LUCAS MÉNDEZ VEIGA
Esa mañana de lunes caía una lluvia fina más propia de Galicia que de la capital que nos acoge. Digo en plural porque acudimos a hablar con un periodista que lleva años viviendo de cerca la realidad de una ciudad como Roma y de un país tan cambiante y apasionante como Italia. Daniel Verdú Palay (Barcelona, 1980) se ha labrado una carrera que le ha llevado a muchos de los principales focos de la noticia. Hoy es el corresponsal del diario EL PAÍS en Italia y el Vaticano.
Nos citamos en su apartamento, cerca de Campo de’ Fiori, una de las joyas del corazón de la Ciudad Eterna. Completamente asentado en la realidad del país, Verdú ha ido radiografiando la sociedad italiana, su política y también su fútbol. Nos sentamos en su despacho casero, delante de una gran biblioteca que acoge decenas de títulos sobre todas las temáticas. Comentamos entre resignación y risas el caos que se genera en un simple día de lluvia en Roma y encendemos la grabadora. Tenemos muchos temas que tocar. Más que en una entrevista, acabo sintiendo que estoy charlando con total naturalidad con alguien de toda la vida.
Pregunta: Querría empezar preguntándote cómo es tu labor de corresponsal aquí en Roma.
Respuesta: Llevo ya dos años y medio y todo bien, muy fácil trabajar aquí. A diferencia de otros sitios como Washington, Bruselas o incluso Londres o Francia que llamas de un periódico español, aunque sea El País, y es un poco ‘ponte a la cola’. En cambio en Italia tienes esa mezcla de simpatía y cosa provinciana en el sentido de que la prensa extranjera sigue siendo igual seas de donde seas. Se pone al teléfono todo el mundo. En ese sentido es fácil hacer periodismo de fuentes, es decir, que te expliquen las cosas directamente.
P: Me imagino por lo que me cuentas que no hay una rutina ya marcada en este trabajo.
R: No, cambia mucho. Te haces unas rutinas un poco para trabajar. Nosotros en las reuniones, hay varias durante el día, te fijas un poco porque los jefes de las secciones estarán entrando y saliendo a lo largo del día. Intentas venderles un poco el género, como decimos nosotros, antes de que se metan. Yo a las 9 intento tener ya todo, un poco un planning de todo lo que se pueda prever del día, llamó al periódico a Internacional, que es un poco el interlocutor más habitual, y les cuentas un poco las previsiones. Intentas hacer un mini esquema aunque hay veces que se te va a tomar por culo a medida que avanza el día y sobre todo en este país que es imprevisible y más en la política.
P: Quizá esta sea una pregunta difícil de contestar hasta para un romano pero, ¿hay forma de gobernar esta ciudad?
R: ¿Dices a nivel periodístico? A nivel administrativo es muy jodido. Ayer (hablando del 28 de abril) estaba haciendo una historia sobre Pascual Maragall que estuvo aquí y hablé con dos ex alcaldes, con Rutelli y con Veltroni, y ellos ya te decían que había sido muy complicado. Creo que se ha llegado a un punto más agudo ahora. Una vez estuve con un presidente del CONI, que no se si se podrá decir el nombre, y me decía que le habían propuesto varias veces presentarse como alcalde. Me decía que ni en broma, que eso era el suicidio para cualquier persona que quisiera dedicarse a la política. No tienes nada que ganar y todo serán problemas. No sé si has visto cómo han salido todos rebotados: el propio Marino (ex alcalde implicado en casos de malversación de fondos) ha sido absuelto por el Tribunale di Cassazione pero ha penado su osadía de ser alcalde por lo de las facturas aquellas falsas. Imagínate con todo lo que han robado sus antecesores y predecesores y el pobre hombre tuvo que dimitir por eso. No, no parece una ciudad a día de hoy gobernable.
