LUCAS MÉNDEZ VEIGA
Robin Van Persie sigue dando los que serán sus últimos toques a una pelota. Después de catorce años separados, hoy Rotterdam vuelve a disfrutar del espigado genio holandés. El delantero oranje colgará las botas este próximo junio con la tranquilidad y el aval de una dilatada y exitosa carrera en la Premier, Turquía y su ciudad natal. Allí donde volvió para cerrar el círculo. Allí, donde es un ídolo.
Ooooh Robin van Persie!! @Persie_Official pic.twitter.com/m1fnsbjZ5p
— Leon Heijdra (@LeonHeijdra) 21 de octubre de 2018
Van Persie: el rebelde artista
En una familia plagada de artistas, el pequeño Robin no iba a ser menos. Originario del barrio de Kralingen, al este de la ciudad de Rotterdam, creció en un ambiente difícil tras la separación de sus padres siendo un niño de tan solo cinco años. Y es que el pequeño y el balón eran prácticamente inseparables. Tanto que siempre se mostró contrario a estudiar, no atendía en clase y solo pensaba en la hora de salir al aire libre y poder patear la pelota con esa zurda que ya se presuponía de oro.
Su padre, consciente del talento de su único hijo varón, apoyó al chaval a la hora de pelear su sueño de ser futbolista profesional. En las pequeñas pistas callejeras del barrio daba muestras de su enorme potencial y pronto recaló en las filas del Excelsior, uno de los equipos de Rotterdam que disputa la Eredivisie -primera categoría holandesa- y sin embargo una especie de club cantera afiliado al Feyenoord, el gran conjunto de la ciudad de Erasmo.
En el pequeño y coqueto estadio del equipo rojinegro dejó huella. Hoy en día una de las gradas del campo del Excelsior lleva el nombre de uno de los hijos pródigos que ha dado el esférico en Róterdam, una ciudad de gran importancia económica no solo en los Países Bajos, sino también en todo el mundo con su gran puerto pesquero y su moderna arquitectura. En la cantina del Stadion Woudestein se puede leer escrito por el propio Robin: «Traté de darle al fútbol lo que él me da a mí: amor. Gracias por aquellos hermosos años»
Y con 13 años, el gran salto. El equipo representativo de la ciudad, aquel del que era aficionado desde pequeño, le llamó a filas. El Feyenoord y De Kuip pronto se quedaron prendados de la zurda de seda del espigado delantero. La relación comenzó de manera inmejorable ya que, en 2002 y en el propio estadio del equipo, un joven Van Persie de 19 años se consagraba como titular en toda una final de Copa de la UEFA y alzaba el título para su equipo. Después de una larga travesía por el desierto -el Feyenoord había coronado en el 70 con una Copa de Europa- Rotterdam tenía nuevo ídolo.
El Feyenoord es el gran equipo de Rotterdam pero no el único. Comparte la ciudad de la arquitectura modernista con el Sparta de Rotterdam y el SBV Excelsior. En la segunda imagen, las ‘Casas Cubo’, símbolo de la urbe | Lucas Méndez
Una relación maltrecha: Arsène al rescate
Aquel carácter díscolo que le había acarreado muchos problemas en la escuela y en las canchas callejeras de Rotterdam le jugó una mala pasada a Robin al poco de comenzar. Como en todo conjunto, a pesar de que seas el diamante de la planntilla, hay unas jerarquías. Van Marwijk —el mismo técnico que llevó a Holanda a la final del Mundial de Sudáfrica— entrenaba por aquel entonces a orillas del río Maas. Y Pierre Van Hooijdonk, un auténtico experto en los tiros libres y artífice con dos goles de la ya mencionada copa continental, era su hombre de confianza, el líder dentro del verde.
Todo comenzó a torcerse en marzo de 2002. La alocada personalidad de Robin decidió que, tan solo dos meses después de su debut oficial, podía quitarle un lanzamiento de falta a la estrella de su equipo y desoír las órdenes de su técnico. A partir de ahí los pesos pesados del vestuario de De Kuip entendieron que aquel joven no estaba suficientemente preparado y comenzaron a insistirle a Van Marwijk que apartase al problemático chico.
Acabó disputando partidos con el filial del Feyenoord siendo ya un jugador contrastado y, lejos de contentarse, Van Persie acabó demostrando de nuevo todo el fútbol que llevaba dentro. Con la relación ya prácticamente rota entre técnico y delantero, un tal Arsène Wenger llamó a su puerta en 2004. El Arsenal y la Premier League serían su salto definitivo a la fama.
