La intransigente sanción tras el positivo de Maradona en USA'94 fue la gota que colmó el vaso para el astro argentino contra la FIFA y la razón por la que creó este sindicato de futbolistas | Fuente: Unknown author, Public domain, via Wikimedia Commons
La intransigente sanción tras el positivo de Maradona en USA’94 fue la gota que colmó el vaso para el astro argentino contra la FIFA y la razón por la que creó este sindicato de futbolistas | Fuente: Unknown author, Public domain, via Wikimedia Commons
LUCAS MÉNDEZ VEIGA

@LMendez8

Siempre en contra del poder establecido, de los grandes amasadores de fortuna ajena en los organismos del fútbol mundial. Ese fue el perfil de algunos lideres dentro del terreno de juego que tuvieron gran influencia fuera. La idea del Sindicato Mundial de Futbolistas fue de Maradona y Cantona, entre otros.

Los astros se aliaron en contra del poder tiránico de la FIFA y sus casos de corrupción. Lo fundaron en septiembre del 95 en un intento de desafiar al máximo organismo del balompié mundial y demostrar que el futbolista no era mero decorado. A la postre quedaría como la única asociación sindical de futbolistas a nivel internacional con intención de dar verdadero poder de decisión para la figura del futbolista.

Contra el sistema

Así han definido su vida y sus carreras los dos protagonistas de esta historia. El sindicato de futbolistas respondió así a varias demandas sociales, futbolísticas y personales. Aquel verano del 95 todavía estaba vigente el positivo del 10 argentino en el Mundial de Estados Unidos del año precedente. 15 meses de sanción que El Pelusa no encajó muy bien. «Blatter es un tipo a sueldo y Havelange, que practicó siempre el waterpolo, deciden por mí, algo que no puede continuar así», declaró el Diego.

Líder con su selección, a la que consiguió aupar al cetro mundial, siempre se mostró rebelde y reivindicativo fuera del rectángulo de juego. Fue así como descolgó el teléfono y dio rienda suelta a uno de sus sueños más ambiciosos: un sindicato que representase de verdad los intereses de los futbolistas profesionales a nivel mundial. Así fue como se creó la Asociación Internacional de Futbolistas Profesionales, que nació con el objetivo de defender «los principios fundamentales del fútbol y la salvaguarda de los derechos morales y sociales de los futbolistas».

Para hacer frente a esa «arbitrariedad» que achacaban a la FIFA, Diego Armando Maradona reunió en París a una buena ristra de estrellas con las que presionar al gran ente futbolístico mundial. Además de Cantona, su mano derecha, contó con ilustres como Weah (AC Milan), Raí (PSG), Vialli (Juventus), Zola (Parma), Laurent Blanc (Auxerre), Ruud Gullit (recién fichado por el Chelsea), Stoichkov (Barça), Bebeto (Deportivo), Iván Zamorano (Real Madrid), o Di Stefano.

El astro argentino todavía tenía abierta la herida del positivo en USA’94 y el trato recibido por los dirigentes del fútbol mundial, pero su reivindicación poseía algo de sentido. Por primera vez en la historia había voluntad por equilibrar el trato hacia el futbolista, alejado de la toma de decisión y alimentado como mero títere en el circo en el que se empezaba a convertir el fútbol a nivel planetario.

Las primeras demandas llegaron en lo tocante a las grandes citas de selecciones. Los mundiales deparaban muchos encuentros al mediodía de calurosos días de verano que afectaba al rendimiento de los jugadores. Además, estaba en juego un suculento pastel de derechos televisivos del que los futbolistas querían empezar a tomar parte.

«Hasta ahora, los futbolistas han sido marginados en la toma de decisiones de los grandes organismos del fútbol mundial. Es algo que se debe cambiar. Hay multitud de cuestiones que afectan directamente a los jugadores, que, sin embargo, nunca son consultados», declaró Didier Roustan, periodista deportivo francés convertido en secretario general del nuevo sindicato. Las estrellas del fútbol se juntaban siempre en la capital francesa, sede de aquella nueva constelación de astros tan reivindicativos, para elaborar sus nuevas reivindicaciones, .