Estuve con un presidente del CONI y me dijo que ser alcalde de Roma es un suicidio… A día de hoy no parece una ciudad gobernable
P: Viniendo de fuera, y sobre todo desde España, se suelen equiparar mucho las sociedades de ambos países. Viviéndolo in situ no parece como se pinta, no sé que opinión tienes al respecto.
R: Es lo que se dice del falso amigo. Tanto en el idioma como en las costumbres. Hay una superficie que sí que es muy reconocible y que te sirve para adaptarte más o menos rápido pero cuando superas ese treinta o cuarenta por ciento es un país completamente distinto. Si te acostumbras a vivirlo de aquella manera, te quedas al margen porque Italia es muy muy diferente. Y los romanos, que a veces nos cuesta más percibir su idiosincrasia, su manera de ser… porque en fin, sabes como es un napolitano o un tío del norte. Pero el romano, igual desde España está más difuminado, y después es, como tú habrás comprobado, un personaje muy particular. Son difíciles de tratar, de entender, de tener una relación intima con ellos, no son muy abiertos. Lleva tiempo, sí.
P: Tratando el tema de la corrupción política, algo que no es ajeno en España, ¿qué crees que es lo que permite la propagación de tantos casos? ¿Tiene Italia un problema endémico?
R: Bueno, tiene muchas explicaciones y depende mucho de la zona. En el norte ha habido mucha menos como sabes. En el sur a la corrupción se le ha llamado mafia. Lo que pasa que era una forma de corromper con el agravante, con el método de la violencia, la intimidación o una organización muy concreta detrás. El fondo es lo mismo, que se quedan los contratos los de siempre.
En cambio lo de Roma sí que ha sido un descubrimiento nuevo para toda Italia, cuando saltó el caso de Roma Capitale en el que estaban metidos una serie de vectores de la Roma aquella de la Banda della Magliana, gente que había confluido aquí… eso fue un poco más difícil de entender. Creo que ha sido un desgobierno total mezclado con una ciudad que claramente es un agujero negro. Está mal gestionada y todo el dinero se iba a agujeros negros. Eso mezclado con una falta de respuesta política clarísima. No ha habido ningún partido capaz de organizar una estructura administrativa potente para controlarla. Creo que son factores distintos a lo largo de Italia, que si te digo la verdad, no creo que sea muy distinto a la corrupción española sobre todo en determinadas zonas. Por ejemplo Valencia. La gran diferencia con Italia es la violencia.
El idioma y las costumbres italianas (para un español) es lo del falso amigo […] El romano desde España está muy difuminado, es un personaje difícil de tratar
P: Hablabas de partidos que intenten crear una estructura potente de control de la corrupción y se me viene a la cabeza Cinque Stelle, ahora gobernando Roma. Vendieron esta máxima y ahora salta todo el caso en torno al Stadio della Roma. ¿Cómo crees que se gestionan en Italia estas infraestructuras, tanto públicas como privadas?
R: El Estadio de la Roma era un poco una muerte anunciada porque la propia Raggi (alcaldesa de Roma) renunció a los Juegos Olímpicos porque se vio incapaz de controlar que ese dinero no iba a ir a las manos de los de siempre lo cual es, en fin, una derrota increíble. Es decir, hoy en día es cierto que los JJOO ya no son lo que eran pero hablamos de un acontecimiento que para una ciudad como Roma aparentemente tendría que ser cojonudo. Te permitiría acondicionar el río, hacer nuevas infraestructuras y sin embargo, ellos mismos reconocen que no son capaces de ver a dónde va a ir ese dinero.Con lo cual, el estadio de la Roma era un poco eso en miniatura y se ha demostrado que se les ha ido de las manos.