Accesos a De Kuip, nombre con el que se conoce entre los feijenoords al estadio del equipo. A pesar de su aspecto poco cuidado por fuera, es una moderna instalación que impresiona por dentro | Lucas Méndez
Inglaterra, el lugar de Robin Van Persie
Al norte de Londres, Robin coincidió con la mejor época de aquel Arsenal del técnico alsaciano, quien supo domar su carácter y sacar lo mejor de su pupilo. Encontró su ecosistema y, aunque partió como suplente de Jose Antonio Reyes, con la marcha de ‘Titi’ Henry al Camp Nou, Van Persie encontró también su sitio en el campo.
Convertido en auténtica referencia ofensiva de su equipo, el jugador holandés convirtió 131 tantos y repartió 55 asistencias de gol que le encumbraron como el ídolo de Highbury primero y del reluciente Emirates poco después. En ocho temporadas como gunner hasta llegó a portar el brazalete de capitán, pero solo consiguió alzar una Community Shield.
Fue entonces cuando los cantos de sirena y los billetes del coloso de Old Trafford rompieron la historia de amor entre el chico de Rotterdam y el club londinense. La posibilidad real de pelear títulos era innegociable para Robin.
Nada más llegar a Manchester, Van Persie ya dejó su sello. En el United decidió enfundarse el número 20 en señal de que llegaba para ayudar a los red devils a ganar su Premier número veinte. Y lo consiguieron. En gran medida fue gracias a los registros goleadores del holandés que finalizó la campaña como máximo artillero de la liga por segundo año consecutivo. Un récord solo al alcance de killers de la talla de Alan Shearer, su ex compañero Henry u hoy Harry Kane.
Durante las siguientes dos campañas en el legendario ‘Teatro de los Sueños’, el oranje levantó otra Community Shield y anotó treinta goles más. No solo de cifras vivió Van Persie ya que por todos los campos ingleses y europeos que pisó dejó el recuerdo de un delantero muy visual, con una zurda de oro, una facilidad pasmosa para encontrar espacios en las defensas rivales y un carisma que le hicieron ídolo allá por donde fue.
I’m coming home
Tras la aventura inglesa, saldada con el mayor de los éxitos, decidió probar otra liga. Hasta Estambul se fue el delantero quien, sin embargo, alejado de la máxima competición no volvió a sonreir como acostumbraba. En el Fenerbahçe tuvo tiempo de anotar casi 40 goles en dos campañas pero tenía una idea que ya le rondaba la cabeza. Regresar al club de su alma, aquel que tuvo que dejar de manera abrupta. Darle lo mejor a su ciudad, dedicarle el último año de su carrera. Y así, llegamos al día de hoy.
El Stadion Feijenoord es un campo histórico del fútbol continental. La afición por el fútbol es total en una liga claramente menor como es la holandesa y la ciudad de Rotterdam se suele volcar con su equipo llenando De Kuip en cada encuentro | | Lucas Méndez
Con su cabello ya canoso pero con la misma sonrisa de aquel joven que maravilló a la ciudad en su debut, Robin se siente feliz defendiendo la zamarra que siempre soñó con portar. Es el final soñado para una gran carrera que también le avaló como gran delantero con su selección, una Holanda que llevó a acariciar la Copa del Mundo en 2010 y en la que se convirtió en máximo realizador histórico con 50 tantos en poco más de un centenar de encuentros. Algunos de esos goles de bella factura podemos recordarlos los aficionados españoles…
Robin Van Persie es un ídolo para una hinchada no falta de estrellas. Johan Cruyff, Roy Makaay, Gio Van Bronckhorst o Dirk Kuyt son algunas de las leyendas que han hecho historia en el sureño barrio de Rotterdam. A pesar de no haber podido demostrar todo el talento que sí plasmó en Londres y Manchester, es el líder natural, el ejemplo, el veterano hoy calmado que guía a jóvenes promesas como Vilhena que, como él, surgieron de las canchas que adornan los barrios de la ciudad portuaria.
Con 35 años y en casa, Van Persie ha decidido que es un buen momento para colgar las botas al finalizar esta campaña. Aquel chico del barrio de Kralingen que desechó estudiar por perseguir un sueño en De Kuip quiere volver a hacer feliz a la hinchada que le acogió siendo un adolescente. Aquella a la que dedicó el primer gran título continental después de muchos años. Aquella afición que sonreía viendo por el televisor cómo su hijo pródigo perforaba las mallas de la mejor liga del mundo.
Spotted close to a school in Rotterdam.👀 Thought to give a quick high 🖐🏻😂 🙈 #totalchaos #sorryteachers 🤨😂 #dejeugd #feyenoordfans 👏🏻🤝 pic.twitter.com/s3UH4Ral8s
— Robin van Persie (@Persie_Official) 8 de octubre de 2018
Qué gran carrera. Qué zurda. Ha sido un placer, Robin Van Persie.