DIEGO TOMÉ CAMOIRA
En 1993, nacía en Barcelona Marcel Beltran. Como muchos jóvenes de la época, creció disfrutando de las últimas actuaciones de Rivaldo en el Camp Nou, los goles de Tamudo en Montjüic y la magia de Ronaldinho. Así, -y como deja bien claro a lo largo de toda la entrevista- se fue acercando al mundo de la comunicación con el fútbol como detonante.
Periodismo, fútbol y cultura; un cóctel que desde hace cinco años «persigue» a nuestro entrevistado, cuando la revista Panenka, sin apenas haber salido de la facultad, decidió contar con sus servicios. Hoy ejerce como director web de la misma, y, junto con Sergio Vázquez, pone voz cada mes al podcast de cultura futbolística Boleyn Sound. De comunicación, literatura, y sobre todo fútbol -el componente que ha marcado la trayectoria de Marcel- pudimos charlar con él.
Pregunta: Dicen que el periodismo es una de las profesiones más vocacionales que existen. ¿En qué momento decide Marcel Beltrán que quiere dedicarse al mundo de la comunicación?
Respuesta: Pues hace ya bastantes años. Yo ahora tengo 24, empecé la carrera con 17,18…(piensa) Pues desde los 13 o los 14 más o menos, con el fútbol como puerta de entrada porque siempre me había gustado mucho el fútbol en general, no sólo ver partidos de mi equipo, sino mirar partidos de otros equipos y otras ligas. Fue un poco desde esta faceta como comencé a leer medios de comunicación y entré en el ámbito más literario, porque me enganché a los escritores que escribían sobre fútbol y a partir de ahí pues poco a poco fui haciéndome mayor y vi que esa afición seguía estando. Podía haber pasado que me interesara por otra cosa en un momento dado, pero no sucedió y ya cuando tenía la edad de entrar en la universidad, elegí estudiar periodismo aún a sabiendas de que el mundo periodístico no estaba especialmente bien y un poco enlazando con tu pregunta, asumiendo que debía existir esa parte vocacional porque ya de entrada sabías que era un mundo al que no te metías directamente con la idea de hacer pasta o de tenerlo fácil, todo lo contrario. Pero por eso también yo creo que es importante la vocación, ya que dentro de todas esas dificultades y de tener que plantearte trabajar algunos años sin cobrar, la vocación es lo que te va manteniendo a flote y hace que sigas de alguna manera peleando para hacerte un sitio.
P: Por lo que podemos ver en tus redes sociales, así como plasmas en tus piezas para Panenka, eres un gran apasionado de la literatura. ¿Tu primer acercamiento al periodismo viene a través de la literatura?
R: Es un poco raro y en cualquier caso es poco académico, porque en realidad todo parte del fútbol. En general en mi casa siempre se ha leído mucho y recuerdo crecer en un ambiente donde había libros, pero el principal punto de encuentro fue con el fútbol, y a partir de él ocurre lo que te comentaba, que conocí a gente que escribía bien sobre fútbol, pero no me acerqué a ellos como escritores, primero me acerqué porque eran aficionados al mismo deporte al cual era aficionado yo. De esta forma empecé a leer a Juan Villoro, Vázquez Montalbán y a gente de este perfil que hablaban de fútbol y al mismo tiempo te estaban hablando de otras mil cosas, pues también empecé a ampliar un poco el campo y a interesarme más por la literatura. Pero sin duda lo primero, y aunque no quede muy bien decirlo, lo primero que me despertó el interés fue el fútbol, y a partir de ahí se fueron abriendo otras puertas.
P: Empiezas a cursar tus estudios de periodismo en la Universidad Autónoma de Barcelona, y en el año 2013, con apenas 20 años, comienzas a colaborar con la revista Panenka. ¿Cómo recibes esta llamada?
