear sin precedentes en la historia, ha disparado todas las alarmas a nivel mundial. La escalada de violencia, así como el cruce de acusaciones y amenazas entre el presidente norcoreano Kim Jong-Un y el máximo mandatario estadounidense, Donald Trump, ha alcanzado cotas insospechadas desde que el magnate norteamericano alcanzase la presidencia en noviembre de 2016.

El esférico supeditado al ‘Jucheísmo’

Si el país es prácticamente un desconocido para el grueso de la sociedad occidental, su fútbol no es una excepción. La ideología Juche, que rige el país desde que Kim Il Sung se proclamase líder supremo de la República Popular Democrática de Corea —nombre oficial del estado— en el año 1948, está presente en todas las esferas de la sociedad, incluido el fútbol.

Las bases de esta filosofía norcoreana, que implantó tras la guerra de Corea un socialismo con características propias en el país, no concibe la profesionalización del deporte en ninguno de sus ámbitos, por lo que el balompié en el país está marcado por el amateurismo. Es decir, en contraposición con la visión del jugador que acostumbramos a tener en occidente, ninguno de los futbolistas de aquel pequeño rincón del continente asiático, se dedica exclusivamente a dar patadas a un balón.

El sistema de ligas en Corea del Norte, está controlado por la asociación nacional, y cuenta con dos categorías. La primera división cuenta con 15 equipos, de los cuales, una gran mayoría, pertenecen directamente a órganos estatales. Entre ellos destacan el 4.25 Sports Club, equipo del Ejército Popular de Corea y conjunto más laureado del país, o el Amrokgang, dependiente de la Secretaría de Seguridad del Pueblo.

Pese a ello, en los últimos años, el aparato del gobierno de Corea del Norte, encarnado en la Asociación de Fútbol de Corea del Norte, ha puesto gran empeño en promocionar el fútbol formativo en el país, con unos notables resultados en las categorías masculinas, y sobre todo femeninas del fútbol base mundial. El momento culmen llegó en el año 2016, cuando las selecciones femeninas sub-20 y sub-17, se proclamaron campeonas del mundo en sus respectivas categorías. Sin embargo, el primer éxito del fútbol norcoreano, llegaría muchos años antes.

Esos chicos bajitos y rápidos que salen por la televisión

La selección masculina absoluta de Corea del Norte, tan sólo ha participado en dos Copas del Mundo a lo largo de su historia. La última, en Sudáfrica 2010, de donde salieron rumores de que, a su vuelta al hermético país del lejano oriente, los jugadores sufrieron castigos y fueron condenados a trabajos forzados tras su eliminación en primera ronda. Uno de tantos rumores sobre Corea que la historiografía no ha logrado desvelar. La primera, más de 40 años antes, en el Mundial de Inglaterra de 1966, el primer torneo de selecciones retransmitido por televisión.

La selección norcoreana, que por aquel entonces no había disputado tan siquiera la Copa de Asia, obtuvo su billete para Inglaterra tras una serie de carambolas. Encuadrada en el grupo clasificatorio junto a Corea del Sur, Australia y Sudáfrica, el combinado nacional se aprovechó de la expulsión de Sudáfrica con motivo del Apartheid y de la retirada de sus vecinos del Sur, para jugarse el billete al Mundial en una doble eliminatoria con la selección australiana.

Tras una cómoda victoria en ambos partidos, el combinado norcoreano hacía las maletas rumbo a Middlesbrough, donde Corea del Norte disputaría la primera fase de aquel Mundial de 1966. Quedó encuadrada en el Grupo 4, junto a la Unión Soviética, Chile, y una de las máximas favoritas a alzarse con el cetro mundial como Italia.

Tras una derrota en el primer partido contra la URSS, y un empate a uno frente a Chile, los norcoreanos se jugaban el todo por el todo contra la Italia de Rivera, Mazzola, Facchetti, Albertosi y compañía. Todo Middlesbrough, se volcó con aquellos jugadores bajitos que vestían con los mismos colores que el equipo de su ciudad en un ambiente donde la mofa y el apoyo al equipo pequeño iban prácticamente de la mano.

En este ambiente, se produce la que, a día de hoy, es una de las grandes sorpresas en la historia de los Mundiales. Italia necesitaba tan sólo un empate para pasar a los Cuartos de Final, cuando un gol tempranero del mediocentro norcoreano Pak Doo-Ik al que los italianos no supieron sobreponerse, acabó con el combinado italiano haciendo las maletas de vuelta rumbo al país transalpino.

El conjunto norcoreano estuvo a punto de colarse en las semifinales del Mundial tras endosarle un 3-0 a Portugal en la primera parte de los cuartos de final del torneo, sin embargo, una excelsa actuación de Eusebio, llevó a Portugal a clasificarse para las semifinales de aquella copa del mundo que acabaría levantando la anfitriona, la Inglaterra de los Bobby Charlton, Bobby Moore, Geoff Hurst y Roger Hunt entre otros.

La selección norcoreana suscita el mismo interés que el país, dado su hermetismo y las leyendas urbanas que circulan relacionadas con sus expediciones y condiciones para la práctica del fútbol | Fuente: Hugh Peterswald - MediaServicesAP, CC BY-SA 3.0 via Wikimedia Commons
La selección norcoreana suscita el mismo interés que el país, dado su hermetismo y las leyendas urbanas que circulan relacionadas con sus expediciones y condiciones para la práctica del fútbol | Fuente: Hugh Peterswald – MediaServicesAP, CC BY-SA 3.0 via Wikimedia Commons

«Viene otra Corea»

Ser el primer mundial televisado, llevó a que la competición tuviera un seguimiento masivo por parte de la mayoría de aficionados al deporte rey en todo el mundo. Este fue uno de los detonantes de que, a su llegada a Italia, la selección fuese recibida con una impresionante “tomatina” en el aeropuerto por parte de los aficionados azzurri. La derrota de aquel conjunto comandado por Gianni Rivera, probablemente el mejor delantero de la época, y líder de aquel combinado favorito a la victoria final, se convirtió en un asunto de estado.

Todos y cada uno de los periódicos de la época, se hicieron eco de la derrota, lo cual llevó a que el asunto trascendiera al mismo parlamento, donde las diferentes fuerzas políticas italianas se enfrascaron en un debate que llegó a pedir la limitación de los salarios para unos jugadores que hacían del balompié su profesión.

Actualmente, la derrota en el Mundial de 1966 se recuerda como el mayor fracaso del fútbol italiano en su historia, así como uno de los mayores desastres en la historia del deporte italiano. Tanto es así, que en el imaginario colectivo de la sociedad italiana, se ha popularizado la expresión “viene otra corea” como un refrán popular utilizado para cualquier situación de desgracia cotidiana.

En lo que respecta a aquellos 22 soldados del ejército popular de Corea del Norte, cuyas profesiones eran tan variopintas como dentistas, profesores de Gimnasia, militares profesionales etc, muchas son las anécdotas alrededor de sus figuras. Algunas de ellas cuentan que, pese a la hazaña, buena parte de los futbolistas de aquella histórica selección fueron condenados a trabajos forzados a su vuelta. Sin embargo, los testimonios de los supervivientes a día de hoy de aquel combinado, recogidos en un documental de la BBC, dan una visión completamente diferente, donde declaran haber sido condecorados por el estado.

Sea como fuera, y anécdotas aparte, lo que queda claro es que aquella victoria contra la selección italiana quedará como una de las grandes sorpresas en la historia de los mundiales.

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