LUCAS MÉNDEZ VEIGA
La mascota más fea de la historia. Ciao se llamaba. Maradona liándola pardísima mientras se cagaba en todos los italianos… salvo en aquellos napoletanos que apoyaron a Argentina. Roger Milla y la cantada de Higuita. El salivazo de Rijkaard a Rudi Völler. Las indumentarias, New Order y el bendito Etrusco… pero Italia’90 fue el Mundial de Gazza. Paul Gascoigne enamoró a ingleses e italianos y abrió las televisiones británicas al espectáculo del calcio.
Ni una mísera alegría desde el 66
Así se planteaban los ‘Three Lions’ esa cita. La nación comenzaba la era de la recesión tatcherista y las gradas sufrieron un cambio tras las tragedias de Heysel y Hillsborough. En los últimos coletazos del segundo verano del amor —que así era como se conocían a los veranos ingleses del 88 y 89— las consecuencias del alcohol en los encuentros fueron substituidos por el éxtasis. El acid house cambiaba el panorama musical y el hooliganismo —se pensaba— tocaba a su fin. De manera represiva, la FIFA y las autoridades italianas acordaron confinar en las islas a los británicos. La afición inglesa daba miedo y al final, donde más se lió, fue en la previa de un Alemania Federal – Yugoslavia en Milán. Así que, en Cerdeña, jugó Gascoigne.
De aquel ‘fat boy’ —como le llamó Vinnie Jones en aquel Wimbledon-Newcastle de la ‘tocada de huevos’— se había pasado a un talentoso, anáquico y jerárquico mediocampista inglés. De modo que aquel Mundial no fue solo el precioso camino hasta las semifinales. Fue su figura. Aquellas lágrimas en Delle Alpi marcaron a la afición inglesa, acostumbrada a la rigidez expresiva y futbolística de sus selecciones de antaño. No obstante, aquella generación guiada por la batuta del ’19’, se recuerda como una de las más talentosas de los creadores del fútbol.
Aquel sueño, decimos, acabó antes de lo esperado. Si algo no tuvo Italia’90 fue mucho buen fútbol. Y la semi que hizo llorar a Paul Gascoigne no fue diferente. Prórroga de un Alemania Federal – Inglaterra. La jugada en medio campo, primer regate para salir de dos contrarios y la pelota que se va larga. En aquel momento, Gazza se lanzó al suelo. «Aún hoy, si lo veo, creo que no le toco. Viniendo de donde vengo sé que nunca haría algo así. No me revolvería de esa manera por el suelo», confesó en su documental en 2015.
La entrada le costó una amarilla que le apercibía de cara a una posible final. Estaba siendo su Mundial y la idea de quedarse fuera de aquel espectáculo afectó al talento británico. Afloraron las lágrimas, imagen icónica de los Mundiales como pocas, a la vez que Gary Lineker, amigo en White Hart Lane y en los Lions, le sopló a Bobby Robson que no estaba bien, que estuviese pendiente de Paul. Los primeros mimos televisados en el fútbol se los llevó Gascoigne. Para cuando el partido acabó, penaltis y derrota de por medio, tocaba volver a casa. Y ahí se desató la ‘Gazzamania’.
Una tele donde ver a la Lazio de Paul
Aquel verano del 92, cuando se dijo que la Lazio fichaba por un dineral a Gascoigne, el país no supo cómo encajar la noticia. Fiel a sus principios, el año antes había dicho que jugaría la final de la FA Cup con los Spurs. Aquella sí que no se la quería perder. Después de haber barrido al eterno rival gunner en las semifinales [hagan el favor y pónganse aquí el gol de falta que le clava Gascoigne a los vecinos del norte], aquella FA Cup era para Gazza la mejor forma de cerrar un capítulo levantando un título. La productora Chrysalis —más famosa como casa discográfica— se interesó por el que fue uno de los primeros documentales del díscolo y talentoso rubio de Newcastle.
Después de la final del 91, el film se concentraba más en la lesión que acababa de sufrir —y que según decían afectaría a su carrera— antes que en aquel movidito fichaje por el club romano. En la fase de post producción del film, una observación del jugador encendió las bombillitas en las cabezas de la productora. «Me da pena que ni mis familiares ni mis amigos puedan verme por televisión jugar con la Lazio». Por aquel entonces, la liga inglesa era de pago. Sky había renunciado a los derechos de emisión de la Serie A en las islas porque todo se estaba centrando en el relanzamiento televisivo de la Premier League. Así que, en Chrysalis, se pusieron manos a la obra.
Los costes de la transmisión del calcio italiano en suelo británico dejaron de piedra a la compañía. 650 mil libras esterlinas por toda la Serie A. Eso fue lo que pidió la RAI. Ahora mismo, por ese precio, las televisiones pueden conseguir poco más de 5 minutos de transmisiones deportivas. 5 minutos. Channel 4 cogió la oportunidad sin pestañear. El canal más alternativo de la parrilla inglesa no tenía una oferta deportiva potente para competir con la programación de canales como la BBC. «Eran muchas liras italianas pero no muchas libras», llegó a decir Michael Grade, dueño por aquel entonces del canal.
Y así fue como un 6 de septiembre de 1992, tres millones de espectadores sintonizaron el canal 4 para ver la primera oda al fútbol venida desde Italia. Se contaron seis goles —3:3 al final en el electrónico de Marassi— en un Sampdoria vs. Lazio con figuras de la talla de Roberto Mancini, Pagliuca, Fuser o Bepe Signori. Mientras la primigenia Premier se lanzaba por cable en una época de recesión, los ingleses tenían a golpe de mando la mejor liga del mundo y ‘su’ mejor jugador del mundo. Hablamos, cómo no, de Paul Gascoigne. Que sabemos cómo son estos ingleses. El público británico empezó a disfrutar y hacer suyo el ambiente italiano y aquellos estadios que tantos buenos recuerdos del pasado Mundial hicieron aflorar.
Gazzetta Football Italia
El éxito del calcio en las islas vino de la mano de un formato televisivo que hizo que toda una generación de británicos amase aquella liga. Gazzetta Football Italia fue un programa matutino de Channel 4 que repasaba la actualidad del calcio y ofrecía entrevistas exclusivas con las estrellas. Pero, en realidad, fue mucho más al marcar una forma de entender el fútbol y de abrir fronteras.
James Richardson era uno de los productores del canal británico. Nadie tenía ni la más remota idea de fútbol italiano en aquella época por Inglaterra y él, con una novia romana, decidió lanzarse a la piscina. Se erigió presentador del programa y un verdadero icono. Repasaba las noticias Gazzetta dello Sport en una mano y hablaba del calciomercato con una copa de helado en la otra. Fue como el sueño de aquel verano del 90 para los ingleses.
El programa siguió creciendo en antena y acercó curiosas entrevistas con personalidades de aquel fútbol como el propio Gascoigne, Mancini, Vialli, Faustino Asprilla o Attilio Lombardo. Personalidades de otros ámbitos como Bryan Adams se convirtieron en feroces consumidores de aquel formato y el propio cantante llegó a coger vuelos a la península itálica para formar parte de sus shows ‘pre-partita’ de los domingos.
Gascoigne abrió las puertas y el público británico deseoso de fútbol hizo el resto. Lo que comenzó como un sueño veraniego en la isla de Cerdeña acabó con un país entero abrazando el mejor calcio que se ha jugado nunca.
También te puede interesar… George Eastham: del retain al Transfer Request
Cool Britannia: Cuando la música ocupó los terrenos de juego