R: Cuando estaba en segundo de carrera vino César Sánchez, que es una de las personas que fundaron la revista a dar una charla a la universidad para presentar el proyecto. Yo ya lo había conocido un tiempo atrás porque mi padre me había regalado un día una de las primeras Panenka que salieron; me la leí, me interesó mucho y cuando vino ese día César a la Autónoma, me acuerdo mientras estaba escuchando que pensé en levantarme al acabar la charla y ofrecerle mis servicios por si pudiesen interesar y así aprender yo un poco, sin ánimo de ganar dinero, sino de conocer un medio que me gustaba desde hacía tiempo. Normalmente, no lo suelo hacer por timidez, pero ese día no sé por qué lo hice. Hablé con César, justo coincidió con que desde Panenka querían empezar a dar un mayor funcionamiento a la web y necesitaban más gente para proveer de contenido a la página y entré. Poquito a poco ha ido pasando el tiempo, y aquí sigo.
P: Que alguien con 20 años colabore en una revista de suma relevancia a nivel nacional, no suele ser el denominador común dentro de la profesión. Con sinceridad, ¿podías esperar algo así?
R: No, supongo que fue básicamente un impulso que me llevó en aquel momento a dar ese paso adelante ese día que vinieron a la facultad. También me enteré que venía Panenka a charlar un día antes, no había nada calculado. Simplemente fue hacerlo y funcionó. Creo que es una mezcla de todo, que hay ciertas oportunidades que sí que es cierto que debes ir a buscarlas y debes ser atrevido para que las cosas acontezcan, pero al mismo tiempo también está el factor suerte, en el sector del periodismo y en cualquiera. A veces todo es tan absurdo como estar en el momento adecuado y que te den un sí por respuesta. Pero esto último creo que es más mérito de los que estaban en aquel entonces en Panenka que no tanto mío. Se dio así y luego con el tiempo ha seguido como a mí me ha interesado. Nunca me he cansado de trabajar en esta revista, todo lo contrario, cada día estoy más metido y más involucrado y contento, sobre todo contento porque ves cómo está el patio y veo a gente de mi generación a la que le está costando mucho más, y no porque no tengan talento, que a veces quienes tienen más talento todavía no han entrado en el ruedo. A veces es necesaria esa pizca de suerte, porque abrirte paso desde cero resulta complicado.
P: Estamos hablando de un medio que entroncaría, incluso, con el periodismo literario, y que hace una simbiosis perfecta entre ambas facetas, añadiendo un factor que tradicionalmente no ha estado ligado a ese mundo, el fútbol. ¿Crees que ha habido sectores ligados a la cultura que han menospreciado al fútbol como parte de la misma?
R: Sí. Eso es evidente que sucedió en una época pasada de manera muy clara, estoy hablando de hace 50 o 60 años, pero creo que es un muro que se ha ido derribando. Sobre todo, gracias al atrevimiento de gente que pertenecía al mundo intelectual como el propio Vázquez Montalbán que te mencionaba antes o Javier Marías; Otros en Sudamérica como Eduardo Galeano y Villoro… Gente que venía del mundo de la cultura, de las letras, y que fueron demostrando que podías tener todos esos intereses de tipo intelectual y al mismo tiempo cultivar una afición por el fútbol, y, sobre todo, que puedes escribir sobre esa afición. A partir de esos pioneros, a los que hay que dar las gracias, ese muro que separaba al fútbol de la cultura fue siendo cada vez menos infranqueable. Y a día de hoy ya no sólo Panenka, sino que en general, yo creo que asistimos a un boom desde hace unos años de publicaciones literarias y futbolísticas de una calidad enorme. Los medios de comunicación invierten bastante dinero en columnistas que escriben sobre fútbol… Poco a poco esa separación se ha ido haciendo más relativa, y no sólo por Panenka sino por muchísimos medios y periodistas que van sin complejos en ese sentido.
El muro que separa el fútbol de la cultura es cada vez menos infranqueable
P: Panenka demuestra que el fútbol es una forma de expresión cultural y posibilita la creación de pertenencia. ¿El auge del fútbol moderno y la globalización está acabando con estas identidades?