En cuando al Movimiento 5Stelle, yo creo que ha sido una gran decepción en ese sentido. Nadie puede mantener ese nivel de exigencia moral y política. Supongo que también le pasa a los nuevos partidos cuando empiezan a descubrir los mismos problemas que los otros y es cuestión de tiempo. Y Cinque Stelle es clarísimo, además ellos han cogido como bandera una ciudad (Roma) en la que era muy muy complicado mantener esos estándares. Su exigencia les ha asfixiado. Turín es otro ejemplo de Cinque Stelle con la Appendino pero porque la ciudad funciona sola y aún así la alcaldesa tiene muchos problemas. El partido ahora mismo está en una fase complicada porque es experimental, poco desarrollado socialmente y corre el riesgo de desaparecer si no gestiona bien esto.
P: La influencia de su fútbol es clara en el país. Los actores, el movimiento que genera el fútbol, ¿cómo valoras esa vorágine casi diaria entorno al esférico?
R: Tiene una influencia asombrosa. Diría que incluso más que en España y pese a que ellos están en un momento crepuscular de su fútbol. En España es fácil que arrastre porque hay un brillo notable. Pero aquí sí que ha arrastrado mucho digamos el fútbol de clubes. La selección es curioso porque si no están en el Mundial parece que les importa un pito a todos. En los partidos de clasificación están los estadios vacíos pero sí que es verdad que, como tú dices, el espectáculo que se genera alrededor, más que los estadios porque no los llenan ni un solo fin de semana, es mucho mayor. La influencia es total.
El Estadio de la Roma era una muerte anunciada. Raggi renunció a los JJOO por no poder controlar dónde iba a parar el dinero.
P: Un poco en lo tocante al racismo. Parece que estalló hace unos meses con el caso de Koulibaly pero en la sociedad parece un tema arraigado del que nadie quiere hablar. El fútbol sí parece, en la superficie, querer paliarlo pero, ¿qué piensas del tema del racismo en este país?
R: Es otro de los males endémicos. Fue una de las cosas que más me llamó la atención en Italia, al ir a todos los campos, entre ellos el de Roma. Fue justamente esto, cómo se consiente, incluso veías padres con los niños y veías un jugador negro corriendo la banda y veías al padre haciendo el sonido del mono y animando al niño a que lo hiciese. Me acuerdo que íbamos con Ana y alucinábamos en plan ‘¿cómo puede ser?’ Los señores riéndoles las gracias, alucinante. No hay, creo que ahora empiezan a tomar consciencia de que puede ser un problema pero, ha sido una forma estética. Dirán ‘está mal ahora que nos sacan por la tele, por todo el mundo, pues quedamos fatal’. Pero tú vas a un partido y la gente se descojona riéndose de dos negros. No lo ven como un problema moral. Yo creo que aquí llevan diez o quince años de atraso con países como el nuestro. Las gradas y los ultras del calcio están fuera de control y tienen un problema y un atraso importante con respecto a países equiparables a Italia altísimo y es bastante lamentable, la verdad.
P: En ese sentido, ya que mencionas las curvas, hablemos un poco de esas medidas ‘populistas’ que se están implementando. También el auge que están cobrando las políticas de Salvini, que hasta se postula a favor de curvas de extrema derecha, ¿cómo favorece todo este clima que se está generando desde el Gobierno central?
R: Es terrible la imagen esa de Salvini abrazado no sé si era el jefe de los ultras del Milan o uno de los líderes que había estado en la cárcel, además. Es terrorífica y tiene una influencia muy mala. Creo que además tiene una vinculación muy clara, siempre la ha habido pero en Italia más entre la ultraderecha política y los ultras de las curvas. Es un clima que se está viviendo estos días que un poco retroalimenta esos espacios. Te fijas un poco en esa militancia de Casa Pound, de Forza Nuova y todos vienen de ahí, todos. Empezando por el jefe hasta el último. Muchos lo dejan y tal, dicen que es una cantera. El tío este que han detenido, no sé si has visto, que no sé si estaba en una curva pero seguro que ha violado a una chica, el consejero comunal de Casa Pound en Viterbo. Me parece que es todo gente que son delicuentes que vienen, en fin, de peleas y navajazos y saltan a la política. A mí me preocupa ese corredor que se permite con toda naturalidad, primero con las políticas del gobierno con respecto a las curvas y luego alimentando, favoreciendo que eso sea un granero político para movimientos neofascistas que están en auge en Italia.
