CARLOS RODRÍGUEZ LÓPEZ

@Carlosrlop

Carisma, fe y compromiso social. Eso es Taribo West (Port Hartcourt, 1974). Siendo preadolescente se marchó a Lagos, a más de 600 km de su familia, para pasar a integrar una peligrosa banda callejera. En la capital, la muerte de uno de sus mejores amigos le abrió los ojos. Él podría ser el siguiente.

Taribo volvió a su hogar y encontró en el fútbol una alternativa a la delincuencia. Aún no lo sabía, pero el deporte que lo acababa de salvar iba ser un medio, no un fin, en la busca de su lugar en el mundo.

Tras varios años rindiendo a un gran nivel en el fútbol nigeriano, despertó el interés de varios clubes europeos. El Auxerre, por entonces en primera división, se hizo con sus servicios en verano de 1992.

Todavía militaba en el equipo del sudoeste de París cuando logró el mayor hito del fútbol nigeriano, la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996. Un año después era fichado por el Inter de Milán.

La capital lombarda sería escenario de sus mejores actuaciones. West se erigió como un activo fundamental para los nerazurri en la consecución de la Copa de la UEFA de 1998.

Pese a todo, en una plantilla en la que había jugadores de la talla de Ronaldo, Simeone, Zamorano o Zanetti, a West los focos lo buscaban más por su estilismo que por sus actuaciones sobre el césped. Esas características trenzas, mostradas en infinidad de colores y variantes durante años, lo convirtieron en un icono del fútbol noventero.

La llegada de Marcelo Lippi al banquillo interista en verano de 1999 supuso el destierro de Taribo del equipo. Meses antes, después de un extraño suceso en su vivienda con cajones abriendo y cerrándose al más puro estilo Paranormal Activivty, sintió que Dios lo estaba llamando.

Decidió entonces hacerse miembro de la Iglesia de Pentecostés y abrir su propio templo en la capital lombarda. La deriva religiosa de Taribo, que contaba con numerosas ofertas extranjeras, fue decisiva para que acabase yendo cedido al Milán en el mercado de invierno. Así, podría seguir de cerca el día a día de su iglesia.

Javier Zanetti, compañero de Taribo en el Inter, recordaba recientemente una anécdota que ejemplifica su fe: “Una vez nos invitó a su casa porque era su cumpleaños. ‘¿A qué hora vamos, Taribo?’ ‘A las 7’, nos dice. Iba con Iván Córdoba y le llevábamos un regalo. Llegamos a las 8 y empezó a rezar. Una hora, dos horas, ¡teníamos un hambre! Tres horas… Terminó el cumpleaños y nos fuimos sin comer nada. ¡Qué personaje!”

De futbolista a cura

Desde la cesión al cuadro rossonero —con el que apenas disputó cuatro encuentros—, el West futbolista nunca volvió a ser el mismo. Cada vez más centrado en la fe, su carrera deportiva pasó a segundo plano.

Derby County, Kaiserlauten, Partizan, Plymouth Argyle y Paykan (con el que ni siquiera llegó a debutar) fueron los clubes en los que militó hasta su retirada definitiva en 2008. La distancia nunca fue un obstáculo para su vocación religiosa, pues, por lejos que estuviera, no dejó de viajar con frecuencia a Milán a atender su templo.

La polémica fue la tónica dominante en estos últimos años de fútbol. Cuando jugaba en el Derby, al que llegó prometiendo salvar del descenso a la Championship, se marchó sin permiso a jugar varios partidos con su selección antes de que finalizase la temporada (eso sí, con el objetivo de la permanencia casi asegurado).

Al llegar a Belgrado surgió una nueva y surrealista polémica, la de su verdadera edad. «Cuando le fichamos dijo tener 28 años. Más tarde descubrimos que en realidad tenía 40, pero como jugaba bien no tuve problema en que continuara en el equipo», declaró Zarko Zecevic, presidente del Partizan.

Botas colgadas y trenzas cortadas mediante, Taribo se convirtió en pastor pentecostal. Totalmente volcado en sus convicciones religiosas, en su templo de Milán acoge a sintecho e inmigrantes que llegan a Italia de forma irregular para ejercer la prostitución. Una vez ofrecido un lugar temporal en el que quedarse, desde la iglesia les buscan un puesto de trabajo y ayudan con los trámites para poner sus papeles en regla.

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