R: Si acaba con ellas o no, es algo que está por ver, y creo que es un debate latente a día de hoy. Pero desde luego sí las está poniendo en riesgo. La vinculación que tenía antes el aficionado de un equipo con su club, con los jugadores… todo eso ha cambiado una barbaridad; solo hace falta que hables con gente de 60, 50 o incluso 40 años y te cuentan ellos como vivían el fútbol cuando eran jóvenes y las experiencias que tenían al ir al estadio y era todo muy diferente. Es más, yo creo que mi abuelo nunca llegó a ver un equipo inglés por la televisión. Ha cambiado mucho la manera que tenemos de vincularnos al deporte. Esto conlleva aspectos positivos y negativos. Entre las cosas buenas está el hecho de que, digamos, amplías tu campo de conocimiento y si te interesa el fútbol más allá de tu equipo tienes la posibilidad de ver jugar a otros clubes y otros campeonatos, y disfrutas, obviamente, porque eso te interesa. Pero, por otro lado, desde un punto de vista más emocional, sientes menos apego a los colores que aquellos que vivían el fútbol de antes. No sé si va a acabar con esa forma de relacionarse con tu equipo, yo creo que hay que dejar pasar más tiempo porque el fútbol moderno es algo que es relativamente nuevo y todavía tiene bastante recorrido, o sea que hay que estar preparados porque se avecinan más curvas seguro. Sin duda alguna, el riesgo de que acabe con estas identidades es evidente, está presente ahí desde hace años y, obviamente, a algunos nos incomoda eso.
P: Literatura y periodismo con un denominador común, el fútbol. Todos recordamos la primera vez que pisamos un estadio o ese gol que dejó huella cuando empezábamos a aficionarnos al balompié. ¿Cuál es ese momento que dejó huella en tu vida?
R: Ostras… (piensa). Tengo recuerdos sueltos, recuerdos con mi equipo, yo soy aficionado del Barça y recuerdo el Barça previo al que ganó la Copa de Europa en París, la segunda en la historia del club. El FC Barcelona previo en el que estaba Rivaldo, recuerdo ese gol mítico de chilena contra el Valencia, ese día lo tengo muy grabado a fuego. Me acuerdo que marcó y salí corriendo directamente por la escalera de mi edificio a juntarme con los vecinos y a celebrar. Y luego también, esto tiene menos que ver con mi equipo, pero le guardo especial cariño; aquí en Cataluña daban un programa los fines de semana sobre fútbol internacional que se llamaba Futbol Int y siempre pasaban los resúmenes y los mejores goles de la jornada de todas las competiciones del mundo. A partir de ese programa comencé a aficionarme mucho al Arsenal porque coincidió que eran los años de aquel Arsenal de los invencibles con Henry, Bergkamp… bueno, qué te voy a contar (risas), una pasada de equipo. Así fue como conocí a ese Arsenal y me di cuenta que el fútbol también iba más allá del Barça. Pero ya te digo, recuerdos tengo muchos, lo que pasa es que están esparcidos y es difícil encontrar una conexión entre todos ellos.
P: Hasta ahora hemos hablado de Panenka, pero no de Boleyn Sound, el podcast de cultura futbolística que con la colaboración de Panenka, y junto a Sergio Vázquez, sacaste a la luz en octubre de 2016. ¿Por qué creísteis que era el momento adecuado para sacar adelante un podcast?
R: Primero porque nos apetecía hacerlo. El podcast de Boleyn es básicamente esto. A ambos nos gusta escribir, pero también teníamos ganas de probarnos en otro formato como en este caso el radiofónico y, en segundo lugar, porque teníamos ganas de realizar aquello que a nosotros nos gustaría escuchar si escucháramos un podcast sobre fútbol. Básicamente fue por eso. También para divertirnos y aprender, y pasar más rato juntos ya que Sergio y yo fraguamos una buena amistad durante la carrera, pero una vez terminamos y cada uno de nosotros fuimos a trabajar en diferentes medios, perdimos la posibilidad de pasar tanto tiempo juntos y era una manera de juntarnos y de seguir compartiendo cosas juntos. Eso fue un poco el primer año y en el segundo, de una forma más seria, empezamos a sacarlo junto a Panenka y SpainMedia Radio que es una plataforma de podcast de distribución nacional. Seguimos un poco con el mismo espíritu que no es otro que el de pasárselo bien y hacer un poco el gamberro, pero intentando cuidar el producto para que no salga de cualquier manera y que los pocos que lleguen a escucharlo al menos pasen un buen rato. Sólo que se lo pasen la mitad de bien que nos lo pasamos nosotros haciéndolo, ya nos deja satisfechos.
