El equipo de Dejadnos Vivir en uno de los torneos por las fiestas patronales de Vilagarcía de Arousa | Fuente: La Voz de Galicia
El equipo de Dejadnos Vivir en uno de los torneos por las fiestas patronales de Vilagarcía de Arousa | Fuente: La Voz de Galicia
DIEGO TOMÉ CAMOIRA

@FirstClassSDP

“Pasan los años, pasa tu vida, pasan los meses, pasan tus días, pasan las horas, también tus minutos, este puede ser tu último segundo” así comienza Historia Triste, uno de los himnos de Eskorbuto, grupo de punk vasco que marcó a toda una generación en los años 80. Sin embargo, los autores de esa letra bien podrían ser los componentes de Dejadnos Vivir, uno de los clubes de fútbol amateur más efímeros de Galicia y el fiel reflejo de una de las historias que más conmocionó a la sociedad española a finales de los 80 y en la década posterior.

Un grupo de amigos que amaban el rock, la anarquía y el alcohol, así se definían los componentes de Dejadnos Vivir, el equipo de fútbol sala que tuvo su momento de gloria en el torneo de las fiestas patronales de Vilanova de Arousa en 1982.

Sin apenas haber dado unas patadas al balón, y para sorpresa de todos, aquellos jóvenes ataviados con camisetas negras sin mangas con el símbolo anarquista en el pecho, sorprendieron a los mejores jugadores de la ría venciendo a todos y cada uno de los rivales que se encontraron en su camino hasta la final. «De los diez que formamos el equipo, solo tres o cuatro habíamos jugado a fútbol y únicamente mi hermano Rafael se lo tomó en serio y acabó jugando en tercera división», declara Manuel Fernández Padín en el libro que lleva el nombre de aquel equipo.

En la final, se deshicieron del considerado mejor equipo de la localidad pontevedresa por un tanto a cero. Con la actitud provocadora que les definía por bandera, aquel grupo de amigos acalló sobre el terreno de juego a todos aquellos que se acercaban a verlos, menospreciando a aquellos jóvenes que veían en la rebeldía, el alcohol y el hachís, un espíritu de rebelión contra la sociedad.

Lo que la heroína se llevó

Esta historia, tan sólo fue el punto positivo en la mancha negra que salpicaría a la ría durante más de una década, donde, aún hoy, se escuchan sus ecos de destrucción. La ría de Arousa se convirtió durante los años 80 en el principal punto de entrada de la cocaína en Europa. Nombres como Sito Miñanco, los Charlines o Laureano Oubiña entre otros, se erigieron como los capos del narcotráfico no sólo en España, sino en todo el continente.

Lo que en un primer momento fue el tabaco, dio pasó rápidamente al hachís y la cocaína. Al tiempo que el tráfico de estas sustancias se normalizaba, también lo hacía su consumo, y así, poco a poco, llegaron los primeros picos de heroína entre parte de los jóvenes de la ría.

Gelucho, Pacheco, Carnicero, Rafael Fernández Padín, Manolo Panadeiro, Manolo Macuta, José Lorenzo, Adolfo Reigosa, Paulino Beretta y Manuel Fernández Padín. Estos, son los nombres propios de Dejadnos Vivir, aquel equipo que poco después de lograr la victoria en 1982, cambiaron el balón por las jeringuillas. El propio Manuel Fernández Padín, quien relata su historia en el libro homónimo a aquel conjunto y en el laureado documental de TVE Marea Blanca, fue el principal testigo dentro de la Operación Nécora, el juicio que acabó por destapar la mayor trama de narcotráfico en España allá por el año 1994.

De aquel grupo de amigos, tan sólo 3 de ellos, el aludido Manuel Fernández Padín, su hermano menor Rodolfo y Jesús María Carnicero viven, o, mejor dicho, sobreviven, a día de hoy. Sobreviven porque las secuelas de la que en la actualidad se conoce como generación perdida, siguen siendo más que palpables. El mayor de los Fernández Padín sufre depresión derivada del consumo de LSD y no son pocos los por aquel entonces jóvenes, no sólo de Arousa y Galicia sino de toda España, que a día de hoy se ven obligados a convivir con el VIH positivo en sus vidas.

Los nombres arriba mencionados, no son más que el espejo de todas aquellas historias anónimas, de centenares de familias derrumbadas, y cientos o miles de cadáveres que aquella ‘marea blanca’ se cobró a lo largo y ancho de la península durante la década de 1980. ‘Dejadnos vivir’ –y morir-.

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