El racismo fue una de las cosas que más me llamó la atención en Italia. Ver cómo se consiente, padres haciendo el sonido del mono animando a sus hijos a hacer lo mismo. Llevan diez o quince años de atraso […] Las gradas y los ultras están fuera de control. Hay una vinculación muy clara entre la ultraderecha y las curvas.
P: Además de estas medidas del Gobierno no sé si percibes en la sociedad un frente de resistencia. ¿Ves que la sociedad italiana, en temas como el racismo o el feminismo, se contrapone a esto o sigue habiendo una gran mayoría que vive como dices diez o quince años atrás?
R: Mira, yo creo que empieza a haber un frente que resiste. Ya no solo en el tema futbolístico, de los ultras y el neofascismo sino la propia corriente de Salvini que, un poco, se está quedando con todo esto. Cuando comenzó la película no veías una resistencia clara: ni en los intelectuales, ni en la sociedad civil, ni en las alcaldías que a veces son focos de resistencia muy útiles… Creo que desde hace seis meses está empezando a haber un movimiento, sobre todo ciudadano. Ha pasado en Turín con esto vestido de la cosa del TAF, el tren Turín-Lyon, pero en el fondo es un movimiento más o menos burgués en el buen sentido, del ciudadano más o menos ilustrado que está intentando resistir a esto. Luego hay en los pueblos, como en el caso de Riace, el pueblo de Calabria que acogió a miles de inmigrantes y al pobre alcalde le costó la imputación y el arresto domiciliario. Pero sí ves movimientos que empiezan a plantar cara. Pasa en Roma también, una parte del ayuntamiento de Raggi están empezando a crear movimientos ciudadanos que se opongan a esto y creo que se acabarán separando del Movimiento Cinque Stelle. Yo creo que la esperanza sí está un poco en las ciudades pero queda bastante.
P: Ese pasado que hablamos parece que todavía queda en alguna figura de presidente de clubes, aunque poco a poco vayan cayendo todos. El presidente polémico que vivimos en la España de los 90 con Jesús Gil, Caneda o Gaspart, se vivía hasta hace nada o se vive en Italia con Berlusconi, Ferrero o Lotito. ¿Cómo ves los cambios de dirigencias a manos extranjeras, con capitales chinos o americanos que se deciden a invertir en el calcio?
R: Creo que, como siempre pasa, para los socios tiene ventajas e inconvenientes. La ventaja principal es que inyecta una cantidad de dinero estupenda y que el club que está ahogado lo vive mejor. Creo que hay ejemplos, sobre todo en Inglaterra han funcionado mejor, pero en Italia cuando se han perdido esos clubes gobernados por empresarios nacionales el experimento no ha funcionado bien. Por ejemplo, el Inter. Lo dejaron los Moratti y se ha ido a pique. Ahora no sé quién lo tiene, ¿un indonesio?
P: Estuvieron indonesios y ahora un holding chino.
R: Pues mira estuve entrevistando a Luís Suárez hace seis o siete meses y me decía que los indonesios no saben ni quién es. Una leyenda, Balón de Oro, el tío que le dio una o dos Champions al Inter. Y joder, no tienen ni idea de quién es, ni le han llamado y como él a tantos otros. Son clubes que han ido perdiendo la identidad y la estrategia deportiva tampoco se ha hecho con mucho acierto. El Milan, por ejemplo, que Berlusconi sería todo lo que tú quieras pero creó una máquina de matar y, ahora mismo, es un ‘equipucho’ del tres al cuarto.