P: Actualmente estamos presenciando una nueva era del periodismo, en la cual la inmediatez y la “ubicuidad” a la hora de consumir contenidos, juegan un papel clave. ¿Qué retos deben superar los periodistas para adaptarse a estos cambios?
R: Es complicado. Yo creo que hay una cosa bastante positiva dentro de lo que nos ha tocado vivir a nuestra generación, y ahí me incluyo yo también porque sigo siendo un nuevo periodista. Obviamente el manejo que tenemos del mundo digital yo creo que nos beneficia, y permite que marquemos una diferencia con la gente que ya lleva más años en el sector. Pero, lo que sí creo que es importante, es que no debemos olvidar a la gente que ha estado más años “currando” en el oficio, y que por mucho que tú quizá domines más Youtube que alguien que lleve trabajando 15 años en la redacción de tu medio, no te impedirá que sigas aprendiendo de él, porque te va a enseñar muchas otras cosas. Me da la sensación de que, las redes sociales, que en parte lo democratizan todo y nos permiten a todos sin estar dentro de ningún medio llegar a un público mayor, a veces nos hacen girarle la espalda a los profesionales que tienen una amplia trayectoria en el sector. Y puede ser cierto que tengan otro tipo de base, que estén familiarizados con otro tipo de rutinas… pero no dejan de ser aquellos de los que tenemos que aprender. Creo que el reto del nuevo periodista es saber detectar lo bueno que hay dentro del periodismo de la vieja escuela, y compaginarlo con ese manejo que tiene prácticamente adquirido de forma innata del mundo digital, para conformarse un perfil más o menos sólido. No debemos echar pestes de todo lo que sucedió antes de que nosotros llegáramos, porque además cuando nos adentramos en el mundo del periodismo siendo tan jóvenes, todavía no somos nadie, le debemos todo a la oportunidad y a la confianza que nos dará la gente mayor.
P: En plena era de la sociedad red, estamos presenciando el auge de medios en papel como Jot Down o la propia Panenka, ambos englobados dentro del denominado “periodismo lento”. ¿El futuro del papel pasa por la especialización de contenidos a ese nivel?
R: No sé si acabará pasando por ahí, pero, sin duda, yo deseo que acabe pasando por ahí. Entiendo la necesidad de que exista la información, informarse es casi tan importante como alimentarse o beber. De todos modos, también depende de en qué rol se vea cada uno, pero yo nunca estaré cómodo teniendo que acabar un texto para una hora después de haberlo empezado. Al igual que digo esto, entiendo que haya gente que sí se encuentre a gusto trabajando bajo estas dinámicas, y no sólo es de aplaudir, sino que también es necesario que existan periodistas, a los que yo admiro, que están al pie del cañón, en la calle, currando con información pura y dura etc. Pero yo creo que sí, que el papel va más hacia un escenario vinculado al ocio que a la necesidad puramente informativa, que nos permita desarrollar el espíritu crítico que debe tener cada uno, que eso también es importante. Con un tono más reposado, probablemente el papel se encamine a un tipo de textos que se cocinen a fuego lento, que no estén tan vinculados a la actualidad, sino más bien al análisis e interpretación de esa actualidad. Esa figura del periodista que te ayuda a entender mejor las cosas que suceden con algo más de tiempo para poder digerir él mismo los hechos que narra, en el papel sí tiene cabida de manera muy clara, y ojalá que sea así.
Nunca estaré cómodo teniendo que acabar un texto para una hora después de haberlo empezado
P: En los últimos años estamos viendo una progresiva espectacularización del periodismo deportivo. Especialmente, en el ámbito futbolístico con programas como, por ejemplo, El Chiringuito de Jugones. ¿Se debe hablar de periodismo para definir este tipo de programas o lo englobarías en otra categoría?
