Entrada principal a Richmond Park, el número 125 de Emmet Road | Carlos Rodríguez
Entrada principal a Richmond Park, el número 125 de Emmet Road | Carlos Rodríguez
CARLOS RODRÍGUEZ

@Carlosrlop

Martes, 19:45 en Dublín. Fútbol. Suena a Champions pero no lo es, se trata simplemente de un partido amistoso, aunque en esta ocasión el encuentro cobra tanto valor para los aficionados locales como si el balón estrellado fuera a rodar por el amado tapete de su casa, Richmond Park. Es 17 de julio y el St Patrick´s Athletic recibe al Newcastle United.

Luce el sol en la capital irlandesa, incluso hace calor. Pese a encontrarnos en pleno verano este tiempo no es habitual por aquí. De hecho, ya se han programado cortes en el suministro de agua como respuesta ante la sequía que azota al país. Todo parece en calma una hora antes de comenzar el encuentro. En el trayecto desde Victoria Quay (en la orilla sur del Liffey) hasta Emmet Road —donde se encuentra Richmond Park— no se respira un ambiente especialmente futbolero: alguna camiseta del Newcastle y, de momento, ninguna del equipo local. Visto así, todo apunta a otro amistoso instrascendente con el que seguir aumentando la lista de partidos descafeinados de pretemporada.

Nada más lejos de la realidad. Al llegar a la intersección con Emmet Road, la calle se tiñe de blanco y negro: el número de aficionados magpies se multiplica considerablemente. Avanzo por la calle hasta llegar al número 125, donde se encuentra el hogar de los saints como se conoce a los seguidores locales.

Sin embargo, no se aprecia un estadio al uso, sino una hilera de casas de ladrillo con un hueco en el medio con forma de arco, formado por dos puertas abiertas, las de la entrada a Richmond Park. La velada empieza bien, solo por conocer este estadio tan peculiar ya han merecido la pena los 10 euros de entrada.

Aficionados del Newcastle durante el descanso. Detrás de la valla roja y blanca que se encuentra a sus espaldas se observa la vegetación que crece a orillas de un riachuelo | Carlos Rodríguez
Aficionados del Newcastle durante el descanso. Detrás de la valla roja y blanca que se encuentra a sus espaldas se observa la vegetación que crece a orillas de un riachuelo | Carlos Rodríguez

Nada más atravesar el arco se observa un grupo de gente concentrada en torno a un pequeño puesto que vende bufandas para todos los gustos: del St Patrick’s, del Newcastle… incluso una edición especial conmemorativa con la fecha del encuentro, el nombre y los escudos de ambos contendientes. La mesa con las bufandas, atendida por dos jóvenes aficionados locales, se encuentra justo delante de las entradas a la grada de preferencia, reservada para los socios y simpatizantes locales, igual que el fondo orientado hacia el este.

La grada de preferencia es relativamente moderna, igual que el fondo, aunque este último carece de cubierta. El resto de localidades se encuentran entre la tribuna y el otro fondo del estadio, en gradas de piedra formadas por escalones sobre los que ver el fútbol de pie, como antes. Toda esta zona está reservada para los fanáticos del Newcastle y es con ellos con los que decido ver el partido. Me sitúo en esa zona del graderío, en la esquina más próxima al fondo cubierto, que se levanta a orillas de un pequeño riachuelo escondido tras la densa vegetación.

A mi alrededor, camisetas de los años dorados del club del Tyneside visten al gran número de fanáticos ‘urracas’ que ya jalean a los suyos. Las de Ginola y Shearer son las que más se repiten, aunque existe una amplia variedad de nombres y modelos. Pasión sobre la piel, e incluso en ella: un hombre con el escudo tatuado en el brazo se queja de lo angosta que es la grada. El ambiente es de lujo y, ahora sí, la afición local se hace notar delante de los ingleses. Richmond Park está lleno hasta la bandera.

Aficionados del Newcastle en uno de los fondos de Richmond Park | Carlos Rodríguez
Aficionados del Newcastle en uno de los fondos de Richmond Park | Carlos Rodríguez

Un día para el recuerdo

El partido muestra a un Newcastle superior que acaba venciendo por 0-2 a un más que digno St Patrick´s Athletic que mantuvo sus opciones de empatar hasta los minutos finales, cuando Atsu convirtió el penalti que sentenciaba el duelo. Los locales han perdido, pero el resultado parece lo de menos. Todos están contentos, como reconoce una amable aficionada saint en el pub del equipo: “Es uno de los momentos más importantes de nuestra historia. Que un equipo de la Premier venga a jugar aquí es muy importante para nuestro club, nos ayuda a crecer mucho”.

Al abandonar el pub, otra seguidora nos atiende en la puerta: “Sin duda es uno de los mejores días de nuestra vida como aficionados, hoy hemos conocido a Benítez y Shelvey, ¡Dos ex del Liverpool!” Su testimonio resulta más que convincente: pasadas casi dos horas del pitido final, vuelve al local para seguir celebrando entre sonrisas y cervezas con su grupo de amigos. Se resisten a dar por finalizado un día tan importante para una afición acostumbrada a rivales de bastante menor entidad.

Un grupo de aficionados locales reunidos en el pub del equipo después del partido | Carlos Rodríguez
Un grupo de aficionados locales reunidos en el pub del equipo después del partido | Carlos Rodríguez

Al terminar el encuentro, el ambiente había sido envidiable. Las dos aficiones compartían pareceres y abandonaban el campo amistosamente, mientras esperaban a que los jugadores salieran del estadio. El clima era muy familiar, hasta el punto que los jugadores de uno y otro equipo pararon a hacerse fotos con los aficionados que esperaban tras la grada de preferencia, justo antes de cruzar la puerta de salida de Richmond Park, más pequeña que la principal pero capaz de desprender un aroma todavía mayor a fútbol añejo.

Una previa, noventa minutos y un post partido que me llevaron a reflexionar sobre en lo qué se ha convertido este deporte. ¿Quién necesita los focos de la Champions teniendo un hogar tan cálido como Richmond Park? Siempre nos quedará el fútbol irlandés…

Fotografía de la segunda parte del St. Patrick´s - Newcastle | Carlos Rodríguez
Fotografía de la segunda parte del St. Patrick´s – Newcastle | Carlos Rodríguez

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