Es difícil pero es un problema también con el propio espíritu del club y que no han entendido. Ahora empiezan a tratar a sus aficiones. Siempre dice un amigo mío ‘es la época en la que todas las empresas en vez de clientes quieren tener seguidores, followers’. Justamente los clubes de fútbol que tenían seguidores, y que tenían ese ambiente más distinto… eran clientes igual porque pagaban su entrada pero había una pasión, una fe casi religiosa detrás de aquello. Empiezan a tratarles como números o meros clientes, es el mundo al revés. Hay pocos clubes que hayan entendido que en la época de las redes sociales y donde lo que vende es tener alguien que crea en ti ciegamente, no han aprovechado esa fuerza.
Entrevisté a Luís Suárez y me dijo que (la dirigencia del Inter) no sabe quién es, ni le han llamado. Los clubes tenían seguidores y un ambiente más distinto y empiezan a tratarles como números. No han aprovechado la fuerza de quien cree en ti ciegamente.
P: En este auge de la globalización futbolística, parece que también desde las instituciones de Italia se intenta proponer la deslocalización por ejemplo llevando la Supercopa, finales, partidos a Arabia Saudí, Qatar… ¿Ves que los que mandan en el calcio también intentan provocar este desarraigo?
R: Se está favoreciendo muchísimo. Lo que está haciendo España es una copia de lo que se hizo con la Coppa italiana por parte de la Federación italiana. Es, desde luego, algo dramático llevarte una final o una copa de este tipo a Qatar o Arabia Saudí, es ridícula. La pasada edición además ocurrió lo de las mujeres, que no podían entrar al estadio y ya es el colmo, una vergüenza total. Pero bueno, el grado en que aplicas eso, supongo que será necesario que los partidos se vean en China y que sean a una hora razonable porque esta ronda tiene que pagarla alguien. Pero claro, supongo que tendrás que ir graduándolo de qué modo alejas al fútbol de sus aficiones en todos los sentidos. Creo que en Italia están jugando con fuego.
P: Hablábamos antes de las planificaciones deportivas, en el plano puramente futbolísitico, ¿crees que la liga tiene un problema competitivo?
R: Sí, que haya ganado ocho Scudetti consecutivos el mismo tiene cojones y dice mucho de lo que es esta liga. Es verdad que después siempre es emocionante la segunda, tercera, cuarta, quinta o sexta plaza. En un momento dado hasta puede ser más emocionante que en La Liga, ¿no? Pero luego los equipos que vienen por debajo del séptimo lugar tienen un nivel bajo, no sobrevivirían en muchas ligas. Creo que sí haría falta cantera y es algo que ellos, cuando pregunto por los motivos de esta decadencia del calcio en los reportajes a entrenadores o futbolistas, lo atribuyen a la formación, al tipo de juego fomentado en las academias. El dribbling es el enemigo público número uno en Italia, jugadores ya muy atletas pero poco de jugar y el nivel se ha estancado.
Viendo los equipos que ganan las tácticas son las mismas y el único equipo que ha sido un poco contracultural en los últimos años ha sido el Napolés de Sarri, porque ya con Ancelotti… pero está muy muy atrasado el calcio, en muchos sentidos. Luego decimos esto y nos pueden meter un palo. Recuerdo cuando el año pasado hice un reportaje para El País que se llamaba ‘El catenaccio como estado de ánimo’ intentando explicar cómo se habían metido en este rollo, a propósito de los cuartos de Champions de la Roma y la Juve. Bueno, la Roma ganó y la Juve casi remonta (risas). Me lincharon en Twitter todos los tifosi pero, en general, creo que es un fútbol que necesita una revolución desde muy abajo.
P: Hablando de jugadores nacionales que crezcan y nutran el calcio, asististe en primicia a la despedida de Totti. ¿Cómo viviste esa jornada tan importante en Italia pero sobre todo en Roma?