R: Yo lo englobaría en otra categoría, en la del entretenimiento. Desde aquí desde Panenka, y es algo con lo que yo también estoy bastante de acuerdo, nunca entramos a valorar si nosotros hacemos mejor las cosas que los otros o no. En este caso comparándolo con El Chiringuito, simplemente hacemos cosas distintas. Creo que son proyectos incomparables porque directamente tienen objetivos distintos.
P: Dirigidos a otros públicos quizás…
R: Sí. Ahí también está un poco la lucha, porque a mí me da la sensación de que parte muy importante del público que tiene el Chiringuito, que además es enorme, seguro que también en su momento podrán acabar desarrollando un interés por consumir otro tipo de periodismo deportivo. Es que estoy seguro de que si se les diera la oportunidad también se aferraría a ella. El problema es que en el mundo en el que vivimos, en el cual hay unas estrategias de marketing muy sofisticadas que logran de manera muy inteligente meterse en nuestras cabezas y es más complejo pensar que también existen otros productos que a uno pueden interesarle. Da la sensación de que nacemos predeterminados con lo que nos puede gustar y lo que no. En cualquier caso, creo que es incomparable, no es ni mejor ni peor, es incomparable porque son cosas distintas, una cosa es lo que se hace en Panenka y en otros medios como Panenka, y otra muy distinta es la que se hace en El Chiringuito u otros medios como El Chiringuito.
Yo creo que mi abuelo nunca llegó a ver un equipo inglés por la televisión. Ha cambiado mucho la manera que tenemos de vincularnos al deporte
P: Como contrapunto, surgen proyectos como Ecos del Balón, The Tactical Room o Panenka, porque… ¿hay un desencanto con los medios tradicionales?
R: Sí, puede ser. Es evidente que todas esas iniciativas nacen para ocupar un espacio que ha quedado vacío por lo que sea. Y aprovecho que has mencionado también a Ecos, a The Tactital Room y otros muchos proyectos de este tipo que yo como consumidor disfruto muchísimo. Pero sí, estos proyectos vienen a saciar una necesidad de parte de un público que cada día se siente más alejado de la forma que tienen los medios de comunicación futbolísticos o deportivos en general de tratar la información. Se sienten alejados cada día más de ello, y tal vez por eso empiezan a tener más presentes esos otros medios que plantean otro tipo de tratamiento. En cualquier caso, yo creo que también es algo que tiene mucho margen de crecimiento. En Alemania o Francia hay revistas como So Foot, como 11 Freunde etc que tienen una cantidad de lectores increíble. En Panenka no nos lee ni una cuarta parte de la gente que sí lee esas otras revistas, y se tratan de revistas de un perfil muy parecido; quiero decir con eso que ese público que poco a poco va interesándose también por ese tipo de formas de comunicación alternativas puede ir creciendo más, yo tampoco le veo un techo, simplemente hay que trabajar duro, ir intentando cambiar un poco el hábito de consumo de la gente a la cual le interesa el fútbol y llevarlos al terreno en el que nosotros nos sentimos más cómodos.
P: Para concluir, ¿dónde se ve Marcel Beltrán dentro de 10 años?
R: Puuuuf (piensa). Vivo, espero, eso por supuesto (risas). Pero, y eso es algo que creo que también tiene que ver bastante con lo que significa ser periodista hoy en día, me cuesta imaginar donde estaré dentro de 10 años. Puedes tener claro qué vas a hacer un día después del que estás viviendo y poco más, porque las cosas cambian muy rápido, es un trabajo bastante inestable, los proyectos nacen con mucha fuerza, pero cabe la posibilidad de que se acaben muriendo antes de tiempo, tus intereses también pueden cambiar, y las inquietudes al final van y vienen, y hoy te pueden interesar unas cosas en concreto, pero a medida que avanzan los años, obviamente tú como persona también cambias y pueden pasar a interesarte otras cosas. Es una forma larga de decirte que no tengo ni puñetera idea de dónde me veo (risas). Simplemente ir disfrutando del día a día y ya veremos donde acabamos. Espero que no en un sitio demasiado malo, ojalá que no.