DAVID FERREIRO PÉREZ
Hablar de Escocia es sinónimo de hacerlo de tradición. No es para menos, pues se trata de una zona con mucha historia a sus espaldas. Y también lo es cuando hablamos de fútbol. Mucho menos mediáticos que sus vecinos ingleses, al menos en cuanto a Liga y selección, pero con la misma pasión por el ‘football‘. Una de las pocas cosas que unen a dos gentes tan opuestas como el perro y el gato. El fútbol en Escocia está lejos de ser el deporte predominante, pero desprende un aroma romántico especial para los amantes de este espectáculo.
Su selección tiene el honor de haber disputado el primer partido internacional de la historia y el Celtic, uno de sus equipos más famosos, el de ser el primer club británico en alzarse con la máxima competición europea, la Liga de Campeones (1966/67), sin duda el mayor hito en la historia del fútbol escocés. Más si tenemos en cuenta que aquel Celtic se alzó con la ‘orejona’ con 11 jugadores nacidos en Glasgow o, como mucho, a 50 kilómetros de la ciudad.
El fútbol va más allá del deporte en Escocia
Tiempos pasados parecen mejores en una región que futbolísticamente, y con permiso del Aberdeen, siempre estuvo dominada por dos ciudades; Edimburgo y, sobre todo, Glasgow. Estos dos núcleos urbanos son un magnífico ejemplo de lo que significa el fútbol en Escocia. Y lo son porque el fútbol escocés va mucho más allá del deporte. Allí no se representan unos colores, sino unos valores, íntimamente ligados a cada uno de los clubes.
Partido tras partido los aficionados se enfundan sus colores como un luchador más representando sus ideales. Empecemos con Edimburgo, una ciudad futbolísticamente menor que Glasgow pero donde sus dos equipos, Hearts e Hibernian, encarnan la lucha de ideales presentes en la sociedad escocesa. El Hearts es un equipo ligado al protestantismo, mientras que el Hibernian está vinculado con el catolicismo. Alrededor de cada uno, opuestas maneras de pensar tanto en cuanto a cuestiones religiosas, como políticas o sociales. El derbi de Edimburgo es uno de los más antiguos del mundo, pero va más allá de una mera rivalidad deportiva, convirtiéndose en una lucha de ideales. Algo que se puede ver todavía mejor si nos desplazamos a la vecina ciudad de Glasgow.
La rivalidad eterna en Escocia
En Glasgow nos encontramos el ‘Old Firm’ o la rivalidad eterna, uno de los derbis más longevos, caldeados y emocionantes del planeta fútbol. Un ambiente especial cubre este histórico enfrentamiento entre Celtic y Rangers. La rivalidad entre ambos equipos es una buena representación del sectarismo escocés, ya que específicamente Glasgow es una ciudad dividida en torno a dos corrientes representadas por ambos conjuntos. Por un lado tenemos al Celtic, equipo ligado al catolicismo y al separatismo, y por el otro tenemos al Rangers, equipo ligado al protestantismo y al unionismo.
El Old Firm es, aunque pueda sorprender, un enfrentamiento anterior incluso al propio fútbol. Impacta leerlo, pero es cierto. Se trata de dos clubes muy arraigados en la ciudad que van más allá, al menos en cuanto a influencia, que cualquier otro equipo del mundo. Allí el fútbol es lo de menos, se trata de una lucha de ideales que se fue prolongando históricamente hasta nuestros días.
Una lucha que continúa igual de candente que en sus inicios. Vecinos y amigos, pero rivales. El asunto político y religioso escocés coge en el fútbol unos tintes incomparables con cualquier otro lugar del mundo. En un país tan orgulloso de su tradición, el fútbol se ha convertido en el vehículo de expresión de ambas corrientes, por lo que en Glasgow, el deporte es lo de menos. Ni tan siquiera los títulos. Lo que importa allí es defender unos colores que van de la mano de ciertos valores que, aún a día de hoy, dividen a la sociedad escocesa.