R: Alucinante. Esto hasta que no llegas a Roma, el fenómeno Totti es muy difícil verlo desde fuera. Para nosotros ha sido un gran jugador, una maravilla, pero no entiendes el nivel de idolatría que ha habido en esta ciudad y en este equipo. Sobre todo en esta ciudad. Totti va por los sitios levitando por Roma y la gente postrándose a su paso. Además es un tío que tampoco es que tenga mucho carisma ni tenga nada, no es que dé mucho juego pero es un amor incondicional. Y la gente llorando, la gente se iba llorando. Yo recuerdo llegar a casa, casi tres horas después del partido, queríamos tomar una cerveza por ahí y veías a los niños con su padre, abrazándose, llorando yendo para casa. Era alucinante. Otra cosa puede ser lo bueno o lo malo que pueda haber sido Totti en los últimos años para la Roma porque en mi opinión le hizo más mal que bien. Se había convertido en un elefante ahí en el banquillo, incómodo, que todos los entrenadores notaban su aliento en la nuca y especialmente Spalletti que salió disparado de allí en parte por eso. Creo que impidió un poco una regeneración del equipo. Es verdad que luego se ha ido y no ha sido para nada pero…
Hasta que no llegas a Roma es difícil ver el fenómeno Totti. Va levitando por la ciudad. Es un amor incondicional… otra cosa es lo bueno o malo que pueda haber sido en los últimos años para el equipo, se había convertido en un elefante incómodo en el banquillo
P: Siguiendo el tema de tus experiencias futbolísticas y homenajeando al gran Enric González, quería preguntarte por tus ‘Historias del Calcio’, sea en Italia o en cualquier parte del mundo.
R: Yo soy del Barça, nací en Barcelona y soy muy muy del Barça. Es casi una religión. A medida que voy a los sitios intento entenderles un poco a través de sus equipos de fútbol. En Madrid me hice un poco bastante del Atleti y trataba de ir al Calderón con un par de amigos atléticos que tenía que, eso sí, me venía muy bien. Y aquí empecé a intentar ser de la Roma. El primer partido que fui a ver hace dos años fue un Roma – Napoli. Me acuerdo que llegué, le puse ganas, dije ‘este va a ser mi equipo’, ese amor artificial que intentas crear… y de repente vi en lo alto de la gradería que había veinticinco chalados gritando como locos cada vez que sacaba de banda el Napolés. Fue de esas cosas que no quería y me acabé haciendo del Napolés. Me acuerdo que estaba con Ana, que me decía que era un chaquetero y salí del partido convertido en hincha napolitano. Luego viéndoles jugar aquí me recordaba un poco al Barcelona, eso me ayudó. A los partidos que suelo ir son los de la Roma, por proximidad. Los derbis con la Lazio, que son maravillosos, son otra cosa.
Quise ser de la Roma, le puse ganas y dije que iba a ser mi equipo. Vi a veinticinco chalados gritando y no quería… pero me acabé haciendo del Nápoles
P: En España estos derbis salvo alguna diferencia están más descafeinados aunque en Italia, vayan como vayan sus equipos, es una pasión. ¿Cómo se viven desde dentro?
R: El ambiente es espectacular, es tenso porque el odio es importante y la rivalidad es disputada. Entras en un Lazio – Roma y no sabes cómo va a acabar. En España, como dices, prácticamente no pasa. Algo con el Atlético – Madrid porque el Atleti con Simeone sí ha impuesto su juego. Pero el Barça – Espanyol, por ejemplo, es un poco aburridos. Cuando estaban en Sarriá todavía pero ahora… en cambio aquí tienes ese aliciente. Luego el hecho de que compartan estadio genera una energía muy particular. Ninguno de los dos, aunque juegue fuera ese día, termina de sentirse visitante. Es una tensión brutal y nunca había vivido un derby así.
P: Para acabar, un test general rápido, también de romanità…
-Aunque pueda parecer difícil, recomiéndanos un sitio de Roma
Me gusta mucho el río e ir a comer a un sitio muy cutre que se llama Societá di Nuoto Romana. Es una cosa que se fundó a finales de 1800 y ahora es un club de treinta abuelos. Te dan una pasta muy honesta pero muy pobre y un trozo de pez espada o lo que tengan ese día y es fantástico porque ves la Roma de Pasolini, de los tíos que se tiraban por el río haciendo concursos de salto. Aunque también ves toda la porquería del río. También me gusta pasear por la periferia, porque el centro lo tenemos ya muy visto. Hemos escrito tanto todos que a veces te cuesta encontrar un relato propio en el centro de Roma. En cambio si vas a Quadraro, a Centocelle, me gusta el Pigneto… me gusta más descubrirlos ahora mismo que el centro.