Hasta el día de hoy, Blatter, que es un tipo a sueldo, y Havelange, que jugó al waterpolo, deciden lo que se hace en un campo de juego. En el futuro queremos participar. Sólo les diré que desde este sindicato vamos a defender a los jugadores contra quien sea – Diego Armando Maradona

Al nuevo sindicato de futbolistas no tardaron en hacerle presión. Desde la FIFA se instó al diálogo a los jugadores, deslegitimando las propuestas de la nueva asociación. «Respeto todas las oposiciones a la FIFA, pero es el órgano más fuerte. Desconozco qué pueden hacer contra una institución que tiene 190 países asociados», llegó a declarar el presidente de aquel entonces, centro de la diana maradoniana, el brasileño Havelange.

Jean-Marc Bosman: de modesto jugador francés a cambiar las reglas del fútbol que todos conocemos hoy | Fuente: Panini Group, Public domain, via Wikimedia Commons
Jean-Marc Bosman: de modesto jugador francés a cambiar las reglas del fútbol que todos conocemos hoy | Fuente: Panini Group, Public domain, via Wikimedia Commons

Un partido homenaje, única obra del sindicato de futbolistas

Dos años duró el experimento de Maradona en el sindicalismo futbolístico. En 1997 parecía que el proyecto estaría lo suficientemente desarrollado como para conseguir su cometido. Varias reuniones mediante, los futbolistas fueron consiguiendo pequeñas respuestas que hicieron ver que no iban de farol. Habían llegado a oídos del belga Jean-Marc Bosman, futbolista responsable de la ley que cambió el estatus de los comunitarios en el fútbol europeo, que se alió con el nuevo sindicato de futbolistas internacionales. Con él idearon la estrategia que, pensaban, cambiaría el panorama de sus derechos como futbolistas profesionales.

El conjunto maradoniano pensó en organizar un encuentro amistoso en Montjuic, desautorizado por la FIFA, como medida de presión. En homenaje al propio Bosman, un símbolo en la consecución de dichos derechos como jugador de fútbol, se celebró el 27 de abril de aquel mismo año en el estadio barcelonés. Se dividieron en dos conjuntos, el equipo de Europa y el del resto del mundo, en el que Maradona ya actuó como seleccionador con años de antelación.

El Pelusa estaba en Boca pero en sus horas más bajas. A punto de retirarse y con exceso de peso, no quiso borrarse en la cita más importante. A su lado jugaron mitos como el peruano Del Solar, el brasileño Branco o el guardameta colombiano Higuita. En la dirección de aquel equipo, Alfredo di Stéfano y Sócrates. En el bando contrario y con Just Fontaine, uno de los mejores técnicos franceses de siempre, formaron los ya citados Cantona, Vialli o Blanc, además del español Eusebio, Karembeu o Koeman.

Aquel sería el escenario, el enclave idílico para presentar en sociedad la Asociación Internacional de Futbolistas Profesionales. A la postre sería el único logro de este sindicato de futbolistas de Maradona. El encuentro fue reflejo de la acogida de sus reivindicaciones. La Federación Española de Fútbol desechó ordenar un árbitro, las gradas mostraron un aspecto muy desangelado a pesar de las estrellas reunidas, muchos invitados al palco rechazaron acudir por miedo a represalias y apenas pudieron conseguir unas camisetas mal confeccionadas y balones poco reglamentarios.

«Los futbolistas somos gente demasiado individualista, tenemos mucho que aprender para que esto tire hacia adelante», dijo el brasileño Sócrates tras aquel fracaso. El sindicato de futbolistas de Maradona y Cantona sentó un gran precedente en la defensa del trabajador frente al voraz gran capital que empezaba a corromper el fútbol. Murió en el idealismo aunque no era nueva. Desde 1968 y hasta nuestros días existe con grandes críticas y detractores el FIFPro (Federación Internacional de Futbolistas Profesionales). El astro argentino decidió mostrar menos conformismo con el sistema y los poderes establecidos que el que abrazaron iconos como Pelé o Platini, más acordes con los dictados del organismo futbolístico mundial.

Para montarle la oposición a la FIFA necesitaban una organización que la asociación de Maradona nunca mostró. Como en otras ocasiones de su vida y carrera futbolística, el proyecto no prosperó, dicen, por el ego desmedido del Pelusa. Fue hecho a su imagen y semejanza: ambicioso y desorganizado.

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