-Carbonara o Amatriciana
Pues mira tío, yo soy más de gricia. Soy poco de tomate y tal pero la gricia me alucina. Y la cacio e pepe también.
El máximo dios de todo es Cruyff. Su manera de entender la vida, las relaciones… daba soluciones sencillas a problemas complejos. Acabó con el victimismo catalán y del Barça de un plumazo.
-Supongo por lo que dijiste, entre Lazio y Roma… ¿Roma? ¿Te mojas con alguno?
De forma natural tendería por la Roma, pero después veo a los de Lazio que tienen un espíritu de supervivencia y joder, son bastante minoría y aguantan y tal. A veces empatizo con ellos. Como a veces incluso me pasa, por ejemplo este año, con los del Espanyol, pese a todo.
-Visto que tienes una biblioteca imporante aquí, recomiéndanos un libro. No tiene por qué ser necesariamente sobre fútbol o sobre Roma
(Se lo piensa mucho mientras mira su colección de libros) Pues… los de Enric (González) todos. Enric es fundamental, es la biblia para cualquier corresponsal y para cualquiera que le guste conocer otros países y leer en general. E ‘Historias de Roma’ es un librito muy sencillo y muy divertido de leer. Sencillo porque ni es largo ni aspira a grandes descubrimientos. Otro corresponsal que estuvo en Italia, que es Íñigo Domínguez, tiene un libro cojonudo que se llama ‘Historias de la mafia’. ¿Lo has leído? Íñigo fue un corresponsal cojonudo y escribe de maravilla. Este es otro libro cojonudo (dice señalando uno de los que tiene sobre la mesa). Ennio Flaiano había sido guionista de Fellini y tiene la historia esta que es fundamental para entender la ciudad. Y a los periodistas nos viene bien conocer a Flaiano porque tiene millones de frases que vienen genial para arrancar una crónica. ¿Qué más? De deporte, me gustó mucho el de Agassi. Es el libro de deporte… diría que no es ni de deporte, es una especia de ‘Guardián entre el centeno’ pasado de vueltas, maravilloso.
-Preguntándote por un icono futbolístico, hablando de influencia en la sociedad y no solo en el plano deportivo…
Para mí, el máximo dios de todo esto es Cruyff. Como dices, no solo en lo futbolístico, la manera que tenía de entender la vida, las relaciones, la manera de dar soluciones a problemas complejos, las frases que tiene para resolver cosas que la gente echa años… esas cosas de que corra el balón y no los jugadores. Parecía todo de una lógica aplastante pero a nadie se le había ocurrido. Para mí contribuyó mucho, no solo al cambio de mentalidad del Barça, sino muchas veces en la sociedad catalana. Aportó cambio de mentalidad, no ha pasado en todo, pero sí en el victimismo que tenía el catalán, que tenía el Barça arraigado y Cruyff lo liquidó de un plumazo.
-La última, ¿qué significará esta corresponsalía, el hecho de vivir una ciudad como Roma desde dentro, para Daniel Verdú?
Es una maravilla. Italia, desde el punto de vista de un corresponsal es una joya. Es imprevisible, es un volcán de historias. La política está, no te diré enloquecida porque tiene sus sistemas y su lógica, pero han tenido… tengo que ver el número pero, creo que son ya sesenta y pico primeros ministros en setenta y cuatro años. Eso te da el reflejo y para escribir es maravilloso. Es transversal, te permite ofrecer tú al periódico en vez de que te pidan. Eso te permite tener más control y te diviertes mucho más.